viernes, 30 de octubre de 2009

"La ley de extranjería" de Miguel Oscar Menassa

LA LEY DE EXTRANJERÍA

2001

Ahora a crecer, que quiere decir:
entrenarse con voluntad fecunda
para poder dentro de unos años
saber vivir, amar en otro mundo.

Ahora a crecer,
a desviar nuestros principios,
a encarcelar nuestras pasiones,
hacerlas llevaderas y si un día,
siento una pulsación extraña
que al liberarme me condena,
diré que no, mil veces no.

Ahora a crecer,
a comprender el valor del dinero.
El dinero puede, cuando quiere,
de un solo golpe,
aniquilar toda virtud,
preñar la nada,
embellecer con flores el desierto
y hacer del hombre y de la piedra
dos amantes perfectos.

Ahora a crecer,
a dejarse llevar por el contrato.
Conocer a fondo nuestros sentimientos
para abandonarlos.

No poner nunca de excusa,
en el trabajo, un amor,
porque me quitarán el amor
y no me darán ningún dinero.

Ahora a crecer,
que quiere decir ahora a descansar.
No me fue posible encontrar nada en ningún sitio
ni amores, ni ventajas, ni pan, ni soledad
por eso me condeno a escribir un poema.

Un poema de un hombre
que ya lo tuvo todo
y desea soñar.
Un poema de un hombre
que sueña todo el día
pero no puede amar.
O la historia de un hombre
que trabajando duro 20 años
pudo al fin veranear.
O aquel hombre que amaba
sólo a su madre y que tuvo
un trágico accidente en el mar.

Hombres valientes,
hombres de acero firme,
combatientes,
en las calles de la ciudad,
todos contra todos.

Yo soy un hombre
y escribo con violencia.
A veces termino sabiendo
cosas que nunca viví.
Otras, me doy cuenta, vivo vidas
que nunca imaginé.

Soy elegante y voy vestido de palabras,
al mismo tiempo deseo y me desean
y eso me da coraje para seguir en el poema.
Me hacen sentir que escribo para el mundo.

Digo violeta, pongo violeta aquí
y el horizonte se tiñe de violencia.
Digo violencia, pongo violencia aquí
y un hombre arranca sus genitales
y los ofrece a Dios.

O bien, una mujer le dice al hombre,
¡mátame! por favor,
y él la mata con cierto nerviosismo
y la mujer, complacida,
goza mientras se muere.
Al hombre
lo meten en la cárcel 30 años
y cuando lo liberan
una luz lo enceguece
y muere atropellado y ciego
por un niño andando en bicicleta.

Un hombre, una mujer chocan en la vida
y se llevan por delante como bestias
y se sonríen, cálidamente y se abrazan
antes de caer.
Ese abrazarse, mutuamente, los salva.

Después sus vidas se llenan de papeles,
papeles de nacer, de haber nacido
en un país, un pueblo.
Papeles que confirmen
que padre y madre hicieron el amor.
Papeles que me digan
que soy un hombre aquí.

Aquí, en este papel, se dice claramente
que este hombre que soy
nació de humanos seres
y el papel asegura,
con la fuerza de la palabra escrita,
que en el momento de la foto,
este hombre que soy, estaba vivo.

Vengan a mí, que tengo para daros nada.
Nada de nada tiene el extranjero, nada
y, sin embargo, tiene un verso en los ojos:

Rueda la vida, rueda y, también, se detiene.

Aquí están, mi vida, mis hijos, mi dinero
mi trabajo futuro, todos mis amores.
Al menos dadme un papel que diga:
El extranjero Juan no tiene nada,
todo lo dio por un papel.

No tengo nada, ni dignidad me queda,
al menos un papel que diga que he vivido.

Éste fue Juan, nació de padre y madre
fue, exactamente, un hombre
pero vivía como un perro, sin amor y sin dueño.
Al morir, también, le fracasaron los papeles
y nadie se dio cuenta de su muerte.
”No estaba”, “no venía”, “lo habrían contratado”
pero nadie podía pensar que había muerto.

Papeles, dadme papeles,
soy la mujer del valle donde la radiación
se comía, vorazmente, a los pájaros,
tengo en mi cuerpo marcas de la explosión.
Los salvajes carros de la guerra al alba
atravesaron nuestro cuerpo.
Ni alma nos dejaron.

Fuimos quemadas vivas y, sin embargo,
en mi cuerpo aún brilla,
la caricia del amado al partir.
Tengo los labios rotos por la sal de la vida
y, sin embargo, cuando vuelve,
dulce es el beso del amado
aunque vuelva a partir.

Cristos y deidades al pasar por mi pueblo
no encontraban consuelo al ver lo que pasaba.
Caín, el asesino, estaba vivo
y Abel de sueños era, inalcanzable.

En mi pueblo se violaban las vírgenes
para no contraer enfermedad
y ataban a los niños de la cintura para abajo
para que no pudieran, los pobres, caminar.
Y cuando no había pan o carne o gasolina
se mataba algún pobre, alguna puta.
Y hubo noches, en mi pueblo: la tierra,
que se llamaron las noches de las bombas
donde nos acostábamos uno encima del otro
para que los de abajo no murieran.

