jueves, 30 de diciembre de 2010

SALVE III O MARIA APASIONADA

Tendidos en el patio
cuando me enseñabas tu nombre y los colores
esas raras combinaciones del verde con María
en las desoladas tardes del verano
cuántas veces besé tus pómulos salientes.

María
roja como la sangre
María apasionada.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

miércoles, 29 de diciembre de 2010

SALVE IV O MARIA DADORA

Tal vez no sea necesario decirles que los amo
con la misma violencia de las lanzas
matando al enemigo blanco en las praderas
o la empecinada suavidad de los interminables telares
azules contra el viento.

Tal vez no sea necesario decirles que en mi piel
-territorio de paz donde se anidan
los espejos del tiempo-
vuestros rostros más puros se reflejan
violentos de placer.

Tal vez no sea necesario decirles que he gozado
como gozan los niños cuando se zambullen
exactamente en medio de la tormenta
entre los pechos de María Dadora
Diosa lechera
bruja nacida para amar.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

martes, 28 de diciembre de 2010

La mujer y yo - 12 -

Destierro de mi vida el llanto,
lastimero, por lo que no tendré.
Observo con inteligencia varonil
lo que ya nunca habrá y no lloro,
no maldigo haber nacido hombre
ni que hayan existido antes de nacer
las veredas, el canto, el sexo abierto,
la locura, las calles alumbradas,
el terraplén, los pájaros cayendo.
Que hubo antes de mí, hermosas mujeres
que amaron a otros hombres, tuvieron otra piel.

Acepto sin rencor provenir del polvo
en todos los sentidos, tierra y amor,
sexo y delirio, todo polvo del polvo.

Quevedo aquí, Vallejo a mi costado,
Machado doliéndose del camino hecho
y tú y yo y el mundo, amada, que nos traga,
si no dejamos de llorar no veremos el sol.
Así, le dije, que lo decido hoy mismo,
aquí contigo en nuestra propia casa:
Los muertos no existen, ya están muertos
no sé porqué, dolidos, seguir llorándolos.
Y la vida, exactamente, plena, no existe,
¿para qué seguir ambicionando eso?

Sin sufrir por lo que ya no se ambiciona,
sin llorar ni a los idos ni a los muertos,
comenzaremos a escribir un nuevo verso
y ese verso, clave del tiempo atravesada
por la pequeña alegría personal
de sentirnos felices sin nada que llorar,
morirá para siempre la pobreza,
el mal querer, la angustia por el sexo
pero nunca habrá ni paz, ni libertad
y seremos bellos, altos, bien alimentados
y nos pasaremos siempre haciendo la guerra
contra los feos, bajitos, mal alimentados…

A ver, mi amor,
me dijo ella al borde del enfado,
un verso llano, posible, cerca de la tierra
sobre el que se pueda caminar sin sobresaltos.
Un verso que nos diga la verdad de la vida,
que nos hable con claridad del dolor,
de la pequeña esclavitud de las mujeres,
un verso, querido, que haga la guerra
y que lave los platos con nostras.
A ver, querido, un verso, que me libere de ti
quiero verte decir, sereno, en algún verso
que tu amor podrá sostener mi libertad.

Abre la celda donde me custodias,
libérate en un verso, vuela fuera de ti.
Mirad, mujeres, mi hombre se arrodilla
al paso, inquietante, de la bella.
Escribe, amor, en un poema, que tu amor
ilimitado y eterno, terco e infinito,
es capaz de alegrarse con mi partida
y esperar que yo crezca para amarme.
A ver, querido, escribe en un poema…

Compulsado por ella intenté decirle la verdad:
Fumo y escribo desde los doce años,
cuando me dejan solo me masturbo
y estoy contento siempre sin saber porqué
y a ti te amo porque sí, sin apenas motivos.
Por eso, ahora, quiero extenderme
en un verso sencillo, en plena tierra,
en el centro mismo del asfalto
para poder amarte sin murallas
y entregarme fatal a tu ceguera
y dejar escrito en algún verso,
amo su libertad, amada señora
y más que eso,
la pienso todo el día en libertad
y nunca pude comprender porqué
te quedabas, sumisa, a mi lado
esperando que yo consiguiera
alguna libertad y te la regalara.

Después, llegué a pensar que no me amabas
que estabas a mi lado porque mi belleza
mi manera de entregar mi cuerpo al amor
te defendían de Dios y un poco de tu madre.
Y, luego, algunos sucesos sin mayor importancia,
siempre necesitabas un dinero que nunca tenías.
Eras terca y celosa de la manera más sencilla,
“no quiero, no quiero, no quiero y no me importa”
y te abrías de piernas y cerrabas tu corazón
y yo, no te comprendía pero te amaba,
te amaba con fervor, sensible a tus palabras
siempre te hice creer que te deseaba.
Que era yo el que quería esto o aquello,
trabajé duramente hasta conseguir
construir en el mundo tus ambiciones
pero te hacía creer que mías eran tus ideas.

Ella me interrumpió convulsionada para decir:
es verdad que hay cosas que Dios no me permite
y de preferir
preferiría que mi madre viva para siempre
y, también, es verdad, que ciertas tardes
se hicieron algo más claras con tu dinero
pero yo, mi querido, quiero dejar claro
que no soy ni terca ni envidiosa y
me gustaría recordarte sin malas intenciones
que la primera escena de celos me la hiciste tu.

Y desear, mi amor, ¿quién entiende el desear?
Tú me deseas, me deseas, así quieres que crea
pero sólo me besas cuando siento ese ardor,
cuando mis labios se incendian de locura.

Tú me deseas, tú me deseas, así lo dices
y yo ni puedo, siquiera, tolerar la ternura,
pero cuando yo transcurro indiferente,
a tus caricias, a tus besos ardientes,
sin pronunciar gemidos ni palabras,
enloqueces, de sentirte impotente
y cuando consigo pensar en otra mujer,
el deseo, mi deseo por ella corroe tus entrañas
y como un niño gozas y juegas como un niño,
y como un niño sólo vives por mi deseo.

No quise responderle, mas le dije:
Mi madre vive en ultratumba,
en un paraje, por mí, desconocido
y niño soy y seré siempre, mas no alcanza
y en cuanto al goce te diré: estás en lo cierto,
un hombre sólo goza si ella lo desea
y cuando ella se equivoca y desea con fuerza
que él vuelva del mundo derrotado y triste
el hombre vuelve a casa triste y derrotado
y ella, entonces, alcanza el cenit de la magia
resucita al moribundo y le concede un sueño:
Sueña que eres feliz, querido, que nunca te engañé,
que siempre fuiste sincero de tu parte, verdadero.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

jueves, 23 de diciembre de 2010

EXILIO

Fui lo que quise ser,
loco de mí, ciego,
hambriento por mis cosas.

Era un hombre pequeño,
altivo sí, pero pequeño:
envuelto en mis pies,
mi piel,
era el sortilegio del camino.

Dragón marino,
línea de perfección divina,
donde el fuego y el agua,
piensan vertiginosamente,
un encuentro imposible.

Catapultado
junto al billón de hambrientos,
echados de la tierra,
niño prodigio,
embalsamado entre palabras,
como pesadas paredes de cemento,
amurallando mi pequeño corazón
contra la vida
y no pude morir.

Vivía agradecido:
fui capaz,
estreché las manos del viento,
cada mujer era mi amor,
todo el mundo, mi mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Contigo no he tenido fantasías

Contigo no he tenido ningún tipo de fantasía, sexual,
me dijo, tranquilamente, como si fuera nada lo que decía.
Cuando te sueño te veo vestido de mujer con calcetines negros
bailando un tango para mí, entre las ambiguas brumas de mi sexo.

Tu gusto por los amores salvajes, me fascina, de lejos.
Tus gritos de bestia encadenada, y sola, me duelen, de lejos.
Tus versos desesperados, desgarrados, dolientes, me tocan, de lejos.
Tus aullidos de tigre herido y viejo, me apasionan, de lejos.

Soy una gallega como dicen en tu patria, que no sabe amar.
Tengo novios, marido, amantes bisexuados y no me alcanza.
Me doy con todo, drogas, basuras, amores y no me alcanza.

Sufro toda la noche, de día, por la tarde, durante las comidas.
Déjame, hombre, no ves que en mi mirada quieta, España se pudre.
No vuelvas, no te quedes, no vueles, no caigas, ya nadie te amará.

Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en españa", 1987

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mujer, vendimia azucarada

Mujer, vendimia azucarada,
centro en el amor por ti,
la residencia de mi canto.

Bajo los cielos, en silencio,
entre crepúsculos, mi cuerpo,
paloma salvaje
cruzando el espacio de tu voz.

Quiero verme, me decías,
salvajemente
atravesada por tu canto.

Y desde entonces no dejo de gozar,
primitivo, imposible,
salvaje entre tus piernas.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

viernes, 17 de diciembre de 2010

MAS ALLÁ DEL ULTIMO CANTO VOLVER ES IMPOSIBLE

Pasaron cinco siglos
y todo,
fue verdad.
Los vaciadores de entrañas,
los violadores de sarcófagos,
llegaron con sus bombas,
al centro de la tierra.
Querían conquistarlo todo
y tenían,
una desmedida pasión,
-perversa-
por los encuentros virginales.
Amar,
aman por sobre todo,
la blancura,
la asepsia,
una especie de sordo capricho,
en construir,
murallas infranqueables,
en organizar nuestros sentidos,
y además,
claras argucias,
modelos encantados,
rutilantes titulares en los periódicos,
para ver,
si es posible,
que desviemos la mirada.

No nos dejan vivir.
Sólo precisan,
que no tengamos hambre,
¡tanta!
y para nuestro deseo
las reliquias,
las torpes fieras entontecidas por la vejez,
los desperdicios,
en fin,
para nosotros,
PAN y CIRCO.
La tibia
y melancólica,
costumbre de los pueblos bárbaros.

Para sobrevivir,
para que no me matara,
el tenaz e imperceptible aburrimiento,
fui el enano,
y fui también,
gigante entre la niebla.
Un hombre marcado por la viruela boba,
-quiero decir,
tocado,
por una enfermedad sin importancia-
Útil
para un destino grande,
o bien,
uno pequeño.
Un gajo de humanidad,
hecho carne.
Violenta insinuación.
Huyo,
ahora,
tranquilamente
de la biblia
y me masturbo,
con la cálida virgen,
exactamente,
enfrentado a la cruz.

