miércoles, 31 de marzo de 2010

Amor perdido. La Juventud

VI

No estamos, exactamente, en ningún sitio,
somos esos arcángeles negros,
que sólo aparecen para enfrentarse con la muerte.

Vivir, vivir en el deseo, sin hambre, sin sueño,
invencibles en nuestro empecinamiento de vivir.
Y así comenzamos cada día, ciegos amantes del sol,
pero, también, enloquecidos amantes de la lluvia
y nos dejamos llevar por el viento de los huracanes
y nunca necesitamos volver a ningún sitio
porque de ningún sitio somos o hemos partido.

La vida nos entra por los ojos, casi siempre
y nos burlamos de todo lo que nos circunda,
sin otra razón que estas crueles lágrimas,
que no pensamos derramar ,
que no pensamos ofrecer a ningún Dios,
porque nosotros somos dioses en nuestra burla
y ni siquiera ambicionamos morir
porque de alguna manera ya hemos muerto.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1995

martes, 30 de marzo de 2010

PENSAMIENTOS DEL POETA


El hombre libre
no muerde no acaricia
la soledad de los bondadosos

Vuelven los buenos tiempos
ciudad de Dios maldita Buenos Aires
Mujer
Hembra sin cuento
regresa también por el verano
día de fin de año
y este pecho agrandado como el amor
te esperan.

No recuerdo tus ojos perdidos

El calor me ahoga en esta amada tierra

No doy no pido ventajas a tu corazón
desataré mis manos
te esperaré
alondra vida
alondra viento de verano

Esta soledad reventará de vieja.


Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa", 1963

lunes, 29 de marzo de 2010

Amor perdido. La juventud


V

Salta, corre brincando hacia el amor y déjate caer,
sin respirar siquiera, sin pensar en el tiempo; sin fe.

Caído, agítate con dulzura extrema, aúlla.
Deja que el tiempo se persigne avergonzado,
enfrentado a tu danza vital, lejanía insondable,
movimiento de ave o potro enloquecido.

Deja que la miseria te empape con su olor a desgracia,
que la vida y los colores de la vida te dejen ciego.
Y así, sabiéndolo, has de morir tranquilo,
sin deberle a la vida, ni a ningún Dios extraño,
ni a espíritus modernos, ni a la carne, nada.

Sin deudas, alborozado por el movimiento de los astros,
abrazado a cuanto amor se precie de moverse o volar,
así: sin nerviosismos o cálculos perfectos,
así, se muere y se vuelve a nacer, si es necesario,
cada vez, todos los días, algunas noches, siempre.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

domingo, 28 de marzo de 2010

SALVE I O MARIA LA LOCA


Para recordar reúno las palabras
de la alegría de otros tiempos
tu cara de mujer.
Vivías simplemente en el cordón de la vereda
con tus pies bañados por el agua podrida de la calle
y el corazón
violento corazón donde mis años corrían lentamente.

Te llamaban la loca María
María la bruja
María la que alojaba en su mirada
el tiempo de morir.
Aquella opaca y misteriosa señora
que tenía en sus brazos ágiles bailarinas.

Como una maga María, como una dulce maga
encantabas mis sueños infantiles
y arrojabas en mis desolados castillos, tu presencia.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

sábado, 27 de marzo de 2010

TE VI PASAR

Te vi pasar
como pasan los astros
Tu mirada
tu boca eran de otro.
Tu simpleza no tenía límites
tu propio corazón
no te pertenecía.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 26 de marzo de 2010

AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD

IV

Nunca te dejes llevar por torpes sentimientos.
No ames, demasiado, el puro amor del alba
ni bebas, demasiado, del néctar de los labios
ni mires, demasiada, televisión por las noches
ni vayas a la guerra ni mates por la espalda.

No te dejes coger por la miseria de los ricos
ni por las ambiciones malignas de los pobres.
Tú tranquilo, hombre, que no pasa nada.
No te dejes engañar por el amor de una mujer
y mucho menos por el amor de un hombre.