Y después hubo horrores que se olvidan,
horrores donde toda la culpa
la tenía Dios.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Al sur de Europa”

jueves, 29 de octubre de 2009

Soy un pájaro que vuela por volar, no padezco de hambre. Rompamos con el misterio cristiano, seamos un grupo


14 de enero de 1978, Madrid

Querido:

Los días transcurren unos tras otros como siempre.
La vida pasa.
Me cuesta escribir esta carta, que he comenzado a escribirte hace unos días.
En realidad me siento interrumpido
una llamada telefónica
una carta tuya, donde haces las preguntas sobre el nuevo orden,
interrumpieron mi escritura.
Interrupción que quiere decir que nunca más,
podré decirte aquello que comencé a decirte el 7-8 de enero.

Me preguntas acerca de la posición de la Topología y su importancia
en el proyecto Cero, y sabiendo que la respuesta no se trata de lo mismo,
contesto:

a) El prestigio lo tiene quien se lo gana,
lo que no quiere decir que nos interese especialmente el prestigio.

b) El encuentro con la verdad hizo incierto todo discurso.

c) Vivir 200 años es más fácil que ser inmortales. Preferimos vivir 200 años, y todo por elegir lo más fácil.

d) La topología y el sexo tienen algo que ver con nuestro movimiento
y teniendo en cuenta que hoy el sexo no corre más,
pienso que para sobrevivir,
la topología
deberá desprenderse de sus trabas sexuales.

e) Lacan no va más.

f) La topología y la lingüística estructural me parecen los mejores y a la vez,
los únicos instrumentos de la escuela lacaniana de París, o de donde sea,
tener una simple noción de ellas, bastaría.

g) Sabemos que Lacan es un filósofo,
no vemos entonces
por qué combatirlo a él,
precisamente con topología,
un instrumento para filosofar.

Sería conveniente saber que únicamente una ciencia, podrá dar cuenta no sólo de la ideología sino también de la filosofía.
Esa ciencia no existe.
Existen los pormenores de un hallazgo,
los destellos de un grupo de hombres jóvenes,
frente al ser de la creación.
Existen algunas nociones,
quiero decir un campo fértil,
y como todo campo fértil no basta abusar de él para que rinda más.
Darnos nuestro tiempo sería conveniente.

h) No quiero olvidarme que hablábamos de la topología y su importancia,
bien, lo digo,
de capital importancia,
fue para nosotros oscuridad y luz,
emblema por emblema,
arte por arte,
y como todos sabemos,
perdió la lingüística.
Lacan entre tanto da su último seminario “tiempo de concluir”,
después me imagino que sobre la carroña advendrán los buitres.
No quiero ser buitre de ninguna carroña.
Soy un pájaro que vuela por volar,
no padezco de hambre.
En tanto voy volando,
miro el mundo y veo,
porque de ver se trata,
que todo el mundo occidental, todo él, y nosotros en él,
está sumergido aún,
en el diluvio universal cristiano,
ya que dos ejemplares de cada animal son suficiente para todo.
Rompamos con el misterio cristiano,
seamos un grupo.
Que todo valga,
tengamos en cuenta que las puntas se rompen antes,
no pongamos más a un hombre en la tonta encrucijada de tener que elegir.
Que todo sea.
La escritura sólo tiene una función,
desrealizar,
y lo que no se puede en un año se podrá en cien.
Del ser por ahora tenemos un bosquejo,
todavía nos faltan los colores.
Ser nos llevará como tú dices 20 maravillosos años,
para nuestra manera de vivir varias vidas.
Espero que seamos humanos,
por ahora un plan para vivir.
Del poder, me gustaría hablar dentro de 15 años.

Las noches transcurren,
como transcurren los días,
y ese transcurrir es maravilloso.
Entre el café y los humos recordamos tu nombre tu figura,
mis familiares murmuran por la casa la importancia de nuestra relación,
dejan caer de vez en cuando,
alguna imaginería del pasado,
siempre una sana emoción para el corazón.
Cuando suceden estas cosas,
estoy absolutamente seguro que entre nosotros no habrá enfermedades del corazón,
y me pregunto qué es lo que sostiene esta grave afrenta,
contra la medicina y su filosofía de sostén:
¿acaso la inmediatez de un gesto amoroso?
¿acaso la relatividad de una ciencia?
o peor aún
¿acaso la inteligencia de unos cuantos hombres?
Yo por mi parte,
soy un grupo,
deseo conversar con todos,
una larga conversación,
un hecho humano notable.
Un punto definitivo en la historia.
Eso sí,
sin apuros,
prefiero que no haya más acciones heroicas.
Los kamikazi
fueron en última instancia,
los primeros síntomas,
de la explosión atómica,
no hagamos tonterías.

