sábado, 23 de noviembre de 2013

OTRA


 Ámame con la violencia de las amantes griegas
que suelen perfumadas esperar a sus hombres
en pequeñas alcobas de tierra en las colinas ...
porque tengo en el alma profunda una tristeza.

Ámame con la esperanza de los sacerdotes fenicios
que solían navegar junto a sus fieles
en alocados mares de variados colores
porque tengo en la mirada serena una tristeza.

Ámame con la furia de los famosos tigres de bengala
que suelen silenciosos esperar a sus presas
en sospechosas guaridas en medio de la selva
porque tengo en la boca sedienta una tristeza.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Amor perdido. La juventud - IX


Te quiero aunque me ataques, joven amigo.

Yo, también, como tú mismo, de pequeño,
me tragaba todo lo que mi padre me decía,
ni siquiera lo odiaba y, algo, lo respetaba,
mas aún con esfuerzos nunca entendía nada.

Por eso te comprendo, joven amigo,
cuántas veces, llorando, me desgranaba en versos,
cuántas veces tratando de recordar lo no escuchado,
me envilecía hasta caer rendido en cualquier sitio,
sin saber nunca si eran brazos, manos ardientes o
grises locuras, hirvientes alcoholes despiadados
o el triste regazo de madres solitarias y sin hijos.
Yo te quiero aunque tú no me quieras y
no es, exactamente, por ti que lo consigo,
es que la soledad del que no ama, es negra,
es ardiente suplicio con eternos dolores,
es trágica la espera de quien no tiene amores.
Es por eso, por voluntad extrema de no morir
encadenado a tristes artilugios de soledad,
es que te amo, como las aguas a su cauce,
como las, sencillas, estrellas a su cielo.
Es necesario amarte aunque tú no me ames,
para que el mundo crea y ame mi vejez.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Monólogo entre la vaca y el moribundo - XII-


Ayer me llamaron de Suecia para darme el premio Nobel y les contesté que se lo metieran en el culo.
Me llamaron del diario El País para hacerme un reportaje sobre la envidia de los periodistas por los poetas y les dije que se lo hicieran a su madre.
Antes que me llamaran los de la televisión envié una carta donde los mandaba a la mierda.
Después me llamó una novia de cuando teníamos veinte años y me preguntó cómo me sentía.
Yo le contesté, preguntando a mi vez:
—¿Cómo me siento o cómo me va?
Ella cortó inmediatamente y yo me quedé pensando en la vaca.
Salí a la calle y compré 120 rosales rojos para mi pequeño balcón y nos sentamos con la vaca, uno al lado del otro, a conversar tranquilamente.
—¿Qué tal vaca? le dije para comenzar con algo y la vaca me contestó de manera sencilla.
—Muhuhuhu.
Me emocionó su sencillez y pensé para mis adentros: La vaca, pobre, muge de tristeza.
Ella entornó sus ojos, cruzó sus piernas para atrás y señaló con la dirección de sus tetas al aire, la fotografía del Presidente del Gobierno.
De golpe sus piernas se doblaron de una manera extravagante y una rosa roja se le clavó en su corazón. La vaca dijo:
—Muhuhuu...
A mí me volvió a emocionar la sencillez de la vaca y pensé para mis adentros: Esta vez, la vaca, muge de dolor.
Ella entre mugidos engañosos, porque a partir de ahora ya nadie podía distinguir si la vaca mugía de tristeza o de dolor, intentaba con sus torpes manos arrancarse la rosa que se le había clavado en su corazón y, a la vez, quiero decir al mismo tiempo, trataba de comerse la foto del Presidente del Gobierno.
Me abalancé sobre la vaca y al intentar quitarle la rosa, una vez más, le arranqué el corazón y, así, los dos más tranquilos, nos comimos a medias la foto del Presidente.
Cuando terminamos de comer yo dije:
—Muhuhu...
Y la vaca pensó para sus adentros que el mundo había comenzado a cambiar.
Yo dije nuevamente:
—Muhuhuhu; Muhuhu...
Y la vaca dijo para sus adentros:
—Pobre hombre, muge de tristeza y de dolor. Está cansado de esperar el Premio Nobel, cansado que nadie quiera entrevistarlo, cansado de que lo llame siempre la novia de cuando tenían veinte años para decirle que aún lo ama, pero que vivir con él es imposible. Pobre hombre. Poeta de multitudes morirá en soledad.