Lo mejor de todo es no servirle a nadie y
trabajar duro, por las dudas nadie te sirva a ti.
Y después si todo lo bueno no te alcanza
escribe versos de costado, sin caer en el abismo,
sin derramarte en lágrimas, sin morir en el final,
sin abrirte, sin llamar la atención, un verso sólo,
fuerte, que desgarre las fibras de las letras,
pero que a ti te pase por encima, más allá de tu carne.

Después, descansa, toca la lira y canta en extranjero,
así, cuando ya nadie, nadie, pueda comprenderte,
serás, enteramente, libre, abierto a la vejez.


Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

jueves, 25 de marzo de 2010

A LOS CINCUENTA AÑOS


Nada del corazón que ya no tengo
ni nada de la cabeza que ya se fue.
Nada de grandes guerras que no terminan
y nada de amor, amada, hoy toca vivir.

Hoy, toca el canto, sin apuestos cantores
El baile sin pareja, la música sin fondo
hoy toca que te toque alguna fibra inexplicable
ese nudo imposible que no se puede hacer.

No el tejido del alba, ya conocido
ni la sencilla roca partiéndose de amor.
No viene no, la muerte, ni la peste, ni el hambre.

Ni la extrema lujuria del opaco silencio
hoy viene amada, en el poema, un aire
un viento, estremecido, de vida sin dolor.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

miércoles, 24 de marzo de 2010

ELLA Y LA CALLE

Ella tiene tanta calle
en sus manos y en sus piernas
que uno la mira
y no puede más que amarla.

Ella perdió un zapato
un día de lluvia
y mis escrúpulos
comenzaron a recordarla.

Pero nosotros,
que caminamos juntos tantos árboles;
sabemos que el amor
no es:
encender velas en casa de los ciegos
ni creer que ella no está
dentro de ninguna rama verde.

Porque sus zapatos
eran las cinco de la tarde
y yo bebo a esa hora
con desesperación
mi primer trago de olvido.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

martes, 23 de marzo de 2010

TORO SENTADO EL VISIONARIO -III-


Anochece, ahora, en nosotros,
y la blanca espuma de la rabia,
lo envuelve todo.

La vida se entretiene en los olores.

Todo procede,
desde más allá de la colina,
también,
nuestro final.

Envejecí sentado,
aconsejando a mis muchachos,
detenerse,
frente a cualquier maravilla de la tierra,
frente a cualquier tontería de la naturaleza
contra los sentidos.
Y sin embargo,
me decido,
quiero morir de pie.
Y si es necesario,
atado a mi caballo.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

lunes, 22 de marzo de 2010

TORO SENTADO EL VISIONARIO -II-

Pequeño árbol de la colina,
estalla en la señal.
Desde sus raíces,
fuegos artificiales
se encienden
entre el aromático perfume.
Quiero decir
que nuestro pequeño águila de trueno,
también,
ha muerto.
Dulzura,
la dulzura de sus labios,
su vuelo etéreo.
Su franca risa,
cuando se burlaba de la guerra.
Conocer,
conocía -murió por eso- en la propia colina,
el estallido sangriento,
del árbol del amor.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

domingo, 21 de marzo de 2010

HASTA AQUI LLEGO EL HOMBRE


Monté un caballo de carrera
y comencé a galopar.

Cuando el pobre caballo cayó muerto
tracé una línea en la tierra y dije:

Hasta aquí llegó el hombre
para atrás el pasado
para adelante basura.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 19 de marzo de 2010

TORO SENTADO EL VISIONARIO -I-

Aquí,
toro sentado,
amante del silencio.
Miro el sol,
es el atardecer,
y sé,
que todo es efímero.
Vendrán eras atómicas,
y arrancarán de cuajo nuestro reino,
del centro de la tierra.
El sol caerá,
como un fruto podrido,
como un pájaro herido,
en pleno vuelo.
Detrás de las colinas
veo para el hombre,
sangre y basura,
un silbido helado y nocturno.
Aquí,
sentado,
amante,
toro del silencio,
veo para el hombre,
detrás de las colinas.
La muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

MI PADRE SE CANSA

Después del esfuerzo
entrego mi último bostezo a la noche
y duermo.

