martes, 27 de octubre de 2015

EL AMOR EXISTE Y LA LIBERTAD


Fui un hombre
amante de la libertad
y los venturosos días por venir.
Después cayeron sobre mí,
la guerra y sus estragos.
La libertad,
se fue poniendo negra entre mis brazos
y aquel bello rostro de los recuerdos infantiles,
su rostro,
se evaporó lentamente entre los ojos de la muerte.
Gritos desesperados saliendo a borbotones,
llamándola por última vez y, ella,
alta y desnuda, ráfaga inalcanzable de cielo,
ordena matar.

II
No sabemos, todavía, no sabemos:
¿Quién está vivo y quién está muerto?

III
A nuestro alrededor
la libertad seguía volando libremente
y volando,
se hablaba de ella en otros mundos
y volando,
había un reino más allá del cielo,
donde la libertad,
entre los soles de las galaxias superiores,
reinaba,
siempre intangible y serena,
la vida de los hombres.

IV
Para vivir, fue necesario
llenarse la cabeza y el alma de ilusiones.
Para vivir, fue necesario,
dejar de vivir.
V
De un ser despedazado hicimos escritura.
Una escritura hambrienta de porvenir,
libertad a los cuatro vientos,
amor, loco y vivaz, entre las letras.
Una escritura desesperada,
desenfrenada buscadora de amor.
de libertad, de humanidad.
Todo lo que no existe.

VI
Tiempo donde toda la música,
era el quejido de los moribundos.
Tiempo donde toda la alegría,
era recuerdo.

VII
Entre los bramidos de la muerte
me hundí en mi propio interior.
Quise encontrar sentido al universo
en el centro de mis tripas.
Hice de mi corazón,
un breve y opulento palacio de cemento.
Puse alambre de púas en mi piel,
me rodeé de fosos,
levanté los puentes levadizos
y puse cadenas a mi alrededor
y cadenas
y reflectores contra el sol
y dejé de escribir, porque temía,
que mi escritura transformara mi vida.

VIII
SILENCIO
era lo único que pedían.

IX
GRITAR
fue el único deseo.

X
Gritando y enmudeciendo para no morir.
Recordando y olvidando todo para no morir.
Levantando y agachando la cabeza para no morir.

XI
Quise volar como los pájaros, gruñir como las bestias.
Quise ser Dios
y me moría de hambre con los hambrientos.
Quise ser millones
y lloraba con los desesperados porque llorar,
es un recuerdo del hombre inolvidable.
La alegría me caló los huesos cuando le opuse
mi primer verso a la muerte.

XII
QUERIDA MUERTE,
a tu pesar,
a mi pesar,
la vida continúa.

XIII
Grotescas olas, cataclismos inesperados,
retorcimiento visceral.
Torturas
y hambre
y pequeños pecados solitarios,
que el tiempo castiga con la muerte.
Un tiempo que todo da lo mismo.

XIV
Un tiempo,
un viento,
un opaco murmullo,
te parte la vida en mil pedazos.
Después, un hombre es lo que es.

XV
Después de la catástrofe escribo versos
y hago el amor porque el amor,
también hace la guerra.
Hablo a mis hijos del movimiento de los astros:
es posible hablar de las estrellas sin tocarlas
y nos quedamos mirando, tranquilamente, la luna,
el vuelo borracho de alguna abeja entre las flores
y nos distraemos con cualquier tontería de la tarde
porque les hará bien, me digo,
que vayan olvidando el nombre de los muertos.
Y sueño todas las noches un futuro brillante
y me levanto buscando un sol que hoy tampoco estará
y busco entre los hombres con quién hacer la guerra,
porque la guerra, también, hace el amor
y escribo versos.

XVI
Creciendo contra todo,
ambicionando todo lo que pronuncio,
le fui poniendo alas,
bujías electrónicas,
motores supersónicos a mi canto.
Y creciendo hice versos
y mis versos creciendo,
fueron mi vida.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad"

viernes, 23 de octubre de 2015

LA PATRIA DEL POETA - VIII

No veo el mar desde hace siglos,
estoy en el desierto de los cielos.

Una cadena atada a una ilusión,
una ilusión girando, enloquecida,
alrededor de una cadena.
Un acertijo donde leches blancas y perfumadas
caen en el corazón de la noche.
 
Vértigo entre las sombras,
asteroide decapitado por huracanes de jugos y cartílagos.

Pájaros inmóviles,
aguas de una vertiente al límite de sus fuerzas,
pájaros como árboles,
florecen.
 
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

 

 

miércoles, 21 de octubre de 2015

RECUERDO LA LIBERTAD


Un mayo frío, sin luz, recuerda mi ciudad.
Extraño todo lo que fui:
Rosas y ventanales sobre el mar,
aquella pasión,
por cuerpos femeninos huyendo de sí.
Retazos de pasión,
antiguos pájaros al viento sobre la arena.
Vaho de luz,
efervescencia marítima,
desenvolviendo la maraña del tiempo.
Horas en que el recuerdo cae
y los ídolos
y algunos sueños infantiles caen
y el universo se desmorona
y las hojas escritas vuelan por mi alma
y caen, antiguas leyendas donde el hombre,
era feliz.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad"

martes, 20 de octubre de 2015

20 de enero de 1977, Madrid


Hacer el amor nos haría bien.
Imagino esa fuerza y tengo escalofríos.
Antiguas vertientes de un verano febril, ...
podría matarte con esa pasión.
Podrías olvidar todo tu pasado con esa locura.
Podría si fuera necesario ser el uno para el otro.
Mi pensamiento tu carne, tu carne el olvido.
Paloma de los tiempos te estaba esperando.

Llevaré tu cuerpo junto al mío hasta el paroxismo de las extravagancias
Habrá piel y lagartos para las ceremonias.
Serás amada,
partida en mil pedazos por los dioses de la imaginación.
Hablaremos, más por la música que por las palabras.
Recorreremos el camino del cielo y del infierno y todavía más allá.
Más allá de las praderas de la nada.
En la cumbre del miedo y los delirios,
en la incertidumbre de los volcanes abiertos al espacio de la mutación,
donde por fin,
comeré tu cerebro.
Orgía de nervios, sangre de los amantes,
dientes desesperados contra la infernal máquina del tiempo,
Detengo la comida
mi corazón no puede más.
Necesito verte llorar como a una niña.
que tu llanto nos sumerja nuevamente en el mundo de la misericordia.
Detengo los vientos de la sinrazón para escuchar tu llanto.
Para que tus lágrimas y el tiempo de los océanos se confundan.
¡Oh! algarabía de los amantes.
Tus lágrimas
fundan sobre mí
el último secreto.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