Ave María,
impura,
pecado y maravillas
En el atardecer,
divina puta,
te entregarás,
a mi mortal enfermedad,
el buche de palabras.
Resistir cristianos,
no podrán,
tengo en mi poder,
el secreto del siglo.
La mierda,
más pura,
contra la cruz:
hijos de carne y hueso,
amables palabras
que recuerdan,
cánticos de guerra,
y el humo de mi tabaco,
siempre mortal.
Y sin embargo,
temo como final,
que nos inventen,
el HAMBRE,
contra nosotros mismos.
Vale decir,
que estoy desesperado
y sé
que moriré de bronca un día
y nadie,
sabrá nada.
Ni mis muchachos,
ni las locas serpientes

Y moriré de bronca un día,
porque tengo en mi pecho,
el odio contra todo:
contra las bellas mujeres y los amigos,
contra el estúpido indio americano
y su soberbia,
y un odio inmemorial
contra los impotentes blancos,
de américa del norte,
contra los que nunca,
hicieron el amor.
Odio en mi pecho,
contra la vieja europa,
la inventora del hambre y de la guerra,
la inventora,
de la más alta esclavitud,
la propiedad privada.

Y bien,
digan lo que digan,
soy,
el único poeta de este siglo.
La gran máscara.
Yo también,
tengo en mi pecho,
a mi Neruda,
quiero,
mi isla negra,
y no crean,
que digo tonterías,
busquen en mi poesía
y encontrarán,
que mis uvas maduras,
son,
las más profundas,
las uvas del festín final,
las más negras.
Y ahora,
si quieren,
para perdonarme,
pueden pedirme que rece,
que me ponga a llorar,
que con mi poesía,
la verdadera,
destruya los demonios,
como hice con dios.
Y si soy,
el claro manantial,
que horada la piedra,
puedo llorar,
por todos los pecados
y amar a dios,
y a su diáfano y enloquecido,
séquito de leprosos.
Temo,
entonces el infierno,
temo,
morir envenenado.
Y si el poeta se burla,
es,
un idiota profundo,
no tiene en cuenta el porvenir,
lo dice todo.
No entiende,
-ni siquiera para vivir-
de política.
Y si lo encierran,
el poeta,
ruge de tristeza,
y su rugido
se expande,
hasta el confín del universo.

Esta vez,
el poeta,
no correrá,
tras los diamantes,
de ninguna playa armoricana,

ni del áfrica negra.
Esta vez,
el poeta
sin oro en su cintura,
sin cruz en sus espaldas,
se dedicará,
ni a la política,
ni al ocio.
Esta vez,
para acallar,
el canto del poeta,
habrá que matarlo.
Y si alguien intenta,
la inmensa porquería de matarlo,
el Poeta,
parece ahora,
una bandera,
pero,
asesino inmortal de toda la blancura,
amante empecinado de la destrucción
de toda la pureza,
no deja de cantar.

De Miguel Oscar Menassa
"Canto a nosotros mismos también somos América",1978

jueves, 16 de diciembre de 2010

En 2011 se cumplen cuarenta años del Primer Manifiesto del Grupo Cero

1971 - BUENOS AIRES

PRIMER MANIFIESTO DEL GRUPO CERO
Manifiesto de adhesión al Grupo Plataforma

Esto que comenzamos a escribir tiene la pretensión de ser un manifiesto, manifiesto de adhesión si se quiere, o bien verdaderamente dicho, manifiesto de ruptura, ya que toda adhesión lleva irremediablemente en su seno un sí y un no, o para decirlo de una manera menos alusiva, todo encuentro lleva consigo, y esto es verdad, por lo menos una separación.

Manifiesto que en el mismo momento de su creación, no sabemos si podrá alcanzar o bien si seremos capaces de hacerle alcanzar la publicidad que deseamos que tenga. Queremos explicar de la manera más desordenada posible, a qué y a quiénes adherimos y quiénes somos.

Nuestros dedos índices, nacidos para señalar, apuntan y se regocijan con ello, aquello que superficialmente puede ser visto como un simple acto de rebeldía de algunos hijos díscolos de la gran familia patriarcal que significó y sigue significando para algunos la APA. Pero nosotros sabemos que apuntamos a un producto acabado que ha demandado para su producción largos años de trabajo. Y si bien es cierto que su último artífice ha sido el Grupo Plataforma, no podemos olvidar que la posibilidad de esta ruptura que hoy se produce en la APA, marcando tal vez el comienzo de una nueva historia teórico-práctica para el psicoanálisis en la Argentina, estaba puesta en el mismo momento de su fundación.

Cuando el Dr. E. Pichon Rivière, uno de sus fundadores, se somete a la propuesta de psicoanalizarse con otro de los fundadores, el Dr. Ángel Garma, dice: "Yo me voy a psicoanalizar con él, pero él va a tener que aprender muchas cosas de mí".
Relación terapéutica que termina a los cuatro meses de iniciada, cuando la madre de Ángel Garma muerde las entrañas de Pichon Rivière. Fin de una relación terapéutica y comienzo de una rajadura en el seno de la APA que provoca una separación en dos grupos, tan definitivamente separados y distintos, como la separación definitiva e inmortal que produce el acontecimiento de la represión originaria en el aparato psíquico, fundando dos instancias, el Inconsciente y el Preconsciente, irreconciliables y diferentes de ahí para siempre.

Un grupo que piensa y que determina; su líder, E. Pichon Rivière; sus vicisitudes, la lucha contra la represión.

Otro grupo que aparece y que crea la falsa ilusión de ser el único; sus líderes los otros, sus vicisitudes, no pensar, reprimir, ocultar; grupo que no podrá pensar porque de ninguna manera el tiempo de matar puede ser el tiempo de la creación.

Y no nos vengan a preguntar de dónde sacamos todo esto, porque como ustedes saben o por lo menos debieran saber, la fantasía se constituye por après-coup.

Otros nombres, otros recuerdos, otros acontecimientos, más conocidos por ustedes, mejor recordados por ustedes, habrán marcado a su manera la historia de esta ruptura.

Dejaremos que ustedes los nombren, que ustedes los recuerden, sin embargo no podemos dejar de mencionar algo que nos muestra claramente que las guerras son terribles, que siempre alguien tiene que morir, que hay cicatrices de la guerra, huellas de la guerra que son muy dolorosas porque acontecen en los seres queridos, estamos diciendo que lamentamos la muerte de José Bleger, de nuestro querido Pepe Bleger que desde el inicio, luchó por todas las posibles aperturas del movimiento psicoanalítico, cometiendo muchos errores, es cierto, pero iniciando muchas líneas de pensamiento de un valor inestimable; pero que tal vez por los años (los años a veces hacen estas cosas) tal vez por las malas compañías (las malas compañías a veces influyen realmente) en el momento de elegir, en lugar de elegir la vida, elige la muerte. Esto es sólo un ejemplo, pensamos que debe haber otros, las guerras son terribles.

En nuestro inicio sólo había una claridad, sólo una luz, nuestra firme y diríamos valiente decisión en su momento, de no entrar en la APA. Nuestra decisión no la tomamos solos; nos ayudaron y nos alentaron tal vez muchas personas, pero sólo algunos nombres aparecen nítidos, Juan Carlos De Brasi, Armando Bauleo, Raúl Sciarretta, que desde la incertidumbre de la teoría o bien desde la certidumbre de la ideología, nos enseñaron que había una sola manera de pensar y que esta manera acontecía en la clandestinidad, fuera de toda institución; en la incertidumbre, fuera de toda seguridad psicológica; en el silencio, a espaldas de la represión.

Cuando nos constituimos en grupo de trabajo (principios de 1970) nos unimos Sergio Larriera, Roberto Molero y Miguel Menassa (que éramos el grupo primitivo) con Horacio Valla, Guillermo Bristow y Jorge Nonini, que por otros caminos habían llegado a saber lo mismo. Ya entonces otras claridades alumbraban nuestras miradas; sabíamos, nuestro conocimiento, nuestra manera de pensar era distinta porque no habíamos entrado en la APA. Para decirlo de una manera salvaje, en nuestras cabezas resonaban clarines inimaginables. El primer manifiesto surrealista, cuando Breton acomete ferozmente contra el movimiento Dadá y abandona de una vez para siempre la seguridad por la inseguridad, cuando propone sembrar hijos por cualquier parte, cuando elige la poesía, cuando aconseja partir por los caminos. Partan por los caminos. El Neruda de Residencia en la tierra, el Pavese de Trabajar cansa, el Faulkner de Mientras yo agonizo o de Palmeras salvajes. El Sartre que nos hablaba empecinadamente de la libertad que nunca consiguió, el Joyce del Ulises, el Miller que a los cuarenta años decide dejar la oficina para ser el escritor que se burlaría de todos y de él mismo, porque al final es lo mismo, la muerte es inevitable, el Vallejo de Los heraldos negros, el Maiacovsky de La nube en pantalones, el Esenín de su Guapo, el Arlt de Los Siete Locos, el Tuñón de La calle del agujero en la media, y fundamentalmente porque si no ustedes no entenderían nada: el Marx de El capital, el Freud de La interpretación de los sueños. Seguro, estamos seguros que otros clarines resuenan hoy en nuestras cabezas y una infinita alegría en el corazón.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Aforismos y decires [1958-2008] de Miguel Oscar Menassa


1135_ No pienso dar la vuelta al mundo para encontrarme. Me conforma esta situación donde, para estar conmigo, tengo que estar con otros.

viernes, 10 de diciembre de 2010

HE VIAJADO. HE VIAJADO


He viajado. He viajado,
hombre de piel como palabras,
he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.
Tristeza agrandada por sus contradicciones,
soy el dolor del siglo que no duele.
Más que la atroz materia que destruye,
un simple giro del lenguaje.
A la palabra amor ,
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre,
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi patria
y me dejé llevar por la marea.
Llené el mar de palabras antiguas
y hundí el mar.
De la mujer hice una frase.
Detuve su infatigable locura,
toda locura entre mis letras.
Al tembloroso, avergonzado sexo,
le agregamos torrentes, cataratas.
Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego,
donde el dragón es ella y la palabra.
Te escribo, ¿ ves? , te escribo,
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos,
yegua loca pariendo la mañana,
abandonen tu cuerpo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

jueves, 9 de diciembre de 2010

IN MEMORIAN


Al Capitán Cat
A Perkins
A Morgan
sobre todo a Morgan

Por tu culpa y a causa de mis ganas
intento
saltar desde la nada
de donde vocifero que alguna vez
hubo de ser cosa de todos los días
eso de andar colonizando
mares desconocidos o tierras predispuestas.

