jueves, 30 de abril de 2009

"Hoy también se celebra el día internacional del trabajo" de Miguel Oscar Menassa



1 de Mayo de 1981, Madrid


Hoy también
se festeja
el día internacional del trabajo.

Días para recordar
todo lo que no se pudo.
Esos días
que los muertos vienen en tropel
a preguntar
¿por qué se los recuerda?

Lágrimas para llorar
lo que nunca se tuvo.

Caballos locos
yeguas enloquecidas
deslucidos reflejos
de la hoguera
donde ardieron las brujas
quieta paloma herida
sosiego entrecortado
por la verdad
paz
con las alas rotas.

domingo, 26 de abril de 2009

Poesía. "La pasión: la poesía" de Miguel Oscar Menassa


D1855 (MOM)

LA PASIÓN: LA POESÍA

Entre la vida
que no me pertenece el amor
y la vida que soy
la locura.
La poesía
puede llenar
todo ese vacío.

Hablaba
siempre en silencio
sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.

Estábamos así,
sentados uno frente al otro
desde hacía siglos.

Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos
de sus nalgas
abiertas como manantiales
como vertientes cristalinas
de rocío abriéndose
al pequeño sol de la mañana.

Mi voz se perdía
entre la acústica marea.

Sigilosos movimientos de su cuerpo
vulva enamorada, vulva de miel
diamante enfurecido
espesa vulva azucarada
sella en mis labios
el silencio.

Más que escuchar mi voz
Ella seguía
pensando en el futuro.

Cabalgando feroz en su locura
yo soy
ese pequeño sol de la mañana.

Rómpete
como se rompe el cristal
haciendo música
y Ella se rompía
sin escucharme.

Bailábamos.

Éramos como un hombre
y una mujer bailando.

Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor
yo le decía que la amaba.

Después
éramos capaces de detener la música
para mirarnos francamente a los ojos.

En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto
opíparos comensales del amor,
mirarnos
era como morir.

Después, aún, seguíamos
danzando levemente.
Instante de las formas
caídos uno sobre el otro
yo no decía nada.
Ella, era el futuro:

Escribiré en silencio
y la poesía
alforja delirante
silencio perenne
que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.

Hiriente,
jactándose de su momentáneo poder
sobre mis nervios habla para mí.

Yo soy Ella
y Ella es la Poesía
juntas
como si nos hubiesen
arrancado a la tierra
de la misma raíz
ocupamos
un solo espacio en tu corazón.
Somos el mismo tiempo.

Ella y la Poesía aman vestirse
con las mejores sedas.

Joya marina
flor
diadema de locura
brillos serpenteantes
y topacios
embravecidos de tanta luz
para tu cuerpo momificado
siempre igual cada vez
siempre diferente.

Nutren sus cuerpos manjares únicos.
Devorar limpiamente el universo
y hacer el amor las enloquece.
Cuando cierran la boca para morir
en silencio
desean conocer de los sabores
uno diferente.

Siempre ambicionan
estar en otros brazos
y una vez más,
doliente mueca sin sonido
comienza a latir.

Abre sus ojos y pregunta,
¿es el atardecer o la mañana?
Me desplomo a su lado
para no perturbar
el curso de sus sueños.
En silencio dejo de vivir.
Ella sueña
y la noche se puebla de sonidos,
misterios
ardores de su cuerpo y la música.

Sus ronquidos son el bravío mar
y la torpeza de sus dientes
entrechocándose en las sombras
cataratas volcánicas de lejanía y nube.

Ruidos ardientes
anuncian el final de la ternura.
Trenes ensangrentados en la guerra
chirriando a veces porque el dolor
es inalcanzable.

Su piel
brutal enredadera
trepa desordenada,
bramido sideral,
hacia las concavidades
más remotas
hacia los vericuetos.

Amianto vespertino
crece
en el tumulto de los cielos
hacia un destino en llamaradas.

Poesía de fuego
ardiente vulva desgarrada

Ella es la poesía
dragón enamorado
bocanada febril
humo y ceniza.

Mujer de fuego Poesía de fuego
consumen vorazmente
hacia los espacios infinitos
el cuerpo del amor.

viernes, 24 de abril de 2009

Poesía. "Límite otro: la locura" de Miguel Oscar Menassa

D2084 (MOM)
LIMITE OTRO: LA LOCURA

Hoy como nunca
amé mi cuerpo en soledad.

Hoy como ayer
fui el amante infernal.

Hoy no llegué muy lejos.

Caminé todo el día
dando vueltas
adentro de mi pieza.
Mi padre
cantaba en árabe
con voz alta
hermosa.

Ensayé algunos pasos.
Movía con ternura mis manos
por delante de mi cara.
Mis movimientos
eran sensuales y ligeros.