Me permito luego
recorrer con severidad
hasta la hebra rubia
entretenida
en el primer mosquito de la noche

cubro maliciosamente
mi brazo desnudo
con el beso que deja mi madre
–sorprendida por mi presencia–
en un costado de mi cuerpo.

Y despierto
para aplaudir
alguna proeza de mi padre joven
que bebe junto a mí
una copa de vino
y una muchacha desconocida.

Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

jueves, 18 de marzo de 2010

TERCER DEMONIO O DEMONIO DE LAS DIFERENCIAS SEXUALES

Todo pájaro que canta en la mañana
es pájaro cantor.
Y la mujer que ríe después de la traición
debe ser perdonada.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1975

miércoles, 17 de marzo de 2010

CUANDO SOBREVENÍA EL ABURRIMIENTO


Cuando sobrevenía el aburrimiento
nos tendíamos en la arena con los niños
a la espera de nuestros buenos pescadores.

Todo era fácil en la tierra del sol.

Sin embargo el mar en tiempo del otoño
echaba sobre nuestros hombres su mirada
llamándolos a unirse con él y para siempre.

No te embarques en las desoladas mañanas
cuando siento en mi corazón la sudestada
cuando golpea contra mi cabeza el viento sur.

Sin hombres nuestro destino sería diferente.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

martes, 16 de marzo de 2010

ESTOY CONTENTO DE TANTO HABER AMADO


Estoy contento de tanto haber amado,
de tanto haber llegado al confín de los besos,
contento de habernos abrazado por las noches
envueltos en los vapores del silencio
vivir lujurioso de la carne y el fuego,
la espléndida y loca pasión de las palabras.
Contento de levantarme una mañana,
con las pupilas húmedas manchadas por amor.


Fue un siglo de locura, crecimos en todas direcciones,
odio y amor se agigantaron,
pobreza llegó hasta la riqueza,
necedad y la bella locura poblaron monasterios,
las enfermedades que produjo el amor
llegaron hasta el alma poblando los silencios,
en su afán de morir, el hombre inventó virus
que atacan, con fervor, el pensamiento.


Después, hay que decirlo,
en el corazón de la música
este siglo se rompió la guitarra,
violín de las guerras fue lamento que,
volando hacia los cielos,
alcanzaba el dolor.


La trompeta fue aullido y el aullido fue canto,
hasta el saxo bramaba alguna piedad.
Hubo tambores de locura, este siglo,
que explotaban sonando como esferas de luz.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

lunes, 15 de marzo de 2010

A MÍ LA POESÍA ME LO PERMITE TODO


A mí la poesía me lo permite todo
y yo hago con ella lo que quiero.
A veces me dejo llevar y Ella
me envuelve en su torbellino
palabra contra palabra
un cuerpo a cuerpo
insostenible.

Vengo a quebrantar las ilusiones.

Entre mis brazos
ella no podrá amar a nadie
porque yo soy el que nació
para que ella no muriera.

Vértice de mí mismo
me sostengo en ella
para sostenerla
y ella en su libertad
sigue siendo conmigo
como cuando nos encontramos
la primera vez.

Anhelante de mí
deseosa de mí
joven
siempre joven
a mi lado.
Desequilibrada
y hasta torpe
de tanta juventud
baila conmigo
por primera vez
la música
que bailarán
los siglos venideros.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

domingo, 14 de marzo de 2010

CUANDO ERA UN NIÑO


Cuando era un niño amaba la noche.
Era de noche cuando soñaba cabalgar
en yeguas doradas espléndidas praderas.

Era de noche cuando mi padre y yo
hablábamos del miedo y el respeto
que le teníamos a la muerte.

Cuando mi padre y yo
nos encontrábamos
la noche no era el silencio.

Él me decía tranquilo
y sin ninguna esperanza
que yo entendiera:
La gente en general
tiene miedo de todo
yo sólo tengo miedo
de la muerte.

