miércoles, 29 de febrero de 2012

DEMONIO DE LA VERDAD

Venid, demonio del sol
ama conmigo las tinieblas del hombre.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978

martes, 28 de febrero de 2012

CONSTRUYENDO UN AMOR

25 de Abril de 1982

No estoy maravillado con mi vida.
Estoy arteramente sorprendido
por mi vida.
Como si hubiese vivido para otros
y ahora no sé qué hacer
con todo ese vivir que nadie quiere.

Antropófago de las horas libres
en mí vive el horror.

Muerte
no quiero maldecirte
porque otros te han maldecido
y en mi locura
por no hacer lo hecho
amada muerte te bendigo
sueño a tu lado
nuevas sombras de amor.

Bien amada
te brindo este poema
maltratado por el oro
y la lujuria de comer
y beber.

Te brindo este poema
como se brindan sémenes oscuros.

Aquí estoy amada
con la muerte
construyendo un amor
que nadie pudo.

Miguel Oscar Menassa
La poesía y yo, 2000

domingo, 26 de febrero de 2012

Editorial nº 1. Enero-Febrero 92

.../...
Escribo desde las secretas entrañas de un negro vibrante. Me dirijo hacia todas las direcciones y, también, para arriba pero en mí, hay algo que cae, algo que no deja de caer.
Y si tuviera la fortuna que alquien me preguntara ¿por qué me dirijo al mundo en forma de pequeña revista? yo contestaría con premura: Grandes escritores, antes que yo mismo, dedic...aron gran parte de su vida a confeccionar y publicar pequeñas revistas. Y no es, precisamente, que yo me sepa un gran escritor, más bien, un saber general que anida en mí, dice que lo grande convence a cualquiera, aunque en verdad no quiero, en un sentido estricto, convencer a nadie.
Para arriba siempre se va bien. Pero, a veces, se ambiciona caer, ir para los costados. Y no es, tampoco, que me vaya a pasar los próximos 50 años de mi vida enderezando a los caídos-torcidos, pero me sale así y así quiero decirlo:
Nací a la vida a orillas del Jarama, caí ya no sé dónde, venía para arriba en otra dimensión pero nací a la vida a orillas del Jarama.
Caído o elevado, nunca supe. Mas, sin embargo, la Jota de Jarama, me recordó el desierto y, ahí, me fui quedando, en esa algarabía, en ese baile quieto de los siglos, yo también era como el Gran Inca, hijo del sol y el oro me pertenecía porque el oro era el sudor del sol, yo también como el Gran Inca al morir no moriría porque al día siguiente viviré en este poema:

Esta vez soy el indio que no hará la guerra.
Esta vez soy el indio que no someterán.
Esta vez soy el indio que habla las palabras.
Esta vez soy el indio que se libera en versos.

No véis que ya no quedan puñales en mis ojos
ni lanzas a caballo corriendo hacia la muerte.
No véis que Cristo ha caído de los andes,
que ya no quedan, en mis ojos, plegarias.

Esta vez soy el indio que viene del futuro.
No tengo tesoros que guardar, ni templos,
ni mujeres enamoradas, ni tierras fértiles.

No haré la guerra ni el amor ni escaparé, cobarde.
provengo de sumergidas Atlántidas del verbo.
Soy el indio poeta, esa civilización, imposible.

Miguel Oscar Menassa
De "El Indio del Jarama Editoriales [1992-1997], 2000

jueves, 23 de febrero de 2012

OS HARÉ VOLAR

Os haré volar hasta los confines del mundo
aunque sé que volar es un decir del verso.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

martes, 21 de febrero de 2012

LA MUCHEDUMBRE

Nada se sabe de ella hasta el estallido,
la muchedumbre calla su verdad.

Nada se sabe de ella,
porque no es ella una mujer que dice:
venidme a prender,
soy la muchedumbre, tan coloquial y ancha,
brutal y natural amada,
sobre las crujientes olas del hastío.