viernes, 16 de octubre de 2015

PARA QUE ALGO NAZCA, ALGO TIENE DE DEJAR DE VIVIR O LA NUEVA LEY DE EXTRANJERÍA


Ahora a crecer, que quiere decir:
entrenarse con voluntad fecunda
para poder dentro de unos años
saber vivir, amar en otro mundo.
Ahora a crecer,
a desviar nuestros principios,
a encarcelar nuestras pasiones,
hacerlas llevaderas y si un día,
siento una pulsación extraña
que al liberarme me condena,
diré que no, mil veces no.
Ahora a crecer,
a comprender el valor del dinero.
El dinero puede, cuando quiere,
de un solo golpe,
aniquilar toda virtud,
preñar la nada,
embellecer con flores el desierto
y hacer del hombre y de la piedra
dos amantes perfectos.
Ahora a crecer,
a dejarse llevar por el contrato.
Conocer a fondo nuestros sentimientos
para abandonarlos.
No poner nunca de excusa,
en el trabajo, un amor,
porque me quitarán el amor
y no me darán ningún dinero.
Ahora a crecer,
que quiere decir ahora a descansar.
No me fue posible encontrar nada en ningún sitio
ni amores, ni ventajas, ni pan, ni soledad
por eso me condeno a escribir un poema.
Un poema de un hombre
que ya lo tuvo todo
y desea soñar.
Un poema de un hombre
que sueña todo el día
pero no puede amar.
O la historia de un hombre
que trabajando duro 20 años
pudo al fin veranear.
O aquel hombre que amaba
sólo a su madre y que tuvo
un trágico accidente en el mar.
Hombres valientes,
hombres de acero firme,
combatientes,
en las calles de la ciudad,
todos contra todos.
Yo soy un hombre
y escribo con violencia.
A veces termino sabiendo
cosas que nunca viví.
Otras, me doy cuenta, vivo vidas
que nunca imaginé.
Soy elegante y voy vestido de palabras,
al mismo tiempo deseo y me desean
y eso me da coraje para seguir en el poema.
Me hacen sentir que escribo para el mundo.
Digo violeta, pongo violeta aquí
y el horizonte se tiñe de violencia.
Digo violencia, pongo violencia aquí
y un hombre arranca sus genitales
y los ofrece a Dios.
O bien, una mujer le dice al hombre,
¡mátame! por favor,
y él la mata con cierto nerviosismo
y la mujer, complacida,
goza mientras se muere.
Al hombre
lo meten en la cárcel 30 años
y cuando lo liberan
una luz lo enceguece
y muere atropellado y ciego
por un niño andando en bicicleta.
Un hombre, una mujer chocan en la vida
y se llevan por delante como bestias
y se sonríen, cálidamente y se abrazan
antes de caer.
Ese abrazarse, mutuamente, los salva.
Después sus vidas se llenan de papeles,
papeles de nacer, de haber nacido
en un país, un pueblo.
Papeles que confirmen
que padre y madre hicieron el amor.
Papeles que me digan
que soy un hombre aquí.
Aquí, en este papel, se dice claramente
que este hombre que soy
nació de humanos seres
y el papel asegura,
con la fuerza de la palabra escrita,
que en el momento de la foto,
este hombre que soy, estaba vivo.
Vengan a mí, que tengo para daros nada.
Nada de nada tiene el extranjero, nada
y, sin embargo, tiene un verso en los ojos:
Rueda la vida, rueda y, también, se detiene.
Aquí están, mi vida, mis hijos, mi dinero
mi trabajo futuro, todos mis amores.
Al menos dadme un papel que diga:
El extranjero Juan no tiene nada,
todo lo dio por un papel.
No tengo nada, ni dignidad me queda,
al menos un papel que diga que he vivido.
Éste fue Juan, nació de padre y madre
fue, exactamente, un hombre
pero vivía como un perro, sin amor y sin dueño.
Al morir, también, le fracasaron los papeles
y nadie se dio cuenta de su muerte.
”No estaba”, “no venía”, “lo habrían contratado”
pero nadie podía pensar que había muerto.
Papeles, dadme papeles,
soy la mujer del valle donde la radiación
se comía, vorazmente, a los pájaros,
tengo en mi cuerpo marcas de la explosión.
Los salvajes carros de la guerra al alba
atravesaron nuestro cuerpo.
Ni alma nos dejaron.
Fuimos quemadas vivas y, sin embargo,
en mi cuerpo aún brilla,
la caricia del amado al partir.
Tengo los labios rotos por la sal de la vida
y, sin embargo, cuando vuelve,
dulce es el beso del amado
aunque vuelva a partir.
Cristos y deidades al pasar por mi pueblo
no encontraban consuelo al ver lo que pasaba.
Caín, el asesino, estaba vivo
y Abel de sueños era, inalcanzable.
En mi pueblo se violaban las vírgenes
para no contraer enfermedad
y ataban a los niños de la cintura para abajo
para que no pudieran, los pobres, caminar.
Y cuando no había pan o carne o gasolina
se mataba algún pobre, alguna puta.
Y hubo noches, en mi pueblo: la tierra,
que se llamaron las noches de las bombas
donde nos acostábamos uno encima del otro
para que los de abajo no murieran.
Y después hubo horrores que se olvidan,
horrores donde toda la culpa
la tenía Dios.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

martes, 22 de septiembre de 2015

Le pregunté si la vida era nuestra


Le pregunté si la vida era nuestra,
¿de quién, querida, era la vida?...
¿De quién este cerebro partido en mil?
¿de quién estos amores truncos, caídos?


La miré, largamente, a los ojos
y, enamorado, volví a la carga:
¿ Tus ojos, por ejemplo, son mis ojos?
¿la abierta luz de tu mirada es mi luz?

Y así le pregunté hasta el fin, hasta la madrugada,
¿A quién pertenecemos, a quién pertenece nuestro amor?
¿quién es el amo, el señor, el patrón de mis versos?

Ella, amable bestia, no contestaba.
Su silencio, la muerte en su silencio,
cerraban las últimas cadenas sobre mí.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

lunes, 21 de septiembre de 2015

IN MEMORIAN


Al Capitán Cat
A Perkins
A Morgan
sobre todo a Morgan
Por tu culpa y a causa de mis ganas
intento
saltar desde la nada
de donde vocifero que alguna vez
hubo de ser cosa de todos los días
eso de andar colonizando
mares desconocidos o tierras predispuestas.
Saltar desde la nada
te digo
hasta tu juventud
para que sea la violencia
por mis palabras como tambores locos BATIENDO
ENSORDECIENDO
EMBRUJANDO TU NOCHE
CAPITÁN CAT
Ángel del cielo, caído para siempre
sin pasaje de vuelta
Morgan, perdido para siempre en la tierra
Sin guía de retorno
Condenado a detener el mundo
a causa de la ferocidad de tus manos
PARA QUE YO PUEDA BRINDAR
sin que me lleve el viento
sin caerme en algún giro sorpresivo de esta
[tierra
emputecida ahora por el dolor
de tenernos encima
montados a caballo
CAPITANES DEL MUNDO
Por el crecimiento de tu barba
Por las naranjas salvajes del Canadá
Por los indios muertos en el Cañón del Colorado
¿Recuerdas?
El 14 de mayo de 1874
por un mal movimiento del jefe de la tribu
perdieron el equilibrio
se les llenaron los ojitos de tierra
la cabeza de pensamientos
murieron de un golpe de calor
calor a la cabeza
en pleno cañón del colorado; ¿te das cuenta?
Por el verano junto a Rimbaud cerca del mar
Tendré oro, seré ocioso
y brutal, nos decía.
Por tu mano derecha
la que te apoya a veces en mi hombro
la que te da vino, la que te pinta
la que te toca a un metro de distancia las pieles
[compañeras
Por el dedo medio de tu mano derecha
COLOCADOR DE PERLAS
Por tu prestigio como encontrador de túneles
sospechosos
de cavernas cerradas a la vida
-por alguna desgracia personal de la
infancia-
Por el sol de noche que te prendí en el rostro
Por las palabras que te di en el testus
que casi te lo rompo
Por las amarras sueltas
PERKINS
Desde la vida donde reino
cantor de los cantores
lanzado por una contracción de la tierra
preñada para siempre
hasta tu juventud
para que sea la violencia del misterio
Brindo por tu crueldad, por mi crueldad
POR LAS PALABRAS COMO TAMBORES LOCOS
Por la belleza en la longitud de tu rostro.
Y pregúntame por el amor,
ahora
que me brotan claveles en las manos
claveles apacibles para engañar al enemigo
claveles rojos, pardos, CLAVELES ASESINOS
claveles sin piedad, claveles brutales
para ponerse en el ojal y hacer de TURROS.
Y dale pregúntame por el amor, ahora
Que te cuento las peripecias de Perkins en el mar
PIRATA MORGAN

Miguel Oscar Menassa
De "Los otros tiempos"