Saltar desde la nada
te digo
hasta tu juventud
para que sea la violencia
por mis palabras como tambores locos BATIENDO
ENSORDECIENDO
EMBRUJANDO TU NOCHE
CAPITÁN CAT

Angel del cielo, caído para siempre
sin pasaje de vuelta
Morgan, perdido para siempre en la tierra
Sin guía de retorno
Condenado a detener el mundo
a causa de la ferocidad de tus manos
PARA QUE YO PUEDA BRINDAR
sin que me lleve el viento
sin caerme en algún giro sorpresivo de esta
[tierra
emputecida ahora por el dolor
de tenernos encima
montados a caballo
CAPITANES DEL MUNDO

Por el crecimiento de tu barba
Por las naranjas salvajes del Canadá
Por los indios muertos en el Cañón del Colorado
¿Recuerdas?
El 14 de mayo de 1874
por un mal movimiento del jefe de la tribu
perdieron el equilibrio
se les llenaron los ojitos de tierra
la cabeza de pensamientos
murieron de un golpe de calor
calor a la cabeza
en pleno cañón del colorado; ¿te das cuenta?

Por el verano junto a Rimbaud cerca del mar
Tendré oro, seré ocioso
y brutal, nos decía.

Por tu mano derecha
la que te apoya a veces en mi hombro
la que te da vino, la que te pinta
la que te toca a un metro de distancia las pieles
[compañeras
Por el dedo medio de tu mano derecha
COLOCADOR DE PERLAS
Por tu prestigio como encontrador de túneles
sospechosos
de cavernas cerradas a la vida
-por alguna desgracia personal de la
infancia-
Por el sol de noche que te prendí en el rostro
Por las palabras que te di en el testus
que casi te lo rompo
Por las amarras sueltas
PERKINS

Desde la vida donde reino
cantor de los cantores
lanzado por una contracción de la tierra
preñada para siempre
hasta tu juventud
para que sea la violencia del misterio
Brindo por tu crueldad, por mi crueldad
POR LAS PALABRAS COMO TAMBORES
[LOCOS
Por la belleza en la longitud de tu rostro.

Y pregúntame por el amor,
ahora
que me brotan claveles en las manos
claveles apacibles para engañar al enemigo
claveles rojos, pardos, CLAVELES ASESINOS
claveles sin piedad, claveles brutales
para ponerse en el ojal y hacer de TURROS.

Y dale pregúntame por el amor, ahora
Que te cuento las peripecias de Perkins en el
[mar
PIRATA MORGAN

Miguel Oscar Menassa
De "Los otros tiempos", 1970

miércoles, 8 de diciembre de 2010

LA REALIDAD JUEGA, JUEGA CON NOSOTROS

Yo he pagado mi boleto
he sacrificado mi nombre
exijo mi viaje de placer.

He hecho muecas feroces en lo real.
pero ella no se aleja de mí
más que la longitud de tu rostro.

El hombre vuelve siempre, siempre vuelve el amor.

Estupendo
los solos mueren solos
los acompañados los tercos
los sacerdotes vagabundos
los suaves mueren solos.
Nosotros, los poetas,
que guardamos aliento
para pegar sin respeto a Dios
para escupir los rostros
no debemos morir.
Morimos solos.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

martes, 7 de diciembre de 2010

CUANDO ENVEJEZCA

Cuando envejezca
cuando mi piel se caiga,
porque soy incapaz de sostenerla,
entonces, mi palabra, levantará la voz.

Agonizando, el canto,
se hace más fuerte que viviendo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

domingo, 5 de diciembre de 2010

POEMA I

Lo he devuelto casi todo
sólo me quedan estas pocas lágrimas
para llorar sobre los hombros
de aquel
que necesite para vivir
mis lágrimas.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

viernes, 3 de diciembre de 2010

DEDICATORIA

Estábamos en el patíbulo.
Esta vez tocaba ahorcamiento.
Una blanca soga perfecta sobre tu cuello de perla.
Oído entrecortado,
murmullo,
blanco y perfumado, que llega hasta las orillas del alma,
y ahí,
precisamente, muere.
Nadie era igual a nadie. Estábamos, muriendo de a uno
cada uno, por nuestros propios sueños.

Se mezclan en mi mente cuando estoy escribiendo
mil concepciones de la frase y del mundo y de la vida, que más que darme ánimo de seguir escribiendo me llaman a reposo, a descansar tirado, en el propio centro de la muerte.
No amo ningún gesto, porque soy diferente a todos los gestos.
Porque tengo una pija envenenada y loca y robustos colores primitivos en mi mirada
perfectos y casi definitivos.
En mil direcciones,
y digo bien lo que me pasa,
parto en mil direcciones, porque mil direcciones son las direcciones de la ilusión
de mi mirada.
Tampoco tengo amor para mí.
No amo ni mis versos.
Todo es una condena.
Ciertas pequeñas burbujas del mar en el amanecer.
Ciertas rocas cantarinas.
Ciertos caminos imposibles.
Soy un hombre envenenado con su propia sangre.
El drama es perfecto.
Un hombre casi muerto por su propia creación.
Una especie de dios moderno y descuartizado.
Un verdadero hijo de puta.
Un empecinado,
en hacerle creer al mundo que mis datos, son los detalles indelebles
de la vida. El resto, simples manías del hastío o de la huida.
Soy un hombre único, partido y múltiple.
No me adapto a nada.
En el mismo momento de la explosión atómica,
lo recuerdo tan nítidamente como el estallido,
mi madre me besó en los labios.
No me dan ganas de escribir de nada que la gente quiera que escriba.
Todo es más
complejo así, ya que la gente últimamente pide cualquier cosa.
Parece que pudiera,
moverme en cualquier dirección que siempre habrá alguien que esté conmigo tratando, aunque no lo sepa, de hacer lo elegido. Antes del goce de la acción me harán sentir en todos los casos la responsabilidad de la acción.
Un hueco donde de golpe puede caber
cualquier cantidad de mierda,
también es una historia.
Siempre hubo líderes, y siempre fueron empecinados, y estúpidos y siempre creyeron de más en sus propios planes y algunos hasta llegaron a ser caprichosos, y déspotas, y turros y viciosos y sin embargo la famosa humanidad los recuerda de manera increíble, y pone sus nombres entre piedras y ornamentos inolvidables.
Y siempre hubo mierda entre las flores y pequeños hombres bondadosos y humanistas que para mejorar al hombre, fueron capaces de matar en un solo gesto 500.000 personas. Los dos renglones anteriores me parecen carentes de sentido en el texto, como alguien distinto al escritor que conozco me haya dictado esos dos renglones que ahora han producido este punto de no retorno, esta desviación incalculable.
Mi hijo me mata de mentira con un revólver de mentira. Mi hija riéndose me dice que todavía no estoy muerto y que puedo seguir escribiendo. Yo en verdad no sé qué hacer.
Fumo un cigarrillo y fumo lentamente, porque el humo nubla de esa manera mi mirada.
Y me pongo a llorar.

Dedico este libro como se dedican las flores o los pájaros.
Al sol.
A las canciones.
A todos los muertos por la patria y también esta vez,
a los que todavía no murieron.
A mí.
Este libro me lo dedico a mí.
Un libro que escribí lentamente por las noches.
Que corregí lentamente solo entre los juegos de los niños.
Un libro que llevé a imprenta escapándome entre las sombras de los más amados.
A todos los animales del mundo.
Al que muge.
Al que pide pan,
al que se lo niega.
Al Grupo Cero, por haber permitido tamaña soledad.
A la Comunidad “Familia Ampliada” Carbonero y Sol, por haber expuesto su belleza,
ante mi mirada.
Familia que como todas las familias, y a pesar de todos los esfuerzos,
no pudo terminar con mi soledad.
A Carlos Gardel y a Hegel, porque del hombre y la mujer dicen lo mismo.
A España,
tierra arrasada,
tierra de dios,
por querer conquistar lo inconquistable.
A Madrid en especial, porque a pesar de todas las trabas que a cualquier latinoamericano le ponen para vivir en ella, hace dos años y medio que resisto.
Y si de comparar se tratara, se me aparece la palabra selva,
pequeña,
conocida.
Mujer errante y desquiciada.
Siempre al alcance de la mano.
Si después de la lectura de este libro alguien persiste en ser mi amigo,
se lo dedico a él.
Nombres no quiero dar porque sufrir sufrimos todos.
Y en ese sufrir,
todos fuimos contrarios.
Todos severos amantes del pasado.
Perros hambrientos.
Sólo nos atrevíamos a pedir un poco de pan y sexo.
Y ella fue dios.
Dadora universal.
Carne y martirio.
También se lo dedico a ella.
Turbia y melancólica,
para que se ate la dedicatoria al cuello,
y me pasee por el mundo.
En general,
GRACIAS A TODOS.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Psicoanálisis del líder” , 1979

martes, 30 de noviembre de 2010

Poesía y Psicoanálisis


"Y si es necesario confesarlo, lo confieso: Yo, también, fui tamblando a mi primera sesión de psicoanálisis, pensando que nunca más besaría a nadie con pasión, que jamás escribiría un verso.

Después para vengarme hube de escribir más de mil páginas y hube de besar a más de mil mujeres, esa cifra bastó para sentirme vencido por la verdad: La pasión no se termina porque no existe como tal, se genera entre las personas, entre las palabras, entre los acontecimientos.

Estoy recordando en estos espacios los gloriosos días de mi juventud, donde hablar era una pasión, tal vez, la más poderosa pasión de mi juventud.

Hablar era más que comer, era irse enredando en situaciones, amores, traiciones, triunfos, derrotas que jamás hubieran sido mi vida si me hubiera faltado la palabra."