La muchedumbre cuando nace no deja nada en pie.
Una manada de palabras,
de sangre y de palabras,
de sangre amarillenta y luz
y leche fresca
y podrida leche entre los ríos
y el pus maravilloso estallando en las tripas,
saliendo a borbotones.

AMARILLENTA libertad
vago entre las fronteras de lo que fue dolor
Toda ruina anonadada de mi ser.
Soy,
la voluptuosa agonía de las grandes enfermedades,
agonía donde la sangre -rojo y percal-
entra en los ojos,
donde la sangre -galope y furia-
deja en el pecho,
un ruido interior a ser humano,
incompatible con las cumbres.

Mareas y delirios,
búhos nocturnos y búhos del amor.
Búhos atolondrados por el sol,
sacudidos por la violencia del sol,
búhos descuartizados.
Imperfectos pedazos de sol entre tus carnes,
búho de la libertad,
femenino y feroz,
búho de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

lunes, 20 de febrero de 2012

DEMONIO DE LA POLÍTICA

Y fui corriendo hasta donde crecían los manzanos
y vi cuando llegué jadeante al nacimiento de los ríos
que los demonios de la guerra
y también los poderosos demonios de la paz
ocultaban sus grandes culos en opacas mansiones
y entonces elegí
el peligro de las altas cumbres
el deambular por las montañas y festejar
con los antiguos sabios en pequeñas alcobas
una nueva manera de vivir.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978

domingo, 19 de febrero de 2012

EL PRIMER DIA DE PRIMAVERA EN LA MAÑANA

El primer día de primavera en la mañana
hincábamos nuestras rodillas en la arena
y nos despedíamos para siempre
de aquellos
que habían muerto en el invierno.

Faride, la abuela
tomando a los más pequeños de la mano
mostraba el mar y les decía:
el mar está maldito,
mata a nuestros hombres por placer
su perversidad no tiene límites.
El llano nos espera.
Nuestro porvenir
la guerra
contra el llano.
Dominaremos la pradera.

Todo era difícil sin violencia
Faride empecinada
quería que los elegantes hombres del llano
casaran con nuestras mujeres.
Todo era difícil
cuando con lo único que contábamos
era con el amor.
Faride empecinada
montada en un caballo blanco
como la nieve de los Alpes,
abrió sus brazos hacia el cielo
estrelló su mirada contra el enemigo
y ordenó avanzar.
Avancemos
hijas
todo está perdido.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive

Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive,
quiero cantar estos amores que surgen de mi pecho.
Sortilegios, amores como furias desatadas del alma,
tenues, suaves amores anunciando desvastador futuro.

Poner en movimiento la antigua fiereza de la tierra,
imprimir movimientos a una vida que jamás ocurrió.
Romper con mi compás el vientre de la montaña negra,
hacer que el universo todo se mueva entre mis manos.

Palabras con luz propia, eso quiero cantar
Palabras como manos en el rostro del alba
Palabras como piedras caídas para siempre.

Empecinado poeta de todo lo que muere,
el universo, manos, furia de la tierra;
no doy, no entrego nada, canto para mí.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

jueves, 16 de febrero de 2012

20 de septiembre de 1976

Cumplir 36 años me ha hecho bien.
Extrañe todo el día de ayer a mis hijos mayores.


Madrid,
empecinada
terca como una doncella
se resiste.

Patea con furia mí pecho mal herido.
Por ahora, no cejaré.
Si puedo lo imposible, Ella se entregará.

Seré su dueño
me dirá su verdad,
y en ese abrazo, por fin,
diré sus palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto Mortal", 1977

miércoles, 15 de febrero de 2012

La muerte, una consecuencia lógica de la palabra

Hombre,
hombre
hominis putrefactus,
aléjate de mí,
soy tu señora,
la muerte.
Nada de altanerías,
tú,
mi pequeño hombrecito de palabras,
tú,
debes desearme.
Soy un preciado don.
Una especie de deseo común,
UNIVERSAL,
perenne,
una especie de emblema para tu mundo humano.

Úvula hambrienta entre mis capas.
Una caída última.