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL VERDADERO VIAJE


¡Cuidado! ¡Cuidado!
estamos a punto de naufragar.
Os habéis creído,
que en transatlántico poderoso
navegábamos
y sin embargo os digo:
mi vida
es una pequeña balsa enamorada.
Veo surgir entre las sombras
una luz que nadie apagará.
Formada de versos y perfumes
como vientos insondables
como una catarata de carne
abandonada
que por fin
encuentra su reinado.
Reinado de nubes
de antiguas fragancias
y de fragancias inconcebibles.
Pequeñas balsas enamoradas
siempre a punto de naufragar.
Por ahora
toda pasión será remar
hasta alcanzar el poema
en ese movimiento.
Remad hasta quedar sin fuerzas y, ahí,
comprenderéis el motivo de mi pasión.
Iremos por los más bellos ríos
y con el tiempo
nos animaremos a los grandes océanos
a la belleza de las borrascas en el mar
y siempre iremos temerosos de desaparecer,
pequeños, en esa inmensidad que nos rodea.
Saber nadar o ser grandiosos
no servirá de nada
para llegar
tendremos que mantener
la balsa a flote
y nosotros mantenernos
encima de la balsa.
Eso
todo el misterio.
Un día la balsa se partirá
en mil fragmentos
y cada uno
tendrá que aprender
a sostenerse en pequeños maderos.
Si es posible el poema es posible la vida.
Remad
agonizad remando
hasta sentir que solo
es imposible.
Quedad sin fuerzas.
Mirad cómo otros reman
y yo mismo remo
con las manos
ensangrentadas por el esfuerzo
sin descansar
hasta encontrar en ese movimiento
el poema.
Y cada uno tendrá su pequeña balsa
enamorada.
Dueño de su vida y de su muerte
puede tenderse en la balsa
para siempre
no remar más
y dejar que las aguas
lo lleven por doquier.
Y algún otro remando
desesperadamente
al verlo
escribirá un poema.
Remar en cualquier dirección tampoco sirve.
La tierra que promete
la poesía
siempre es la misma.
Se llega o no se llega.
Ella necesita reyes
centauros
sólo se deja sembrar
por revolucionarios y fanáticos
por hombres que en su tierra
construyen su casa y su familia
sus grandes ilusiones.
El que repita lo hecho jamás la encontrará.
Remad
para llegar a esa tierra
como nadie ha remado
y os serán ofrecidos
a vuestra llegada
manjares que no fueron
ofrecidos a nadie.
Y en las noches de desilusión
cuando nada es posible
en esa oscuridad
pedid a los mayores
que os cuenten
de los grandes navegantes
sus antiguas hazañas
en pequeños barquitos de papel.
Cada trecho recorrido
tendrá sus peligros.
Nada será fácil para el poeta.
Vendrá el amor y habrá que enamorarse
hasta sentir que la carne
temblando es un poema.
Y así llegará
la inolvidable noche
donde por un instante
esa pasión será la poesía.
Frente a la duda no dejar de remar.
Tomar en nuestros brazos,
fortalecidos como garras
por la crueldad del ejercicio,
a la persona amada
y seguir remando
si es necesario con los dientes.
Con el tiempo ella, también,
hará ejercicio con nosotros.
Después de a dos, de a tres,
de a todos,
rota la inmensidad de lo único
vendrá la muerte.
y no valdrá ninguna valentía
porque ella se jacta
de haber matado
a todos los valientes
en el primer encuentro.
Y tampoco valdrá ninguna cobardía
porque ella mata todo lo que huye.
Para encontrarse con la muerte
se necesita
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente
eso enseña el amor.
Cuando ella se acerque
y venga por nosotros
con su mirada inmensa
como ella misma es inmensa,
dejarla acercar
hasta que escuche
nuestra respiración
entrecortada por el encuentro.
Y ella enternecida
como es su costumbre
nos tenderá la mano
para que acompañemos
a vuestra majestad
al inmutable
reino del silencio.
Ahí
cuando entregarse
es lo más fácil
mirarla
en los ojos
la inmensidad
que le pertenece
y decirle entre dientes:
Amada muerte
mi enamorada
escribiré tu nombre
en todas las paredes
besaré
sin temor tus labios
como nunca
ningún hombre lo ha hecho
y te amaré verás
entre la sangre,
en las grandes catástrofes
y también te amaré
cuando un blanco capullo
reine en tu corazón.
La gran emoción
que recorre su manto negro
por encontrarse en un poema
hace de la muerte una mujer.
Ella también terminará remando
tranquilamente hasta la orilla
y compartirá mi pan y mis amores
y volará por las noches
para cobijar en su seno,
a los que ya dejaron de remar
y volverá
para encontrarse conmigo
y contarme sus hazañas.
Como si cada vez
fuera la primera
volveré a respirar
como respiran los atletas
y por haberlo aprendido de ella
la miraré enternecido y le diré:
Mi muerte enamorada
y ella
será feliz.
Después hay que seguir remando.
Ya nos preguntarán
y nosotros diremos:
hemos estado con el amor
y hemos estado, también,
con la muerte.
Al principio no nos creerán
dirán que para el hombre
es imposible.
Nos pedirán pruebas,
nosotros les mostraremos
como si fuera el cielo
algunos poemas
y conseguiremos con ese gesto
que llegue hasta nosotros
el tiempo de la burla.
Grandes embarcaciones que nada buscan
porque creen tener
pasarán una y otra vez a nuestro lado
tratando de hundir con sus juegos
nuestra pequeña balsa enamorada.
Nos llamarán
desde sus lujosas embarcaciones,
con los nombres
con los que se nombran los desperdicios.
Poetas. Locos. Asesinos.
Y en la algarabía estúpida de sus juegos
todo será posible.
Nos tirarán algunas piedras
y se dirán
nada los ofende y enfurecidos
nos gritarán:
Pelead ¡cobardes! defendeos.
Y después de mil veces y otras mil
con los ojos desorbitados
por el cansancio
y también por la sorpresa de ver
nuestra pequeña balsa enamorada
siguiendo su camino
y nosotros, tranquilamente,
sobre ella remando.
Después de haber atravesado
ilesos el camino de la burla
vendrá os aseguro
el tiempo del oro.
Aburridos de sus propias risas
querrán jugar a nuestro juego.
¿Cuánto cuesta esa madera
a punto de pudrirse
que usáis de embarcación?
y ¿cuánto vuestra vida?
¿Cuánto esas viejas cartas
de navegación
y cuánto esos poemas?
Cuestan, señor,
lo que le cuesta a un hombre,
dejar de pertenecerse
y entregarse al poema.
¿Cuánto dinero cuesta eso?
Todo y ninguno
tal vez su propia vida.
¿Cuánto dinero cuesta
mi vida entonces?
Todo y ninguno.
Su vida son palabras
como todas las vidas
y eso, tengo entendido,
vale nada.
Y ¿cuánto dinero cuesta pensar así?
Todo y ninguno.
Más bien hay que sumergirse
remar y no esperar nada.
Eso cuesta.
Sumergirse y no esperar nada
en las tinieblas,
hacia otra oscuridad mayor
el poema.
Una vez enamorados
el amor y la muerte
y rechazados el oro
y la burla por impuros
vendrá y de ninguna parte
porque ella
vivió siempre en nosotros
la locura.
El peor de todos los estrechos.
Surge imprevista,
por ser ley de su destino
la sorpresa
y no viene por ninguna pelea
porque trae el deseo
de trabar amistad con el poeta.
Y cuando llega
nos dice entre susurros
que su mundo
y el mundo de la poesía
son el mismo mundo.
Frente a la duda hay que seguir remando.
Informe se deja moldear
por nuestras palabras
y al tiempo ella también
tiene su grandeza.
Yo soy del amor, nos dice,
ese desenfreno
y la pasión
eterna de la muerte.
Tengo por costumbre
despreciar el oro
y sin embargo
las ansias por matar
que generan sus leyes
están intoxicadas de locura.
Ahí, ella y la poesía se parecen.
A instantes de juntarse
en nuestra mirada,
como si fuesen una sola cosa
la poesía, vieja loba de mar,
rema un trecho con nosotros
para mostrarnos
que la locura desde que llegó
permanece en el mismo rincón
de la pequeña balsa,
sin remar
recordando todo el tiempo
su pasado.
Contentos
de haber comprendido
la diferencia
encerramos a la locura
en un poema
y seguimos remando
hasta que un día
convencidos de su torpeza
para la navegación
se la entregamos
al amor y a la muerte
para que la locura
aprenda a volar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

miércoles, 26 de agosto de 2015

Ahora harán conmigo el monumento al pene


Querida
Te lo dije en silencio,
no sueltes las amarras,
la libertad no existe.
Existe el desatino, las sombras,
la tonta esclavitud, del hombre,
por sus ocupaciones, por sus sexos.
Una colección de ultramodernos,
pequeños animalitos y grandes maricas.
Soy, te lo dije en silencio,
el último padre de occidente,
el último amante,
el fin del amor.
Entre la muerte y el deseo hablo la vida.
Te nombro amada, te nombro
y no me alcanza con nombrarte.
Recuerdo, cálidamente,
tu sangre sobre mi piel,
aquel delirio celular,
tu cuerpo en mi cuerpo.
Hablamos y dijimos: es imposible ser.
Recuerdo, sin embargo, bien amada,
argucias, históricas. inesperadas,
contra la propia vida de los hombres.
Tu carne, amada, esplendorosa carne,
racimos de humanidad por todas partes.
Llagas, heridas por doquier. Sangres,
entre nosotros, recordando la muerte.
Ahora, me lo digo, no va más.
Soy un artista.
Una catástrofe del alma.
Una fe destrozada por la historia,
del hombre una fatal encrucijada.
Estar al lado mío, para mí, sería suficiente.
Un hombre que a nadie pertenezca,
con sus propios sentidos. amores,
una cadena de palabras, vida, deseo,
goce inagotable.
El pene, te lo dije, era una imperfección.
Deseo del hombre que deseaste,
que te quedes conmigo, detenida,
quieta en el alma, conversando.
Quisiera confesarte que soy un solitario.
Desde el principio de los siglos,
entre fieras, vivo carnes y hartazgos.
Soy el poeta,
en mi cuerpo profundo y milenario,
al borde de los abismos de la locura,
escribo, lentamente, mis versos y miro,
tu desenfrenada carrera hacia la muerte.
Haciendo el amor el tiempo siempre sobra,
somos millones y millones, miles de siglos,
compartiendo mi pan y mis venenos y, aún,
mis tontas preocupaciones por el hombre.
Esta vez se trata de gozar, vivir.
Basta de experimentos, basta de ser,
deseo que desees,
no te necesito,
hagamos el amor.