Arranqué de la higuera
las pequeñas brevas marinas
y me tendí al sol.
Dejé que el desierto
invadiera mi pieza.

Yo era el camello azul que galopaba
sin agua y sin amor por el desierto.

Arena fugaz y seguía galopando,
el tiempo
se encorvaba sobre mis espaldas
y después
un paso de baile
aquel movimiento
como una ceremonia
y dejaba caer
una joya a tus pies
señora locura
y tú prisionera
envilecida en mi mirada
te arrastrabas
entre las cadenas
mis lágrimas,
acero y piedra
y no podías
salir de este poema.

Me arrastré
contigo a tu compás.

Después forcejeando
nos caímos
por la ventana abierta
hacia los cielos
y nos estrellamos
como se estrellan
los grandes hombres
las grandes mujeres contra la tierra.

Y nos besamos y reímos,
de nuestra torpeza para volar.

Juntos
llevados por la manía
de acompañarnos
pedimos limosna:
alas
para estos pobres
pájaros sin alas.

Y nos nacieron hijos
como nacen
las grandes orquestas de la noche.
Y brotaron de mis manos poemas
como cataratas de silencio
y nosotros
seguíamos practicando
en nuestra pieza
el vuelo de los pájaros.

Lográbamos vuelo atómico,
tus ojos
en la inmensidad marina
vagina motora
volando contigo infinita
golpe de amor contra la vida.

INSTANTE instante
y perforabas la pared y huías,
siempre hacia el porvenir.

Antes de partir
dejabas una flor
mirada de terror
clavada en mi mirada.

Habrá catástrofe esta noche
y cada vez
volabas más alto todavía.

En ese vuelo
más allá del cielo
modificabas el rumbo
de los astros celestes
y el rumbo
de los oscuros astros negros.

Instantes
amado
instante
el fin del mundo será nuestro.

Perlas como alcántaras
como toneladas de pasión,
contra las ojos
del gran timonel de los espacios.
Brillantes perlas de marfil
cerrando el paso
de la marcha del hombre
hacia la muerte.

sábado, 18 de abril de 2009

Poesía. "Límite uno: El amor" de Miguel Oscar Menassa

LIMITE UNO: EL AMOR

Recuerdo
tu vientre de pantera
destrozado.
Mis dientes.
Tus garras
hechas cenizas en mi rostro.
Tu ferocidad perfecta detenida
en mi belleza perfecta.

Recuerdo el agudo violín
entre tus piernas
sexo desperado
intentando
los sonidos del cielo
tensando infinitamente
hasta no poder más
tu cuerpo en el espacio
para alcanzar
los bordes de mi voz.

Yo cantaba
como si fuera natural
en el hombre cantar.

Registrar lo sublime
y tu música
alta como las cumbres
que nacen
por encima de las cumbres
nieve dolorosa y eterna
tu música
se detenía para caer
sinfonía final
descuartizada bruscamente
tragada por el temblor
oscuro de mi canto.

Yo tocaba el tambor
y la volvía loca.
Cuando se volvía loca
y no le importaba
ya la música
se perfumaba para mí
y conversábamos
de lo difícil que es cantar.

Bebíamos alcoholes
bebíamos alcoholes y fumábamos
lentamente nuestras miserias.

Ella me decía y yo le decía:

Quiero inundar
con mi locura el universo.

Y más allá ¿qué harás?
después del universo.

Ella se quedaba en silencio
y yo le decía:

Esta mañana te hizo mal jugar
a ver quién llegaba más alto
con su canto.
Le acaricio la frente y le digo
ni te llegué a ganar
dejaste de jugar a lo sublime
asustada por el temblor
de esos tambores de la selva,
sonando en pleno cielo.

Ella hacía una mueca
y yo me quedaba en silencio.

El viento rozaba
levemente nuestros cabellos
y ninguno de los dos
conocía el desenlace.

Cuando no sabíamos qué hacer
fumábamos
y era divertido cuando fumábamos
ver cómo el humo
formaba a su alrededor,
delgadas columnas de cristal
varas finísimas
de mimbre y de marfil
para que su cuerpo
tuviera esa presencia
iluminada y cantarina
ya la vez esa lejanía.

Ella me decía y yo fumaba,
para que no faltase el humo
en la construcción de su grandeza.

Cuando fumamos
te pones como un idiota,
no haces otra cosa que mirarme
y me avergüenzo
y deseo escuchar
el estallido de mi deseo
y te veo ahí
tan callado en tus ojos
y soy atrapada
por el leve murmullo de tus versos
como cuando jugábamos esta mañana
a lo sublime y no lo puedo creer.

Dime ¿quién eres?
la calma del mimbre
o la belleza del marfil.
Orangután sin voz
o cristalino
canto inolvidable.
y se agarraba la cabeza
con las dos manos
y se zambullía en mí
como en el mar
gritando
almeja delirante
no puedo más.

