lunes, 31 de mayo de 2010

Llegar, querida, llegar

Estoy llegando, como siempre, gota a gota,
a fin de mes, amor, enajenado, sordo, quieto.
Con tres peniques me siento Dylan Thomas
y diecisiete florines hacen que sea Freud.

A fin de mes, mi amor, para llegar, pruebo volando.
Me juego dos quinielas, recuerdo dos poetas, amor,
y beso la cúspide de mi esperanza de volar cuando,
en silencio, entre versos, le pido a Dios: Piedad.

Alas, Dios, para llegar hasta mi amada a fin de mes.
Pequeñas alas muertas, cielos de luz para mi mente.
Alma, un poco de alma, Dios, para llegar a fin de mes.

Después pasan las horas y arañando un sentido,
llego hasta tus senos, amor, a fin de mes. Loco,
embrujado, alegre, enamorado por llegar.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

domingo, 30 de mayo de 2010

VIGÉSIMO PRIMER DEMONIO O DEMONIO DE LA MUERTE

Tengo para entregarte mis endemoniadas pasiones
mi carne joven quemada por el viento
para nombrarte reservo por si acaso
mis palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978 (2ª edición 2007)

jueves, 27 de mayo de 2010

EL VERDADERO VIAJE


¡Cuidado! ¡Cuidado!
estamos a punto de naufragar.

Os habéis creído,
que en transatlántico poderoso navegábamos
y sin embargo os digo:
mi vida
es una pequeña balsa enamorada.

Veo surgir entre las sombras
una luz que nadie apagará.
Formada de versos y perfumes
como vientos insondables
como una catarata de carne
abandonada
que por fin
encuentra su reinado.

Reinado de nubes
de antiguas fragancias
y de fragancias inconcebibles.
Pequeñas balsas enamoradas
siempre a punto de naufragar.

Por ahora
toda pasión será remar
hasta alcanzar el poema
en ese movimiento.

Remad hasta quedar sin fuerzas y, ahí,
comprenderéis el motivo de mi pasión.

Iremos por los más bellos ríos
y con el tiempo
nos animaremos a los grandes océanos
a la belleza de las borrascas en el mar
y siempre iremos temerosos de desaparecer,
pequeños, en esa inmensidad que nos rodea.

Saber nadar o ser grandiosos
no servirá de nada
para llegar
tendremos que mantener
la balsa a flote
y nosotros mantenernos
encima de la balsa.
Eso
todo el misterio.

Un día la balsa se partirá
en mil fragmentos
y cada uno
tendrá que aprender
a sostenerse en pequeños maderos.

Si es posible el poema es posible la vida.

Remad
agonizad remando
hasta sentir que solo
es imposible.
Quedad sin fuerzas.
Mirad cómo otros reman
y yo mismo remo
con las manos
ensangrentadas por el esfuerzo
sin descansar
hasta encontrar en ese movimiento
el poema.

Y cada uno tendrá su pequeña balsa
enamorada.
Dueño de su vida y de su muerte
puede tenderse en la balsa
para siempre
no remar más
y dejar que las aguas
lo lleven por doquier.

Y algún otro remando
desesperadamente
al verlo
escribirá un poema.

Remar en cualquier dirección tampoco sirve.

La tierra que promete
la poesía
siempre es la misma.
Se llega o no se llega.
Ella necesita reyes
centauros
sólo se deja sembrar
por revolucionarios y fanáticos
por hombres que en su tierra
construyen su casa y su familia
sus grandes ilusiones.

El que repita lo hecho jamás la encontrará.

Remad
para llegar a esa tierra
como nadie ha remado
y os serán ofrecidos
a vuestra llegada
manjares que no fueron
ofrecidos a nadie.

Y en las noches de desilusión
cuando nada es posible
en esa oscuridad
pedid a los mayores
que os cuenten
de los grandes navegantes
sus antiguas hazañas
en pequeños barquitos de papel.

Cada trecho recorrido
tendrá sus peligros.
Nada será fácil para el poeta.

Vendrá el amor y habrá que enamorarse

hasta sentir que la carne
temblando es un poema.
Y así llegará
la inolvidable noche
donde por un instante
esa pasión será la poesía.

Frente a la duda no dejar de remar.

Tomar en nuestros brazos,
fortalecidos como garras
por la crueldad del ejercicio,
a la persona amada
y seguir remando
si es necesario con los dientes.
Con el tiempo ella, también,
hará ejercicio con nosotros.