Miguel Oscar Menassa
De "Poesía y Psicoanálisis (1971-1991)
20 años de la historia del Grupo Cero", 1995

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA MUJER Y YO (4)

Nos mirábamos a los ojos y nos decíamos
“Hoy daremos la vuelta al mundo en 80 besos”
y nos aferrábamos a cualquier ilusión
y volábamos más allá de las nubes
hacia el centro galáctico del amor
y surgía el poema.

Después, cuando volvíamos,
volvíamos cayendo
a velocidades inauditas.
El choque de los cuerpos
contra el viento veloz
nos ponía contentos
y algo nos excitaba.
Después, caíamos sin más
en un amor cualquiera.
Éste es un amor terrestre,
decíamos sorprendidos,
un amor vulgar, sin límites,
por eso es que no existe.


Después de los viajes al cielo y de las estrepitosas caídas,
quedábamos impresionados de nosotros mismos:
¿Quién, en nosotros, pudo ese amor sublime?
¿Quién fue en mí el fuego de tus besos?
¿Quién en ti, amada, voló tan alto como el cielo?
¿Quién diluyó nuestros cuerpos en la palabra amor?
¿Qué fue lo que pasó en el mundo
mientras nosotros hacíamos el amor?
Tal vez, un eslabón del hombre
se ha roto para siempre.

Seguramente, amado, le dije,
con ternura incipiente,
alguien murió de más,
alguien vivió de menos.
Seguramente, te darás cuenta
que mientras hacíamos el amor
fueron condenados los hombres justos
y fueron puestos en libertad los gobernantes.

A él, hubo un momento en que mis reflexiones
le parecieron un poco exageradas
y sin mirarme francamente a los ojos
intentó decirme:

Hubo gobernantes que fueron condenados
y hubo hombres justos que, luchando,
consiguieron su propia libertad
y, mirándome con algo de desprecio,
hombres como yo que lo dieron todo
para la libertad y no me quejo
ni simulo estar demasiado vivo,
pasó lo que pasó y nuestro amor
fue la raíz del tiempo.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

sábado, 27 de noviembre de 2010

Yo, querida, te amo, te amo, pero...

Hay algo sórdido entre los pliegues de un corazón rendido.
Hay algo oscuro, de morir, en el amar.
Yo te amo, te amo, pero el alma se vacía de goce.
Yo te amo, te amo, pero el goce se vacía de alma.
Es como cuando por decir escribo un verso.
Le pido nada a nadie y, sin embargo,
hay hombres y pronombres,
hay cosas, la vida, que se pierden.

Es como cuando por las noches mirando las estrellas,
me pregunto: ¿Qué habrá en nosotros de esos soles lejanos?
¿qué habrá, en nosotros, de esa vida?
¿qué vida llevarán, en ellos, de nosotros?
Y, ahí, soy recorrido por un fulgor,
algo de cielo, algo de soles, algo de lejanía.

Yo te amo, te amo, pero en un pozo negro de vergüenza.
Yo te amo, te amo, pero en un pozo negro de soledad.
Un pozo negro donde la muerte todo lo fragmenta.
Yo te amo, te amo, pero te amo en pedazos,
en hilachas, en sobresaltados fantasmas de la noche.
Tus ojos, tu mirada, querida, son aquel color,
tu rabia por gozar, tu desesperación, aquellos suspiros.

Yo te amo, te amo, pero me pierdo en mí,
soy un náufrago de mi propia ternura,
un ser que se quiebra antes de ser.
Yo te amo, te amo, pero...

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 23 de noviembre de 2010

DEDICATORIA



Dedico este poema,
en general,
A Todos.
A Latino-América,
porque amo,
su futura explosión
A la famosa América del norte,
porque mi poesía,
canta también,
a todo lo que muere.
A la vieja Europa,
y también,
a la Europa segunda,
porque temo,
por el futuro en general,
del Hombre.
A mis amigos,
a mis bellas mujeres,
y a los sobrevivientes de cualquier matanza.
A los mugrientos,
en general
a los extranjeros,
a los que todavía,
no tienen,
lugar para vivir.
A los conquistadores,
a la famosa reina,
cristiana y masculina,
nuestra amada Isabel,
y a su Fernando,
amado,
su gran amor,
su cálculo perfecto,
y a cuanto delincuente,
haya pisado,
-sólo por el afán de la conquista-
nuestra pequeña y grande,
desorbitada América.
A mis hijos:
Cecilia,
Antonio,
Alejandra,
y Pablo,
y del acorazado potemkim,
a sus marineros.
A las cálidas madres de mis hijos,
a todas las madres,
por haber soportado,
durante 5000 años,
la misma tarea.
A las mujeres del amor y de la rabia,
y digan lo que digan,
se lo dedico también a la mujer,
que tuvo,
la alegría,
para no morir.
La Pasionaria,
para quien,
cuarenta años,
de errores y ráfagas heladas,
no bastaron.
Y a Evita,

porque murió,
de un cáncer inmortal,
quiero decir,
de la ambición suprema,
comerse a sí misma.
A todos los malditos,
por una especie de amor,
por lo inútil,
de sus gritos al aire,
sin destino.
por las tremendas llagas
y los sublimes estallidos,
de sus infernales,
pobres locuras.
A mis amigos,
los únicos poetas de este siglo,
una especial dedicatoria,
Amigos,
NO VA MAS,
se trata
simplemente de escribir,
un verso más que ellos.
El Ultimo,
que diga,
así debe ser,
todo lo contrario.
Dedico este libro,
para desprenderme de ellos;
a los surrealistas,
y a su pálida sexualidad,
acontecida,
después de la guerra,
y rodeada,
de amados familiares,
porque la cuestión,
era,
no llegar al fondo.
En definitiva,
tocar
y partir.
Partan por los caminos,
idiotas,
nunca protejan,
su propio pan,
y amen,
con una especie de rabia,
mezcla,
de unos pocos demonios
y tontas drogas,
a la increíble puta,
la virgen loca.
Y con un dejo de paternal tristeza,
amen,
a Nadia,
la piojosa,
la sucia pordiosera.
Y vociferen,
por las dudas,
que tan poca mierda entre las flores,
no tenga,
su verdadero olor.
Reservo,
mis últimas dedicatorias,
para hablar de la muerte.
Yo fui Pichón Riviere,
nuestro amado,
el inventor de la locura grupal,
y pido,
al quedarme sin voz,
que no se diga nada.
Sepan,
no puedo responder.
Yo fui mis queridos muchachos,
los de los ojos desmesurados,
abiertos al futuro,
los de los grandes ojos ciegos,
LOS AMETRALLADOS,
y pedimos,
para no morir,
banderas,
millones de banderas,
y de la poesía,
todo su fuego eterno.
Yo fui los célebres muertos,
los que murieron,
sin nada que perder,
los desposeídos;
los del pan,
sólo en algunos y fugaces atardeceres,
y sin embargo,
de pocas palabras,
y por el miedo secular a la muerte,
seremos,
si todo va bien,
los Esclavos Modernos.
Y para nosotros
no pedimos clemencia.
Cadenas contra cadenas,
rozándonos infinitamente,
a causa,
de la gran cercanía entre los hermanos,
lo prometemos:
no detendremos la muerte,
pero el ruido,
será ensordecedor.
Fui la poesía muerta,
y desde entonces,
habitan con nosotros,
los mejores.
Para ellos,
el funeral último.
la cremación definitiva
y a volar,
porque ya escribimos:
que nuestras palabras inunden,
-con el sólo objetivo de inundar-
las poblaciones vecinas.
Que todo sirva,
no nos dejemos convencer,
porque si se trata de ser,
fuimos también,
la muerte de la muerte,
el tenebroso viaje por el submundo de los cementerios,
y entre las tumbas de los próceres,
fuimos,
el salvaje erotismo.
Las más pesadas lápidas y sus violentas inscripciones:
Aquí yace el cantor
y próxima a su tumba,
yace,
su enamorada,
y todo,
puede ser un ardid,
una negra maniobra.
Era el cantor de los cantores,
vivió,
cinco mil años.
Fui todo lo que murió,
con la gran bomba.
Los enjambres de sueños,
acribillados por las partículas,
-horrores de las metálicas transformaciones-
y la espléndida y portentosa
escupidera atómica.
La cagada final.

Soy por último,
y esta vez,
pido perdón por la violencia,
el muerto que habla.
Un milagro de la poesía.
Una feroz combinación,
de todo contra todo,
El Mutante,
el diabólico experimento de la locura,
contra el final atómico del siglo:
en una sola voz,
todas las palabras.
Y ahora puedo decir,
que a la bomba feroz,
y a sus consecuencias,
soy inmune.
Una especie de salvaje indomable,
bárbaro del estilo.
El imbatible,
bólido parlante.

Miguel Oscar Menassa
De " Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL HOMBRE VUELA, SE HACE NOSTALGIA, VUELA


No vengo yo a escribirlo si soy el Otro.
Vengo a vivir agazapado esperando el sonido.
La aparición brusca de una huella dejada de lado.
Vengo transparente, con el deseo de ser atravesado.

Me dejo estar, dejo que la sed avance hasta el delirio.
Cuando la boca seca, cuando el desierto, cuando mi padre,
cuando la triste muerte compañera deja de aullar,
tiendo, tranquilamente, mi mirada por todo lo imposible.

Y no es que comience el verso o intente escribirlo.
Hay algo que me pasa que no registro, un fuego sin luz,
un alboroto interior, un algo más que mis palabras.

Y así, sin escribirlos, escribo versos.
Hay de golpe, cosas, en mis manos, que no son yo.
Hay de golpe, cosas, en el mundo, que no son mi vida.


MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “La patria del poeta”, 1991

domingo, 21 de noviembre de 2010

Noche 581.-

Cuando no puedo continuar con lo que he comenzado es por el miedo al futuro, es decir, un miedo femenino a la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "Las 2001 Noches", 1997

viernes, 19 de noviembre de 2010

POESÍA 2000

Deshojados rumores del tiempo
se abanican sobre mi cuerpo ya dejado de lado.

Son instantes que huelen a podrido, a carne agusanada.

Dejo volar mis manos
y el fin de siglo se conmueve por la pureza de mis gestos.

El apocalipsis esperado era esta página.