Se retorcía en mi vientre,
buscando pez compañero
divinidad marítima
que le mostrara
los secretos del mar.

Se alimentaba con mi semen
ya ratos
levantaba la cabeza para decir:
Todo es hermoso. Gracias.

Yo
iba saliendo de mi sopor
como podía.
Ella
acurrucada pequeña
grandiosa en mi vientre.
Su belleza perfecta
detenida
en mi ferocidad perfecta.

Yo le decía
mientras ella agonizaba:
Ahora que estás muerta
quiero que bailes como bailan
los peces en el mar
las noches que lo poético
invade sus entrañas.

Ahora que estás muerta
quiero que bailes para mí
una danza de amor
y nada de vuelos nocturnos
hoy
nos quedaremos
a dormir en casa.

La sacudo
para que abra sus ojos
la levanto en mis brazos
y la tiro contra el techo
de la habitación
y ella
cae varias veces
pesadamente al suelo.
Se terminó el juego
me digo
ella está muerta.

Y comienzo a buscar
con mi boca en su cuerpo,
el diamante perdido.
y sus movimientos
vuelven a ser como de camelias
y frente a mi sorpresa aúlla
y en ese aullido
toca los confines del cielo
y esta vez lo sé
no habrá poema
que contenga ese grito.

Cuando volvía,
despeinada y maltrecha
me decía:
Eres un tonto
me veías volar y ni siquiera
intentabas alcanzarme.
Así cualquiera vuela alto.

Cuando volaba,
te veía sobre la cama esperándome
y cada vez más alto
me volvía más loca.
Inmensidad cerca del cielo
en esa soledad más que gozar,
el espanto se anudaba en mis ojos
y aterricé rápidamente
y ahora te prometo
volar siempre contigo
y en ese gesto
una vez más
moría.

jueves, 16 de abril de 2009

Poesía: "Ella del llanto de mi padre" de Miguel Oscar Menassa

ELLA DEL LLANTO Y MI PADRE

A NORMA

Ella lloraba siempre a medianoche
ocultándose entre las ramas oscuras
que se desprendían a veces
del último momento de la casa.

Detrás de mi padre
-que se levanta
en otoño temprano
para secar el agua del llanto
o beberse del cielo
el primer aliento de la mañana-
ella lloraba siempre de la misma manera.

Pera algunos días afortunados
-recuerdo en primavera-
encontraba monedas en su llanto,
corría para tenderse en el aire
y amar desesperadamente.

Cuando mi padre se levantaba
incapaz a la hora del llanto
ella, que sabía mirar alegremente
bailaba un amor a su alrededor
diciéndole mentiras.

lunes, 13 de abril de 2009

"Canto primero" de Miguel Oscar Menassa

CANTO PRIMERO

Y si quieren buscar
busquen en el tango.
Cantando y bailando,
descansando su cuerpo en las quebradas,
encontré,
todo lo necesario.
Escenarios dantescos donde la sangre,
era el alimento de los desposeídos,
una mancha de rubor
entre los ojos de la puta,
las manos del ladrón,
los versos del que dice,
amores extraviados,
crímenes perfectos.
¡Oh las locuras juveniles y los versos de Carriego!
toda la calle Florida lo vió,
con sus polainas,
galera
y bastón.
Nuestro tango aconseja,
dejarse caer,
morir alguna vez,
y la vida
sin titubear,
jugaría.
La mujer,
ni se toma, ni se cede,
ella en el tango hace lo que quiere,
es la madre.
Si quiere puta,
puta,
si quiere virgen,
virgen,
El cantor,
cantará,
el cantor no dejará de cantar.
Y si ella no acepta,
todavía,
toda su libertad,
se la mata
y si es necesario,
se mata a sus amantes,
a la policía
y al ejército mismo,
si es necesario.
El tango,
os digo,
es,
verdaderamente subversivo.

domingo, 12 de abril de 2009

Poesía. "Nacimiento del poeta" de Miguel Oscar Menassa

I

Abro y cierro mis mandíbulas
dejo escapar, agrestes humos,
cálida energía vital, nazco.

sábado, 11 de abril de 2009

Poesia. "Amor perdido. La juventud" -VI-

No estamos, exactamente, en ningún sitio,
somos esos arcángeles negros,
que sólo aparecen para enfrentarse con la muerte.

Vivir, vivir en el deseo, sin hambre, sin sueño,
invencibles en nuestro empecinamiento de vivir.
Y así comenzamos cada día, ciegos amantes del sol,
pero, también, enloquecidos amantes de la lluvia
y nos dejamos llevar por el viento de los huracanes
y nunca necesitamos volver a ningún sitio
porque de ningún sitio somos o hemos partido.