Después de a dos, de a tres,
de a todos,
rota la inmensidad de lo único
vendrá la muerte.
y no valdrá ninguna valentía
porque ella se jacta
de haber matado
a todos los valientes
en el primer encuentro.
Y tampoco valdrá ninguna cobardía
porque ella mata todo lo que huye.

Para encontrarse con la muerte
se necesita
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente
eso enseña el amor.

Cuando ella se acerque
y venga por nosotros
con su mirada inmensa
como ella misma es inmensa,
dejarla acercar
hasta que escuche
nuestra respiración
entrecortada por el encuentro.
Y ella enternecida
como es su costumbre
nos tenderá la mano
para que acompañemos
a vuestra majestad
al inmutable
reino del silencio.

Ahí
cuando entregarse
es lo más fácil
mirarla
en los ojos
la inmensidad
que le pertenece
y decirle entre dientes:
Amada muerte
mi enamorada
escribiré tu nombre
en todas las paredes
besaré
sin temor tus labios
como nunca
ningún hombre lo ha hecho
y te amaré verás
entre la sangre,
en las grandes catástrofes
y también te amaré
cuando un blanco capullo
reine en tu corazón.

La gran emoción
que recorre su manto negro
por encontrarse en un poema
hace de la muerte una mujer.
Ella también terminará remando
tranquilamente hasta la orilla
y compartirá mi pan y mis amores
y volará por las noches
para cobijar en su seno,
a los que ya dejaron de remar
y volverá
para encontrarse conmigo
y contarme sus hazañas.

Como si cada vez
fuera la primera
volveré a respirar
como respiran los atletas
y por haberlo aprendido de ella
la miraré enternecido y le diré:

Mi muerte enamorada
y ella
será feliz.

Después hay que seguir remando.

Ya nos preguntarán
y nosotros diremos:
hemos estado con el amor
y hemos estado, también,
con la muerte.
Al principio no nos creerán
dirán que para el hombre
es imposible.
Nos pedirán pruebas,
nosotros les mostraremos
como si fuera el cielo
algunos poemas
y conseguiremos con ese gesto
que llegue hasta nosotros
el tiempo de la burla.

Grandes embarcaciones que nada buscan
porque creen tener
pasarán una y otra vez a nuestro lado
tratando de hundir con sus juegos
nuestra pequeña balsa enamorada.

Nos llamarán
desde sus lujosas embarcaciones,
con los nombres .
con los que se nombran los desperdicios.
Poetas. Locos. Asesinos.
Y en la algarabía estúpida de sus juegos
todo será posible.
Nos tirarán algunas piedras
y se dirán
nada los ofende y enfurecidos.
nos gritarán:
Pelead ¡cobardes! defendeos.

Y después de mil veces y otras mil
con los ojos desorbitados
por el cansancio
y también por la sorpresa de ver
nuestra pequeña balsa enamorada
siguiendo su camino
y nosotros, tranquilamente,
sobre ella remando.

Después de haber atravesado
ilesos el camino de la burla
vendrá os aseguro
el tiempo del oro.

Aburridos de sus propias risas
querrán jugar a nuestro juego.
¿Cuánto cuesta esa madera
a punto de pudrirse
que usáis de embarcación?
y ¿cuánto vuestra vida?
¿Cuánto esas viejas cartas
de navegación
y cuánto esos poemas?

Cuestan, señor,
lo que le cuesta a un hombre,
dejar de pertenecerse
y entregarse al poema.

¿Cuánto dinero cuesta eso?

Todo y ninguno
tal vez su propia vida.

¿Cuánto dinero cuesta
mi vida entonces?

Todo y ninguno.
Su vida son palabras
como todas las vidas
y eso, tengo entendido,
vale nada.

Y ¿cuánto dinero cuesta pensar así?

Todo y ninguno.
Más bien hay que sumergirse
remar y no esperar nada.

Eso cuesta.
Sumergirse y no esperar nada
en las tinieblas,
hacia otra oscuridad mayor
el poema.

Una vez enamorados
el amor y la muerte
y rechazados el oro
y la burla por impuros
vendrá y de ninguna parte
porque ella
vivió siempre en nosotros
la locura.