Ni el frío ni el hambre
ni ningún sacrificio
me dan miedo.
Ni la maldad ni el odio ni la envidia
sólo su incalculable presencia oscura
me hace temblar.

sábado, 13 de marzo de 2010

VIDA COTIDIANA



Cuando el coloso aullante de la duda
abandone mi extraño corazón,
seré el amante, que ambicionan tus ojos.
El cruel amante negro,
el que te mata y muere cada vez,
la más remota capa de la tierra
y el silbido ululante del corazón del tiempo.

Soy el futuro, amante, que te espera,
el tiempo envuelto en luces,
la maraña espectral de las horas que pasan, rota,
parcialmente dañada la cara de la muerte,
por el feroz encuentro,
donde mi corazón late al compás,
de los latidos negros del corazón del sol.

Seré, cuando el gigante malherido muera,
misterioso sacerdote en tu vientre abierto
oficiando el milagro de la carne.
Conteniendo la ira del negro vacío
cuyo compás marca nuestro compás-
arrojo en él, pedazos de mi carne transformada
-para que fuera posible la ceremonia-
en palabras.

Engarzo,
dirigido por los dioses inmensos de la duda,
en cada palabra una gota de sangre, leve sudor,
lágrima pequeña y enamorada, gota de semen.
Hago estallar en pleno vientre,
del sol que no nos pertenece -su vacío negro-
esa luz.

Venid, danzad conmigo,
danza de los violines que nunca morirán.
Venid, quemad la noche,
hogueras del amor despedazad el alba.
Luz, palabras como luz.
Luz, amores como luz.
Negrura como luz.
Ceguera como luz.
Luces, como locuras iluminadas.

Miguel Oscar Menassa
De La patria del poeta, 1991

viernes, 12 de marzo de 2010

ELLA Y LA LLUVIA


La lluvia
libre e interminable
se mete por mi boca abierta de soledad
y te llama y te busca
como si estuvieses dentro mío
aquí, dulce
aquí, intacta.

Y tú
y tu nombre
que sólo puedo pronunciar cuando te toco
bostezan y se acuestan
bajo un cielo de agua que no acarician.

Tú, violable sólo
por el filo astuto de dios
y la sonrisa de los hombres rubios
y tu nombre que te llama
que se complica contigo
en el misterioso juego de tu fuga,
dónde, dónde
en qué cuerpo
en qué hombre permanecen.

Pensar que no eres
que no te llamas de ninguna manera.

Cómo decirle a la lluvia entonces
que tú no estás
aquí, dulce
aquí, intacta
que no has llegado nunca.


Miguel Oscar Menassa
De Pequeña historia, 1961

jueves, 11 de marzo de 2010

LIMITE UNO: EL AMOR


Recuerdo
tu vientre de pantera
destrozado.
Mis dientes.
Tus garras
hechas cenizas en mi rostro.
Tu ferocidad perfecta detenida
en mi belleza perfecta.

Recuerdo el agudo violín
entre tus piernas
sexo desperado
intentando
los sonidos del cielo
tensando infinitamente
hasta no poder más
tu cuerpo en el espacio
para alcanzar
los bordes de mi voz.

Yo cantaba
como si fuera natural
en el hombre cantar.

Registrar lo sublime
y tu música
alta como las cumbres
que nacen
por encima de las cumbres
nieve dolorosa y eterna
tu música
se detenía para caer
sinfonía final
descuartizada bruscamente
tragada por el temblor
oscuro de mi canto.

Yo tocaba el tambor
y la volvía loca.
Cuando se volvía loca
y no le importaba
ya la música
se perfumaba para mí
y conversábamos
de lo difícil que es cantar.

Bebíamos alcoholes
bebíamos alcoholes y fumábamos
lentamente nuestras miserias.

Ella me decía y yo le decía:

Quiero inundar
con mi locura el universo.

Y más allá ¿qué harás?
después del universo.

Ella se quedaba en silencio
y yo le decía:

Esta mañana te hizo mal jugar
a ver quién llegaba más alto
con su canto.
Le acaricio la frente y le digo
ni te llegué a ganar
dejaste de jugar a lo sublime
asustada por el temblor
de esos tambores de la selva,
sonando en pleno cielo.

Ella hacía una mueca
y yo me quedaba en silencio.

El viento rozaba
levemente nuestros cabellos
y ninguno de los dos
conocía el desenlace.