En medio de la guerra,
en medio de la guerra atómica,
en medio de otras guerras,
la guerra sucia, la guerra fría.
En medio de la droga, la pólvora,
la mutilación, la muerte,
el sida silencioso,
ha nacido el poeta.

Aquí me tenéis, soy el ejemplo posible.
En medio exacto de la locura universal,
vivo, no padezco de nada y cuando canto,
es una carne ajena la que canta en mi voz.

Soy los arrebatos inquietantes de la lengua,
una serpiente aligerada de su propio veneno,
sólo el movimiento de reptación al infinito,
luces perdidas negros senderos del silencio.

Soy un humano terrestre, lleno de algarabía,
la luz, que se bebe el futuro para contarlo.
Voz sin ecos, equilibrada voz sin ecos, voz.

El hombre me esperaba, suave caricia desgarrada,
que dejará en el inocente terráqueo sin medida,
sonora resonancia abierta, huellas de libertad.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

jueves, 18 de noviembre de 2010

CARTA A MI PATRIA



Todo está bien y todo está mal
y no diré, como se decía antaño:
un fuerte viento ha destruido nuestra razón
y no diré:
fuertes borrascas,
se han llevado en su seno nevado el último amor

Una tierra se descompone en el rumor alado de mi canto,
en el rumor de una tempestad sin fin,
un huracán que más que anunciar el porvenir
nos recuerda despiadadamente el pasado.

Entre las palabras que deshollo vivas,
están las de tu piel.
Fragancia de limón entre los higos,
pequeña fragancia de amor entre las enredaderas.
Tajo de miel, tu sexo, abierto,
verde y natural.

Te enfrento en el fondo de tu mirada vacía
-obrera sarcástica de los pastos-
abro tu piel
y sobre alguna herida sangrante de tu rostro
una vía rápida y segura, entre tus venas
dejo caer mis palabras, veneno mortal,
gritos desmedidos sobre tu carne.

Soy un hombre que morirá casi seguro en sus andanzas.
Amante de los perfumes, la mujer, siempre me sobrecoge.
Un día cualquiera como me pasaba de muchacho,
escribiré un poema, encenderé la luz.
Soles, estrellas fugaces y soles majestuosos,
para que tu piel salte en pedazos.
Pradera verde y natural,
pradera infinita.
Ojo descuartizado de américa-latina,
pastos helados en plena primavera,
bajo el sol, exactamente, bajo el sol,
todos muertos.
Esfera de cristal,
banderita azul y blanca de mi pequeña patria muerta,
sobre mi ojos, en pedazos de sol, tu cuerpo resucita.


Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hoy estoy casi muerto



Hoy estoy casi muerto, no puedo escribir nada,
los poemas anteriores han detenido mi cantar.
He sentido, he sufrido en esos versos, lo indecible.
Fui bandera de patria y aún, bandera de soledad y exilio.

Fumo un cigarrillo, detenido en el humo, sin pensar en nada.
Arrojo las volutas al espacio como si fueran círculos de muerte.
Toco en mi recuerdo los versos de Federico García Lorca
los sonetos envenenados de Quevedo y siento deberle algo a España.

Recorro caminos desconocidos con Antonio Machado.
Hago una fiesta con Rafael Alberti y unos colegas
me monto en su caballo blanco y me hago trizas contra el mar.

Voy a la Castellana y camino de un lado para otro entre tulipanes.
Llego a la vieja Puerta de Alcalá y me hago la señal de la cruz.
Y como último respeto, doy un paso para atrás, bailo este tango.


Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987

martes, 16 de noviembre de 2010

BEBIENDO DE ESTE VINO



No vuelvas
deja el celo perdido
y abreva toda tu claridad
contra algún beso

habla con tu voz por las calles
hasta sentir en tus cansados brazos
un calor una brevedad de cielo

entonces
acaricia solemne las astillas
de este material afinado
la soledad

ama las cosas más extrañas
húndete
hasta llegar al fin de mi tristeza

mas
no vuelvas
déjame solo
gozando de estas manos
déjame solo
amándome las piernas
bebiendo de este vino.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

sábado, 13 de noviembre de 2010

ANTES DE SER COLOR

Antes de ser color
entre tus brazos
era luz.

Cuando muera
no toquéis mi cuerpo
aseguro
volver al día siguiente
magnolia destrozada.

Crecía
inexplicablemente
hacia el olvido.

Ella y él
habían decidido que yo
fuera el nombre del silencio.

Acantilada luz
roja serpiente enamorada
encerrada en sí misma
fui creciendo
hacia adentro
hacia abajo
hacia la perfecta
oscuridad lumínica.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 12 de noviembre de 2010

El hombre y yo -36-


He de morir un día
y un día he de vivir
y cuando mis manos
pierdan la alegría
morirá un poeta.
Y es una casa limpia
lo que ambiciono
para el lejano y cercano
día de mi muerte.
Una casa vacía,
sin puertas,
sin ventanas,
sin nadie
que quiera tomar el sol, el aire.

Mis seres queridos
preparando la fiesta
y a mi lado
dejándome morir,
el rugido inmortal
de los cien mil poetas
que hicieron de mi vida
este cantar.


Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Qué quiere decir: "Yo soy un hombre" cuando soy yo el que habla?


1
¿Acaso una luciérnaga
cansada de volar, de iluminar la nada,
se posará sobre mis hombros quietos
y me hará feliz?

¿O tal vez soy el hombre
que se inunda de besos
y no consigue nunca
dejar la soledad?


2

¿Mujer independiente o
tigre liberado de la selva?
¿Hombre o calmante
vitaminado para los nervios?

¿Soy acaso el que piensa
que nunca llegaremos
o el iluso que se levanta
todas las mañanas
para vivir un nuevo porvenir?


Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

lunes, 8 de noviembre de 2010

DIBUJO


Dibujo
frente a tus ojos desordenados
esta acrobacia pura,
canto de amor que no esperabas.

Brujo de mí, brujo de mí,
aliento enamorado.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

domingo, 7 de noviembre de 2010

Me tocó la nieve en las espaldas


Me tocó la nieve en las espaldas,
una palmada alegre cariñosa,
me sentí acariciado por mi madre,
fui feliz.

La nieve me tocó el corazón.

Anochece y del día,
sólo me queda el recuerdo de la bruma.
Así de frágil fue todo esta mañana:
nieve y carmín.

Deletreamos con cuidado cada uno su nombre:

Yo soy la Blanca Nieve de tus sueños.
La pétrea belleza del cristal.
marina alondra de los valles.
amiga de la tristeza de la muerte.

Yo tuve ganas de decirle:
Soy el poeta, el grande,
el creador de la palabra Mujer
y no le dije nada.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ELLA


Era septiembre en la ciudad
y nosotros, hacia el amor, crecíamos
apresuradamente.

Anclar no había sido nada fácil
Tu cuerpo conservaba inalterable
su piel oscurecida a causa de los vientos
y de los peces comidos bajo el sol.

Extendida
tenía tu piel
la longitud de mi mirada.

Como un presagio
o como algo todavía más terrible que un presagio
recogías tu piel
como se recogen algunas redes marineras
con los movimientos precisos
los gritos necesarios.

Lo único desmedido
tus ojos desorbitados por el placer.
Tu mirada de loca.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

martes, 2 de noviembre de 2010

COSAS DE LA CIUDAD


Toda la gente
todo su alrededor
sus veinte años
todos la vieron jugar
jugaba a la vida
caminaba en sus sueños a la guerra.

Su madre, amante de los solitarios,
solía cantar con sus vecinos.

Un día, el otoño, se hizo frío de golpe
y ella conoció su llanto
cuando vio sorprendida
que los ríos
secaban de tristeza,

humedeció la voz de su madre,
la partida de octubre,
el canto de sus vecinos,
la fotografía de su padre.

Y así, tan dulce
como una revolución
se acostó sobre la ciudad
y abrió sus piernas
como para que todo el mundo
la amara.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

lunes, 1 de noviembre de 2010

ES NECESARIO

Es necesario romper el equilibrio
hay que llamar al orden
a las fuerzas del orden.
Hay que temer de los inocentes
los inocentes
tienen orden de tirar y matar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

domingo, 31 de octubre de 2010

EL ENEMIGO ES PELIGROSO


El enemigo es peligroso
tiene una máquina
de crear ilusiones.

El enemigo es peligroso
tiene una máquina
de reproducir ilusiones.

El enemigo
tiene leyes que reglamentan
la acumulación de ilusiones.

La poesía
úsela.
Buen arma contra el enemigo.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

jueves, 21 de octubre de 2010

LA MUJER Y YO - 7-


Dormíamos tranquilamente cuando ella
se levantó sobresaltada y me dijo:
Hoy quiero tener una aventura
vivir lo no vivido, amar lo inexistente
y ya sé que son las tres de la mañana
pero quiero andar un camino nuevo
donde no quede un sólo rastro de mí
así que, por favor, escúchame.

Y no es que a mí, exactamente,
me guste dormir de noche
pero estaba dormido, soñando
tonos del ocre sobre el negro.
Primero tuve ganas de decirle:
“déjame de joder” o bien, indiferente
“¿te parece poca aventura vivir a mi lado?”
pero le dije, dulcemente, haciendo gala
del uso calculado de mi serena voz
cuando pronuncio las vocales:
Oh Diosa, portadora del dolor, te escucho.
Soy esa oreja invencible, habla,
di al viento lo que será del viento
y nadie escuchará.
Ella, tímidamente, recogió la ofrenda
y preguntó ¿entonces puedo hablar,
decir lo que me pasa por la mente
sin convenciones, sin moral, sin castigos?
Bueno, le dije, límites hay siempre,
a fin de mes me tienes que pagar,
y ella se desmayó por primera vez en su vida
aunque por poco tiempo.
Luego se despertó y preguntaba ansiosa:
¿Qué paso, qué pasó, qué fue lo que pasó?
Nada, le contesté, tuviste un orgasmo magistral,
antes de desmayarte, te retorcías y saltabas.
Pero ¿qué estás diciendo, que yo me retorcía?
No, le dije, estoy diciendo que tuviste un orgasmo
y era hermoso ver cómo se descomponía
tu bello rostro con el goce.
¿Mi bello qué?, ¿pero que estás diciendo?.