El peor de todos los estrechos.
Surge imprevista,
por ser ley de su destino
la sorpresa
y no viene por ninguna pelea
porque trae el deseo
de trabar amistad con el poeta.

Y cuando llega
nos dice entre susurros
que su mundo
y el mundo de la poesía
son el mismo mundo.

Frente a la duda hay que seguir remando.

Informe se deja moldear
por nuestras palabras
y al tiempo ella también
tiene su grandeza.

Yo soy del amor, nos dice,
ese desenfreno
y la pasión
eterna de la muerte.

Tengo por costumbre
despreciar el oro
y sin embargo
las ansias por matar
que generan sus leyes
están intoxicadas de locura.

Ahí, ella y la poesía se parecen.

A instantes de juntarse
en nuestra mirada,
como si fuesen una sola cosa
la poesía, vieja loba de mar,
rema un trecho con nosotros
para mostrarnos
que la locura desde que llegó
permanece en el mismo rincón
de la pequeña balsa,
sin remar
recordando todo el tiempo
su pasado.

Contentos
de haber comprendido
la diferencia
encerramos a la locura
en un poema
y seguimos remando
hasta que un día
convencidos de su torpeza
para la navegación
se la entregamos
al amor ya la muerte
para que la locura
aprenda a volar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

miércoles, 26 de mayo de 2010

12 de agosto de 1977

El hombre va siendo eso que dice ser, y es verdad, con el tiempo.

El hombre va siendo eso que dice ser, y con el tiempo, es verdad.


Miguel Oscar Menassa
De "El oficio de morir -diario de un psicoanalista-", 1983

martes, 25 de mayo de 2010

ATENAS


Atenas era la muchacha
que tenía un país entero en los ojos.

Los peces la remolcaron hasta más allá
de las cañas altas
y ella comenzó a sentirse sola
antes que sus ojos fuesen color país.

Solía caminar desnuda por el cielo
y decirle a Dios
que la corriese
que la mirase

Ella y los cuentos se parecían.

Cuento:
nació en el puerto
entre maderas de amor
golpeadas por hombres sucios
y una canción de golosinas.

Ella:
un día era rubia
luego nació su corazón
y los hombres le compraron juguetes.

A veces
se atrevía
hablaba de su padre.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o cómo desesperar a los ejecutivos", 1966

lunes, 24 de mayo de 2010

Quiero ser, querida, ser


Quiero ser un mundo entre tus manos,
bestial palabra unida a otra palabra,
en la mitad, precisa, de algún verso.

Quiero el halago negro de tus ojos. Tus soles,
tu pelo ensortijado flotando entre mis piernas,
labios abiertos por mis ojos sorprendidos de luz.

Caverna enaltecida por mi viejo deseo de morir,
quiero verte cantando tus dudas en mi vientre,
quiero verte, desesperada. loca, en mi sonrisa.

Así, sin tanta alternativa de libertad,
una vez para siempre, de forma natural,
quiero tu voz
tendida en mi palabra,
tu palabra en mi boca,
el hilo de mi voz en tus entrañas.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

sábado, 22 de mayo de 2010

LA POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA


1
Vivir acompañado
no es un consejo
es la única manera de vivir
y aprovecho el decir
para dejar en vuestra inteligencia
la enseñanza más bella:
La poesía no se enamora nunca

2
La poesía no se enamora nunca
mas sin embargo tiene como amantes
a todo aquello que aumente su belleza
su valentía, su fuerza, su poder.

3
Hombre o madera no le importa,
el hombre debe ser ejemplo o novedad
y la madera además de ser bella y delicada
debe servir para la cuna o bien el ataúd.

4
Mujer o ciencia no le importa,
la mujer debe ser ejemplo de libertad
y la ciencia además de compleja y exacta
debe poder amar el mundo, transformarlo.

5
Niño o maestro, nada preguntará,
el niño debe ser ejemplo de crecimiento
y el maestro, más allá,
de enseñar a leer y escribir,
un día deberá,
detener su propio crecimiento
para que en el mundo
un niño se haga hombre.

6
Flor o diadema, todo lo sabrá,
la flor ha de ser bella y siempre morirá
y la diadema además de brillar siempre
aprenderá a apagarse cuando muera la flor.