Miguel Oscar Menassa
De  "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

martes, 25 de agosto de 2015

INTRODUCCIÓN


Quisiera escribir algo sencillo 
algo que me hiciera saber acerca de qué me pasa.
Ayer decidí publicar un libro.
Me hizo mal darme cuenta que sólo tengo escritas algunas páginas, que por otro lado no me parecen demasiado interesantes para ningún editor. Me imagino un libro de tres mil páginas, escrito como las últimas siete páginas de "Querida". Para publicar el libro imaginado no me importaría tener que trabajar toda mi vida. Pero gastar mis pocos dineros, en estas pocas páginas, casi sin interés; no sé.
Sólo en algunas páginas la poesía alcanza su sentido de verdad. El resto, se me ocurre, florecimiento de un posible nuevo estilo. Es decir: 
          demasiada juventud 
          demasiada ocurrencia acerca de todo 
          en definitiva, 
                            poca historia 
                                               demasiada soledad.
Carlos Gardel por Hegel, puede por qué no recordar el tango cambalache y eso es verdad, pero no, ser garantía de las palabras dichas acerca de la sexualidad femenina o el asunto de la esclavitud.
Poco a poco me voy rindiendo a la evidencia 
No deseo hacer lo necesario para ser, 
entonces  no seré. 
                          Prefiero los rincones, 
los cálidos rincones del garche perfecto.
En fin, la vida fácil.
Un cierto respeto por los muertos
sol mucho sol y drogas para el hastío.
La mujer me interesa compleja, 
                                              extraviada en algún destino. 
Que no sepa pensar, hacer el amor o lavar los platos, me da lo mismo. 
Alegre cuando pueda, 
                                 la vida en general no es fácil. 
Deseo en ella 
-y quiero que se entienda- en todas ellas, 
alguna locura por otra mujer. 
Un cierto desenfado en mostrarnos las mutilaciones.
Al hombre lo quiero perfecto, 
                                            hombre y mujer 
                                            amo y esclavo 
                                            mortal e inmortal 
                                            amenazado, 
                                                             siempre amenazado.
Prefiero la belleza aunque reconozco no poseerla. 
La prefiero de gala, tirando a cómoda. 
A plena penumbra, 
que no se sepa quien es el amor, 
                                                que nunca se sepa. 
Preferir,
prefiero vivir en una casa de campo con río y árboles añosos, 
con mil personas a mi alrededor y solo. 
Trabajar lo que se dice trabajar, 
-tiempo por dinero o cualquier otra combinación parecida-
me afecta los nervios. 
Hablar con la gente me gusta, 
hablar con la gente, siempre, en todos los casos, me trae complicaciones.
Primera dificultad, 
siempre hablo tres tonos más arriba de lo que corresponde. 
Segunda dificultad, 
me río muchas veces o no me río ninguna. Me burlo siempre. 
Tercera dificultad, 
tengo silencios prolongados y monólogos extensos. Me callo siempre. 
Cuarta dificultad, 
tengo prejuicios, siempre creo que el que da más soy yo.
Quinta dificultad,
mi discurso es bisexual, sirve a todos. 
Sexta dificultad, 
Estoy dispuesto a demostrar que lo que siento es verdad. 
Y no me importa que me lleve 1 000 años, 
                                                               hay tiempo para todo. 
Complicación primordial, 
a pesar de todo, mis encuentros con las personas son favorables.
Dicen de mí, que soy inteligente o raro. 
Sospechar no sospechan. 
A lo más piensan que soy un poco megalomaníaco (delirios de grandeza) 
Jamás que están en presencia de un genio. Eso, jamás. 
A mí, no me duele. A mí, me da lo mismo 
                                                              Yo espero, 
alguna vez, alguna mujer en el paroxismo del goce, 
me dirá que soy único, 
                                 caballo de la noche, 
                                                              Yeti inmortal. 
Tengo vicios: El amor a escondidas. Insisto: 
                                                                 que nadie sepa. 
Redes, 
          historias, 
                       amo las historias. 
La espléndida zona del misterio, 
                                                toda para el amor. 
Sexo y virtud, las prefiero en secreto. 
Para desnudarme y esas cosas prefiero rituales, 
rituales breves que no tengan que ver con la muerte 
y donde cualquier nombre propio sea bienvenido.
Deseo labrarme un futuro, una pequeña finca a orillas del mar. 
Asegurar un color sádico para mi piel, todo el tiempo. 
Ser necesario para alguien o para algo en general, 
eso sí, me gustaría ser.
Si no voy más como escritor, me lo dicen y basta. 
Plantando patatas, también soy feliz. 
                                                      Os lo aseguro, 
seguiría resultando interesante para ustedes. 
Nacerían patatas deformes, inteligentes o raras.
Y sepan que sé,
que no hay buenas medicinas para el alma, 
porque el alma no existe.
                                     Caricia tenue, caricia de verano, 
racimo de uvas maduras sobre tu piel,
uvas negras, redondas, arrancadas, 
más que por su sabor, por su belleza. 
Amo en los estilos clásicos el refinamiento para la estupidez. 
Las condecoraciones, en fin, todo lo inútil. 
Hubo de haber habido entre mis parientes, algún hombre de bien. 
Alguien con una cadena de oro alrededor de los huevos. 
El Conde de la Cadena. El Extrangulado. 
Suprimiendo el sexo todo saldría perfecto y bastante más barato. 
Utilizado para cualquier deseo, el trabajo es mucho mayor. 
Hago el idiota, eso está claro.
                                            Él cree 
                                            Ella cree lo contrario. 
Yo pienso que ella y él hicieron lo único posible: 
Él un sentido a su locura.
Ella un destino a su sexo.
                                     La humanización fue completa. 
Me dejé llevar,
me llevaron por los entretelones del sexo y la locura, 
sus máscaras para la fiesta.
Y fui Dios y Lucifer y el Mago del Sexo
                                                           y todo sin saber. 
Nadie preguntó por mí. Estaba dispuesto a quedarme hasta el fin. 
¿De qué soy responsable? pregunto. 
Acaso de haberlo visto todo. 
                                           Lo vi todo. 
De haberme emocionado en algún momento. 
                                                                  Me emocioné siempre.
¿De qué se me acusa? 
De llevar hasta el paroxismo un saber, 
de que mis hijos vayan a la escuela. 
De haber visto la muerte en su locura 
y la muerte también en su sexo. 
Fui discreto, galante, convencional, 
amé todo lo que me fue indicado amar. 
Tonto y maravilloso, 
                              siempre,    
                                          con la misma pasión.
Me pusieron un precio. 
Un lugar demasiado pequeño para mis explosiones cósmicas.
Usted vale tanto, hágase valer. 
Yo no puedo más, 
ambiciono el sol, 
las tontas conversaciones con mis amigos, por nada.
Mi cuerpo 
               vibra 
frente al más pequeño movimiento de la naturaleza. 
Me parece bien, para mis hermanos, 
cualquier manera de vivir.
Y si bien he perdido mi pasión por los encuentros inútiles, 
no he perdido el registro de lo mortal, 
la inmaculada pasión negra, 
                                        el encuentro de las voluntades. 
Y si bien es cierto que me encuentro andando a la deriva, 
la deriva es una referencia. 
Se la puede signar y calcular, 
se la puede hacer saltar en mil pedazos. 
Se la puede recubrir de pieles y piedras preciosas, 
se la puede amar. 
¡Oh! mis pobres ciegos de amor, 
mis ciegos de la ceguera fatal. 
                                            Ella es la deriva.
Un amor imposible. Una puesta de sol inolvidable.
Que soy un gran escritor, ya lo sé.
El dilema: 
Como hacer para que algún otro se entere de semejante verdad. 
Con los familiares no se puede, me aman. 
Ellos prefieren que a mí, me vaya bien.
Entre los desconocidos, 
a quién puede gustarle esta mezcla de rabia y lucidez. 
Frases donde se entrecruzan los destinos de dos civilizaciones. 
Lugares donde reina la locura o la estupidez. 
                                                                  Todo es posible.
¿Nuevo estilo? o ¿Fragmentación esquizofrénica de la realidad?
Seguiré escribiendo, porque escribir me hace bien. 
Sentir que soy un gran escritor me hace bien. 
Por lo demás,
eso de encontrar un alma gemela o un lector hermano, puedo esperar. 
Por lo de publicar puedo esperar, aunque tal vez debería intentarlo.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

viernes, 21 de agosto de 2015

SIN BUSCAR SENTIDOS


Sin buscar sentidos
sin buscar sentidos
a veces...
no se puede vivir.

Buitre acostumbrado
a la carroña
vuelo sin olfato
perdiendo el rumbo.
Lumínico vientre
jugos
como vertientes de arrebato
contra los ojos mal-heridos,
desvariados.
La soledad
me tiende sus redes de brocato.
Me repito
un hombre solo no es un hombre
un hombre solo no es un hombre
y abro la boca hambriento
sin saber ¿Porqué?
me toca este camino.
Soñador
acostumbrado a vivir
empecinadamente la poesía
amo en general los silencios,
las brusquedades
los silencios.
Entendido en catástrofes
nazco
entre lo que se desmorona.
Piedras
antílopes caídos,
tigres
como llamas de seda.
Llamas
piedras
y entre los desperdicios
siempre encuentro una flor.
Una simple delicadeza
para el alma.
Volando entre galaxias
de nuevos pensamientos
mi vida
se llenó de malos pasos.
Normal. Normal
eso no pude nunca.
Soy una promesa
y el diente
posterior de la nada.
La poderosa serpiente
que le da vida a Dios.
Veneno y fe.
Veneno y fe
y azúcares
y olores
de azúcares quemados
y corales
y negruras
y tiempo de paz.
Los hombres van y vienen
recuerdan y olvidan.
Panes y recuerdos
me repito a cada instante
panes y recuerdos
tuvimos todos.
Cuando partí de mi ciudad
lo sabía todo y lo olvidé
lo sabía todo y lo olvidé.
Viajo sin rumbo porque olvidé
el destino del hombre.
Tanta muerte y tanta locura.
Tanta soledad.
Mejor viajar sin rumbo
mejor detenerse
donde nadie se detiene
cielo hay
en todas direcciones.
Fui un perro, lo sé,
buscando en la basura
un pedazo de carne
y sin embargo
extranjero y feliz
quiero para mí
lo que me corresponda.
Orgulloso de mis defectos
soy un pavo real
sorprendido por sus colores.
Hasta aquí
amante
de las virtudes de los otros
quedé sensible al asco.
Picoteo todo
buscando el sabor deseado
y el sabor deseado
está en mí.
Normal. Normal
eso no pude nunca.
Alcanzo
las primeras arenas
a fuerza de coraje
no huyo del mar
lo abandono.
Incendio el mar.
Abro caminos
en los pantanos.
Busco
entre las fieras
un destino.
Mejor no tener nada.
Mejor
andar por la vida
como si el mundo
nos perteneciese.
Pisar aquí y allá
quedarse siempre
en el mismo sitio
y volar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