Deseo,
mi pequeño,
tu deseo:
vendas de opaca seda para tus ojos
y mi amor.
Ceguera y beatitud
para mi niño,
ceguera y soledad.

Soledad
y diamantes
y perlas negras
y un sabor de igualdad definitivo,
humano,
de último momento.

Querida muerte:
a tu pesar,
a mi pesar,
la historia continúa.

Nuevas caras,
nuevas promesas,
nos harán vivir.
Y otra vez el callejón,
será sin salida.
Y una vez más será necesario,
el estallido de una pasión para iluminar la calma;
para iluminar; el sordo murmullo de la muerte:

Ha llegado el tiempo de las luces de neón,
la noche no existe,
te esperaré,
lo hemos decidido,
viviendo.
Y nada,
que serás mi amante,
y me amarás
y harás caer un manto de olvido sobre mis ojos.
No te diré,
ni amor,
ni amada,
ni azucena voraz contra mi pecho.

Te diré,
mierda,
salvaje puta entre los sueños de amor,
me dás,
lo que le das a todo el mundo,
te llamo por tu nombre,

tú eres,
la señora del Otro,
en general,
la muerte.

Te espero, en el final,
como se eperan las catástrofes,
allí,
te espero.
Ni orden, ni desorden para el encuentro,
como en un sueño,
como en una ilusión,
es
simplemente un anhelo lo que deseo.
Una simpleza para el alma,
un regocijo profundo,
instantáneo.
Y por ahora,
no quiero cambiar.

Ambiciono,
todo lo que poseo,
esa nada,
ese ramillete de anhelos desfallecientes.
Soy,
para mí queda claro,
una bestia.

Miguel Oscar Menassa
De "Grupo Cero ese imposible y psicoanálisis del líder", 1979

lunes, 13 de febrero de 2012

Nacimiento del poeta

I

Abro y cierro mis mandíbulas
dejo escapar, agrestes humos,
cálida energía vital, nazco.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta" 1991

domingo, 12 de febrero de 2012

Querida: He sabido por tu madre

He sabido por tu madre, que te gustaría que antes de fin de año rocemos las aristas del espanto.

Quiero decirte que la familia es un hecho concreto tal, que sin familia, es como una ciudad sin agua. Es imposible vivir sin ella, o se la lleva afuera o se la lleva adentro; quiero decir: ahora, para evitar términos tan sugerentes entre nosotros como adentro y afuera, que la familia está presente en nosotros como forma de modelo ideológico social o bien está consolidada como modelo ideológico inconsciente.

Seré, «Te lo prometo» antes del acontecimiento, entre nosotros, del verbo enamorado, el arrebato perfecto de una mirada. Tu madre enamorada, encandilada por tu belleza, enajenada de poder transformarte según su algarabía, en su falta, su hombre, su deseo o, peor todavía, su envidia, su desprecio, su lejanía.

Antes de fin de año, mi pequeña, quiero hacerle saber, que
ya no volveremos a estar los dos a solas. El tiempo, para entonces, habrá
partido nuestra razón de ser. Un pozo de silencio, el tiempo, entre
nosotros, mi deseo, arrancándola brutalmente de mis brazos,
empobrecidos ahora, por su ausencia. Aleja su mirada de mi mirada, empobrecida ahora por su lejanía y estrella tu mirada, querida, contra lo que no habrá en tu aurora, ni aún después de los grandes acontecimientos. Contra lo que no podrá ser tu forma, ni, aún después, de las más bellas poesías.

Mutilado porque mi cuerpo es otro que tu cuerpo, desprestigiado, incluso, para tu mirada detenida por el horror de mi ser, impotente de ser mi cuerpo y mi palabra, mi forma y mi sentido. Tu mirada helada, en un rincón del alma, para siempre.

Por el horror de mi ser, impotente de ser, exactamente, tu imagen deshilachada en el espejo negro de la muerte. En el espejo muerto del negro silencio. En el silencio muerto y negro en el espejo. En el silencioso espejismo negro de la muerte, donde tus caderas comienzan a bailar al ritmo de macumba.

