domingo, 30 de enero de 2011

SOY UN SER AISLADO, SUSPENDIDO...

Soy un ser aislado, suspendido entre signos de puntuación.
Un sereno juglar de la belleza oculta, de los bienes perdidos.
Alma me dicen y mi congoja estalla hasta los límites del mar.
Amor me dicen y se desgarra mi tierra en terremotos, caídas.

Soy un ser enamorado del pedazo de pan que me llevo a la boca.
Un solitario ser, amante del crujido del pan entre mis dientes.
Paz me dijeron y estalló frente a mí, la guerra, la vergüenza.
Paz, gritaban, mientras le cortaban las manos al cantor, al viento.

Soy mi Tristán, la Isolda, el ser vivo del otro, vieja soledad.
Esa vieja costumbre de saber recorrerme sin violencia, sin Dios.
Un punto en el centro del corazón, una coma colgando de los labios.

¡Libertad! me gritaron, ¡trabajo, me gritaron, y libertad!
y fue divertido ver cómo se ataban hasta inmovilizarse.
Nadie podía detenerme, lo borré todo, lo rompí.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

viernes, 28 de enero de 2011

Fui a reclamar

Fui a reclamar por tantas medidas arbitrarias
al Director del diario El País, independiente a la mañana.
No me contestó nunca, nunca dio señales de haber leído mis versos.

Y de vez en cuando repetía que él era un español de pura cepa.
Al principio yo le enviaba cartas iracundas, cantos rebeldes.
El me ignoraba y hacía aparecer en páginas centrales de su diario
noticias falsas de argentinos para irritarme, para hacerme doler.
Yo me iba acostumbrando a todo, también, a escribir, soñar despierto.

Así fueron pasando los años, lentamente, más de diez.
Fui publicando mis amores, mis inquietos versos, más de mil
y besé a cuanta puta encontré por la calle y le hablé de mí mal.

Usted, no es un hombre, don Miguel para andar por la calle.
Vaya y reviéntelo, métale sus versos más hermosos en el culo.
No se deje morir en una esquina como si fuera un tango, grite.

Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en españa",1987

jueves, 27 de enero de 2011

Le tendí la mano


LE TENDÍ LA MANO. LA MANO LE ALCANZÓ.

Miguel Oscar Menassa
De "Los otros tiempos", 1970

miércoles, 26 de enero de 2011

Perfume violento de ópalo

Perfume violento de ópalo, nevado sal.
Verde mica astillada entre mis labios.
Madre y piel.
Ombligo, sangrante manantial,
punto sagrado del recuerdo.
Fui tu cuerpo creciendo,
al ritmo de tus sangrantes líquidos.
Perfumadas linfas para mi sed primera.
Sed de mares olímpicos.
Sed.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 25 de enero de 2011

LLEGASTE EN UN BARCO CUALQUIERA

Llegaste en un barco cualquiera
en tercera, con otros inmigrantes.
Con piedras y viejas maderas de cajones
pusiste, en Barracas, tu ciudad.

En tu primera carta a Faride le decías:
que estabas en el sur
le hablabas de tus amigos los feriantes
como si hablaras de guerreros.

Faride Faride estrella luminosa
tengo en mi corazón tu pecho ametrallado.

Aquí estoy en el sur
donde el amor sólo acontece al amanecer
cuando recuerdo tu mirada.

Del Río de la Plata puedo decirte
que es ancho y generoso como nuestro mar
sin embargo
no tiene embarcaciones
y nadie muere en él a causa de la pesca.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

lunes, 24 de enero de 2011

SOY ME DOY CUENTA

Soy me doy cuenta
un nadador muerto de frío.
Lo que me pasa es el amor.
También es la nostalgia
por mi país, mi barrio
las glicinas
colgando de su cuello
como si su cuello
fuese el cuello de una reina
y nos pasábamos
de balcón en balcón
y locos nos besábamos
y en cada salto
nos parecíamos a los pájaros.

Después fuimos los témpanos eternos
después siempre viajamos en soledad.


Gigantescos
y helados
témpanos solitarios
viajamos contra todo.

Contar los golpes
nos decían
contar las caídas
más de mil no serán
y desde entonces
la poesía
pide libertad y no
una libertad medida
por banderas.
La poesía pide
una libertad soberbia
todo el tiempo
toda la maravilla
de lo desconocido
en esa libertad.