7
Elefante taciturno
o
caballos desesperados.
La poesía tiene sus cementerios y,
también, sus praderas infinitas
pero el elefante tendrá que aprender
a no dejarse doblegar por la muerte
y al morir
tendrá que estar acompañado.
Y los caballos podrán volar
y amar si quieren
pero han de ser siempre caballos
que saben apreciar las diferencias
entre galope y desenfreno
trote y sometimiento
y al detenerse el caballo en un poema
todo el mundo querrá verlo volar
y si el poema
fue escrito por un hombre,
caballo volará y al detenerse
algo en el mundo se detendrá
y habrá un verso que nadie escribirá
un doble espacio
lleno de caballos al trote,
galopando,
detenidos,
volando arrebatados.

8
Y para que las enseñanzas no queden en el aire,
nuevas reencarnaciones furiosas de la lengua,
os digo como final que es un comienzo:
alcanzar mis versos es tarea posible para ustedes,
pero alcanzar vuestros versos será
imposible para mí.
Hay un verso de alguno de vosotros
que será mi epitafio y ese verso,
quiero hacerles saber, es para mí,
insuperable.

Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo", 2007

viernes, 21 de mayo de 2010

DAME TU PAN


Dame tu pan y mi alegría
era ser tu pan.
Dame tu leche y mi alegría
era darte mi leche.
Dame tu carne y mi alegría
era darte mi cuerpo.
Dame tu sangre
y tuvimos hijos.
Dame tu pensamiento
y te pensaba.
Dame tu alma
y yo te contaba mis sueños.
Dame tu pan
tu libertad
tu pensamiento
y yo te dedicaba poesías.

Dame tu leche amor
dame tu leche y mi alegría
era darte mi carne y mi sangre
y te contaba mis sueños.

Dame tu placer
y yo te pedía tu libertad.
Dame mi libertad y yo
te preguntaba por el placer.

Dame tu ser tu propio ser
el verdadero y yo
me puse en cuatro patas.
Dame tu yo
ese que no te sirve para nada.
Entonces yo te dije
amor mío
devuélvemelo todo
yo no puedo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

jueves, 20 de mayo de 2010

COMENCÉ A DARME CUENTA


Comencé a darme cuenta de que no era libre.
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.


Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.


Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.


Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.


Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.


Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.


Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.


Nadie podía ver más allá de su amor.


Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.


Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.


Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.


Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.


Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

lunes, 17 de mayo de 2010

CANTO DÉCIMO


Antes de morir,
es preciso,
enfermar del todo.
Conocer el último mal.

Tener hijos,
trabajo,
ideales,
algo porque luchar.
Una fiebre intensa en el estómago,
contra todo.
Después,
morir tranquilamente.
Conocer el mal a fondo, dejarnos sorprender por el amanecer,
por una rabia,
de los sentidos,
contra la pulcritud.
Conocer,
bien amada,
quiero conocer,
la virtud del mal.
La furibunda corona de rosas embalsamadas
y la pálida,
nostálgica puta,
imperdonable,
loca de amor.

No temas,
los asesinos,
siempre que hablamos,
hablamos del pasado.
Ocurrir,
ocurrió,
fue
en tu propia mirada.
Ella y el
agonizaron en mis brazos
y vos,
eras feliz.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

domingo, 16 de mayo de 2010

ESTOY EN EL ABISMO


Estoy en el abismo de las horas quietas.
Mi dolor no figura, aún, en los libros.
Todo se empequeñece cuando no estás
ajena y vagabunda de oscuridad lejana.

¿Qué harás sin mí?

Vuelva
le prometo señora
un universo de cristal y nubes.

Magníficas brujas quemándose cada noche
para que usted pueda contarme su futuro.
Y en esa locura, nuestra tierna locura
nunca le diré que usted también morirá.
Nunca se lo diré.

Toda sed en mí,
amada,
es el paso perplejo
tembloroso del amor.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 14 de mayo de 2010

Nacimiento del poeta

X

Pretendía caminar, tranquilamente, por la vida

y no fue posible.
Desde el rostro sangrante de la nada,
escribo este poema.

Dolorosamente recuerdo,
mis años juveniles,
donde decir, era alcanzar,
con la palabra, el cielo.

Decir,
para que nada quede de lo dicho,
también, es un destino.
Sangro y lo digo.
Me duele y lo digo.
Recuerdo a mi madre y al decirlo
entre sus brazos me recuerdo.