martes, 18 de agosto de 2015

SALVE II O MARIA LA HECHICERA


Cuántas veces perdido en tus amables brazos
María la hechicera
recorrimos los canteros donde crecía la alegría
donde el amor y los malvones
se regaban con la misma firmeza
                                           con que las aguas
bajan de las montañas en primavera
para regar los campos araucanos.
Tú reinabas tu reino, allá en Pompeya
tu mar y tus espumas
eran las manos del abuelo Antonio
tocando la guitarra o encendiendo su pipa
con el rojo carbón entre sus dedos
y un corto silbido, para llamar a Juana
la oveja, su inseparable compañera.
Cuántas veces tu sol era los ojos ciegos del abuelo.
En Mon y Tabaré te sentabas
con un pañuelo negro en la cabeza
y en tu falda
                 doce panes calientes
cocidos en el barro con tus manos
como cuando eras niña
y a orillas del Limay
Caupolicán pasaba su belleza.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo Pecador"

lunes, 17 de agosto de 2015

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE -I-


El campo siega los corazones jóvenes
y éstos ya no se parecen a las garzas
o a los patos volviendo de la laguna
mojados y despreocupados del frío de la tarde.

Tú eras libre y pequeña en la provincia
antes de la ciudad
solías descorrer las tranqueras
que detenían las ovejas
para verlas trotar
por los callejones de tierra.
Solías aprovechar tu día
viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos

Las manzanas por detrás de la casa.
La ciudad es melancólica y familiar
pero en el campo de mi corazón
ríes y saltas por entre los tabiques
hasta reventar de alegría.
Morir en la sangre de mi corazón.

He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi juventud
deteniendo y deteniendo
el hilo de tu virginidad.
He corrido como los caballos de tu infancia
que te excitaban y temías
para llegar un poco antes
en el mismo momento al límite de la noche
por no haber creído
en el crecimiento de las flores de tu pueblo.

Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
para convencerte de la soledad de los hombres
Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
para vencer tus años de padre y madre
venidos de un país extranjero o de la provincia.

Hemos estado juntos en la ciudad
tan cerca de mi oficio como de la maldad
tan cerca de mi oficio como del amor
y sin embargo ahora
adiós querido mío estoy cansada
te descubro
me ahogan las habitaciones de tu casa
debajo de las casas
y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
que turba o desborda la soledad.
Me ahogan tus diálogos con el viento
y las conversaciones desenfadadas y violentas.

 Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa"

domingo, 16 de agosto de 2015

Llegar, querida, llegar


Estoy llegando, como siempre, gota a gota,
a fin de mes, amor, enajenado, sordo, quieto.
Con tres peniques me siento Dylan Thomas...
y diecisiete florines hacen que sea Freud.


A fin de mes, mi amor, para llegar, pruebo volando.
Me juego dos quinielas, recuerdo dos poetas, amor,
y beso la cúspide de mi esperanza de volar cuando,
en silencio, entre versos, le pido a Dios: Piedad.

Alas, Dios, para llegar hasta mi amada a fin de mes.
Pequeñas alas muertas, cielos de luz para mi mente.
Alma, un poco de alma, Dios, para llegar a fin de mes.

Después pasan las horas y arañando un sentido,
llego hasta tus senos, amor, a fin de mes. Loco,
embrujado, alegre, enamorado por llegar.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

martes, 11 de agosto de 2015

Veo abrirse futuro en tus entrañas


Veo abrirse futuro en tus entrañas,
 veo inflamarse mi corazón de dicha.
 Ataco sin piedad mis versos anteriores
 y escupo la cara del oro y la miseria.

Soy el loco Siglo Veinte, estoy espantado de mí.
 Hago el amor y contraigo enfermedades incurables.
 Trabajo con ahínco y deseos para ser explotado.
 Escribo bellos versos para metérmelos en el culo.

Todo está calculado para mí, menos mi ansia.
 Todo está computado para mí, menos mi deseo.
 Todo está ordenado para mí, menos mi hambre.

Cuando escribo se rompen los relojes
 y ese futuro abierto en mis entrañas,
 se libera, se hace carne en el mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

jueves, 6 de agosto de 2015

ARRÁNCAME LA VISTA, AMADA


 Arráncame la vista, amada, le dije sin mirarla
 y ella, acostumbrada a mis palabras, bajó el telón.
 Quedamos, al besarnos, de este lado del mundo,
 sin ver lo que pasaba, sin mostrar lo que hacíamos.

Devuélveme la vista, amada, le dije sin mirarla
 y ella, acostumbrada a mis palabras, subió el telón.
 Quedamos, al besarnos, de ese lado del mundo,
 lo vimos y lo mostramos todo, mas todo daba igual.

Déjame como estoy, no toques mi delirio.
 Algo te doy amándote y nadie se da cuenta.
 Algo me guardo para mí del amor pero no siento nada.
 No somos náufragos perdidos, aún no hemos partido.

Aún, amada, nadie ha llegado al puerto
 y al llegar no habrá barca esperándonos.
 Sólo la bruma de la orilla espera,
 sin novedad, sin mundo, volvemos a la página.

Ya fuimos ciegos, ya fuimos videntes,
 ya dimos de beber a quien no amaba el agua,
 nos sentamos a comer en la mesa de los ayunadores
 y una cama vacía de amor la llenamos de lágrimas.

Ya fuimos la luz que no se enciende
 aunque de golpe aparezca Aladino.

Ya fuimos los condenados de la tierra
 y el dolor de quien nada tiene para sí.

Somos, ahora, como los árboles perennes
 que una vez plantados no dejan de crecer;
 más allá de los soles, del viento, de las lluvias,
 más allá de los tiempos, del amor, de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

viernes, 31 de julio de 2015

LA VIDA VIVE EN MIS PALABRAS


La vida vive en mis palabras, el goce en mi voz
y vosotros, tendréis que resolver el acertijo.
Soy una herida abierta que sólo se repite sin dolor.
  Soy una pulsación, sin ritmo, ni latidos.

Algo del ser que ya no fue sino representado.

  Un hilo de luz en la montaña abierta y desolada,
pero sin que hubiera de haber desolación,
ni montaña, ni hilo, ni tan siquiera luz.

No soy el humo que parte de la llama y se disipa,
ni el grito que se arranca de la garganta para ser
ni el perfume que escapa de la piel del deseo.

Soy algo del humo, algo de la llama, que perdura:
lo que el grito no pudo asesinar de la garganta,
olor vacío de perfumes, agujero de piel, poesía.

Miguel Oscar Menassa
De "·La patria del poeta"

martes, 28 de julio de 2015

Veo abrirse futuro en tus entrañas


Veo abrirse futuro en tus entrañas,
veo inflamarse mi corazón de dicha.
  Ataco sin piedad mis versos anteriores
y escupo la cara del oro y la miseria.


Soy el loco Siglo Veinte, estoy espantado de mí.
Hago el amor y contraigo enfermedades incurables.
Trabajo con ahínco y deseos para ser explotado.
Escribo bellos versos para metérmelos en el culo.

Todo está calculado para mí, menos mi ansia.
Todo está computado para mí, menos mi deseo.
Todo está ordenado para mí, menos mi hambre.

Cuando escribo se rompen los relojes
y ese futuro abierto en mis entrañas,
se libera, se hace carne en el mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

sábado, 25 de julio de 2015

LA POESÍA HA ROTO LA PALABRA


La poesía ha roto la palabra,
ha extendido la frase al infinito,
ha bordado, sin hilo y sin aguja,...
el corazón de la quebrada voz.