No la libertad de las estatuas.
Una libertad
que destruya todas las estatuas.

La poesía ambiciona en esa libertad
ser material presencia de lo humano.

Ella grita furiosa entre las piedras
o todos o ninguno. Garganta universal.

Mientras sobre la tierra
alguien no pueda el hombre
no habrá hombre.

Temblando
y entre el temblor está mi vida
y termino llorando enloquecido
porque no puedo más
y arranco de la miseria
una grandeza:

El deseo ferviente de ser

esa libertad
ese hombre.

Bestial
libre también de libertad
ella
me hace saber que no podré.

Mi desdicha
no es su beneplácito
pero tampoco su dolor.
Su libertad es infinita
Más que una danza
para ser bailada por todos una danza
que tenga de todos
el movimiento más preciso.

Viajo
sin aparente retorno.
Soy la Poesía.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

domingo, 23 de enero de 2011

DEJO DE SER

Dejo de ser.
Abrazo de un salto
el halo frágil de una voz
y entrego
a cualquier palabra
el ritmo de lo humano.

Vivo en los territorios
donde la vida
siempre toca fondo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 21 de enero de 2011

LA MÁQUINA ELECTRÓNICA


Hubo un tiempo, mi padre, humilde ciudadano de una ciudad, creo del Oriente, me habla de él. Se llamaba el tiempo del fácil volar. Cada hombre, cada mujer, cada niño tenía su alfombra propia.

Los hombres, una alfombra azul; las mujeres, una alfombra rosa, los niños una alfombra pequeña. En aquel tiempo -según siempre me cuenta mi padre- no existían los ejecutivos. Después, dice mi padre, los hombres fueron poseídos por el demonio y fue así como el mundo conoció la confusión: los niños querían tener la alfombra rosa, las mujeres la alfombra azul y los hombres dos alfombras.

Dios se enojó mucho al ver a sus queridos hijos en tremenda confusión y una tarde, una tarde de verano, dice mi padre, quemó todas las alfombras menos una, como se hace actualmente con las banderas.

A partir de esa tarde, solamente Dios pudo volar y para los hombres vinieron, sucesivamente, las épocas de los caballos propios, de las mujeres propias, de las casas propias, de las fábricas propias.

Pero en estas épocas no ocurría lo mismo que con las alfombras, porque no había ni tantas casas, mujeres, caballos o fábricas, como para que cada uno tuviera la propia. Fue entonces cuando David, sí, el rey David, el sabio, el omnipotente David (su madre le llamaba divanlito) inventó los alquileres. Mucho tiempo después, los alquileres aumentaron. Pero antes de esto, sí, aunque parezca mentira, en la época de los esclavos negros (porque después vino la época de los esclavos blancos), Espartaco, un esclavo mestizo, cansado, pobre, de matar con sus manos un par de leones diarios, inventó una máquina, sí, una máquina que, mientras él leía el selecciones, ella mataba a los leones. Claro que, lo que había inventado Espartaco, no era verdaderamente lo que se dice una máquina electrónica. Pero, si queremos entender esta historia debemos dividir el tiempo en dos, de esta única manera: el tiempo antes de Espartaco, el tiempo después de Espartaco o de las máquinas electrónicas.

Fue después de Espartaco, que cada hombre, cada mujer quiso tener su máquina propia, los niños una máquina pequeña cada uno.

Los estudiosos de la época inventaron varias ciencias y millones de nuevas palabras para explicar el proceso, y fue así como nació el psicoanálisis.

Y así fue como algunos ciudadanos rusos (aquellos que trabajaban más rápido que sus compañeros y gozaban de los beneficios del trabajo incentivado) compraron su máquina y le enseñaron a jugar al ajedrez que, en definitiva, es un juego moral.

Y así fue como algunos ciudadanos norteamericanos (aquellos que habían nacido sin siquiera un octavo de sangre negra- caliente o humana- en sus venas; y que gozaban por lo tanto de los beneficios que todos los hijos de la tribu del gran masturbador primer rey blanquísimo, gozaban) compraron su máquina y le enseñaron a jugar al ajedrez que, en definitiva, es un juego moral. Y así fue como nació la coexistencia pacífica. A todo esto, nadie puede explicarse el por qué, los ciudadanos chinos comenzaron a fabricar alfombras.