En libertad arriesgo todo lo que tengo,
para llegar a ser este temblor,
acacia dormida en hondo mar,
hoja tenue y sencilla, al viento,
en el otoño,
pequeño sol.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

jueves, 13 de mayo de 2010

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE


I

El campo siega los corazones jóvenes
y éstos ya no se parecen a las garzas
o a los patos volviendo de la laguna
mojados y despreocupados del frío de la tarde.

Tú eras libre y pequeña en la provincia
antes de la ciudad
solías descorrer las tranqueras
que detenían las ovejas
para verlas trotar
por los callejones de tierra.
Solías aprovechar tu día
viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos

Las manzanas por detrás de la casa.
La ciudad es melancólica y familiar
pero en el campo de mi corazón
ríes y saltas por entre los tabiques
hasta reventar de alegría.
Morir en la sangre de mi corazón.

He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi
[juventud
deteniendo y deteniendo
el hilo de tu virginidad.
He corrido como los caballos de tu infancia
que te excitaban y temías
para llegar un poco antes
en el mismo momento al límite de la noche
por no haber creído
en el crecimiento de las flores de tu pueblo.

Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
para convencerte de la soledad de los hombres
Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
para vencer tus años de padre y madre
venidos de un país extranjero o de la provincia.

Hemos estado juntos en la ciudad
tan cerca de mi oficio como de la maldad
tan cerca de mi oficio como del amor
y sin embargo ahora
adiós querido mío estoy cansada
te descubro
me ahogan las habitaciones de tu casa
debajo de las casas
y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
que turba o desborda la soledad.
Me ahogan tus diálogos con el viento
y las conversaciones desenfadadas y violentas.


Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa", 1963

miércoles, 12 de mayo de 2010

Amor perdido. Buenos Aires

III

Una voz, terca, por la radio lo dijo claramente.
Hoy si quieres ver lo nunca visto, sal a la calle.
Si quieres oír lo que, todavía, no fue, sal a la calle.
Sin rencores, sin armas, a defender lo que no existe.

Si quieres ver un pueblo que ya ni los filósofos esperan,
si quieres ver la humanidad en cataratas desplegada, ver,
como blanca paloma y negro buitre se unen en un grito,
contra fuego pasado que amenaza con destruir el bosque.

Si quieres ver, oír, temblar la voz de un pueblo,
sal a la calle mar, únete a esos ruidos imposibles.
Amor, justicia, pan para todos, hermosa libertad.

Sal a la calle y no dejes de gritar con los gritos.
Sal a la calle, extiende tus manos en la multitud.
Hoy habrá sido un pueblo viviendo una canción.


Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

martes, 11 de mayo de 2010

CANTO NOVENO


Preocupado,
sigo preocupado,
por el bienestar general

El cielo,
una atmósfera de litio enrarecida,
un canto de mal agüero
sobre la tibia llanura del pasado.

Ella y su rostro,
ahora,
contra el cielo.
Empobreciendo el sentido del universo,
acortando las distancias,
para saltar,
la muralla infranqueable.
Ella,
quiere cometer su pecado,
tener,
su crimen propio.
El nombre de su padre,
no le alcanza,
desea para ella,
junto a nosotros,
un porvenir,
ardiente,
ardiente y loco
y mortal-porvenir..
Se trata,
de la historia de siempre,
una historia de hambre.
Un,
quiero más,
infinito.
Un permanente y rebuscado dolor.

Me dejó de querer
por una tontería,
a causa,
de un arrebato de mi inteligencia
una mordaz inspiración.

Miguel Oscar Menassa
"Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

lunes, 10 de mayo de 2010

SOY ESE SOLDADO


Soy ese soldado que estabas esperando,

no tengo rumbo ni pasado, poesía,

estoy aquí, contigo, para siempre.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

domingo, 9 de mayo de 2010

EN UNA SOCIEDAD JUSTA, EL TRABAJO ES UN DON


1

Y éste es el verso donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:

En una sociedad justa, el trabajo es un don:

una alegría, un bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas
navegar por la mares sin conocer el mar.
Del árbol
estupefacto de sorpresa ante el hombre
pudo el trabajo arrancar una silla
y de la piedra las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida.


2

Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar, las asperezas de la muerte.

Y si alguien os preguntara, para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
para nada, trabajamos para vivir la vida
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte
hicimos un trabajo y escribimos un verso.


Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo", 2007

sábado, 8 de mayo de 2010

YO PECADOR I


Me seducen los aros y los colgantes coloridos
las piedras coloradas y los rubíes
y las sencillas violetas en el rincón del patio.
De las vidrieras me atrapan los tonos amarillos
el sol contra la puerta cancel
y el color ocre de la galería en Chiclana.

Hierro forjado a mano por suaves forjadores
en el estilo imperial de la muralla china
hacia el oeste se extendía solemne el patio de mi casa
y hacia el misterio de la calle, el precipicio.
Después del precipicio la plazoleta verde
lejana inalcanzable
como la tierra prometida.
A mí
cuando pequeño
me separaba de la calle una escalera
una escalera blanca
con dos barandas verdes de cedro a los costados.

La idea fija era volar
una tarde, verano en Buenos Aires
el patio era un desierto.

Sólo un valiente se animará a cruzarlo.

Me puse las botas me coloqué la máscara antigás
y en cuatro saltos alcancé el rincón del patio
donde crecían las violetas.
La puerta cancel quedó a la vista.
Mientras los enemigos dormían atontados
por el alcohol del mediodía,
me paré en el primer escalón de la escalera.
Abrí mis brazos. Respiré profundamente
dispuesto a todo
y perdí los sentidos
cuando me invadieron por primera vez
los olores lujuriosos de aquel sombrío patio.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

jueves, 6 de mayo de 2010

CANTO OCTAVO


Reducir,
todo tiempo
a un solo tiempo.
El de los estallidos.
El resto,
hacerse el estúpido,
el problematizado.
La neurosis,
está bien vista.
Cuerpo y palabra
flotando libremente,
temprano o tarde
ocurrirá,
la fisión atómica.

No hay humanidad sin estallidos.
Esperar,
el tiempo,
siempre sobra.


Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

miércoles, 5 de mayo de 2010

POEMA BODAS (15 DE JULIO DE 1994- 15 DE JULIO DE 1969)

Después de veinticinco años, aún, te amo,
en el borde mismo de un futuro imposible.
Hemos sentido, juntos, el sublime delirio,
de vivir siempre, en libertad, enamorados
y fuimos atravesando, casi sin aliento,
el corte brusco, inesperado, de la muerte.

Y, sin embargo, aquí estamos, una vez más,
valientes y, al mismo tiempo, temerosos,
con el ansia infinita o eterna de comenzar,
a pesar del profundo dolor irremediable,
una nueva, esperanzada, abierta vida.

Por eso, por haber vivido a tu lado,
lleno de amor, en plena libertad,
es que quisiera proponerte amada,
en un enjambre de luz, deseo ardiente,
arremeter contra el tiránico dolor,
que quiere consumirnos y, como antaño,
amar de los amores la cuantiosa belleza,
sumergirnos, sin más, en nuestras carnes,
insondables delicias de lejanos misterios
y dejar que la vida venga a estar con nosotros
y nuestros más amados desde lejanas soledades,
infinitos vacíos negros en el espacio, amarán,
tiernamente, con alegría, nuestros nuevos amores.

Ahora, también, y lo deseo, voy a cantarte,
como se cantan los hechos fuertes de la vida.
Como esos sencillos terremotos que, sin saber,
contienen la inmensidad, el ruido de lo eterno.
Como la brisa del otoño, casi sin darse cuenta,
rompe el preludio de los arrebatos veraniegos.
Como aquel tango que se bailó sólo una vez
o la orquesta maravillosa que sólo fue silencio.

Hoy quiero cantar como se cantan los himnos en la guerra,
por esas duras, sempiternas batallas que nunca sostuvimos.
Por todos los amores que no fueron, por las vidas quebradas,
por nuestra infinita, sana, soberbia de abrazarnos al fracaso,
para poder seguir viviendo juntos,
para poder seguir mirándonos, vivos, erguidos,
altaneros por haber sobrevivido todo mal, por haber mirado,
frente a frente los espectaculares cataclismos:
un siglo envenenado, la muerte tirada, sin más, en nuestro lecho
y nosotros, después de todo llanto, entre el dolor desesperado,
decíamos palabras, caminábamos de un lado para otro,
esperando, sabiendo de antemano
que nuestro gran amor vencería a la muerte.