Negra de magia, abierta. silenciosa, al sonido espectral de los tambores, delicada y altiva, como una rosa entreabierta puesta en su lugar. Insolente, enamorada de ti misma y, todavía, antes de desear, te abrazas a la muerte para no morir nunca ¡CONDENADA! Tu silencio es negro. Tu silencio es la señal que te quedó en el cuerpo de aquel abrazo con la muerte, para no morir nunca, para nunca desear, para nunca ser otra que tu voz.

Y no queriendo llegar muy lejos o, por el contrario, quiero decirte, que ponerte a llorar, enfermarte gravemente o enamorarte de algún desconocido, no te servirá de mucho, a menos que puedas entender, que tus resistencias, cuando lo nuestro se trata, simplemente, de una conversación, siempre son exageradas.

Recuerdo que la primera vez que me animé a decirte, rodeado de precauciones, que era bonito conversar contigo, te pusiste a llorar al estilo de las lloronas sicilianas, interrumpiste el encuentro antes de tiempo e intentando pegarme con la cartera en la cabeza (golpe que esquivé con un paso atrás y un directo a la mandíbula) me dijiste con rabia: Usted es un desgraciado.

Al otro día volviste encandilada por la posibilidad de poder sentir y expresar esos sentimientos.

Mientras te desnudabas, pedías perdón por lo del día anterior y tus manos al borde del silencio me dijiste: Usted es un hijo de puta. No sé por qué se lo digo, pero me hace bien que sufra, sépalo. Soy la peor de todas, tengo sarna. Voy por la vida enarbolando mi fracaso, su fracaso, doctor, ¿se da cuenta? Conmigo no puede nadie. Yo soy la flema ardiente del deseo y no sigo adelante porque tengo miedo que usted me aumente los honorarios.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

sábado, 11 de febrero de 2012

DESPUÉS DE LOS CINCUENTA

Después de los cincuenta espero dedicarme a vivir.
Y aunque la mano venga que nadie sabe de eso,
igual lo intentaré, pensando que versos he podido,
y el poema deja el camino libre para la vida.

Y cuando los grandes candidatos de las artes y las letras
y cuando los políticos del alma se bajen los pantalones,
por un instante de vida vivida, de poesía inmortal.
Contestaré y no contestaré, tranquila, apasionadamente.

De atreverme a vivir después de los cincuenta años,
y de la herida por la cual sangra todo lenguaje
me siento estrictamente responsable, me duele a mí.

Y si vivo y si quiero vivir como una alondra en libertad
quiero decir, quiero abrir una puerta a los misterios:
Antes de vivir un instante, escribí todos los instantes.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

miércoles, 8 de febrero de 2012

SEXO Y DINERO

Para que todo sea viento,
llama voraz,
ir perdiendo de a poco los recuerdos.

Nacer,
ir naciendo de a poco nuevamente.
Olvidarse todas las fotografías en alguno de los viajes.
Nacer
ir naciendo de a poco nuevamente.
El pasado no existe.
Después del paso de nuestras espaldas,
cae el telón.
Somos
una especie de nudo angustiante en la garganta de la famosa cultura.

Nuestra escritura deberá ser, una escritura crítica,
de todo lo que se produjo dentro de los sistemas imperantes.
No sólo desmontar el mito de la religión,
sino también,
el mito que la revela,
quiero decir,
también pasarán por nuestras miradas,
las ciencias.
No sólo el amor,
sino también,
la poesía tendrá que ser otra.

Nuestra vida cambia aceleradamente.
Todo cambiará.

El estallido será estético,
sin cronos, quiero decir,
sin muerte.

El fenómeno es grupal.
Las ideas que teníamos acerca del hombre no sirven para explicar el fenómeno.

Las circunstancias me han convencido:
El hombre,
está sumergido en una montaña de mierda y todavía,
no conoce el amor.