A este punto del relato, mi padre comienza a llorar desesperadamente.

Porque hubo en el principio, dice mi padre, Espartaco y su máquina, pero hubo después otros hombres, otras mujeres, en definitiva otras máquinas.

En un principio cada cual por su cuenta, después se formaron equipos. Estos equipos crecieron y se multiplicaron y llegaron a Estados Unidos, donde un judío adinerado compró todos los equipos del mundo, menos uno -que quedó en poder de los franceses- e hizo que todos los equipos trabajaran para él, e inventó el capitalismo, pero "como el dinero que se gana sin el sudor de la frente no sirve para nada" (estas últimas palabras son de mi padre, que no sé por qué motivo él se las atribuye a Jesucristo; otro judío más, inexplicablemente), el pobre judío norteamericano enloqueció de tanto dinero y de tanto dinero y se acostó con su madre. Historia a la cual el psicoanálisis, que ya se había inventado mucho tiempo antes, designó con el nombre de "complejo de Edipo", pero esto en realidad no solucionó nada porque cada tribu tenía su complejo de Edipo propio o por lo menos su explicación propia, que en ningún caso era igual a la de otra tribu. Por ejemplo, la tribu de los descendientes de David (el inventor de los alquileres) decía que el complejo de Edipo era tener una mujer y alquilarse otra. La tribu de los descendientes de Espartaco (el inventor de la máquina) decía que una máquina siempre es una máquina y que no vale la pena ser acomplejado.

Y todo fue así hasta el descubrimiento de América del Sur, y fue entonces cuando se inventaron los países subdesarrollados, los sueldos subdesarrollados, los ejecutivos subdesarrollados. A tal punto, los franceses, que por algo deben de tener su fama, comenzaron a preparar gente para colonizar estas tierras de Dios, que en verdad no eran ni de Dios ni de nadie. Pero a tal punto, el pobre, loco, judío norteamericano había enloquecido que, cuando llegaron los franceses, él ya era el dueño de todas las Américas del Sur y de todas las Américas Centrales, menos una.

Pero los franceses, que por algo deben tener su fama, plantearon la situación a sus poetas; éstos, que entendieron mal las cosas, creyeron que debían destruir todo lo existente y crearon el surrealismo. Después del surrealismo, vino el amor y un ministro de relaciones públicas, francés, enamoró a la hijahermana del judío norteamericano y casó con ella.

Los franceses tenían todavía en su poder la única máquina que no consiguió comprar el ya muerto pobre loco judío norteamericano. Bañáronla con semen de caballos árabes ganados en la última guerra y la máquina tuvo cría como la chancha de tu tía, y los franceses se dispusieron a conquistar las Américas.

Y máquina va, máquina viene, los franceses se capitalizan e inventan la "Ricerca di Mercato".

Los italianos, que ya tenían 17 guerras perdidas y estaban sufriendo una terrible enfermedad llamada de la conversión (los marxistas se volvían católicos y los católicos marxistas), inventaron la palabra CORNUDO.

"Andando y andando, Usted la irá pagando" se vendieron muchas máquinas y volvieron a tomar cuerpo los antiguos equipos, que crecieron y se multiplicaron a su vez, y los franceses (que no por nada inventaron la guillotina) cruzaron todo el mar de las Indias y llegaron a Buenos Aires, descubierta por los bolivianos en el 1.222 y que bautizaron de esa manera en honor de un patriarca árabe, amigo de mi padre. Aire en árabe significa pene, y buenos significa Isabel la Católica, que no era ni siquiera católica, ya que Colón pudo seducirla con su todavía no famoso huevo, y la reina ni corta ni larga, le tendió una mano, y juntos descubrieron y conquistaron Alemania. Pero todo esto había pasado hace mucho tiempo y los habitantes de Buenos Aires ya no lo recordaban y los franceses, por supuesto, nada sabían de esto, porque para ellos, el descubridor de Buenos Aires, había sido el ejecutivo italiano Nerón (tío de mi mujer residente en Milán). Pero todo esto, vuelvo a repetir, es historia vieja, lo importante es que los franceses llegaron a Buenos Aires con sus máquinas.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966


jueves, 20 de enero de 2011

LA MUJER DEL CAPITÁN CAT

De las mujeres mejor no hay que hablar.