Tu bello rostro, amor mío, tu bello rostro,
esa belleza donde renace, cada vez, el goce.
En ese momento ella dijo: te amo,
cuando mi belleza reina en ti, te amo.
Y no era para menos
esas palabras que le había dicho
antes eran todas de la poesía.

Te amo, decía ella, mientras se desnudaba,
hoy haré de ti amado, mujer y bestia
alondra que deja de volar porque llega el mar,
gacela que escapa sin escapar
y se la come el viento.
Leopardo seducido por las luces
del estallido de la pólvora
que lo matará.
Te haré mi amado, te haré...
Algo avergonzado, la interrumpí
y le dije: ¿Para qué tánto?
y ella me respondió con una pregunta:
¿Amas a otra mujer? eso es lo que pasa
y entonces, desesperado al borde del abismo,
decidí darle lo que pedía cuando le dije:
Sí, estoy enamorado de otra mujer
y ella nunca dejaría de sorprenderme:
Me gustaría conocerla, dijo,
y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, al desayuno,
antes de ir a los trabajos,
me besó agradecida y me dijo:
¡Qué aventura que tuvimos anoche!
¡Querido, qué aventura!

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

martes, 19 de octubre de 2010

PALABRAS Y PALABRAS



Hilos. Nudos. Sonrisas.
Pequeña gloria.
Hombre en las tinieblas.

Soy el que ya no sufre.
No pido pan.
Pido extensión marítima.
Tus bellos ojos
extendidos a mis pies
redondos
abismales
mirando cómo brillan
mis labios en lo alto.

Piel de nueces partidas
piel de alcántaras.

Beso tu boca encandilada.
Muerdo tu boca abierta
por el delirio de la sangre
y arranco de la estatua que soy
mi pecho enamorado.

No tengo sed .
Sólo pieles y versos
por el camino de los hombres.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

lunes, 18 de octubre de 2010

Recuerdo lucha feroz, deseos


Querida:

Recuerdo lucha feroz, deseos,
entre mi piel y tu conciencia.

Siempre triunfaba el tiempo.

Tu aliento enfurecido,
era el rocío de la tarde.

Escupías sobre mí.
palabras como ángeles,
besos,
granadas de locura.

Con serena voz te recitaba,
los versos donde un hombre,
era una seca lágrima perdida.

Tu fuego era el fuego.
-maderos de 1a cruz-
ardía todo el tiempo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

viernes, 15 de octubre de 2010

MIGUEL MÍ MISMO


Cuando pueda elegir
elegiré ser Dios de la montaña
vivir en medio del Olimpo entre las azucenas
y los viejos olores del laurel
bebiendo
bebidas cálidas y alcohólicas
y danzando alegremente con Zeus
mi patrón.

Y si no me dejaran
elegiría con mi mujer un valle que conozco
un valle azul en Catamarca
donde pensamos e hicimos el amor
y hablamos largamente de la guerra.

Y si no me dejaran
elegiría una tarde de mar junto a mi hijo
el que tiene en los ojos el color del almendro
o estar sentado debajo de los cedros
con mi padre en el Líbano oliendo los azahares.

No elegiría nunca morir a medianoche
junto a mi madre bañados por la luna.
Elegiría no morir.
Como aquellos famosos dioses de la montaña
tomar mi vino en altas copas de cristal
con Zeus
mi patrón
y saltar locamente
de un lado a otro lado del Olimpo
hablando de mi cuerpo.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

miércoles, 13 de octubre de 2010

2 de septiembre de 1976, Calafell, pleno mar.



He esperado hasta el día de tu cumpleaños,
para cruzar toda una montaña y llegar al mar.

Estoy en el famoso mediterráneo
los niños jugando en las arenas.
Mojo mi cuerpo en sus orillas,
pongo mi cuerpo sin remordimientos al sol.
Este mar me pertenece desde siempre.

Después de los festejos de mediodía,
borrachos,
amantes de la libertad,
el tiempo y el espacio se hacen relativos,
y nosotros los dueños de esa relatividad.

Espero
deseo con el fervor de los iluminados,
que no haya error.
Sé que ustedes desean.
Estamos vivos.
Y estar vivos no es
como se cree
algo natural.

Soy un poeta,
y un poeta no debería tener otra responsabilidad
que la de su escritura.
Y sin embargo,
pienso desaforadamente en un sin número de personas,
desaforadamente en el bien y en el mal,
desaforadamente en la mortalidad y sus maneras.

Soy único y todos, soy todos y ninguno.

Y sin embargo narciso surge,
imbatible
apuesto
hermoso como nunca.

Insiste
llama a la puerta de mi corazón.

Por última vez mírate en las claras aguas de mis ojos.

Resistir,
sé que la represión me salvará de la muerte.
Y sin embargo
en las profundidades de sus ojos está la paz.
La cálida,
la eterna,
la definitiva paz.
Amén.
NAZCO Y EL ESTALLIDO DE MI SANGRE CIEGA TU SER,

y el límite es la eternidad.

¡Oh! las palabras, ¡oh! las cadenas.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

lunes, 11 de octubre de 2010

SIRINGA DE SOLEDAD


He llorado anoche en los brazos de nadie,
pensaba en anguilas submarinas
y esta vieja manera de roerme.
Eran los ojos de mi gran amigo bajo el agua
y la boca de la mujer aquella
que gritaron al niño que tengo
prendido de este lado.

Era la ventana azul de tus labios,
mas, mi amigo
tirándome la piel
me susurraba del amor y de la vida
unas cosas extrañas.

(En los famosos días
de tierra al sol, de espaldas a la gente,
cuando el cielo de las mujeres arda
podría abrazarme al orgullo de mi padre
y dormir junto a mí por una noche).

De la noche pasada y la mañana
sólo recuerdo
aquellos ojos que lloraban solos
y esa boca tendida que trataba
de tomarme la mano y esas cosas que llevo
prendidas de este lado.

Y así,
moriré cualquier mañana
apretado a esta lágrima que guardo,
que no es la última,
ni siquiera la anterior a la última.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

domingo, 10 de octubre de 2010

Querida:


He viajado. He viajado,
hombre de piel como palabras,
he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.

Tristeza agrandada por sus contradicciones,
soy el dolor del siglo que no duele.
Más que la atroz materia que destruye,
un simple giro del lenguaje.

A la palabra amor ,
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre,
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi patria
y me dejé llevar por la marea.

Llené el mar de palabras antiguas
y hundí el mar.

De la mujer hice una frase.

Detuve su infatigable locura,
toda locura entre mis letras.

Al tembloroso, avergonzado sexo,
le agregamos torrentes, cataratas.

Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego,
donde el dragón es ella y la palabra.

Te escribo ¿ves? te escribo,
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos,
yegua loca pariendo la mañana,
abandonen tu cuerpo.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista, 1987

jueves, 7 de octubre de 2010

HE BUSCADO


He buscado, tercamente, un paso hacia delante
y nada pude hallar.
He tratado, hábilmente, de caer desde las alturas
y nada conseguía.
He viajado, locamente, por calles imposibles,
sin encontrar el cielo.
He dejado, pausadamente,
todo lo bien amado
y todo lo bien amado
está en mí.

Siempre en el mismo sitio,
lejano y apacible,
mirando las estrellas,
siempre contra mí mismo,
paralizado de terror,
sin hallar el deseo.
Sin nadie que pueda arrancar de mis ojos, sin luz,
vendas oscuras.
Siempre oculto en mi propio corazón,
sin apenas salidas, sin amor.

Dejo mis huellas sobre mis propios pasos
y me declaro en libertad.
Ya no quiero caer,
ni busco cielos imposibles,
ni arrebatadas luces,
ni pasos adelante que,
sencillamente,
alivien mi dolor o mi tristeza.

En plena libertad, alejado de todas aquellas,
humanas veleidades,
Dejando,
como si fueran síntomas eternos,
que mis grandes amores,
duerman conmigo esta siesta del alma,
vivan, conmigo, este dolor.


Miguel Oscar Menassa
De "Llantos del exilio", 2003

martes, 5 de octubre de 2010

ALGUIEN SE ESTÁ PUDRIENDO


Alguien se está pudriendo, amor, entre nosotros.
Ella echó una bocanada de humo a la deriva y me dijo:
Un calor terrible desprende de mí, vahos del tiempo.
Un calor del infierno muerto en mi bajo vientre.

Son el olor de nuestros cuerpos contaminados por la niebla.
Ella volvió a fumar como si fuera a contestarme y se calló.
Su cuerpo se enroscó como si fuera el humo de sus labios.
El incendio estaba por comenzar, su boca ardía como el sol.

Nuestro cuerpo pudriéndose por el calor y la comida.
Apagó su cigarrillo en mis labios y me besó largamente.
Me susurró al oído palabras de viento, hojas secas, caídas.

Es el olor de nuestros cuerpos muertos en descomposición.
Se apretaba contra mí como si fuéramos a caer juntos al vacío,
pero no caíamos, el fuego había devorado todos nuestros sueños.


Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987

domingo, 3 de octubre de 2010

LA VEJEZ A MÍ...

La vejez a mí, también, quiso tragarme.

Hubo un instante en mi vida que mis arrugas
y mis dolores tenían más fuerza que mi pensamiento.
En ese instante fue donde envejecí.

Cuando me di cuenta que el poder sobre mí no era yo
sino las palabras no envejecí más.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

sábado, 2 de octubre de 2010

POEMA CERO


Perseguido por todos los universos
más que satanás, distinto de dios
enfriaré con mi maldad
los fuegos sagrados del infierno
y encenderé pasiones
allí
donde la luz del bien refleje en mi mirada.

Diferente entre ángeles, superior entre demonios

no tendré paz.


Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978

jueves, 30 de septiembre de 2010

POEMA DEDICADO AL GOBIERNO ESPAÑOL



Una vez llegué a decirle a una mujer
que mi bolígrafo no tenía ganas de escribir.
Después estando a solas escribí un poema,
pero a máquina.

Estoy atado a las consignas del amor,
decía el condenado,
pero estoy en la fábrica.

Y esa no es la única vez que me equivoco,
a veces, estoy atado a las consignas de la pobreza
y quiero hacer el amor.

Vivo atado a las consignas de la esclavitud
y sólo amo la libertad.