Cuando no sabíamos qué hacer
fumábamos
y era divertido cuando fumábamos
ver cómo el humo
formaba a su alrededor,
delgadas columnas de cristal
varas finísimas
de mimbre y de marfil
para que su cuerpo
tuviera esa presencia
iluminada y cantarina
ya la vez esa lejanía.

Ella me decía y yo fumaba,
para que no faltase el humo
en la construcción de su grandeza.

Cuando fumamos
te pones como un idiota,
no haces otra cosa que mirarme
y me avergüenzo
y deseo escuchar
el estallido de mi deseo
y te veo ahí
tan callado en tus ojos
y soy atrapada
por el leve murmullo de tus versos
como cuando jugábamos esta mañana
a lo sublime y no lo puedo creer.

Dime ¿quién eres?
la calma del mimbre
o la belleza del marfil.
Orangután sin voz
o cristalino
canto inolvidable.
y se agarraba la cabeza
con las dos manos
y se zambullía en mí
como en el mar
gritando
almeja delirante
no puedo más.

Se retorcía en mi vientre,
buscando pez compañero
divinidad marítima
que le mostrara
los secretos del mar.

Se alimentaba con mi semen
ya ratos
levantaba la cabeza para decir:
Todo es hermoso. Gracias.

Yo
iba saliendo de mi sopor
como podía.
Ella
acurrucada pequeña
grandiosa en mi vientre.
Su belleza perfecta
detenida
en mi ferocidad perfecta.

Yo le decía
mientras ella agonizaba:
Ahora que estás muerta
quiero que bailes como bailan
los peces en el mar
las noches que lo poético
invade sus entrañas.

Ahora que estás muerta
quiero que bailes para mí
una danza de amor
y nada de vuelos nocturnos
hoy
nos quedaremos
a dormir en casa.

La sacudo
para que abra sus ojos
la levanto en mis brazos
y la tiro contra el techo
de la habitación
y ella
cae varias veces
pesadamente al suelo.
Se terminó el juego
me digo
ella está muerta.

Y comienzo a buscar
con mi boca en su cuerpo,
el diamante perdido.
y sus movimientos
vuelven a ser como de camelias
y frente a mi sorpresa aúlla
y en ese aullido
toca los confines del cielo
y esta vez lo sé
no habrá poema
que contenga ese grito.

Cuando volvía,
despeinada y maltrecha
me decía:
Eres un tonto
me veías volar y ni siquiera
intentabas alcanzarme.
Así cualquiera vuela alto.

Cuando volaba,
te veía sobre la cama esperándome
y cada vez más alto
me volvía más loca.
Inmensidad cerca del cielo
en esa soledad más que gozar,
el espanto se anudaba en mis ojos
y aterricé rápidamente
y ahora te prometo
volar siempre contigo
y en ese gesto
una vez más
moría.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

miércoles, 10 de marzo de 2010

LIMITE OTRO: LA LOCURA


Hoy como nunca
amé mi cuerpo en soledad.

Hoy como ayer
fui el amante infernal.

Hoy no llegué muy lejos.

Caminé todo el día
dando vueltas
adentro de mi pieza.
Mi padre
cantaba en árabe
con voz alta
hermosa.

Ensayé algunos pasos.
Movía con ternura mis manos
por delante de mi cara.
Mis movimientos
eran sensuales y ligeros.

Arranqué de la higuera
las pequeñas brevas marinas
y me tendí al sol.
Dejé que el desierto
invadiera mi pieza.

Yo era el camello azul que galopaba
sin agua y sin amor por el desierto.

Arena fugaz y seguía galopando,
el tiempo
se encorvaba sobre mis espaldas
y después
un paso de baile
aquel movimiento
como una ceremonia
y dejaba caer
una joya a tus pies
señora locura
y tú prisionera
envilecida en mi mirada
te arrastrabas
entre las cadenas
mis lágrimas,
acero y piedra
y no podías
salir de este poema.

Me arrastré
contigo a tu compás.

Después forcejeando
nos caímos
por la ventana abierta
hacia los cielos
y nos estrellamos
como se estrellan
los grandes hombres
las grandes mujeres c contra la tierra.