Hubo un sentido
que se abrió en mil pedazos,
hubo un amor tan grande
que nadie pudo amar
y hubo, mi amor, mi amada,
grandes amantes crueles
que hacían el amor
con las palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

jueves, 23 de julio de 2015

LA MUJER Y YO - 29 -


Existen pasiones que no alcanzo a comprender,
hoy, un Dios, se beneficia con nuestro canto.
Y ella, con ternura y con rabia, quiso preguntar:
Y, si hasta Dios se beneficia con nuestro canto,
¿por qué no nos quieren pagar por nuestro canto?
Sus ojos eran lejanos en la pregunta,
fue entonces cuando le dije:
Estamos aquí para morir
Pero, el que muera hoy,
mañana no cenará con nosotros.
Eres tan diferente al resto del mundo
que muchas veces no lo puedo creer
y te trato como a todo el mundo, mal,
me alejo de ti cuando te necesito,
me obligo a romper y abandonar
lo que goza en mí y viene del mundo.
Soy, ¿cómo decirte? una piojosa
y no tanto por los piojos que no tengo
sino por celosa y envidiosa, mi amor,
no puedo soportar el goce ansiado
si proviene de ti, la caricia o el triunfo,
por eso es que prefiero pensar de ti
que eres vulgar, estúpido y hasta feo.
Que aprendiste a escribir a mi lado,
cuando nos conocimos no sabías
tratar a las mujeres ni al poema
y después la conclusión es sabia,
me lo digo para tranquilizarme:
Y, todavía, lleno de ilusiones,
pretende que goce con sus cosas.
No está mal, le dije con confianza,
al menos has aprendido a hablar,
ahora los dos juntos, tal vez, podamos aprender
que siempre habremos de alcanzar alguna altura
y, después, siempre y cada vez, habremos de caer.
Y no podrá ser de otra manera, subir y después, caer,
lo mejor es, entonces, aprender a caer como un atleta
para quedar saludables y en condiciones de empezar
a subir, nuevamente, amando y volando, a las alturas.
Ella fue contundente cuando dijo:
Y ahora ¿qué quieres?
que tome un profesor de vuelo
o que te chupe, sin más...
Sus puntos suspensivos puestos ahí
me indicaban hablar o permitir que,
a causa de mi silencio incomprensible,
una vez más, me llamara marica.
Espero, le dije, tembloroso,
estar torciéndome lo suficiente
para que nadie, exactamente,
me pueda seguir.
Cuando me doy cuenta
que puedo escribir
de todo lo que me proponga,
no me propongo nada.
Hay días que pienso que no merezco, del mundo,
sino aquello que el mundo me concede.
Lo que el mundo no me da y es necesario,
lo consigo yo mismo, trabajando.
Y lo que el mundo no me da y es superior
o superfluo o de lujo, lo consigo virtual,
escribiendo, haciendo el amor, soñando,
cambiando mi pequeña y pobre familia
por la ambición de producir dinero,
jugando con las palabras a los versos,
jugando con los colores a estar vivos,
jugando con nuestros cuerpos al amor.
Ella hace, con cierta inteligencia,
frases enteras donde mi sexo no existe,
no tanto por envidia o dolor sino,
sencillamente, para acortar distancias.
Ella, en definitiva, destruye todo
lo que se interpone entre ella y yo,
aunque sea propiamente mi sexo.
Entonces es cuando me pregunta:
Y después, ¿qué harás?
Escribo todo el tiempo,
desesperadamente,
día y noche
hago mío el color,
desesperadamente,
y amo como se debe
y como no se debe y,
a veces, hago el amor
con quien no corresponde,
pero debes saberlo:
Siempre, desesperadamente.
Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo"

miércoles, 22 de julio de 2015

CRECIENDO ME FUI DANDO CUENTA


Creciendo me fui dando cuenta
que vivir no era suficiente.
En principio comencé por cambiar
algunas horas de mi vida
por algunas palabras.
Esas cuestiones del sexo y del oro
de la pequeña y simpática libertad
de la política sombría.
Las palabras se unían unas a otras
como pesadas redes
y en esa soledad fue necesario amar
conocer el amor
amar el amor
ser para el amor
como si el amor fuera uno mismo.
Matarse por amor.
Envolverse en la tristeza
de un crimen por amor.
Soñar y ser soñado
siempre por la misma persona
y tener la valentía por amor
de despeñarse
por el desfiladero de las sombras
cada vez que lo amado deje de soñar.
Y el amor con tanta locura
trae el movimiento de los astros.
Soles quietos
enamorados de bailarinas lunas
lunas ciegas
bailando por la obligación del amor.
Después aún
entregando otras horas de mi vida
ingresé en el cosmos.
Los soles quietos giraban a su vez
alrededor de otras cadenas.
La luz
era sólo el reflejo de su búsqueda.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

lunes, 20 de julio de 2015

12 de septiembre de 1976, Madrid.


Se abren y se cierran
las puertas que ocultan los más bellos tesoros.
Se abren y se cierran en vaivén.

  Y sin embargo sé
que ni muerte, ni locura
atraparán mis manos en ese sortilegio.

El poeta escribe, el poeta se desvive por escribir.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

28 ANIVERSARIO


Estuve por las noches de este mes de febrero
doblado por la angustia, congelado de miedo.
Nada pensaba, sólo sentía sórdidos rumores,
voces del tiempo, fragmentándose en la huída.

Leo mis versos con pasión, rompo mis versos.

  Hago con mis versos un trapecio celeste y, ahora,
balanceos audaces de mi voz, violines del tiempo,
hacen de la carne y el cielo el mismo canto.

Al mismo tiempo que me muero, me digo,
No son tantos, veintiocho años, no son tantos,
hubo amores y guerras, más lejanas y ardientes.

Y eso que digo por decir, no me consuela, porque
hay un hombre en mí pidiendo más estrofas a mi canto.
Por eso estoy aquí, nadie lo dude, han pasado los años.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

martes, 14 de julio de 2015

Hubo una época, un tiempo de mi vida


Hubo una época, un tiempo de mi vida,
 donde todo era posible para mis ambiciones.
 Una edad hubo. Hubo una edad de oro macizo,
 donde amor y dinero eran el mismo Dios.

Yo solía tenderme sobre orcasitas diáfanas
 y me encontraba con vagabundos, gentes de mal vivir
 y yo tenía la hermosura que dan el ocio y la alegría
 y algunos curiosos me besaban los labios y bebíamos.

Una época, una edad, aún, hoy, todo lo recuerdo.
 Una mujer prendida de mis labios y otra mujer,
 dejándose deslizar por mis hombros sangrientos.

Una mujer y otra mujer y, aún, noche desesperada,
 otra mujer blandiendo como estandarte, mi sexo,
 iluminada sonrisa, ardiente tempestad sedienta.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

miércoles, 8 de julio de 2015

DESPUÉS DE LOS CINCUENTA


Después de los cincuenta espero dedicarme a vivir.
 Y aunque la mano venga que nadie sabe de eso,
 igual lo intentaré, pensando que versos he podido,
 y el poema deja el camino libre para la vida.

Y cuando los grandes candidatos de las artes y las letras
 y cuando los políticos del alma se bajen los pantalones,
 por un instante de vida vivida, de poesía inmortal.
 Contestaré y no contestaré, tranquila, apasionadamente.

De atreverme a vivir después de los cincuenta años,
 y de la herida por la cual sangra todo lenguaje
 me siento estrictamente responsable, me duele a mí.

Y si vivo y si quiero vivir como una alondra en libertad
 quiero decir, quiero abrir una puerta a los misterios:
 Antes de vivir un instante, escribí todos los instantes.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

lunes, 6 de julio de 2015

Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive


Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive,
quiero cantar estos amores que surgen de mi pecho.
Sortilegios, amores como furias desatadas del alma,
tenues, suaves amores anunciando devastador futuro.


Poner en movimiento la antigua fiereza de la tierra,
imprimir movimientos a una vida que jamás ocurrió.
Romper con mi compás el vientre de la montaña negra,
hacer que el universo todo se mueva entre mis manos.

Palabras con luz propia, eso quiero cantar.
Palabras como manos en el rostro del alba.
Palabras como piedras caídas para siempre.

Empecinado poeta de todo lo que muere,
el universo, manos, furia de la tierra;
no doy, no entrego nada, canto para mí.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

miércoles, 1 de julio de 2015

SOY UN SER AISLADO, SUSPENDIDO


Soy un ser aislado, suspendido entre signos de puntuación.
Un sereno juglar de la belleza oculta, de los bienes perdidos.
Alma me dicen y mi congoja estalla hasta los límites del mar.
  Amor me dicen y se desgarra mi tierra en terremotos, caídas.


Soy un ser enamorado del pedazo de pan que me llevo a la boca.
Un solitario ser, amante del crujido del pan entre mis dientes.
Paz me dijeron y estalló frente a mí, la guerra, la vergüenza.
Paz, gritaban, mientras le cortaban las manos al cantor, al viento.

Soy mi Tristán, la Isolda, el ser vivo del otro, vieja soledad.
Esa vieja costumbre de saber recorrerme sin violencia, sin Dios.
Un punto en el centro del corazón, una coma colgando de los labios.

¡Libertad! me gritaron, ¡trabajo, me gritaron, y libertad!
y fue divertido ver cómo se ataban hasta inmovilizarse.
Nadie podía detenerme, lo borré todo, lo rompí.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

lunes, 29 de junio de 2015

HAY COSAS DE LA INFANCIA QUE NO VUELVEN


Hay cosas de la infancia que no vuelven,
la sonrisa juvenil de mi madre,
las empanadas de mi abuela muerta,...
el corazón temido de la noche.

Hay cosas de la infancia que quedan en la infancia.
La tenebrosa entrada en los infiernos,
el pecado primero, la primera virtud,
la gloriosa ascensión a los cielos,
la vergüenza de provenir del sexo.
Hay cosas de la infancia que quedan en la infancia.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

martes, 23 de junio de 2015

EL QUE PREDICA EN LA MONTAÑA


El que predica en la montaña
será el predicador de la montaña.