Me parto en dos de risa y, después,
vivo partido para siempre.

Fui ese soldado que le tocó
hacer la guerra todo el tiempo
y sólo tenía la ilusión de la paz.

Y vi caer palomas de la paz
atraídas por el fragor de las batallas
y yo mismo disparé contra palomas falsas
que te hacían creer que la comida era la libertad
o bien, que la libertad y la paz eran posible sin comida.

Y hubo días negros, tenebrosos, catástrofes incontables,
donde las palomas de la paz se mataban entre ellas.

la paloma, en definitiva, era un pájaro cruel
y por eso fue elegida como símbolo de la paz.
Es capaz de matar por casi nada
a un hermano herido que se declara perdedor.

Vivo atado a las consignas de las palomas
y voy por el mundo buscando un ser humano,
alguien que amando la libertad no quiera volar
alguien que al declararse vencido no piense en morir,

un hombre, una mujer que amen por amar,
una mujer, un hombre que construyan las sombras
que atraviesen el sol con una lágrima
y rompan las cadenas, del amor, al partir.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

miércoles, 29 de septiembre de 2010

ESPIGON DE SOLTERO


Bueno,
ahora ya me encuentro
humanamente solo.

No puedo con mis ojos
mirar a las muchachas
porque las miro
y lloro.

Y ustedes,
por qué no se detienen
y me tocan un poco,
por qué dejan mis manos
galopar despiadadas,

por qué no se detienen
y me lamen un poco.

Comprendo,
ustedes han partido
también
humanamente,

pero a mí no me queda
más que dos piernas
(las manos ya perdidas
no piensan
no vuelven)
y esta rabia de todos
de mí
que no me sirve.

Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

martes, 28 de septiembre de 2010

Benalmádena-Costa, Sábado 4 de octubre de 1997

Estoy a un metro del mar, sentado en una reposera del hotel, en la playa privada. Esta mañana, precisamente, es tan privada que soy el único hombre semidesnudo frente al mar, a un metro de distancia.
Me meto hasta las rodillas en el mar y ahí me mojo con alegría la cara, los brazos, meto mi cabeza en el agua como un animalito, hasta que una pequeña ola me recuerda los grandes momentos marítimos a tu lado, tal cual dos compañeros y me enternece escribirte una carta casi metido en el mar donde tú no estás.
Hoy quiero liberarte de la responsabilidad por mi trabajo.
No fue que trabajé como una bestia para que vos pudieras vivir como una reina. Fue que trabajé como una bestia para poder soportar que fueras una reina y vivieras conmigo.
Algunos, algunas podrán decir: una pequeña reina de su propio corazón, una reina sin reino dirán otros pero frente a la poesía siempre te comportaste como una verdadera reina del mar.
Fuiste capaz de acallar el sonido de las olas para que yo escribiera ese silencio.
Después, también, tantas veces fuimos esos dos estúpidos haciendo compras en el supermercado creyendo que el problema de la humanidad era el precio de las alcachofas o el precio al consumidor del tomate de las granjas de cercanías o los putos o los negros o la crueldad con la que nos había tratado la vida haciendo de nosotros dos exiliados, dos extranjeros a todo, también a nosotros.
Sin embargo, hundimos con pasión arrebatada nuestras manos en las entrañas de la vida y algún jirón le hemos arrancado, algo de vida hubo para nosotros.
También hubo muerte y humillación, dolor y enfermedad y tuvimos que comprobar el horror de la traición por un pedazo de pan y algunos de nosotros se tuvieron que vender totalmente por un pedazo de amor pero la vida se quedó con nosotros y nos obligó a vivir despiadadamente ocurriera lo que ocurriera.
Nosotros dos estábamos condenados a seguir vivos, con los ojos abiertos, sin darle nunca las espaldas al horror.
No sólo asesinaron brutalmente a uno de nuestros hijos, a Pablito, en medio de la calle, casi delante de nuestros propios ojos, sino que todos los días, por la televisión, miles de jóvenes como Pablo morían delante de todo el mundo sin que nadie hiciera nada.
Todos exclamábamos, ¡Qué horror! ¡Qué horror! pero nadie podía hacer nada. La policía estaba comprometida en ciertos tráficos ilegales u otras yerbas. Los estados eran gobernados con el dinero del contrabando de drogas y de armas, hasta nucleares y todos nos mirábamos unos a otros y exclamábamos, ¡Qué horror! ¡Qué horror!
Y cuando no los mataban a los 20 años, los empezaban a violar a los 5, a los 7, a los 9 años. Y hay un montón de diversiones organizadas por compañías, se podría decir de turismo, donde niños y niñas de esa edad y sus mutilaciones, maltratos y vejaciones, son en algunos casos la diversión de jueces, magistrados, uno que otro presidente de algo, locutores de radio y maestros, ¿te das cuenta lo que nos hicieron ver? Los maestros de la escuela, vejaban y maltrataban a los niños, en lugar de educarlos. ¡Qué hijos de puta! Y nosotros no podíamos morir, tampoco podíamos cerrar los ojos.

Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000

lunes, 27 de septiembre de 2010

LA VIDA DEL POETA (IX)


Si nos dejamos invadir por la decadencia,
la decadencia, llegará a nuestros músculos.

¡Lindo es darse cuenta que uno es un hombre maduro!

Cuarenta años,
una flor que se desgarra en la mirada.

No está mal proponerse una nueva vida,
precisamente,
en el ocaso de las ilusiones.

Un hombre que ya no corre tras el pan,
que ya no corre,
tras las caricias amadas de la noche,
que ya no corre,
que ya no mira atrás.

Detenida, está ahora,
la vida entre mis brazos
y en ese instante, sublime detención,
donde la carne es todo el pasado,
nombro, una nueva visión para mis ojos.

Garganta alucinada,
mi próxima palabra será mi destino:

POESÍA,
mineral sangrante,
joya descuartizada,
para que a todos tocara su milagro,
palabra rota.
Un poema en sí mismo.
Espejo delirante, violines y rocío,

nota fuera del alcance de la imagen,

palabra acantilada.

Pequeño mito desvalido,
de la imagen del mar,
haciéndose pedazos en mi voz.


Miguel Oscar Menassa
De “La patria del poeta”, 1991

domingo, 26 de septiembre de 2010

ABUELO


El humo de tu pipa nos hacía toser
o se metía en nuestros ojos
junto con el verde color de los olivos
y la parra
cayendo a pique
como los aviones y como los pájaros
cazados con la gomera o a mano
según las estaciones.

De tu pipa salían el humo y las historias
que nos ponían lágrimas en los ojos.

Era una mujer hermosa, nos decías
desnuda
traída por el viento
envuelta entre las hojas del otoño.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

viernes, 24 de septiembre de 2010

Próximos eventos de Miguel Oscar Menassa, candidato al Premio Nobel de Literatura 2010


OCTUBRE 2010


§ Sábado, 2 de octubre, a las 18h:
Miguel Oscar Menassa, candidato al Premio Nobel de Literatura 2010
presenta su conferencia-coloquio
:
"Juventud, sexualidad y poesía"


Sala Úbeda del Ateneo de Madrid
c/Prado, 21 (Madrid)
CJCM (Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid)

* * * * * *

§ Lunes, 4 de octubre, a las 18h:
Recital de poesía.
Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
c/Santa Isabel, 51 (Madrid)


* * * * * *

§ Jueves, 21 de octubre:
Recital de poesía - coloquio
Instituto Francés de Madrid
c/Marqués de la Ensenada, 10 (Madrid)

www.menassacandidatopremionobelliteratura2010.com

www.miguelmenassa.com

miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN FUERTE VIENTO INSISTE: TODO HA TERMINADO


Cantando las vidalas
hago estallar obúes misteriosos.
En plena boca llevo un profundo amor
y pólvora
y diamantes
y una guitarra seca por el odio
y un contrabajo viejo llorando enloquecido.

Sed,
murmullo de aguas y montañas.
Lagos,
grotescas piedras en la cabeza de los hombres

La música de fondo es un violín desesperado.

Soy el que desafina hasta el hastío.
Miro mi vida y canto, miro su vida y canto,
soy un cantor que dice de la vida,
tengo asperezas siempre.

Me gustaría ser alto y delicado,
tener amor todos los días
y un manantial de leche fresca para el amor
y aguas
y música de aguas
y silencios de mares
y olores,
rasgos de mi ser para las ceremonias del encuentro.

Alto y virginal, celeste,
casi inalcanzable,
escondido entre las plegarias,
vuelo hacia tus entrañas,
desgarro hímenes y velos,
hago saltar tus vestiduras por los aires,
sostengo entre mis dedos temblorosos tu desnudez,
agonizo.


Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

lunes, 20 de septiembre de 2010

Pepe y el Tango


A mí me gustaba
llegar del trabajo,
ponerme en pelotas
y cantar un tango.

Un tango de cosas
que no cantaba nadie,
porque yo mismo inventaba
por las tardes al llegar
casi muerto del laburo
y me ponía a cantar.

A mí me gustaba
cantar por las tardes,
con la ventana abierta,
un tango sin par.

Hablaba del hombre
cayendo y alzándose
y la mujer labriega
y la puta también.

Algunas mujeres,
tal vez, indiferentes,
esperan que un hombre
les dé amor y pan.

No saben las gilis
que el hombre ya ha muerto
haciendo la guerra,
matando al rival.

Así que ahora te toca,
muchacha arrebolera,
levantarte la falda
y ponerte a trabajar.

Y si algún hombre llega
triste y cabizbajo,
herido de guerra,
lo tendrás que cuidar.


Miguel Oscar Menassa
De "Canciones 2003-2004", 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

La mujer y yo - 8-


Ella, a la mañana temprano, al despertarse, me dice:
El hombre nuevo requiere un escritor como tú.

Tengo que tener paciencia, quise contestarle,
el mundo es mío pero en la página,
cuando trazo la diagonal de una mirada
de fuego infinito, tú, bien amada, estás aquí,
exactamente, donde te he colocado,
hermosa como nunca esperando mis besos,
el infierno, que es como decir
el fuego eterno de mis besos.

Cuando nos encontramos en el parque,
es difícil mirarte, sostenidamente,
o tocarte o tenerte o dejarte partir.