Y nos besamos y reímos,
de nuestra torpeza para volar.

Juntos
llevados por la manía
de acompañarnos
pedimos limosna:
alas
para estos pobres
pájaros sin alas.

Y nos nacieron hijos
como nacen
las grandes orquestas de la noche.
Y brotaron de mis manos poemas
como cataratas de silencio
y nosotros
seguíamos practicando
en nuestra pieza
el vuelo de los pájaros.

Lográbamos vuelo atómico,
tus ojos
en la inmensidad marina
vagina motora
volando contigo infinita
golpe de amor contra la vida.

INSTANTE instante
y perforabas la pared y huías,
siempre hacia el porvenir.

Antes de partir
dejabas una flor
mirada de terror
clavada en mi mirada.

Habrá catástrofe esta noche
y cada vez
volabas más alto todavía.

En ese vuelo
más allá del cielo
modificabas el rumbo
de los astros celestes
y el rumbo
de los oscuros astros negros.

Instantes
amado
instante
el instante
el fin del mundo será nuestro.

Perlas como alcántaras
como toneladas de pasión,
contra las ojos
del gran timonel de los espacios.
Brillantes perlas de marfil
cerrando el paso
de la marcha del hombre
hacia la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

domingo, 7 de marzo de 2010

LA PASIÓN: LA POESÍA

Entre la vida
que no me pertenece el amor
y la vida que soy
la locura.
La poesía
puede llenar
todo ese vacío.

Hablaba
siempre en silencio
sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.

Estábamos así,
sentados uno frente al otro
desde hacía siglos.

Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos
de sus nalgas
abiertas como manantiales
como vertientes cristalinas
de rocío abriéndose
al pequeño sol de la mañana.

Mi voz se perdía
entre la acústica marea.

Sigilosos movimientos de su cuerpo
vulva enamorada, vulva de miel
diamante enfurecido
espesa vulva azucarada
sella en mis labios
el silencio.

Más que escuchar mi voz
Ella seguía
pensando en el futuro.

Cabalgando feroz en su locura
yo soy
ese pequeño sol de la mañana.

Rómpete
como se rompe el cristal
haciendo música
y Ella se rompía
sin escucharme.

Bailábamos.

Éramos como un hombre
y una mujer bailando.

Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor
yo le decía que la amaba.

Después
éramos capaces de detener la música
para mirarnos francamente a los ojos.

En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto
opíparos comensales del amor,
mirarnos
era como morir.

Después, aún, seguíamos
danzando levemente.
Instante de las formas
caídos uno sobre el otro
yo no decía nada.
Ella, era el futuro:

Escribiré en silencio
y la poesía
alforja delirante
silencio perenne
que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.

Hiriente,
jactándose de su momentáneo poder
sobre mis nervios habla para mí.

Yo soy Ella
y Ella es la Poesía
juntas
como si nos hubiesen
arrancado a la tierra
de la misma raíz
ocupamos
un solo espacio en tu corazón.
Somos el mismo tiempo.

Ella y la Poesía aman vestirse
con las mejores sedas.

Joya marina
flor
diadema de locura
brillos serpenteantes
y topacios
embravecidos de tanta luz
para tu cuerpo momificado
siempre igual cada vez
siempre diferente.

Nutren sus cuerpos manjares únicos.
Devorar limpiamente el universo
y hacer el amor las enloquece.
Cuando cierran la boca para morir
en silencio
desean conocer de los sabores
uno diferente.

Siempre ambicionan
estar en otros brazos
y una vez más,
doliente mueca sin sonido
comienza a latir.

Abre sus ojos y pregunta,
¿es el atardecer o la mañana?
Me desplomo a su lado
para no perturbar
el curso de sus sueños.
En silencio dejo de vivir.
Ella sueña
y la noche se puebla de sonidos,
misterios
ardores de su cuerpo y la música.

Sus ronquidos son el bravío mar
y la torpeza de sus dientes
entrechocándose en las sombras
cataratas volcánicas de lejanía y nube.