Estar solos en el cumplimiento de una función,
tiene por lo tanto,
que resultarnos antiguo.
La soledad siempre es un intento,
para destruir mejor,
sin testigos,
sin voces humanas a nuestro alrededor.
Lujuria del despedazamiento hasta lo último,
y si se tratara de gozar,
del ejercicio ético,
diría que la soledad en cualquiera de sus modalidades,
es mala.
Genera envidia,
ansias de destruir lo que me ilusiona como completo,
y que siempre está fuera de mí,
en los otros.
Vivir así,
os lo aseguro,
es imposible.
Y yo querido,
ya he pagado mi boleto,
podría sacrificar mi nombre,
exijo mi viaje de placer.
Un viaje alrededor del mundo y sus historias,
sin ataduras,
sin preconceptos,
quiero decir,
una nueva visión.
En esa nueva visión tendrá que entrar, como mínimo,
todo aquello,
que sirvió como excusa a nuestra pasión los últimos 10 años.
Desde la poesía,
hasta la ciencia.
Desde la paz,
hasta la guerra,
desde los viejos textos de Freud y Marx,
hasta la fresca juventud,
de nuestros escritos.
Desde la poesía de nuestras mujeres,
hasta el más pequeño acto de nuestra vida cotidiana.
Para empezar diré que la ciencia es,
tan importante como cada uno de nosotros,
(y sé que comenzar de esta manera
puede llegar a ser una ambigüedad de mi retórica)
Que cada uno de nosotros es tan importante como el último dibujo.
Que a su vez es tan importante como las conversaciones
y que todo esto,
es tan importante como pintar,
y todo tan importante como la misma muerte,
y nuestras risas a veces tan importantes como todo.
Las cerámicas tan importantes como Gardel
y tan importante a su vez,
como cada hecho social de nuestros cuerpos contra nuestros cuerpos,
es decir,
toda la filosofía de nuestra vida pequeña,
tiene que quedar incluida en la nueva visión.

Nuestro cantor y sus canciones y complicados pensamientos de Einstein,
serán nuestro regocijo y nuestra calma.
La pintura,
ese pasaje necesario,
para un gran cine, que viva entre nosotros.
En cuanto a la poesía,
ella misma,
ya ha dado,
suficiente cuenta de su poder,
dejémosla nacer en paz.
El psicoanálisis,
y voy a decirlo aunque quede mal,
es para muchos de nosotros parte de nuestra vida,
un descubrimiento de nuestra juventud,
como el amor,
como la poesía,
y después me pregunto ¿qué otra cosa descubrimos de jóvenes?
Y nada más
y toda la pasión quedó ligada a estas palabras.
Después fuimos adultos,
a la pasión le fuimos agregando sabiduría,
la estúpida conciencia de saber
y nos llenamos,
la cabeza y el alma de palabras
y eso,
no estuvo mal,
pero privilegiar una palabra sobre otra es muy difícil, tan difícil
como concentrarse,
en estos tiempos,
en un solo punto.
Tan difícil,
como amar,
en estos tiempos,
a un solo dios.

Si alguien te pregunta como me va,
dile,
que me va bien,
que estoy contento,
que no me atrevo a decirlo en voz alta,
soy feliz.
Un tipo con la sangre siempre revuelta y feliz,
soy quiero decirte,
como una paradoja,
un hecho social evaluable,
el prototipo de una pasión,
del alma,
un emblema para cualquier locura,
una partícula de luz,
cuando miro,
me incluyo en la mirada.
Querido,
desearía no abrumarte,
mejor dicho,
desearía entretenerte con estos raros pensamientos acerca de nosotros,
desearía crearte un ardiente deseo.
Conversar,
conversar,
hasta desarreglarlo todo.
Construir una conversación que sirva a todos por igual
también a nosotros.
Algo así como una verdad de la verdad.
Una conversación al rojo vivo,
entre amigos.
Porque para repartirse el mundo,
se hacen necesarios,
ciertos menesteres:
Evaluar las fuerzas,
o bien,
acariciar el poder,
ser,
el gran solitario,
el único entre todos,
virgen y madre.
Amante de la inteligencia y la musculatura a flor de piel,
un poderoso dios cristiano,
ya que para llegar a él se debe morir,
quiero decir,
un gran solitario,
el gran masturbador.

Un gran maricón,
un indeciso crónico,
un pobre padre alterado por el poder.
En definitiva,
un padre holgazán,
que espera,
la muerte de su hijo en los cielos.
Quiero construir un padre que sepa cuales son nuestros derechos,
ya que la disciplina,
como sabemos,
viene sola.
Quiero construir un hijo que sepa cuales son nuestras obligaciones
ya que el amor,
como sabemos,
viene solo.
Nada de pinceladas grises a nuestro cielo,
quiero,
un febrero histórico,
caliente,
aquí en Europa,
un febrero del sur.
Debemos fabricar un No consistente.
Definitivo.
NO AL SUICIDIO
(todo suicida dentro del Grupo Cero será considerado,
como narciso,
que no pudo abrazarse a sus hermanos y murió.
Queda claro,
que ni antes ni después de muertos,
pertenecen al grupo)
NO A LA CARENCIA
(todo carente,
quiero decir cada uno de nosotros,
deberá poco a poco,
ir perdiendo la pretensión de ser felicitado públicamente,
con diploma de honor,
cada vez que fracasamos en una acción social,
quiero decir en una acción con el otro.
Aceptar ciertas limitaciones,
será una mutilación,
tal vez necesaria,
y de ninguna manera ningún triunfo jubiloso sobre nada.
Carecer no es malo,
pero tampoco bueno.
NO A LAS INSTITUCIONES,
de ningún tipo,
basta de hechos mediocres en nuestra vida.
El escalafón no corre más,
de golpe puede el que ayer no podía.
Dejemos poder a los que pueden,
el resto,
que haga crucigramas,
que manche con su sangre,
y con su carne humana,
el diccionario.
Que vaya tranquilamente reconociendo sus propios deseos,
que se entretenga conversando con dios,
hasta poder.
Un día,
te golpea un viento huracanado en la frente y eres el mejor,
y esto,
convengamos,
le puede ocurrir a cualquiera.
Ser los mejores,
por lo tanto,
no sirve para nada.
Seamos otra cosa.