La vida nos entra por los ojos, casi siempre
y nos burlamos de todo lo que nos circunda,
sin otra razón que estas crueles lágrimas,
que no pensamos derramar ,
que no pensamos ofrecer a ningún Dios,
porque nosotros somos dioses en nuestra burla
y ni siquiera ambicionamos morir
porque de alguna manera ya hemos muerto.


De "Amores perdidos"

jueves, 9 de abril de 2009

Poesía: ""El cuarto de las golosinas" de Miguel Oscar Menassa


EL CUARTO DE LAS GOLOSINAS

Qué mujer
cruzaría sus piernas frente a mí
para mirarme
sentirse mía
cansarse en mi cansancio.

Quién concluiría su gesto
para amarme
en este pedacito que soy
de sed y de nostalgias.

Porque todos
nos encontramos algún día
y nos miramos
–en las muchachas quietas
en los caminos cortos–

pero luego
es tan difícil dormirse
-sin el humo del cigarrillo amigo
ardiéndonos los ojos-

que ya se han ido todos
y la apretada hendija de mi alma
cada vez más pequeña
cada vez más cerrada.

Quién podría amarme
en este pedacito que soy.


De "Pequeña historia"

lunes, 6 de abril de 2009

Aforismos de Miguel Oscar Menassa

192_ La venganza es algo íntimo, particular, personal, imaginario, neurótico.

260_ Un psicoanalista cura más por lo que es que por lo que dice.

357_ El grupo es una máquina productora de sentidos.

371_ No vengo a recoger infinitas ilusiones. Vengo por el producto de mi trabajo, eso es todo.

665_ No os preocupéis, es el mundo que se derrumba y quedan otros.

667_ Aunque el deseo venga del futuro, igual hay horror.

676_ Un hombre, sin otros hombres, es como un hombre sin manos, sin habla.

1029_ Tanto cuidado por lo social, por el dinero, terminarán estropeando mi sexualidad, mi vida.

1041_ No me daba dolor crecer y entonces crecí, crecí hasta envejecer.

1405_ Si tolero no ser el que fui, puedo ser feliz.

De "Aforismos y decires 1958-2008".

jueves, 2 de abril de 2009

Poesía. "Como elefante triste" de Miguel Oscar Menassa


COMO ELEFANTE TRISTE

Deseo hacer el amor en pleno verano,
como en mi tierra hacían los sin-tierra,
se reclamaban los unos a los otros
y ya no había amor.


Hacer el amor, me digo, con determinación,
con cierta alevosía,
como les pasaba a las mujeres de mi pueblo,
con sus amores únicos.

Hacer el amor hasta romper
el equilibrio que me permite amar.
Como las flores que agonizan,
quemadas, rotas,
por el mismo sol que les dio vida.

Ahora, en esta lenta mañana de verano,
quiero que el viento produzca,
ese sonido, agudo y desgarrado,
del amor sin barreras.
Como hacen el amor las mariposas,
donde gusano y alas,
se juntan para morir.

Hoy quisiera practicar el amor bestial.
Como los cerdos hacen y las gaviotas,
y los vampiros quietos y las vacas.
Hembra y macho, animales en celo,
sin palabras.

Y un día dije:
hoy quiero amar todo lo que pasó.
Y mi vida se llenó de muertos.
Confieso haber sido como ellos,
llegué a gozar sentado en una silla,
quieto, sin alma, esperando un verso.

Y, después, me gustaría amar,
de país a país, de océano a montaña
y dejarme caer como los soldados
que mueren abrazados al arma que los mata.

Tengo que amar, me digo, tengo que amar.
Como aman los jóvenes en primavera,
sin importarles nada, burlándose del mundo.

Me gustaría, porqué no, hacer el amor
tendiéndome en un verso,
como las letras,
las palabras hacen
y me pongo celoso
porque no puedo tanto
y lloro como una mujer,
lo que defendiendo como hombre
no sirvió para nada.

Amar, hoy me dejaría amar.
Sería el hombre muerto-vivo,
que la mujer desea.
Quedarme quieto, digo,
atarme, sin más, al porvenir.
Besar la boca que besa el universo
y apagar la luz.

Hoy es una tarde calurosa
de verano en Europa.
Y quien se lo imaginara
no hubiera podido nunca
imaginarlo así:

Sentado y escribiendo,
haciendo el amor en las cloacas de mi ciudad.

Conociendo a fondo la vida cotidiana.
“Amor y odio se parecen”
amor y odio se parecen,
gritaba el condenado
y se abrazaba
con ardor a sus propias palabras
y amaba
todo lo que no podía ser y caía,
se dejaba caer sobre su cuerpo.

Así quisiera amar, así quisiera.
Con el alma partida de soledad,
sin que nadie me vea llorar por lo perdido,
como elefante triste que no verán morir.