Es por eso que hoy, quiero cantar con fuerza,
con una voz de hierro, una canción,
que llegue hasta los mismos confines de todo el universo,
para que nunca más nadie pueda confundirse
cuando se hable del amor.
Amor, el nuestro,
que se levanta aunque ya nadie pueda soportarlo,
sobre todo dolor, toda penuria, todo fracaso,
que vuela como el aire,
que se estremece como las grandes cumbres,
como las altas cordilleras,
cuando lloran por la caída, estrepitosa, del mundo
y siguen en pie.
Mares, océanos delirantes salidos de su curso,
arrasando ciudades y muchedumbres
y luego, mansamente, como si nada hubiera pasado,
vuelven a su curso y trasladan,
de continente a continente, los lazos eternos del amor.
Hoy quiero cantarte
con la fuerza titánica del odio, siempre, contenido,
fuimos, somos aún,
esos soldados increíbles que cuentan las historias,
esos pequeños soldados de leyenda
que han sobrevivido a toda guerra.
Esos corazones ardientes que van por el mundo,
recordándole al Hombre,
que a pesar de todo dolor profundo, toda nieve,
toda catástrofe total,
el amor, nuestro infinito amor,
sigue en su trono abierto al universo.

Que siempre hay una carne que no muere,
que siempre hay una palabra que aunque nadie pronuncie,
siempre está allí, resucitando los amores.

Siempre habrá con nosotros,
una palabra fuerte que hará posible el canto,
un canto poderoso que hará posible el amor,
un amor lúcido, estremecido, el nuestro,
que aunque no quede mundo para poder contarlo,
nos hará vivir.


Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

martes, 4 de mayo de 2010

A LOS CUARENTA Y CINCO AÑOS


Sentado cerca, muy cerca, de mi alma,
miro las flores de mi pequeño jardín
y me estremezco.

Es mi jardín una gota pequeña de mi sangre.
Son mis flores colores de mi vista.
Reconozco crecer en el lento y pertinaz,
crecer de yerbas buenas, anémonas o
pequeñas caléndulas retorcidas de amor.

En el centro de mi pequeño jardín está la selva.
Esotéricas malvas, margaritas perdidas de inocencia.
Pequeñas campanillas multicolores pero con ruido a selva,
a tambores alucinados, a tambores quietos esperando la muerte,
a pequeños tambores de locura, a tambores valientes,
empedernidos, tercos tambores, que ya suenan sin manos,
que ya suenan por la simple alegría de sonar.

Tambores, tambores negros, tambores de la muerte.
Arranco de mi jardín, una inocencia, un don, una esperanza,
arranco del centro de mi jardín, del fondo mismo de la selva,
pequeña poesía enamorada, rota de amor, futura.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

lunes, 3 de mayo de 2010

CANTO SÉPTIMO


Y ahora,
luchar por el poder
y hacer de eso,
un entretenimiento.
El primer paso tendrá que ver,
con la recolección,
de basura,
Será preciso juntar,
toda la mugre.
Con nosotros,
la antigua fragancia de la mugre vieja
y el cálido y juvenil aroma,
de la pequeña mugre,
la mugre de los niños
Iremos todos juntos,
siempre,
y viviremos cada vez,
de mal,
en peor.
Lentamente dominaremos el mundo.
Lo sabemos,
ninguno de nosotros,
tomará,
la buena senda,
El hombre morirá de rodillas o no morirá.
Esclavo,
de su propia; locura,
de su rápida,
mortal estupidez.
El poeta,
quiere gobernar,
toda esa tontería
y puede.
Releyendo mis escritos,
se notará que soy,
un gran conductor,
un alma sin destino,
un pobre hombre.
Tener,
lo tuve todo,
el pálido saber de los idiotas,
la ronca alegría de los moribundos,
mis pobres muchachos,

mis pobres angelitos negros,
mis célebres mugrientos,
mis mártires.


Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

domingo, 2 de mayo de 2010

Jueves 29 de abril de 2010. Poesía: Miguel Oscar Menassa. Música: Pablo Borrego

MIGUEL OSCAR MENASSA CANDIDATO AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010 EN LA ASOCIACION DE ESCRITORES Y ARTISTAS ESPAÑOLES

Por Emilio Porta


Los retratos al óleo de los Presidentes de la Asociación de Escritores y Artistas, la más antigua Asociación de Escritores de habla hispana del mundo, y el busto de Don Antonio Machado, miembro de la Asociación , presidían el acto. Desde Núñez de Arce, a Castelar, Canalejas, Diaz-Plaja… una larga lista de ilustres escritores que presidieron la AEAE flanquearon la intervención del poeta Miguel Oscar Menassa. Un recital que tuve el honor de coordinar desde la mesa y pronunciar las palabras de bienvenida, y también el placer de compartir con la presentadora del escritor, Alejandra Menassa de Lucía.