MIGUEL OSCAR MENASSA

Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”

domingo, 25 de octubre de 2009

Posiblemente una poética. 1978


Querido:
Giros de viento, o bien, ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte, desviaron nuestro destino.
Somos, desde hace dos años, extranjeros a todo.
Iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra mirada, aquel calor, ardiente en nuestros ojos, cuando vivíamos en una tierra, cuyos olores en plena primavera, olían, el olor de nuestro cuerpo.
Éramos, antes de la catástrofe, antes del estallido en mil fragmentos, personas normales. Médicos, amantes de la libertad. Escritores, amantes de la libertad.
En fin, en general, éramos sórdidos amantes de la libertad. Señoras y señores, padres e hijos de familia y teníamos un porvenir asegurado.
Un poco de locura, nos decíamos, a nadie le hace mal. Y nos encerrábamos en grandes alcobas solitarias, para decirnos que la locura era contagiosa y nos reíamos y buscábamos el sol, entre las piernas de nuestras mujeres, y éramos felices. Y mientras éramos felices nos dimos cuenta de que buscar el sol, era para encontrarse empecinadamente con la noche.
Amar el sol era también amar la terquedad de su dialéctica. Aparecer y desaparecer. Encuentros luminosos para, después, sumergirse cada vez más profundamente en el vacío de la noche.
Alguna ausencia inesperada, algún cuerpo pudriéndose repentinamente bajo el sol, marcaban el paso de los años.
De decepción en decepción, nos fueron enseñando que nada teníamos. ¿Para qué hablar? entonces nos decían, ¿para qué pedir?
Y nos fueron encerrando en nuestro propio cuerpo, y en nuestro propio cuerpo fueron marcando a fuego sus tablas de la ley y sujetados por la increíble ilusión de no morir, casi nos matan.
Un fuerte y helado silbido nocturno, para siempre. Una incuestionable noche sin fin. Una detención brusca y mortal -insostenible para nuestro cuerpo-, en manos donde habíamos entregado nuestra vida, para no morir.
Ser esclavos, quedaba claro, no era suficiente. Y, entonces, fue el temblor, un temblor cósmico, más allá de nuestra razón, más allá de nuestra locura.
Más allá de todas las palabras pronunciadas y, sin saber qué hacer, temblorosos entre los escombros, nos tocó zarpar.
Y zarpar fue estallar en mil fragmentos de oro líquido por el mundo.
Y zarpar fue no poder volver nunca al mismo sitio, no poder volver nunca al mismo tiempo.
Si algo buscamos, buscamos todo lo que nos falta, no sólo el inconsciente. No sólo los tibios perfumes de nuestra infancia. No sólo el aleteo fugaz de un deseo prohibido. Queremos tener, entre nosotros, toda nuestra vida.
Un cuerpo hecho a los avatares de los destinos, una palabra, más cerca de la sangre que de las palabras.
Entre nosotros, queremos tener -como la flor azteca creciendo en el desierto, como una incierta luz, en plena oscuridad- algunos versos inolvidables.
Sabemos, sin embargo, que vivir siempre es un proyecto delirante.
Todo está bien y todo está mal.
La mujer, el hombre, debate su ser entre las pocas palabras que conoce.
Una especie de pequeña oración en medio del tumulto. Un pequeño dios a punto de morir, contra la inmensidad de las partículas atómicas, creciendo por doquier.
El sangrante búfalo de plata a punto de extinguirse, última manada de luz, al borde del fusilamiento. Al borde propio de pronunciar sus primeras palabras: Estamos. Fuimos lo que muere del hombre. La soledad.
Y un resumen es, también, un pacto con alguien. Una reconciliación de la letra con la política.
Yo es cero, no tiene explicación. No se puede reducir a nada que termine. Tampoco, al universo. Candado de apertura, yo es cero, es puesta en escena de lo que recién comienza.
Estamos en la época del temblor. El que habla tiene una prenda. El que escribe es un solitario.
Estamos en una edad, donde lo verdadero se confunde con la acción, el resto, por ahora, debemos saberlo, psicoterapias para las almas inexpertas, para los que aún, sin quererlo, y como soportando una desgracia, sostienen la ideología dominante.
La Gran Ideología, la que viene impresa en las proteínas de la leche.
Y acción querrá decir, entonces, transformación radiante, verificable en el campo de las relaciones sociales, donde, ya dijimos, se desarrolla la ética de los poderosos.
En cuanto al psicoanálisis, al marxismo, a la poesía, decimos que son, sólo, instrumentos de conocimiento. Entre nosotros, no es preciso que se salve nadie.
Los fusiles, las religiones, la pobreza, son patrimonio de una dialéctica asesina. Donde lo que se legaliza es la esclavitud y la pena de muerte.
Y un amor, codificado en el terreno de la fidelidad y la seguridad, hablan, claramente, de los efectos sobre el hombre de una dialéctica, que no acepta, ni aún en sus transformaciones, la existencia de más de dos términos. Donde uno tiene el don y, el otro, el deseo.
Una teoría construida por indígenas frente al descubrimiento de la posibilidad especular.
Una religión construida sobre el miedo a la muerte da, como resultado, una sociedad esclavista, donde el goce tiene que ver siempre con la muerte, porque el deseo lo tiene el que no sabe, el que no tiene, el que no duda, en fin, el deseo lo tiene un perfecto idiota, condenado a muerte.
Donde el saber tiene que ver con el poder ya que, el que puede, por poder, no desea y sabe.
Como vemos, una teoría del dolor, en todas direcciones.
Nos oponemos a todo. La nada, también queda cuestionada.
De las drogas aceptamos, todavía, algunos de sus usos médicos. En general, las drogas, prometen una resolución por vías más rápidas que las habituales. Y si bien es cierto que lo habitual no tiene porqué ser modelo de vida, también es cierto, que no se conoce ninguna droga que haya solucionado el problema del tiempo.
Decimos que cualquier droga, también el alcohol, cuando trata de ser más que una escaramuza del saber, se esteriliza, se pudre, exactamente igual que la mujer amada muerta entre los brazos.
La necrofilia queda prohibida en todos los casos. Y de la sexualidad actual pensamos, que está organizada sobre los pilares de la oferta y la demanda.
Heterosexualidad y homosexualidad son, claramente, formas de una dialéctica, donde lo femenino y lo masculino (en última instancia dos organizaciones sindicales) rigen el destino de la humanidad.
El amor, como vemos, no existe. Por ahora existen las reivindicaciones. Al hombre, a la mujer, aún no le ocurre nada.
Hoy cumplo 38 años y, al cumplir 38 años, lo único que veo claramente es, cómo la gente se mata por doquier.
Tomar una posición, desde hace unos siglos a esta parte, es decidir a quién se va a matar, o bien, si uno es un simple ciudadano, decidir en manos de quién se va a morir.
Un mundo perverso, insisto, donde todo tiene que ver con la muerte. Por ahora, no quiero tomar ninguna decisión. Matar o morir, dos formas de vida, que tampoco me interesan.
38 años, y pongo nuevamente mi vida en cuestión.
¿Cómo quiero vivir? ¿Qué es vivir?
Y así voy por la vida, sintiendo que no quiero ser un borracho, y no quiero ser un drogadicto, y no quiero ser un científico, y no quiero ser un poeta, y hombre y mujer me parecen demasiado poco para el hombre. Y las familias monogámicas me dan asco y los putos también.
Defender, en general, no defiendo a nadie.
La religión se hunde entre cuantiosas cifras. Las matemáticas desbordan su posibilidad de transformación de lo real, con el paso de los años serán un dogma.
El sol se extingue. La energía atómica escapa a todos los controles. Hiroshima se olvida. Rusia retrocede. Y los famosos tigres de papel están a punto de comerse parte del arroz.
La humanidad toma un rumbo desconcertante, y eso me desborda.
Querer, quisiera llevarme bien con alguien y, sin embargo, escribo que el vaivén de la intersubjetividad es demasiado familiar para el gran mundo.
Eso me parece.
Prefiero confiar en mi fuerza de trabajo y, sin embargo, mi escritura es sanguínea, vital, difícil de vender.
La literatura no me interesa y la vida no sé bien lo que es.
A veces, pienso: la vida todavía no ha comenzado.
Ser una brisa o bien, ser una ráfaga son, por ahora, las tan naturales ambiciones de cualquier pasión.
El hombre se debate, quiere ser y no puede. Puede y, cuando puede, ya no le interesa.
Los ojos, la boca, el ano, un alma abierta, o bien, un corazón cerrado son, todavía, los límites de dicha imposibilidad.
Agujeros demasiado pequeños para que el hombre caiga por ellos en el ser.
Agujeros demasiado pequeños para que, por ellos, entre la humanidad en el hombre.
Sangre y vergüenzas, leches marinas, pechos turbulentos para las bocas más sedientas, opulento semen ascendiendo por las nacaradas paredes de tu celda son, todavía, tan sólo onomatopeyas de lo humano.
Un intento, vano como otros, de capturar, con el nombre, lo nombrado.
Mi tiempo no responde a ninguna cronología. Mi tiempo, más que transcurrir, estalla.
Más que transcurrir lentamente, mostrándole al pequeño hombrecito, que la vida pasa, el tiempo es, un invento de la crueldad del hombre, contra sus propios sueños.
Un límite preciso: la noche. Un comienzo seguro: la mañana.
Como si el tiempo fuera una figura que puede dividirse. Una forma posible, y no vendavales y nieves oscuras, hambre y cólera, donde su esencia es siempre lo que fui.
La realidad es sólo lo que digo, y el tiempo, una manera de seguir creyendo que la realidad estaba allí, esperándome -precisamente a mí- desde ayer.
La imaginería del hombre no tiene límites. Su locura es infinita.
Es capaz de creer que los secretos se guardan en el corazón.
Es capaz de creer que la verdad es más de lo que es: Instante, en la producción de cualquier obra, de cualquier amor.
Tiempo de locos, este tiempo, donde ni yo existo.
Álgebra marina, álgebras y vientos del mar, y pequeñas historias. Pequeñas y misteriosas historias, entre las que se oculta la cifra secreta de mi ser.
Mientras escribo, siempre me acosa la misma preocupación: escribir algo que se entienda.
Me miro y se me nota. Soy exactamente una encrucijada. Un tironeamiento visceral, contra otro tironeamiento visceral. En la misma mirada, dos odios, dos amores.
En el mismo fuego, dos llamaradas, dos cenizas.
Cuando la sangre acontecía, era contra la propia sangre. Tan roja una como otra. Turbulentas manos, con un esfuerzo comparable a morir, desarticulan el mecanismo:
El número dos no existe, es siempre, un desdoblamiento de la imagen.
¿Escribir es parte de la farsa o escribir es mi superioridad, mi hombría?
Al borde del descuartizamiento,un hombre debería gritar, pidiendo socorro,un hombre debería gritar, pidiendoun hombre debería gritar,un hombre deberíaun hombre
Y, sin embargo, un hombre también es: una caída estrepitosa, un amante de su propia masacre, un exquisito recuerdo de sus desgarramientos. Una historia que se viene repitiendo desde siglos.
Encuentros desesperados, no tengo más, en general, no tengo encuentros. Todo estalla. Todo es sublime.
El cuerpo y la palabra, así escritos son, debemos saber, bordes de una dialéctica.
Y en esa endemoniada lucha, entre la existencia y la esencia, siempre triunfa: La realidad. La verdad. El síntoma.
Hombres, mujeres, encaprichados, en las famosas y viejas relaciones, entre libres y esclavos. A mí, me gustaría comenzar todo de cero. Frente a ese vacío. Frente a esa imposibilidad. Humos y barbarie. Y una lenta tarde, donde todo transcurra como si fuera poco, como si fuera lejano su transcurrir.
Brisa marina, arcángel de la noche. Toco su boca, perfume y violencia entre las tinieblas.
Desencadeno en mi ser, los ritos del amor. Vendimia seca. Florezco entre tus jugos.
Entretejo mi vida entre tus helechos. Ancla y mar, tus olores, tus peces abiertos y desordenados.
Ojo de bestia. Vaca. Vaca de la soledad.
A veces pienso que lo mejor es, beberse salvajemente los néctares.
A veces pienso que lo mejor es, comerse salvajemente los frutos.
Tengo conmigo, lo sé, frutos y néctares, para comerme y beberme salvajemente. Y, sin embargo, escribir siempre es, una alegría para el corazón.
Emerger de las sombras, emerger de las sombras del mar. Canguro acuático.
Horas de una vida siempre desesperada y viva. Pequeñas palabras, irán haciendo el mundo. Tercos galopes, irán cubriendo las distancias. Entre bellezas marinas rasgo tu piel, escenifico mi vida, en los contornos de tu ritmo, te detecto imprecisa, entre las leves hojas de papel.
Al viento. Al tiempo. A la poesía.
Tenaz entre tus muertos, loca y viva, iridiscente ojo molecular, llama de amor, la poesía, tenaz, álgebra purificadora, ardiente antiséptico contra los pequeños animalitos del bosque.
Nervio nocturno y luz, músculos y masacre, carnes, vendimias de la carne, la poesía, en el futuro, contra lo que pueda oler a podrido.
Al viento. Al tiempo. A la poesía.
Rosas ambarinas y, también, rosas de colores comunes y espinas de rosas sanguíneas y carnosas. Y también espinas salvajes de una perfumada rosa blanca, -como alguna vez ocurrió- antiguas y delicadas, espinas del amor. Corona de espinas enamoradas sobre la cabeza del pequeño niño dicelotodo.
El poeta, fiel y empecinado corruptor del sentido. Soldado de lo inevitable. Sombra expectante sobre todo. El poeta, pequeño niño, no se sostiene sobre sus piernas. No sabe lo que quiere. Es arrastrado por el afán social que pesa sobre él de denunciarlo todo. Y en cada denuncia, en cada encuentro con la verdad, es todos, vale decir, ninguno.
Su ser, escandaloso y solitario a la vez, vaga sin saber. Hilo de agua, tenue y vivaz entre las montañas, horadando las piedras.
El poeta, una vejez y su vértigo. Una juventud y su decadencia. Siempre un punto fijo, una detención sublime, para que el mundo gire por un instante, enloquecido, a su alrededor. El poeta añora la libertad.
Hay días en que quiere morir. El brutal encadenamiento sólo le permite, pequeños y, por qué no decirlo, reglamentados movimientos. Entre la poesía, diosa indiscutible, o bien, serpiente única capaz de ahogar mil páginas en un verso. Metáfora ardiente de todo lo vivido. Y el límite que impone lo social; sumergirse, entre las máquinas y sus desperdicios.
Hombres de plástico. Gobernantes perversos. Niños asesinados a patadas antes de nacer. Pequeños navíos de la alegría, hundidos antes de zarpar. Y sumergirse, en toda la inmundicia que transcurre en las cloacas y, también, en los blancos hospitales, en los dormitorios mejor arreglados, y en el lento transcurrir de las horas.
En la serena tarde donde un crimen se hace pedazos contra el sol. En los baños, en los baños públicos donde el olor es lo que finalmente mata, o bien, en los baños de las iglesias donde la purificación cobra sus víctimas.
Y las inmundicias transcurren sobre todas las cosas humanas.
Y el poeta transcurre sobre todas las inmundicias. Pequeño niño dicelotodo, transcurre entre la mierda sublime de los grandes dioses, o bien, tenues cagaditas de algún ave de paso.
Y lo social, decíamos, y el contenido arrasando con las formas. Y las formas deteniendo en su precisión, en su perfecto mecanismo de relojería, los gritos deformes del hombre.
Meter en una jaula su propio corazón desesperado. Fijar, como se fijan después de muertos, los órganos podridos. Silenciar, para siempre, las inquietantes imprecisiones del amor.
El amor, alegría y blasfemias, pequeños dioses impotentes, luchando vanamente contra demonios, siempre invencibles, cuando se trata del amor.
Fuego y luz.
Apocalípticos demonios de la sangre, donde la palabra pierde su poderío.
Demonios enloquecidos por el hambre, devoran, pequeños dioses preocupados en cuidar las formas.
Y todo es estallido, cuando la magia nos acompaña hasta los confines del miedo.
Bajo el sol, contra el sol, o bien, un sol saliendo de mi pecho, o multicolores soles acuáticos y jóvenes y arrogantes soles, precisamente a causa de esa juventud.
Y un sol, pequeño y fulgurante entre mis labios. Incendio. Luz. Fuego entre los fuegos. Vertiente incontenible de calor.
Cien mil grados, derritiendo a los pequeños dioses de la moral.
En mi cuerpo, fríos metales caen. Heladas nocturnas detienen por un instante, su filo mortal.
El silencio se parte y los espejos, no pueden reflejar tanta luz.
Desierto y sed, y los últimos barrotes de la cárcel -tu propia mirada-, ceden, frente a lo que ya no se puede nombrar: ha pasado el amor.
Yo también soy un hombre. Dejo que el resto lo vaya produciendo, una infinita conversación entre todos.
Blancos y corpulentos caballos, sobre verdes praderas, corriendo alegremente, casi sin darse cuenta, contra el viento.
Nunca un ser humano me hizo verdaderamente mal. Estoy agradecido. Estoy contento.
Soy, un perfecto idiota entre la espesa niebla.
Mis ideas, ya no necesitan, ni siquiera de mí.


MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”



jueves, 22 de octubre de 2009

LA CARNE NO EXISTE Y SIN EMBARGO YO PREFERIRÍA QUE SE GARCHARA MÁS


27 de noviembre de 1977, Madrid



Querido:

Estoy mal,
y mientras estoy mal,
escucho tangos.
El tango me hace bien,
es una manera de vivir.
Cuando uno es médico,
todo termina,
todo tiene fin.
Los pacientes,
tarde o temprano mueren o se van de alta.
Nadie puede con el producto de su propio trabajo,
el psicoanalista tampoco.
De lo único que nos podemos apropiar en esta sociedad,
es del producto del trabajo de los otros.
La sociedad ofrece para calmar los nervios,
ser burgués.
Decir,
debemos decir basta.
Nadie ha de morir.
Crecer,
esta vez tendrá que crecer todo el mundo.
Yo también.
De lo individual a lo social hay solo un paso,
transformarse de animales en hombres,
hagamos la prueba.
Yo también quiero confesarme:
Tengo visiones.
La carne no existe,
y sin embargo,
yo preferiría que se garchara más.

El ser, es para el significante,
estamos de acuerdo,
pero pretender que los niños hablen antes de cumplir un año,
y que se separen de la famosa madre fálica,
exactamente,
a los seis meses y un día,
me parece,
una exageración del método.
Que el psicoanálisis sea interminable, me parece casi correcto,
lo que no me parece, es que de esto se desprenda,
la inmortalidad de los pacientes.

MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”

viernes, 16 de octubre de 2009

Miguel Oscar Menassa. Obra Poética Casitotal [1961-2011]


LA CIUDAD SE CANSA, 1.963





NOSOTROS DOS ÉRAMOS TODO EL MAR

En verdad jugábamos
en el mar
en la tierra
algunos días en nosotros
Eran necesidades innegables
las playas
la gente desnudándose detrás de las carpas
anticipándonos una extraña piel
más suave que el delirio de la tierra
o el presentimiento de un país libre.

El baile de arena comenzaba

los hombres corrían alegremente
sobre el mar
dejando las caricias de sus risas
en tu cuerpo
en la extraña sumisión de las olas
frente a tus pies
en el atlántico de tus ojos
que luego compartíamos
entre piedras lisas

cayendo de cualquier manera a la noche
a todos los hombres
que habían jugado por tu vida
con el amor
con la juventud de la tierra
con la severidad del mar.


ALGUNAS DE ELLAS

Ellas de vestirán livianamente para apurar la tarde
se despeinarán
encenderán cigarrillos en nuestra pieza
leerán por primera o segunda vez
nuestro nombre impreso en papel ilustración
Se quedarán esa tarde y la siguiente
hasta que tengamos que salir como las putas
a la calle
a cambiar de pensión y de familia.


TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE
I

El campo siega los corazones jóvenes
y éstos ya no se parecen a las garzas
o a los patos volviendo de la laguna
mojados y despreocupados del frío de la tarde.

Tú eras libre y pequeña en la provincia
antes de la ciudad
solías descorrer las tranqueras
que detenían las ovejas
para verlas trotar
por los callejones de tierra.
Solías aprovechar tu día
viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos

Las manzanas por detrás de la casa.
La ciudad es melancólica y familiar
pero en el campo de mi corazón
ríes y saltas por entre los tabiques
hasta reventar de alegría.
Morir en la sangre de mi corazón.

He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi
[juventud
deteniendo y deteniendo
el hilo de tu virginidad.
He corrido como los caballos de tu infancia
que te excitaban y temías
para llegar un poco antes
en el mismo momento al límite de la noche
por no haber creído
en el crecimiento de las flores de tu pueblo.

Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
para convencerte de la soledad de los hombres
Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
para vencer tus años de padre y madre
venidos de un país extranjero o de la provincia.

Hemos estado juntos en la ciudad
tan cerca de mi oficio como de la maldad
tan cerca de mi oficio como del amor
y sin embargo ahora
adiós querido mío estoy cansada
te descubro
me ahogan la habitaciones de tu casa
debajo de las casas
y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
que turba o desborda la soledad.
Me ahogan tus diálogos con el viento
y las conversaciones desenfadadas y violentas.


TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE

II

El musgo crecía en las piedras
de la orilla del río de tu pueblo
y el deseo en tu corazón.

Tus piernas te acercaban a la seriedad
y en las tardes de silencio y excitación al río.
Las primeras aguas en llegar a las piedras
también llegaban a tus muslos desnudos
humedeciendo y alegrando
tus maneras del ocio y la ternura.

Las pensiones de la ciudad no son el río
Las mujeres se duermen y se levantan solas
y cuentan o cantan su soledad a la noche
y a los carteles luminosos.
Amada, aquí no hay río que alegre y humedezca tu piel
Aquí en la soledad y el tiempo del invierno
el humo y el olor de los hombres
cubre y desgarra las pieles de las niñas.

Y tú mi amada casi nunca demasiado estupenda y ágil
cubierta y desgarrada por mí
en el comienzo de las frutillas y el verano
no puedes entenderlo.
Entonces mi querido me ahoga tu calor
el poderoso cielo de tus caminos interminables
me ahoga el vagabundo
que nos perteneció de rabia y júbilo en la ciudad
el mismo que gime o ruge cuando se queda solo.


TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE
III

Cuando vuelvas por el camino de la tierra
no detendrás tu mano ni ninguna palabra
me recordarás simplemente tendido y esperando
que el viento y la lluvia
mojen o enfríen
ay, tu quieto, tu terco corazón.

No volverás florida
ni empecinadamente revueltos los vestidos
ni nada de alegría
en tu cuerpo de haber estado antes en la ciudad
y antes todavía en el campo.

Mi amada, en esta realidad puñados de oro
saltan y golpean para que el río vuelva.
la soledad no vuelve o no es la misma.

El río no vuelve.

El amor puede quedarse dormido entre las sábanas
o las escaleras del puerto
donde los rufianes con sus amigos y los pescadores
lentamente silban su dolor
porque no viene nadie.

Amada, aquí no hay río que humedezca y alegre tu piel
Aquí la soledad.


UNO DE ELLOS

Todos lo habían visto alguna vez
fumar un cigarrillo
cruzar sus piernas
caer sobre alguna mujer
Hacerse el odio y la violencia para sí.

Caminaba siempre
muy cerca de la tierra.
El comienzo de cualquier estación
y las primeras flores de noviembre
eran su regocijo y su calma.

Lo conocí en el viejo terraplén
ojos de soledad
boca de pobre
hablaba de sus sueños.


PENSAMIENTOS DEL POETA

El hombre libre
no muerde no acaricia
la soledad de los bondadosos

Vuelven los buenos tiempos
ciudad de Dios maldita Buenos Aires
Mujer
Hembra sin cuento
regresa también por el verano
día de fin de año
y este pecho agrandado como el amor
te esperan.

No recuerdo tus ojos perdidos

El calor me ahoga en esta amada tierra

No doy no pido ventajas a tu corazón
desataré mis manos
te esperaré
alondra vida
alondra viento de verano

Esta soledad reventará de vieja.