El que come su pan
apresuradamente
será el hambriento.
El que canta sin fe
por las mañanas
y nos anuncia el porvenir
será el cantor
dulce cantor de pastorales
donde mueren las flores
y el reino de los cielos
nos espera.
El que encienda
los fuegos fatuos de la carne
para aplacar la incertidumbre
de la bestia
será el censor
será el hombre
más triste de la tierra
el hombre de las dunas
el de la ausencia de colores.
EL QUE NO PUEDA MÁS,
EL QUE NO PUEDA
BAJAR DE LOS CIELOS
O ASCENDER DEL ABISMO,
SERÁ EL POETA.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

lunes, 22 de junio de 2015

LO PERFECTO

Lo perfecto es el mecanismo que muestra
en todo acto humano la imperfección, la falta:
Hay días del futuro que nunca viviré.
Aunque viva mil años hay días del futuro muertos para mí
y eso es perfecto.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

miércoles, 10 de junio de 2015

VIDA COTIDIANA


Cuando el coloso aullante de la duda
abandone mi extraño corazón,
seré el amante, que ambicionan tus ojos....
El cruel amante negro,
el que te mata y muere cada vez,
la más remota capa de la tierra
y el silbido ululante del corazón del tiempo.

Soy el futuro, amante, que te espera,
el tiempo envuelto en luces,
la maraña espectral de las horas que pasan, rota,
parcialmente dañada la cara de la muerte,
por el feroz encuentro,
donde mi corazón late al compás,
de los latidos negros del corazón del sol.
Seré, cuando el gigante malherido muera,
misterioso sacerdote en tu vientre abierto
oficiando el milagro de la carne.
Conteniendo la ira del negro vacío
cuyo compás marca nuestro compás-
arrojo en él, pedazos de mi carne transformada
-para que fuera posible la ceremonia-
en palabras.
Engarzo,
dirigido por los dioses inmensos de la duda,
en cada palabra una gota de sangre, leve sudor,
lágrima pequeña y enamorada, gota de semen.
Hago estallar en pleno vientre,
del sol que no nos pertenece -su vacío negro-
esa luz.
Venid, danzad conmigo,
danza de los violines que nunca morirán.
Venid, quemad la noche,
hogueras del amor despedazad el alba.
Luz, palabras como luz.
Luz, amores como luz.
Negrura como luz.
Ceguera como luz.
Luces, como locuras iluminadas.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

lunes, 8 de junio de 2015

Que harán, querida, conmigo


¿Qué harán, querida, conmigo?
 Conmigo que no quiero volver
 y si quisiera, mi ciudad,
 la roca, partiría su corazón. 
¿Qué harán conmigo?
 Me escribirán postales donjuanescas,
 donde el progreso se come los paisajes?
 ¿Escribirán, acaso, grandes poemas,
 para que resuenen en mi locura,
 las palabras de la alegría? 
¿Serán capaces de leer mis versos?
 ¿Me olvidarán entre los desaparecidos?
 ¿Me darán un lugar anónimo entre los muertos? 
Soy el muerto que escribe,
 el muerto que no vuelve,
 el peor de los muertos. 
QUERIDA, ¿qué harán conmigo? 
Poeta enamorado de la noche universal,
 vengo de un sur soñado que ya no existe.
No tengo patria, ni religión, ni dioses,
 ¿Qué harán con mis tambores de locura?
 ¿Cómo apagarán el incendio sonoro de mi canto?
 ¿A quién le pedirán que condene tanta libertad?
Tengo vicios sencillos, quiero quedarme,
 en mi casa, en Madrid, en mis amores.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

martes, 2 de junio de 2015

DESPUÉS DE LA MUERTE


En el refugio de la noche
la vida se desplaza levemente
Tan soberbio
tan espectacular era el poema entre las sombras,
que no me alcanzará para escribirlo,
ni la mañana, ni la noche,
ni el resto de mi vida.
Navego como navegaron los grandes navegantes,
a ciegas,
con el pulso detenido por la emoción de cada instante,
oliendo tierra firme en todas direcciones
y así,
otra vez el mar y el profundo cielo permanentemente.
Vientos perfumados
y peces enloquecidos por el hambre, festejan,
la inminencia de un nuevo fracaso.
Nadie ha de morir en ese olvido,
surgen, fortalecidas,
por el odio de seguir buscando,
imprecaciones y blasfemias.
Capitán del hastío,
siempre buscando tierra firme,
siempre encontrando abiertos mares y perfumes,
cerrados océanos.
Con la soberbia de un hombre encadenado
y libre,
un día terminaré gritando entre tus brazos:
yo maté a Dios, quiero la recompensa
y, seguramente, alguien me dará 30 dineros
y mi locura seguirá avanzando sobre todo.
Viene del sur, dirán, es un desaforado.
Anguila escurridiza y voraz,
eléctrico perfume entre las piedras,
palabra desmedida, es el poeta.
Vengo para que conmigo muera lo último.
Más allá de la nada comienza mi camino.
Un hombre es a otro hombre, su poeta y el Otro.
Olímpico destino y, a la vez,
embalsamada furia detenida.
Contraste primordial entre mi ser y el mundo.
Un hombre es a otro hombre, su mirada y el cielo.
Paloma mensajera y, a la vez,
nostálgico asesino entre las sombras.
Entrecortado canto poblado de silencios.
Un hombre es a otro hombre, la muerte y su milagro.
Intento arrancar la venda de mis ojos,
doy duros golpes en el propio centro del timón,
para desviar el rumbo y no consigo nada.
Fumo cigarros y bebo alcoholes fuertes.
Dibujo entre los ojos de la mujer que amo,
la posibilidad de un nuevo recorrido,
y frente a esa mirada maravillada por mi terror
rompo el sextante y la pequeña brújula marina,
y en el corazón pleno de la niebla
-en el comienzo de este nuevo final-
arrojo como si fueran desperdicios
mis últimos recuerdos al mar
y beso tus labios.
Tierra firme
y nuestro barco se retuerce entre las olas,
movimientos desesperados a punto de naufragar,
son el movimiento de nuestros cuerpos.
Babas y leches
se confunden con el torrente de aguas marítimas
y algas
y brillantes moluscos como perlas,
sacrificados a un dios.
Mar abierto
y nuestro barco encalla
en los afiebrados latidos de tu corazón,
tambor entre los leves murmullos de la selva.
Indómito
-salvaje anidando en la maleza-,
arranco tu sexo de la tierra, violines de la música,
movimientos como puñales clavándose en el cielo.
Antes de comenzar mi nuevo camino,
trato de señalizar el punto de partida.
Arranco desde donde el hombre se debate,
en los brazos sangrantes de la nada.
Yo soy ese hombre,
mordido por la vida humana a traición,
enajenado en el entontecido ritmo del reloj,
enloquecido por el palpitante ruido de las máquinas,
ensombrecido por la lujuria de los dioses asesinos
-hombres solitarios y, también, hombres habitados-,
y, sin embargo, doy mi primer paso.
Pequeño paso,
no emprendo veloz carrera hacia las tinieblas,
porque soy un hombre atemorizado,
que ya no sabe si su próximo paso
será marca o nivel de otros pasos humanos
o el callejón sin salida de su muerte.
En los pasos siguientes me desorienta
ver mi nombre en el nombre de las calles,
indicando la dirección deseada.
Brutal encuentro conmigo mismo y sigo andando,
porque seguir andando hacia otro descubrimiento cada vez,
después de los primeros pasos se hace costumbre.
Y, sin embargo, uno también se dice: aquí me detendré.
Detrás de mí, sólo montañas,
y sembraré esa tierra,
y atraeré con mi canto el agua de la lluvia
para que todo florezca y se reproduzca
y lo femenino sea ley del amor,
manzana delirante sin pecado,
y en ese paraíso viviré, tranquilamente, un tiempo.
Después algún humano habitante de la nada de Dios
intentará colonizarme y tampoco habrá guerra.
Cuando se sequen las flores,
cuando se pudran definitivamente los frutos,
porque ya no hay amor en su cuidado,
daré otro paso más,
pequeño paso conmovido como aquel primer paso,
y así, seguramente, veré distintos horizontes,
y así, seguramente, un día, moriré caminando
y nada pasará,
porque los violentos perfumes de mi cuerpo,
cuando camino, son mis propias palabras
y así, veo mi nombre volando en ese olor alucinado,
más allá de mi muerte,
caminando.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad"

miércoles, 13 de mayo de 2015

LLEGÓ LA POESÍA Y ME DIJO


Un sí o, bien, un no, me hicieron
abrir nuevos caminos, abandonar caminos.
Hasta que topé, una noche, con la Poesía
me la pasaba volando de un lado para otro
según el capricho de mis tiernas amadas
que del amor, sólo sabían hacer el amor.
La Poesía me dijo con solvencia:
Para vivir, un hombre, no necesita volar
menos aún de un lado para otro tras su amada.
Un hombre debe tener los pies a la altura de los pies.
El alma al alcance de una breve caricia,
el sol sobre la tierra a la hora del sol,
el cuerpo y la palabra cual ríos disponibles
y a la noche algún sueño, una historia de amor.
Un hombre tiene todas sus esperanzas en el hombre.
Un hombre tiene como bandera la libertad.
Le da agua al sediento y lucha por un trozo de pan
y ama, hace como que ama pero no sabe amar.
Un hombre, dijo la Poesía, con severidad,
un hombre sabe que morirá y no le importa.
Sabe que muere cuando escribe y, sin embargo, escribe.
Sabe que cada amor le mata y, sin embargo, se enamora.
Un hombre, le dije, ambiciona volar
y aunque no pueda no le importa.
Ambiciona volar, ama la ilusión de volar,
Sentir en ese instante que algún día...
Un hombre, Poesía, es capaz de matar,
es capaz de comerse el corazón amado,
quitarse de la boca con asco un beso de amor
y amar, de sus cautivos amantes, el dinero.
También una tarde cualquiera un hombre
se deja acariciar por una brisa, un aire,
un sentimiento lo golpea en el pecho
y el pobre hombre cayendo se enamora.
Y hace como si tuviera sangre en las venas
y salta y corre y se acaricia con frenesí
y quiere entregarse, totalmente, por amor
y, ahí, viene la policía y lo encarcelan.
¿Me sigues, Poesía? Del hombre hablamos.
Es capaz de morir por ideales falsos
capaz de hacer la guerra por casi nada
dejar morir su otra mitad, en silencio.
Se mete en el centro del volcán y lo desafía.
Quiere atravesar los océanos con su cuerpo,
tocar la inmensidad, el cielo con sus versos
agujerear el vientre de la montaña, la piedra.
El hombre quiere llegar con sus latidos
al centro desconocido de la tierra,
a la vida íntima de todos sus amantes,
quiere llegar, al corazón de las cosas.
Y se enamora, Poesía,
y se pudre como una flor al sol
cuando alguien se muere o lo abandona.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

martes, 12 de mayo de 2015

ARTE POÉTICA


Poesía, lo sé, mientras te escribo,
dejo de vivir.