Miguel Oscar Menassa
De "Monólogo entre la vaca y el moribundo", 2001

75,000 EJEMPLARES POR MES NO SON NADA


Lo que necesito es un buen administrador. Alguien que haga las cuentas a mi favor.
Alguien que me pueda decir:
—Mire Don Menassa, 75.000 ejemplares para una revista mensual de poesía de difusión gratuita, son muy pocos ejemplares. Teniendo en cuenta que cualquier periodicucho que produzca 300.000 ejemplares diarios estaría produciendo 9.000.000 de ejemplares al mes; podemos decir una riqueza ostentosa frente a nuestra miserable pobreza. Sólo 75.000 ejemplares por mes. Así no iremos a ninguna parte.
Y yo sé que molestar al personal, cuando el personal ha hecho sus esfuerzos, no es cosa buena.
Sin embargo, precisamente, ahora, donde más de 30 sujetos del inconsciente (por su condición de candidatos al psicoanálisis) han decidido apropiarse con su trabajo (tiempo, dinero) de una de las revistas más importantes de fin de siglo «Las 2001 Noches», precisamente, ahora, es cuando arremeto como los vientos huracanados fuera de estación para decirle a esos valientes:
-No habéis comprado nada, casi nada.
La verdadera libertad para una revista de poesía acontece cuando se publican 500.000 ejemplares por mes y se distribuyen eficazmente.
Es por eso que en el mismo tiempo donde agradezco vuestra llegada al mundo de los vivos, os pido que comprendáis que aún no hemos realizado nada, casi nada.
75.000 ejemplares por mes de Las 2001 Noches, comparado con el poder de la prensa contra la cual tiene que luchar una revista de poesía, es como un pequeño eructo en una noche de tormentas eléctricas.
La verdad, no sé por qué cometo este error, pero tengo muchas ganas de decir:
-La idea de Las 2001 Noches, es una idea vigorosa, por lo tanto para que progrese como tal, idea vigorosa, es necesaria una infraestructura económica poderosa.
Cuando tendría que ser feliz, soy feliz; pero en el mismo momento de ser feliz, me doy cuenta que mi felicidad no es la felicidad del mundo.
Entonces, gozo mi felicidad. Me digo: 75.000 ejemplares por mes, qué barbaridad, qué maravilla. Todo ocurre como soñé toda mi vida y veo a mis amigos contentos, felices, por lo que hemos conseguido y sin dejar de gozar por mi pequeña felicidad me pongo a trabajar en una felicidad más grande, para más gente y me imagino grandes cartelones por televisión que digan: HACIA LOS 500.000 EJEMPLARES DE LIBERTAD y miraré a mis amantes y todos sonreiremos y algún periodista despistado dirá entre amigos: «Ahí va Oscar Menassa, el magnate de la poesía» y hará alardes de haberme conocido cuando leímos a viva voz nuestros poemas en los barrios populares de Madrid y nosotros, pobres criaturas embelesadas por la belleza, por los terremotos y las borrascas y el olor a pan quemado, en las mañanas. Criaturas, absolutamente atadas por el amor a las palabras.
Toda nuestra vida será esa grandeza, volando de un confín a otro confín de la lengua castellana.
Antes de comenzar el próximo siglo, algo habremos hecho con el amor y estará escrito.
Antes de comenzar el próximo siglo, algo habremos hecho con la escritura y estará todo publicado.
Lo único que sé es que el bien que tenia que hacer con el psicoanálisis ya lo he hecho o lo estoy haciendo con los candidatos que, actualmente, están en formación, en la Escuela de Psicoanálisis que dirijo.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Un violín imparable. La música en el fondo de un corazón cayéndose en el lago del amor.
Atolondrado, eso quiero ser, un atolondrado, alguien que algunas cosas se lleva por delante y que otras cosas lo llevan por delante a él.
Un juguete roto, en las manos ansiosas por jugar.
Escaparate vacío, ancho como el mar.
Ya fui el médico que mi padre deseaba para mi, ya fui el poeta que mi madre ambicionaba a su lado.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Humo de viento alcanzando el paroxismo de un amor.
Zarpa dolorida, herida dulce, alegre, caprichosa herida recordándote.
Poeta sin aviso previo. Poeta de golpe.
Poeta que, rabiosamente habla del amor
Poeta buen equilibrista, poeta volador.
Poeta del pueblo para todos los pueblos.
Poeta dulce, agazapado, tigre del alma.
Hambriento por los verbos desorbitados.
Poeta contestador automático. Poeta sin rumbo.
Poeta encantador de serpientes perfumadas.
Abridor de caminos. Poeta del tiempo.
Poeta humanizado, viento de luz,
yo fui toda la grandilocuencia del amor.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Yo fui su amante cruel. El tipo de dinero que mantenía su locura.
Su dama de compañía a la hora del té,
la tierna amiga de las largas conversaciones
y fui su macho,
tantas veces fui su macho,
todo cuerpo, baba sin fin, bujía esperpéntica
y la amaba y hacíamos el amor como los animales.
Después, también, están esos días como muertos, como sin nada.
Esos días donde a uno le dan ganas de comenzar todo de nuevo.
La poesía de nuevo, el amor de nuevo, la vida misma comenzar de nuevo. Aunque no se pueda o no se deba, cambiar todo de lugar, de tiempo.
Yo también fui un amante infernal y cuando ella reía yo me la comía a besos y cuando ella lloraba yo me la comía a besos y nos poníamos a jugar y yo la chupaba con frenesí y ella gritaba: Diablo, diablo; somos esta locura extraterrestre, este amor sin fin y yo la chupaba y, después, me la comía y hablábamos de mi potencia viril mientras la chupaba y me la comía y ella se ponía triste, muy triste, cuando yo dejaba de escribir.
Amor amante amor, también conozco a quien por hacer el amor contrajo enfermedad y, también, conozco a los amantes crueles que dale que dale todo el día haciendo el amor y no enferman nunca.
Alto albaricoque inalcanzable por la lujuria del recuerdo, estoy como la vida misma está, desordenado.
Tengo que sostener dos grandes amores: Madrid, Buenos Aires, y el alma se me encoge en lugar de expandirse.
Loas, entonces, para el hombre que se levanta en mi y grita, otra vez, empecinado, LIBERTAD.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

