martes, 2 de noviembre de 2010

COSAS DE LA CIUDAD


Toda la gente
todo su alrededor
sus veinte años
todos la vieron jugar
jugaba a la vida
caminaba en sus sueños a la guerra.

Su madre, amante de los solitarios,
solía cantar con sus vecinos.

Un día, el otoño, se hizo frío de golpe
y ella conoció su llanto
cuando vio sorprendida
que los ríos
secaban de tristeza,

humedeció la voz de su madre,
la partida de octubre,
el canto de sus vecinos,
la fotografía de su padre.

Y así, tan dulce
como una revolución
se acostó sobre la ciudad
y abrió sus piernas
como para que todo el mundo
la amara.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

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