Hasta aquí todo lo que puedo decirte
el resto palabras
sugerencias
Cat
celebraciones increíbles.

Celebrar, por ejemplo
que hayas podido regresar del mar
que estés conmigo ahora
que nos podamos emborrachar juntos.

Miguel Oscar Menassa
Los otros tiempos, 1970

miércoles, 19 de enero de 2011

Aforismo 1560

Y cuando ya no pueda pintar porque se me caigan las manos y ya no pueda escribir porque me haya quedado casi sin mirada y la mujer desaparezca porque yo ya no tenga corazón, todavía, aun, queda la muerte para amar, aun, todavía, amaré la libertad.

Miguel Oscar Menassa
De "Aforismos y decires [1958-2008]

lunes, 17 de enero de 2011

23 de septiembre de 1976, Madrid

Estoy mal
amo lo que recuerdo
y recuerdo solamente lo amado.
Cerrado a cualquier novedad
paisajes y personas me son desconocidos.

Soy un extranjero.

Al borde del abismo
al borde de la animalidad
vuestras palabras me recuerdan que soy un ser humano.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

domingo, 16 de enero de 2011

SOY UNA SED ENAMORADA

Soy una sed enamorada de sí misma.

Un poeta y el vértigo de serlo
un pequeño genio y su locura.

Abran las puertas
para que pase el que no pudo
el que reconoce no ser.

Ambiguo ronroneo de mi voz
contra las duras piedras.

Empecinado bebedor de cicuta,
detengo mi carrera
y espero que la sed,
se calme con el tiempo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

sábado, 15 de enero de 2011

RECUERDO EL AMOR

Escribo con el dolor de escribir,
envejezco,
huyo al azar entre las letras
y el tiempo se desploma en tu rostro.

Ámbar y pedazos de cielos domesticados
detienen en tus ojos la fragancia del ser.

Escarbo detenidamente en tu mirada,
busco por una antigua manía de buscar
-en tu mirada-
el solitario patio de mi infancia:
el crudo malvón,
las rosas al borde del calor extremo
y la violencia del sol,
sobre mi piel de niño y los narcisos.

Magia de los calores en los países del sur.

Rojas y locas,
bocas sangrantes y perversas,
amantes de los jugos
y de la tierra resquebrajada por el sol,
un amor a la antigua, al aire libre.

Huyo en dirección contraria a las letras,
detengo el porvenir.
Abro de par en par con un tajo preciso
-dueño de mi saber-
mi cadáver actual: Mi pobre vida cotidiana.

Extranjero, enmohecido el corazón,
acostumbrándome a un sol a punto de extinguirse,
sólo me queda, del tango,
un asco contra todo, una violencia.

En tu mirada el patio de mi infancia anochece.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

viernes, 14 de enero de 2011

ELLA ES EXTRAÑA

Ella es extraña a todos los hechos
bordadora de luz
sólo sabe atarse a las palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

jueves, 13 de enero de 2011

ALEJO DE MÍ

Alejo de mí
mis propias esperanzas
para alojarme
de presente cuerpo
en tu mirada.

Dejo de progresar
me ato a tu piel
como raíces a la tierra
bebo jugos y del sol
todos los aromas.

Tu sexo
esa claridad.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

miércoles, 12 de enero de 2011

AMORES PERDIDOS

Cuántas veces quise morir con tanto amor perdido,
con tantos trozos arrancados de mi propia carne.
Después no pude casi nada, mucho menos morir,
era hombre duro, por los golpes y tuve que vivir.

Cuando murió mi padre yo estaba en las montañas.
El, antes de morir, me escribió una pequeña carta:
-Usted debe quedarse donde está, haciendo lo que hace,
no abandone ni amores, ni trabajo, para verme morir.

Lentamente bajé de la montaña y me di cuenta
que, yo mismo, siguiendo el camino de mi padre,
era el pobre extranjero que vivía lejos de su familia,
sin poder remediarlo, ni aún, ante la muerte.

