viernes, 12 de marzo de 2010

ELLA Y LA LLUVIA


La lluvia
libre e interminable
se mete por mi boca abierta de soledad
y te llama y te busca
como si estuvieses dentro mío
aquí, dulce
aquí, intacta.

Y tú
y tu nombre
que sólo puedo pronunciar cuando te toco
bostezan y se acuestan
bajo un cielo de agua que no acarician.

Tú, violable sólo
por el filo astuto de dios
y la sonrisa de los hombres rubios
y tu nombre que te llama
que se complica contigo
en el misterioso juego de tu fuga,
dónde, dónde
en qué cuerpo
en qué hombre permanecen.

Pensar que no eres
que no te llamas de ninguna manera.

Cómo decirle a la lluvia entonces
que tú no estás
aquí, dulce
aquí, intacta
que no has llegado nunca.


Miguel Oscar Menassa
De Pequeña historia, 1961

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