Sé que soy un hombre,
porque hablo y escribo
y sé además que mi amor,
no vive sumergido en una montaña de mierda.
Y todavía se,
por mi larga estadía entre los hombres,
que lo que puede uno,
se hace posible para todos.
Que no sea posible,
habla de la sumisión del hombre a los sistemas imperantes,
y no como se cree,
de una imposibilidad del hombre.
Lo humano,
más bien es infinito.

Infinitas,
las formas del amor.

.../...

Miguel Oscar Menassa
De "Psicoanálisis del amor", 1994

martes, 7 de febrero de 2012

HOY LO CONFESARÉ TODO

Nací en un barrio.
«Crecí en sus veredas
un día alcé vuelo
... soñando triunfar».
Hoy no puedo volver
ni pobre ni vencido.

Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
papeles y poemas
mi suerte está echada.

Jugaba a los juegos más o menos
ganaba con algunos
perdía con algunos.
No trepé nunca a un árbol
me daban vértigo la hamaca
y el tobogán
jugaba bien al monte
y a la troya y a la rayuela
jugaba con las minas.
Ellas me tocaban siempre
y a veces yo las tocaba.

Cada vez que abría los ojos
me daba cuenta que para mí
no había porvenir.

Era demasiado delgado
miraba siempre de frente
y sonreía.

Después vino el billar.
Apoyaba mi mano en el paño
con firmeza
como con las mujeres
sin contemplaciones.
Dejaba que el cigarrillo
me quemara la boca
me hacía el distraído
y miraba a los rivales.
Mi manera de andar era sublime
ganaba casi siempre.
Jugando al billar era irresistible.

Fumaba y soñaba
durante todo el día
con una vieja rica
quería conocer el mar
hubiera dado mi vida
por un día en el mar.

Recuerdo todo a pleno sol
el sol en las orejas
dentro de la camisa
debajo de los brazos
entre las piernas
los pies llenos de sol.

Una mujer me dijo viejito
y me limpió los mocos.

Después no me creyeron
querían ver las pruebas.

Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
una máquina de escribir
la lámpara votiva
papeles y poemas
mi suerte está echada.

El tango lo bailaba más o menos
con algunas mujeres podía
con algunas mujeres no podía.
Pero tenía una mirada
una tristeza en la mirada
y escribía poemas.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

lunes, 6 de febrero de 2012

RECUERDO LA LIBERTAD

Un mayo frío, sin luz, recuerda mi ciudad.

Extraño todo lo que fui:

Rosas y ventanales sobre el mar,
aquella pasión,
por cuerpos femeninos huyendo de sí.

Retazos de pasión,
antiguos pájaros al viento sobre la arena.
Vaho de luz,
efervescencia marítima,
desenvolviendo la maraña del tiempo.

Horas en que el recuerdo cae
y los ídolos
y algunos sueños infantiles caen
y el universo se desmorona
y las hojas escritas vuelan por mi alma
y caen, antiguas leyendas donde el hombre,
era feliz.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

domingo, 5 de febrero de 2012

‎7 de julio de 1977

Ahora estoy en una casa de campo, pero dentro de la ciudad. Estamos tratando de comer un asado. Las ideas que tengo, hasta ahora, son poder delimitar el campo Psicoanálisis/Poesía, dentro de la escritura Cero, desde el momento que aparecen como oposiciones dialécticas, o bien como instrumentos de conocimiento que, sobre la locura, el tercer término en cuestión, dirán la verdad o bien la locura, proponiéndose como materia prima y a la vez instrumento de todo modo de creación, sea poético, sea científico.

Miguel Oscar Menassa
De "Poética del Exilio", 2011

viernes, 3 de febrero de 2012

EL QUE PREDICA EN LA MONTAÑA

El que predica en la montaña
será el predicador de la montaña.

El que come su pan
apresuradamente
será el hambriento.

El que canta sin fe
por las mañanas
y nos anuncia el porvenir
será el cantor
dulce cantor de pastorales
donde mueren las flores
y el reino de los cielos
nos espera.

El que encienda
los fuegos fatuos de la carne
para aplacar la incertidumbre
de la bestia
será el censor
será el hombre
más triste de la tierra
el hombre de las dunas
el de la ausencia de colores.