Tú no me dices nada pero yo lo escucho,
veo las palabras saliendo de tus labios:
Ve, escribe versos, ámame hasta el hartazgo
hasta el límite donde lo perverso
hiere nuestra vida con su goce fatal.

Hazme tuya en un verso prolongado,
sin mirada, sin carne, para siempre.

Ave de luz, dirás, ave de luz,
y yo apareceré,
sobre el papel en blanco
y te llamaré, animal,
para que puedas sobre mi cuerpo
con tus propias manos, amado,
escribir ese verso de amor
donde el poeta deja caer la pluma
para acariciar el cuerpo de la bella.

Y el poeta deja que se vuelen sus escritos
y deja que se escape su dinero
y todo lo bebe del cuerpo de la bella
y ella, antes de morir, dirá sus cosas:
Hoy moriré, tal vez, tragada por la bestia,
esa sed insaciable del amor del poeta
pero en este verso, estaré viva para siempre.
Al darme cuenta que sus razonamientos
eran muy impactantes y poco comerciales
pude decirle, amparándome en el pan:
Alguna cosa escribiré pero, después,
haremos el amor en plena libertad
y si alcanzamos, gozando, alguna cúspide,
con ternura, infinita, te leeré el poema.


Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

martes, 14 de septiembre de 2010

Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive


Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive,
quiero cantar estos amores que surgen de mi pecho.
Sortilegios, amores como furias desatadas del alma,
tenues, suaves amores anunciando desvastador futuro.

Poner en movimiento la antigua fiereza de la tierra,
imprimir movimientos a una vida que jamás ocurrió.
Romper con mi compás el vientre de la montaña negra,
hacer que el universo todo se mueva entre mis manos.

Palabras con luz propia, eso quiero cantar
Palabras como manos en el rostro del alba
Palabras como piedras caídas para siempre.

Empecinado poeta de todo lo que muere,
el universo, manos, furia de la tierra;
no doy, no entrego nada, canto para mí.


Miguel oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

domingo, 12 de septiembre de 2010

CREDO


Abro mis ojos a plena mañana
y el sol no me enceguece.
Abro mis manos
pero nunca me quedo con las manos vacías.
Descubro mi sexo
y una legión
de hombres y mujeres
encuentran su sentido.
Abro mi corazón sin ningún cuidado
y donde un universo me odia
otro universo me ama.

Hago creer por mi manera de mirar
por el segundo botón de la camisa
que sobre mis espaldas
se puede
llegar a dar la vuelta al mundo.
Me entretiene encontrar mi sentido
en los lugares
donde yo suelo atar mi tiempo de vivir.

¿Quién podrá acusarme de haber vivido demasiado?
¿Quién se anima?
Si yo
abro mis oídos a plena mañana
para escuchar decir a los más sabios
palabras de la muerte:
Morir es necesario
lo dicen las sagradas escrituras.
La muerte es para todos
no está previsto eximirse
y para demostrarlo

han comenzado
a dar muerte
a los pájaros.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

viernes, 10 de septiembre de 2010

CARTA a CARL-ERIK SJOBERG

Espero que la palabra fluya en la medida de mis posibilidades. Cada día es un siglo en estos territorios donde habito. Lo que ayer escribía mi mano y pensaba mi pensamiento hoy es pueril y su delicadeza nada tiene que darle de comer a las bajas y altas pasiones que deslumbran mi ser. La curiosidad no tiene límites.

Han pasado por mí, dioses y demonios, pequeños héroes de papel y tigres hambrientos, virtuosos y sagaces equilibristas, ha pasado la muerte y ha lamido con su grandiosidad mi saber.

He cortado todas las raíces, suelo por las tardes quedar suspendido en el espacio.

La palabra no fluye en la medida de mis posibilidades, es lento y caprichoso su fluir. Como un deseo que tarda en reconocerse, como el deseo de quien ignora todavía el final.

Ignoro el final de mi escritura, mi escritura me lo revela todo, menos los mecanismos de su fin.

Si quiero la locura, la locura viene y hace sus estragos. Si ambiciono la carne, la carne acontece hasta el hartazgo, hasta la humillación.

Si me acontecen los horrores del hambre nadie me negará su pan, nadie ocultará su cuerpo a mi voracidad.

Pero si a mi escritura le pidiera su fin, me encontraría sin más en un pozo ciego de mierda y de blasfemias. Ella detiene su curso cuando me vuelvo torpe y desconfiado. Ella necesita de mí un fanático, un alucinado por ella. Un dios o un semidiós o una basura humana pero todo por ella. Ella necesita de nuestra prosternación. Yo me prosterno.

Bendigo que ella me tenga entre sus huéspedes, entre aquellos que pueden visitarla en cualquier hora del día o de la noche.

Cuando está conmigo y yo me olvido de preguntar por el final, ella me da el lugar de los que saben, de los que pueden leer en su cuerpo las palabras del siglo. Alguna vez me entregaré a ella para siempre, sin importarme cuál será el final, sin importarme cuál será la vida, pero que sea.

15 de octubre de 1975

Miguel Oscar Menassa
De "Psicología animal y arte", 1975

martes, 7 de septiembre de 2010

CUMPLIR 60 AÑOS. CAMARADA

A mi hermana Norma, camarada

Yo también fui camarada de la vida
en la trinchera amable de la amistad
y en la trinchera oscura de la muerte.

Fui zanja hecha pedazos, quieta hoguera,
carne que no sirve para nada, ni el amor,
palabra abierta, plena, que no pudo fluir.

Fui ese pedazo de adoquín sangrante
un tango que se baila sólo en el vivir
las vías del tranvía en la curva mortal.

Un beso en el andén del tren perdido,
estrellas aparcadas en un lejano cielo,
un amor que al morir no existió nunca.

Fui camarada de la tierra americana
sembrando el porvenir de la palabra.
Poesía que en el futuro será el amor.

Camarada, todos juntos atados
luchando por las letras del pan,
por la agonía en buenas manos.

Luchando camarada, todos juntos
por un salario justo, si lo hubiera,
un amor recíproco que no lo hay.

Historias que borran la memoria,
dejando el cuerpo sin recuerdos,
el beso sin sonido de los sueños.

Soy de aquí, camarada, aquí mi vida.
Aquí todas mis plantas, mis lechugas,
las cosas de la tierra en mis amores.

Camarada del agua siembro para ti
frutas del tamaño de altas ilusiones:
todos juntos venciendo a la tristeza.

Mago de mí, ato al cuello del mundo
el cinturón de ausencias del poema,
camarada del cielo lloro la soledad.

Y también digo tener para los locos,
los enfermos del alma, un camarada.
Bestia de amor descuartizada y sola.

Y fui el gran camarada de la noche,
del hombre insomne que no duerme
y del mundo quiere cambiar el alma.

Camarada de la esbelta mujer acróbata
la que se balancea, sin cesar en el amor.
Cae y alcanza el cenit y no dice palabra.

Camarada de la mujer que sin mirada,
camina sin rumbo de un lado para otro,
sin poder entender porqué nadie la ama.

Camarada del hombre trabajador,
hierro para el amor, débil de futuro,
alguien que ya perdió lo que no fue.

De la mujer trabajadora y su destino:
hacer del pan una verdad y del amor,
un sueño entretejido entre las sombras.

Fui camarada de la letra y la piedra
la letra que llega serena a la palabra,
piedra perdurable del sexo del amor.

Camarada de mí, fui deslumbrado,
como deslumbran las estrellas fugaces
por uno de mis versos que no escribí.

Fui camarada ocioso de la muerte,
la vigilaba, la vigilaba todo el día,
pero en los sueños ella podía más.


Miguel Oscar Menassa
De "Llantos del exilio", 2003

lunes, 6 de septiembre de 2010

AMOR PERDIDO. MI HIJO PABLO -IV-


"Los muertos no mueren
vigilan y ayudan"
David Herbert Lawrence

Ahora cuando todo parece desgraciado y falto de razón,
ahora cuando no quedan, ni siquiera, aquellas ilusiones,
ahora cuando ya nada de lo sentido sostiene mis ideas,
ahora cuando digo: ésta es la vida que quiero para mí.

Y no sé de qué vida se trata, mas la quiero, sencilla,
arrebatada, una vida envuelta en delirios de juventud,
embebida en futuras, apasionadas ilusiones enamoradas,
donde nada de todo lo pasado tenga espacio en mi vida.

Dejaré que paseen a mi lado, sin inmutarme, las brujas,
los agitados y tercos demonios de la carne y el fuego,
las corrompidas bestias acompañantes eternas del alma,
buscando con tesón, perfecta carroña de la melancolía.

Y cuando ya sereno por haber secado con mi propio sol,
todas mis fortificadas heridas y las eternas lágrimas,
cuando ya no me quede para rememorar ninguna tristeza,
ningún muerto, entonces viviré como viven las águilas,

al viento, perpetuando los sonidos de su propio vuelo.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

viernes, 3 de septiembre de 2010

jueves, 2 de septiembre de 2010

SUPERVISIÓN ASTRAL



Supervisión astral
vivo en el mundo
por encargo de la poesía.

Ave de mar
incendio de borrascas.

Lejanas serpientes me recuerdan,
primitivos aconteceres.

Desentierro el aguijón de la duda
y, esta vez,
en lugar de volar
anclo.

En mi casa,
a solas con mi grandiosidad,
tomo un trozo de barro
y hago del hombre una canción.

Paseo por las letras
¿viste?
paseo por las letras.

Toda mi verdad es la poesía,
suprema desviación sin límites.
Más allá de su cuerpo nada hay,
por eso vivo donde vivo.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo" 2000

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuando ella volvía después de los silencios


Cuando ella volvía, después de los silencios,
siempre me encontraba, enamorado de mí mismo.
La invitaba un anís, amor, liaba un porro
y nos sentábamos a conversar tranquilamente.

Nos entretenía el sonido de nuestras voces.
Una mezcla del humo entrecortado y palabras.
Nos abríamos a cualquier misterio del alma
y nos abríamos, también. a cualquier solución.

No dejábamos nada, para otro momento,
en cada palabra. en cada voluta de humo,
el universo se desprendía de nosotros.

Y, así, cantábamos todo el día y la noche
y no nos preocupábamos de ningún cansancio,
porque al alba, la muerte, nos haría callar.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987