España se equivoca siempre en política internacional.
Cuando el asunto de la pesca nos cagaron, con el asunto del aceite nos están cagando, cuanto todo el mundo estaba bueno con Cuba, hasta el Sumo Pontífice, Aznar se peleaba con Castro y, encima, perdía y ahora para seguir mostrando que en política internacional no entendemos un carajo le dimos el premio Cervantes a Cabrera Infante y, después, y también, es política internacional, las primarias del PSOE, están amañadas. Los jefes de Partido quieren a Almunia, pero las bases pueden rebelarse.
En definitiva, de política internacional, los españoles entendemos poco.

Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.
Vender frutas o flores o nostalgias,
ser del tiempo la bruma, del verano la noche.
Yo también tengo cosas para contar y fui el que soporté toda la pregunta. ¿Dónde vivir, fuera de los brazos de mi madre? ¿dónde poder dibujar una boca fuera de sus labios?
Entrecortado espíritu del aire. Estoy aquí, poniendo en mis alforjas, leve esperanza.
Noctámbulo ruiseñor perdido. Estoy aquí, bordando en mis alforjas, los vientos huracanados del poema.

Soy el cantor le dije sonriente,
no tengo nada que perder, sólo mi canto.
Así que usted y yo, podemos besarnos,
pisar fuerte la tierra, volar más alto.

Ya sé que no es decente, amar la vida tanto,
que no es honesto, sincero, quererla para mí.
Que el infinito fuego debe ser apagado.
Que el inquietante deseo, debe morir.

Sin embargo, usted y yo podríamos
hundimos levemente en el abismo
llenar todo el abismo con mi canto.

Aunque en verdad nadie lo quiera
vivir, vivir, podríamos mil años.
Yo sería el cantor y usted mi canto."

Miguel Oscar Menassa

De "Cartas a mi mujer", publicado en Las 2001 Noches nº 17