Entrego, mansamente, mis ilusiones,
mis pobres pecados proletarios,
mis vicios burgueses y, aun,
antes de penetrar tu cuerpo,
-tapiz enamorado-
abandono mi forma de vivir,
miserias,
locuras,
hondas pasiones negras,
mi manera de ser.

Vacío de mis cosas,
abanderado de la nada,
transparente de tanta soledad,
invisible y abierto,
permeable a los misterios de su voz,
intento,
rasgo sonoro sobre la piel del mundo
la piel de la muerte
la piel de todas las cosas.

Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
esquirlas apasionadas,
imborrables astillas de mi nombre.

Miguel Oscar Menassa
De “La patria del poeta"

martes, 7 de abril de 2015

22 de octubre de 1976, Madrid.


Querida:
            escribir siempre es difícil.

Recordar a las personas es un entretenimiento.
                                                                      Recuerdo todo.
Donde estaban colocadas las palabras,
donde las arrugas del alma.
                                       Donde los ojos y los labios.
En tardes de niebla
                            recuerdo los estremecimientos,
                                                                          los escrúpulos.
ni bien ni mal,
                    ni contento ni triste,
                                                ni desesperado ni muerto.
En tránsito.
                Tiernas arenas movedizas. Mares turbulentos.

Escucho a Gardel y me cago en la civilización europea y sin embargo,
algo me aprisiona, algo me da pasión.
Una sorda voz,
                      un espejito de colores,
                                                        nubla mi lucidez.
Compro mierda y pago con oro.
Todo      
por un estúpido espejo,
                                  donde mirar,
                                                     lo que creo que soy.

 
Te agradezco,
como solemos agradecer los árabes,
que trates de comprender.
Ser hombres y mujeres, es algo que nos concierne a todos.


Miguel Oscar Menassa


De “Salto mortal”, 1977

 

lunes, 6 de abril de 2015

QUERIDA

Sé que el cuerpo no recuerda
y a las palabras, a las palabras
se las lleva el viento.
                             y sin embargo
deseo un encuentro en alta mar.
Porque usted y yo
fuimos salvajes entre la niebla,
entre la sordidez de la muerte
y sin saber que hacer, desesperados,
-eso quiero que recuerdes-
desesperados
                    hicimos el amor.



Miguel Oscar Menassa


De “Salto mortal”, 1977

miércoles, 1 de abril de 2015

TRES AÑOS SON MAS QUE LAS MIL Y UNA NOCHES

22 de agosto de 1979

Partí de Buenos Aires
a caballo de las palabras
donde la poesía
construyó su residencia.
Mil días y mil noches
y me sorprende, aún,
estar vivo.
Calmo mi sed todos los días
y hago el amor
cuando las constelaciones del sur
me recuerdan la Pampa.
El cielo desolado me llama al amor.
Soy lo que queda
después de la matanza
más que un hombre
un rastro.
El tiempo fue pasando
y junto con el tiempo
fueron pasando
los rostros de la muerte.
Y todo fue delirio
en cada máscara.
No tengo paz. No tengo Paz.
Tengo en mi vida huellas
de haber amado la libertad.
La poesía en mi decir
no soporta las trabas
ni las cadenas
no soporta la muerte.
Más allá de mi cuerpo
las letras de mis versos
cantan a la vida.
Más allá de mi amor
las letras de mis versos
tocan el universo.
Mi vida no da más.
Estos escritos son
lo que mi vida da.
Pájaro y serpiente
vuelo y repto
al compás de mis pasiones.
Brujo de mí
transformo los estertores
en música
y creo que danzo.
Una Patria
hecha trapo sangrante
una bandera hecha blasfemia
se agita entre los muertos:
Matar
en nombre de la Patria.
Morir por ella, morir
como las piedras calcinadas.
A mí no me tocó la vida
me tocó sólo su recuerdo.
Patria
esparcida por todo el Universo.
América de plata
te mancharon con sangre.
Estás herida
sangre de las tinieblas
Argentina de cielo
república del pan
herida de muerte
corrompida a muerte.
Deshilachado
helecho de la historia.
Vómito de sangre y terror
sobre la libertad.
Ojo de miel
vaciado a tiros.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

lunes, 30 de marzo de 2015

BUSCO SIGO BUSCANDO


Busco sigo buscando
entre las esperanzas.
Ato mi razón...
descuelgo de ella
un sinsentido.
Te escribo
dejo pasar
entre las teclas de la máquina
los afectos más reprimidos.

Hoy estoy ágil
como una paloma entre los buitres
como una paloma decapitada por la paz.
Un ajetreo en mis entrañas anuncia
el espacio nocturno para mis ojos.
Fuera de mí volando a ras del cielo
desorbitados a punto de caer.
Bebo inmaculado licor
entre tus piernas de gacela perdida
de gacela abierta a los manantiales
de gacela estropeada por la ciudad.
Busco entre los recuerdos
una esperanza
y no encuentro recuerdos.
Escribir, también, contra mí mismo.
Tanta locura
tanta alegría en medio de tanta locura
más que tocar fondo
me elevo entre los astros
espuma de cielo
me dejo comer por el vacío.
Soy una de las últimas astillas
de la tierra
ya no puedo volver ni detenerme.
Hacerme fuego es mi destino
incendiar, también, el universo.
Fresas y fresnos marinos trópicos del deseo,
aleteo fugaz contra las olas y los vientos.
Me imagino sentado en una silla para siempre
ligando el mundo apasionado entre mis letras.
Páginas como gigantescas olas oceánicas.
Lento devenir entre las letras
como si fuera entre montañas y
valles de sol y ríos desolados
cortando las ciudades del amor.
Tejo una red de versos incalculables,
teja conmigo amablemente en el deseo
y deje que sus ojos se vuelen de sí.
Hágase universal
recorra el espacio celeste
en el poema
cielo y vértigo
para sus ojos desorbitados
y ahora puede decirle a su mujer:
Te escribo
ves
te escribo en las paredes
pongo tu nombre ciego
en las paredes.
Viajo con destreza
por tu piel
toco el Universo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

HE VUELTO DE LOS MÁS NEGROS ATARDECERES


He vuelto de los más negros atardeceres
y he vuelto con las manos vacías, ciegas.
He dejado tirado al borde del camino,
mi pequeño poeta enamorado del amor.


Me dieron unas monedas de oro y plata
y una pequeña soga de seda oriental
para ahorcarme feliz y arrepentido
al darme cuenta que el oro ya no brilla.

El camino donde perdí al cálido poeta
quedó clavado en el desierto del tiempo
en lo profundo de un instante de locura.

Cada palabra se transformó en una piedra
todo amor se conjugó en pasado remoto
toda luz fue noche, todo color, vacío.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

martes, 24 de marzo de 2015

INTRODUCCIÓN

1
No me hagáis correr vuestras carreras
ni me hagáis volar en vuestros vuelos
ni me hagáis hacer vuestros trabajos
ni, tampoco, amar vuestros amores.
Yo, hijos míos, con pasión,
os transporté volando,
siempre, a vuestro lado,
desde los confines quietos de la familia
hasta las puertas en libertad del mundo.
Ahora comienza vuestro viaje
y, si os dejo partir sin acompañaros,
es porque yo tengo mi propio viaje.
Debo poner, al camino que construí
con mi propia vida y escribiendo,
mi nombre, mi apellido, mis marcas,
mis señas personales, que son la poesía.

2
En el camino encontraréis el oro y la pobreza,
los precipicios hondos y las grandes llanuras.
Habrá en vuestros caminos, no lo dudéis,
emboscadas, traiciones, viles injusticias,
por eso
es conveniente viajar acompañado.
Y, cuando consigáis algo de pan, algo de dinero,
intentad repartirlo lo mejor posible entre todos.
Alguien que comió
y tiene dinero para el pan de mañana,
en algo se sentirá feliz y su trabajo
no será dirigido por el hambre o el odio
sino por el amor o por la libertad.

Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo"