miércoles, 11 de febrero de 2009

POESÍA. "A veces, ella abría las compuertas del odio" del libro LA MUJER Y YO de Miguel Oscar Menassa

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A veces, ella abría las compuertas del odio
y de su boca,
como si fuera la cloaca mayor de la ciudad,
salían toneladas de mierda que caían,
inexorablemente, sobre todo el mundo.

Llamaba piojosa a la única amiga que amaba,
le decía impotente al hombre con el cual
hacía el amor, apasionada, todos los días
y miserable al hombre que la mantenía.
Después, descuartizaba en pedazos pequeños,
desde el Presidente de Gobierno y su mujer,
hasta el camarero del mesón de la esquina
y de los hombres decía, llena de amor por ellos:
Los hombres siguen siendo, hoy día,
tan machistas como el siglo anterior
y, ahora, además, el siglo XX, los hizo,
a casi todos, un poco maricones.

Y miraba con firmeza a quien estuviera a su lado
y le decía:
No me vengas, ahora, con que Freud
lo hubiera hecho mejor que yo,
porque Freud está muerto
y me miraba con intensidad y desprecio
como si yo fuera el amante de la muerte.

Detente, le dije un día, detente
o te daré una patada en el coño
que te dejaré seca, ahí, para siempre.

¿A mí, me vas a pegar, a mí?
A mí, marica, no me pegó ningún hombre.

Se nota, dije casi sin decir,
y me senté en el borde de la cama
y me quedé quieto pensando la frase,
maravillosa y siniestra,
que me permitiera pegarle.

Y ella, al grito de muerte al traidor,
como si lo que pasaba fueran los celos,
se abalanzó con rabia y fuerza
contra las ideas que nos permitían vivir
y dijo, con todo el odio acumulado en 100 años:
A mí, no serás tú el que me haga una mujer,
yo necesito un macho que tú nunca serás
y me pegó dos cachetadas como si yo
fuera, exactamente, un niño y, ahí,
fue cuando se hizo la frase:
Ningún hombre te ha pegado nunca
pero yo soy un marica, y, ahí mismo,
le acomodé un derechazo en la mandíbula
y le partí la cara en dos pedazos desiguales
y luego con la izquierda le rompí el hígado.
Cuando la vi cayendo y no podía
alcanzarla con mis puños, le di
cuatro o cinco patadas en el culo
y luego le pisé la cabeza.

Al otro día, los dos en el hospital,
yo con un ataque de depresión,
seguramente, por la culpa inconsciente
por haberle pegado y, después,
en el suelo, cuando ella estaba toda rota
hicimos el amor al estilo clásico.
Y ella, toda vendada y entablillada,
por un agujerito que le quedaba sano
al costado de la boca enrojecida
pudo decirme: Hoy te amo,
ayer estuve con un macho verdadero.
Yo me sonrojé frente a la enfermera
y, como no deseaba pasar
el resto de mi vida en la cárcel,
esa misma mañana comencé
un tratamiento psicoanalítico.



Letra: Miguel Oscar Menassa. Música: Fernando Samalea
Cámara y montaje: Tomás Colombo



lunes, 9 de febrero de 2009

POESIA, COMO ELEFANTE TRISTE QUE NO VERAN MORIR, Miguel Oscar Menassa

AYER FUI A UNA FIESTA ME HICIERON RECITAR Y LUEGO ME ENVIARON ESTO POR CORREO Y BUENO QUIERO COMPARTIR


COMO ELEFANTE TRISTE


Deseo hacer el amor en pleno verano,
como en mi tierra hacían los sin-tierra,
se reclamaban los unos a los otros
y ya no había amor.

Hacer el amor, me digo, con determinación,
con cierta alevosía,
como les pasaba a las mujeres de mi pueblo,
con sus amores únicos.

Hacer el amor hasta romper
el equilibrio que me permite amar.

Como las flores que agonizan,
quemadas, rotas,
por el mismo sol que les dio vida.

Ahora, en esta lenta mañana de verano,
quiero que el viento produzca,
ese sonido, agudo y desgarrado,
del amor sin barreras.