Ruidos ardientes
anuncian el final de la ternura.
Trenes ensangrentados en la guerra
chirriando a veces porque el dolor
es inalcanzable.

Su piel
brutal enredadera
trepa desordenada,
bramido sideral,
hacia las concavidades
más remotas
hacia los vericuetos.

Amianto vespertino
crece
en el tumulto de los cielos
hacia un destino en llamaradas.

Poesía de fuego
ardiente vulva desgarrada

Ella es la poesía
dragón enamorado
bocanada febril
humo y ceniza.

Mujer de fuego Poesía de fuego
consumen vorazmente
hacia los espacios infinitos
el cuerpo del amor.

De Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

Conocer, querida, sin saber

Hablaré de algo que conocemos todos, sin saber:
Cuando le quito mi amor es cuando más me ama.
Cuando ella sueña con otros es cuando la deseo.
Cuando estamos muy separados, estamos juntos.

Hoy soy el áspero sentido de los huecos.
Todavía, entre nosotros, amada, vive Dios.
Sus carnes esponjosas impiden que te bese.
Su boca plena a tu mirada no me deja gozar.

Alégrate muchacha, hoy no confieso nada,
sólo vengo a cantar lo ya sabido, lo inútil,
desesperados gestos de amor y tu belleza.

Nada diré de lo que nadie sabe, sin conocer.
Sólo hablaré de Dios, de Dios entre tus piernas,
adelantándose a tu goce, como si fuera de palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

sábado, 6 de marzo de 2010

APOYO A LA CANDIDATURA

Una audición de apoyo a la candidatura de Miguel Oscar Menassa

al Premio Nobel de Literatura 2010

tuvo 140.000 escuchas on-line


PARECE MENTIRA PERO ES VERDAD

jueves, 4 de marzo de 2010

ES DE NOCHE

Es de noche
en la ciudad todos duermen
menos el sonido palpitante
del corazón del tiempo
latiendo acompasadamente
contra mí mismo.

Ninguna sed se calmará este siglo
opaco siglo del deseo
donde el hombre fue luz
bordada a fuego y, a la vez,
sueño desesperado.

La lucha es contra todos
también yo
es un soldado de la muerte.

El hombre actual
está casi muerto
delicado amante
de su propia decadencia
no tiene fuerzas
para pensar el futuro.
Todo en él
es una presencia anhelante
y carnívora
que lo devora
y lo engrandece
y, a la vez,
lo devora.

Miguel Oscar Menassa
De "la poesía y yo", 2000

miércoles, 3 de marzo de 2010

MALDICIÓN

Te tocará vivir lejos del sol.

Habitarás el sur
te llamarás Miguel
y tendrás en tu voz
el murmullo del mediterráneo
y el don de la palabra.

Serás hermoso Miguel
(todo buen guerrero tiene que ser hermoso).
El sol de tus antepasados será tu historia.
Para que brille tu mirada
tendrás odio.
Tendrás que ser amable y delicado
porque cuando estalle la guerra
hijo mío
cuidarás a los niños.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

martes, 2 de marzo de 2010

BOINA AZUL


Esta mañana, hurgando
por los techos vacíos y mojados
por los pisos y las maderas de los pisos,
temblando una canción,
he visto a una muchacha.

Caminaba gris, en este cielo gris
con una mano débil, tendida
en los bostezos de los hombres,
para tocar el viento que le negaban.

Ese viento fuerte
que se debatía en sus piernas mojadas
por el último rezongo de la lluvia.

Porque había llovido
y las caderas húmedas de las casas
se movían ligeras hacia el hombre
que conmovió en la mañana gris
a la muchacha que caminaba sola
sobre los techos y los pisos mojados.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

lunes, 1 de marzo de 2010

MURGA
DEL SOLO

CARNAVALES
1991

LA GUERRA
DEL GOLFO

MIGUEL OSCAR MENASSA

AGRADEZCO

A TODOS LOS QUE ME FUERON DICTANDO
UNA A UNA TODAS LAS CUARTETAS
A TODOS LOS CANALES DE TELEVISIÓN
A TODOS LOS DIARIOS DE MADRID
A LAS RADIOS, EN GENERAL...