El salón, lleno, se disponía a albergar una efemérides. Y digo bien: porque, como dije al terminar la lectura de Miguel Oscar Menassa, esa lectura me hizo, al cabo de los años, reencontrar el sentido más profundo de la Poesía. El , con su palabra y su gesto, consiguió que en el Salón de Actos se escucharan de nuevo los ecos de los cinco miembros de la Asociación de Escritores que fueron, anteriormente, premios Nobel de Literatura: Echegaray, Benavente, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela, a los que ojalá se una el poeta.

Menassa es, sin duda, una figura literaria universal. Una voz única, diferenciada, que llena de armonía y forma los contenidos de su escritura. Armonía en la construcción, belleza en las imágenes, autenticidad en el discurso, ritmo… y fuerza, la infinita fuerza que da el don de concitar el poder del lenguaje con la imaginación, la percepción y la mirada con la expresión de las mismas.

Es Miguel Oscar Menassa candidato, en 2010, al Nobel de Literatura. Y lo es por derecho propio. Más de 100 asociaciones literarias de prestigio de todo el mundo, entre ellas la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, avalan su figura. Después de oírle recitar, ninguno de los presentes podrá dudar del merecimiento, no sólo de la candidatura, sino de la justicia que conllevaría el otorgamiento del Premio.

Obra y trayectoria confluyen en uno de los poetas más importantes de estos dos siglos, el XX y el XXI, que él cabalga con sabiduría y maestría literaria. Y filosófica también. Porque Miguel Oscar Menassa, además de Poeta con mayúsculas, es un extraordinario pensador en el que se aúnan inteligencia y un conocimiento profundo de la vida y su materia.

Creador del alma del mundo si la tuviera, viajero del universo y sus secretos, pocas veces me ha llegado a impresionar tanto la voz de un poeta en el estrado. Su recital, con la música, espléndida música, que nos regaló con su violoncelo Pablo Borrego - que dio un toque mágico más a la tarde - nos llevó en volandas, durante una hora inolvidable, a enlazar el cielo con la Tierra.

Allí, mirándonos con la cercanía del que sabe mirar sin los ojos, Miguel Oscar Menassa se fundió con todos los habitantes de la Historia y todos los transcursos del Universo. El nos habló desde dentro, con un lenguaje culto y sencillo, que contenía el paso de la vida y el tiempo, de su vida y su tiempo, haciéndolos nuestros, con palabras que dignifican el lenguaje y nos hacen darle todo su valor. Ese lenguaje vertido a través del idioma universal, el español, el castellano, ya para siempre la lengua de ambas orillas del gran océano que no separa, que sólo une. Ese lenguaje que nos llevó, la tarde del 29 de Abril de 2010, de la mano de un escritor histórico, a interiorizar que la Poesía es la quintaesencia escrita de la vida. Si anteriormente no lo sabíamos, Menassa nos lo hizo comprender.

Emilio Porta

Vicesecretario de la Asociación

de Escritores y Artistas Españoles

HAY COSAS DE LA INFANCIA QUE NO VUELVEN


Hay cosas de la infancia que no vuelven,
la sonrisa juvenil de mi madre,
las empanadas de mi abuela muerta,
el corazón temido de la noche.

Hay cosas de la infancia que quedan en la infancia.

La tenebrosa entrada en los infiernos,
el pecado primero, la primera virtud,
la gloriosa ascensión a los cielos,
la vergüenza de provenir del sexo.

Hay cosas de la infancia que quedan en la infancia.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

sábado, 1 de mayo de 2010

I de Mayo de 1981, Madrid


Hoy también
se festeja
el día internacional del trabajo

Días para recordar
todo lo que no se pudo.
Esos días
que los muertos vienen en tropel
a preguntar
¿por qué se los recuerda?

Lágrimas para llorar
lo que nunca se tuvo.

Caballos locos
yeguas enloquecidas
deslucidos reflejos
de la hoguera
donde ardieron las brujas
quieta paloma herida
sosiego entrecortado
por la verdad
paz
con las alas rotas.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000