Y me quedé, donde había llegado, sin moverme
y tuve ansias que la mano negra del destino,
se partiera en mi rostro, segara mi existencia,
pero no fue posible para mí, sino seguir viviendo.

Cuando murió mi madre ya no había montañas
y yo mismo, estaba al borde mismo de la muerte.
Haciendo infinitos esfuerzos para salvar mi vida
no pude darme cuenta: amada madre había muerto.

Hoy día, todavía, no puedo recordarla sino viva
y cuando pasan meses sin recibir, de ella, nada,
ni siquiera una carta, delicada, para decirme:
pequeño mío, hermoso, tanto te quiero, hijo.

Y cuando ni siquiera se me aparece en sueños
y nadie me habla de ella, no la concibo muerta,
pienso que está muy enojada por mis locuras,
por mi manera de vivir, tan lejos de su amor.

Sueño que un día, al levantarme, por la mañana
estamos todos juntos sentados alrededor del fuego,
conversando con grandes jefes indios, del futuro.
Bajo el cielo, Caupolicán, mi madre y yo pequeño.

Indios que fueron lo perdido primero,
herencia cultural arrancada del alma,
cuando pusieron en mis hambrientos labios
el verbo amar, morir, en lengua castellana.

Ni Buenos Aires me quedaría para amar.
La historia americana se metió en mi cabeza
y ardiente y en voz baja me lo dijo todo:
Nadie te matará, poeta, te tocará el exilio.

Y para no morir, aún, abandoné mi patria
y fue brutal la travesía transoceánica,
desde el jardín de las delicias en América
a la reseca y árida meseta castellana.

Ya estaba claro cuánto había perdido,
en apariencia sólo quedaba mi juventud,
mis hijos, mi fuerza de trabajo intacta,
mis pobres versos al viento de la tarde.

Mas lo que había en mí era la nada, nada,
violencia de dejarme explotar por la comida
y cuando conseguía levantar la cabeza,
alguien, con terquedad, me la golpeaba.

Mirando toros bravos en las corridas
y esos toreros diestros hasta el hartazgo,
me hice experto en verónicas y, por fin,
conseguí romper del todo mi mala racha.

Un puesto en el mercado de las palabras
me permitió ir ganando algunos cuartos.
Con algo en mis bolsillos, abandoné Madrid
y fui a dar con mis huesos en Arganda.

Escribiendo y trabajando duro, todo el día,
conseguí que se abrieran para mi vida
una casa con jardín a la calle, un coche
y colegios decentes para todos mis hijos.

Y así fuimos muy felices después de tanto,
después de tantos años de trabajos forzados,
después de tantas lágrimas y tantos resquemores,
en espléndidos días del verano conocimos el mar.

Mas la felicidad, la dicha, no duró casi nada,
al poco tiempo de volver de nuestro veraneo,
en plena calle, en una noche aciaga y traicionera
en Arganda del Rey, asesinaron a mi hijo Pablo.

Y ya no hubo ni sueños, ni montañas,
ni dolor suficiente, ni siquiera palabras,
ni los grandes jefes indios bajo el cielo,
ni gargantas de odio, ni manos de venganza.
Sólo estos versos sueltos, esta nada de nada.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

martes, 11 de enero de 2011

QUERIDA :

8 de octubre de 1976, Madrid.


Hubiera sido maravilloso que el solo hecho de partir,
y de que supieras que podías escribirme, te hubiese hecho bien.
Pero como ya sabemos,
nada le está dado al que todo lo espera.
Quiero que sepas que aquí ha comenzado la estación de los fríos.

Sobrellevo la soledad como puedo.
He leído tus cartas.
He caminado contigo por las calles de esta ciudad desconocida,
tratando de convencerte,
que si todo da lo mismo,
mejor es ser inteligentes.

Y sin embargo sé,
que otra vez,
te burlarás de mí.
Que en el límite,
que en el momento de tener que arrojarte entre mis brazos al vacío,
dirás que no.

Extraño, porque no decirlo, el sol de primavera.


Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

domingo, 9 de enero de 2011

DEMONIO DE LAS DIFERENCIAS SEXUALES

Todo pájaro que canta en la mañana
es pájaro cantor.
Y la mujer que ríe después de la traición
debe ser perdonada.


Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones" 1978 (2ª ed. 2007)

sábado, 8 de enero de 2011

PEPE Y EL SEXO

El sexo, el sexo
divina porquería
que todo el mundo
quisiera controlar.

El sexo, el sexo
divina porquería
que todo el mundo
quisiera controlar.

El sexo, el sexo
humana cosa
que cada tanto aflora
y grita enloquecido
de ciega libertad
y se abalanza y toca
y en todo lo que toca
delirio y fuego
danzan ese compás.

Que viene, te desborda,
te ata, te hace volar,
que ningún amor podrá
con esa piel desatada
a la que sólo interesa
ser tu amante y tu patrón
para poderte decir:
Ven, hagamos el amor,
aunque nada te prometo,
No sé si me gustará.

Y esas fueron
las últimas palabras
que dijo
el hombre aquél.
Ella, llena de furia,
lo comenzó a chupar
pero lejos, muy lejos
de la zona genital.
Ella jugaba
y se divertía.
El hombre gozaba
mientras se moría.

El sexo, el sexo,
divina porquería
que todo el mundo
quisiera controlar.
El sexo, el sexo,
divina porquería
que todo el mundo
quisiera controlar.

Y el corazón humano
no puede con la bestia
y el hombre entontecido
mata su corazón,
mata su corazón,
mata su corazón.

Y ya nadie llorará por él,
sólo el caballo,
la yegua amada,
el mandril azul
la serpiente embobada.

Después, al volver
del encuentro
con la bestia,
no habrá nada
en su lugar,
ni siquiera selva habrá.

Miguel Oscar Menassa
De "Canciones 2003-2004"

miércoles, 5 de enero de 2011

SOLDADO DE LA NOCHE

Querida:

Soldado de la noche. Vigilo
mi propio pensamiento.


Guardián en celo de mi vida,
amo mi cuerpo en soledad
y sueño por las noches,
ser el gran hombre
que se salva a sí mismo.

Ato mis ojos al recuerdo:
camino de la mano de mi madre,
lentos precipicios,
hago el amor con mi mujer,
a solas,
hurdo para mí mismo la trampa mortal.

Me detengo, empecinadamente, en el pasado
donde no tuve pan, ni paz,
ni milagro que me salvara del horror.
De niño lo vi todo.

Pedazos de piel,
trozos desparejos de perfumes,
flecos del amor ,
ambicionado reposo que no llega.
Entre tus brazos,
entre tus gritos de yegua mal herida,
tajo de viento,
olor y rocío de la mañana.
Ojos de mula estancada en silencios.
Blasfemia y luz,
orquesta de la noche,
muda,
parábola del hombre.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 4 de enero de 2011

SALVE I O MARIA LA LOCA

Para recordar reúno las palabras
de la alegría de otros tiempos
tu cara de mujer.
Vivías simplemente en el cordón de la vereda
con tus pies bañados por el agua podrida de la calle
y el corazón
violento corazón donde mis años corrían lentamente.

Te llamaban la loca María
María la bruja
María la que alojaba en su mirada
el tiempo de morir.
Aquella opaca y misteriosa señora
que tenía en sus brazos ágiles bailarinas.

Como una maga María, como una dulce maga
encantabas mis sueños infantiles
y arrojabas en mis desolados castillos, tu presencia.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

domingo, 2 de enero de 2011

SALVE II O MARIA LA HECHICERA

Cuántas veces perdido en tus amables brazos
María la hechicera
recorrimos los canteros donde crecía la alegría
donde el amor y los malvones
se regaban con la misma firmeza
con que las aguas
bajan de las montañas en primavera
para regar los campos araucanos.

Tú reinabas tu reino, allá en Pompeya
tu mar y tus espumas
eran las manos del abuelo Antonio
tocando la guitarra o encendiendo su pipa
con el rojo carbón entre sus dedos
y un corto silbido, para llamar a Juana
la oveja, su inseparable compañera.

Cuántas veces tu sol era los ojos ciegos del abuelo.
En Mon y Tabaré te sentabas
con un pañuelo negro en la cabeza
y en tu falda
doce panes calientes
cocidos en el barro con tus manos
como cuando eras niña
y a orillas del Limay
Caupolicán pasaba su belleza.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975