EL QUE NO PUEDA MÁS,
EL QUE NO PUEDA
BAJAR DE LOS CIELOS
O ASCENDER DEL ABISMO,
SERÁ EL POETA.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 2000

jueves, 2 de febrero de 2012

LA FIEBRE EL ORO

Transfórmenos de vanguardia en elite, revolucione su vida.
No soporte más,
el peso,
de nuestras palabras.
HABLE.

Lo fin de siglo,
para mi nada,
es poco.
Soy,
un valiente,
es decir,
un decepcionado crónico.
Un muerto de hambre.

Ayer resucité,
porque igual,
da lo mismo,
abrir la boca que cerrarla.
Soy,
por lo tanto,
el resucitado,
el robusto que careció de pan.
Un descuartizado por el hambre,
el pequeño,
trozo de carne y su palabra,
el hedor.

No me busquéis
fuera de vosotros,
soy invisible,
una especie de mierda intestinal atascada,
un pedo memorable a boca de jarro,
quiero decir,
los rotundos tambores de la taquicardia fatal. Una puntada inesperada,
en pleno corazón.

Devenir,
devengo de un país,
donde morir,
no era suficiente.
Soy,
el profundo,
el que creyó en la libertad,
el ambicioso,
el atacado ferozmente por la fiebre,
el que costaba más.
Tengo,
para mis modales,
en la conquista del universo,
La Estupidez iluminada:
abrir la boca,
y cerrar la boca,
sesenta veces por minuto,
y cada vez,
emitir un sonido,
y cada vez,
producir,
el silencio perfecto,
la desviación,
el nuevo sentido.

Un poco más allá de la verdad,
el poder,
no existe.
Sería conveniente,
entonces,
racionar el odio,
prevenir, las enfermedades al corazón.
Odiar,
odiar,
odio el pan,
por una especie,
de rabia a lo biológico
y a sus drogados eternos,
-enfermos sin saber-
los comedores de pan.

Estaba dispuesto,
lo recuerdo,
a dar mi vida entera.
Vivía,
os lo aseguro,
entre caníbales.
Era su rey,
el más grande devorador de pan,
y me llamaban,
mandíbula batiente.

Obreros del cansancio,
basta de pan,
vayamos tras el oro.

Opongamos,
a la moral de sus fábricas,
de sus colegios nacionales,
nuestra propia moral:

No creemos en el hambre,
somos sobrevivientes,
y oponemos
a los vapores de su alcohol mohoso,
el humo,
envenenado,
de mis versos.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

miércoles, 1 de febrero de 2012

NADA ME ESPERA

Nada me espera en esta solemne tarde de fin de verano.
Nadie acoge en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, nuestra sangre fortaleciendo pequeñas palabras
producidas por el azar de las combinaciones.
Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta.
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.
Reconozco vivir en un mundo donde habrá mierda para todos.
Reconozco no saber claramente quienes son mis hermanos.
La nada atraviesa mi corazón.
Reconozco que mi paz es efímera, soy violentado permanentemente por un vicio imperdonable: quiero ser escritor. Una combinación de habladurías y desencantos, pero por favor no me maten, tratemos de averiguar si sirvo para algo.

Lo escribiré todo porque lo vi todo.

Reconozco que tengo una esperanza de perdón.
Piedad para quien indefenso frente a la catástrofe, sólo atinó a no cerrar los ojos.
Reconozco que tengo una esperanza de gloria. Gloria para quien obnubilado por los olores del hongo atómico, sobrevivió a la matanza.
Reconozco haber sumergido mi alma en ciertas drogas del olvido.
Reconozco no haber sido alterado jamás. Mi represión es sublime.
Soy un profesional del alma. Intacto y frío paseo mi mirada por el horror.
Soy el desperdicio de una sociedad en crecimiento.
Sabio de la nada.
Reconozco no saber nada acerca de lo que escribo.
La violencia a la cual soy sometido debe ser investigada.
Debe investigarse de que maldita perversión del Hombre me quieren hacer responsable.

Miguel oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977