Como hacen el amor las mariposas,
donde gusano y alas,
se juntan para morir.

Hoy quisiera practicar el amor bestial.

Como los cerdos hacen y las gaviotas,
y los vampiros quietos y las vacas.

Hembra y macho, animales en celo,
sin palabras.

Y un día dije:
hoy quiero amar todo lo que pasó.
Y mi vida se llenó de muertos.
Confieso haber sido como ellos,
llegué a gozar sentado en una silla,
quieto, sin alma, esperando un verso.

Y, después, me gustaría amar,
de país a país, de océano a montaña
y dejarme caer como los soldados
que mueren abrazados al arma que los mata.

Tengo que amar, me digo, tengo que amar.
Como aman los jóvenes en primavera,
sin importarles nada, burlándose del mundo.

Me gustaría, porqué no, hacer el amor
tendiéndome en un verso,
como las letras,
las palabras hacen
y me pongo celoso
porque no puedo tanto
y lloro como una mujer,
lo que defendiendo como hombre
no sirvió para nada.

Amar, hoy me dejaría amar.
Sería el hombre muerto-vivo,
que la mujer desea.

Quedarme quieto, digo,
atarme, sin más, al porvenir.

Besar la boca que besa el universo
y apagar la luz.

Hoy es una tarde calurosa
de verano en Europa.

Y quien se lo imaginara
no hubiera podido nunca
imaginarlo así:

Sentado y escribiendo,
haciendo el amor en las cloacas de mi ciudad.

Conociendo a fondo la vida cotidiana.

“Amor y odio se parecen”
amor y odio se parecen,
gritaba el condenado
y se abrazaba
con ardor a sus propias palabras
y amaba
todo lo que no podía ser y caía,
se dejaba caer sobre su cuerpo.

Así quisiera amar, así quisiera.

Con el alma partida de soledad,
sin que nadie me vea llorar por lo perdido,
como elefante triste que no verán morir.

lunes, 2 de febrero de 2009

PRIMERO LOS CRÍTICOS, DESPUÉS LA DISTRIBUIDORA Y AHORA LA ACADEMIA DE CINE

LA ACADEMIA DE CINE LE LLAMA ERROR ADMINISTRATIVO A UNA INJUSTICIA
“El negocio del cine es macabro, grotesco: es una mezcla de partido de fútbol y burdel.”
Federico Fellini.
“En este negocio, la gente olvida que hacer cine es un arte.”
Tim Burton.
“El negocio del espectáculo es un negocio, si no se llamaría el espectáculo del espectáculo.”
Woody Allen.
A pesar de haber sido ampliamente advertidos por los grandes, algunos seguimos empeñados en encontrarle el lado bueno a ese asunto con cine. Empeñados en esquivar la omnipresencia unidireccional (el beneficio es siempre para los mismos) de la palabra “negocio”, en hallar el más mínimo resquicio por donde colarnos a lo que de “arte” quede en el cine. Y empeñados, también, en sentido económico y literal, ya que las ayudas o subvenciones del estado están, si no pactadas, al menos “orientadas” de antemano.
Y así nos va, cada día descubriendo nuevos y feroces monstruos en lo que, hasta ahora, creíamos simples molinos de viento. El último ha sido un “pequeño” fallo administrativo por parte de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas Españolas.
Después de haber conseguido, no sin dificultades, formar parte de la lista de películas que competirán este año por los Goya, con Mi Única Familia, fuimos excluidos de un plumazo por esta Institución, que directamente ignoró, perdió o censuró nuestra solicitud para recibir las direcciones de los académicos y enviarles el film antes de su votación (es un derecho de toda productora que presente película a los premios).
Es de lógica que, si no conocen una película, no pueden votarla, con lo cual fuimos excluidos radicalmente de la competición. Y no es que confiáramos en ganar, confiábamos en tener las mismas oportunidades que los demás. Pero, claro, como ya nos habían advertido, esto es incompatible con el negocio.
Carmen Salamanca
Directora de Producción