miércoles, 27 de junio de 2012

XI

Poder despreciar el lodo y pasar mi vida hasta lo último,
en algún triste o soberano hospicio con mierda y pis
y olores de cloacas
hasta en los rincones más secretos.
Mi intimidad violada,
mi intimidad hecha pedazos clama venganza.
Lo que vuelve es el olor de la carne.
La carne no vuelve.
¿Siervo de qué tengo qué ser ahora? ¿Siervo de qué?
Esclavo del arte,
linda basura.
La medicina no cura estos males.
Médicos del alma venid,
os mostraré el secreto de la vida.
Soy esclavo de una mujer,
vivo mi vida
al compás de las contracciones de su vagina azul,
que enfurece y se llena de locos arrebatos,
sólo frente a la muerte.
Ella no tiene piedad de mí.
Arranca mis testículos y pisotea uno por unos todos los recuerdos.
Me hace confesar las malas porquerías.
Yo confieso:
Lamí con mi lengua los culos más ajenos,
Escupí con mi saliva los ojos de mi amada,
Bebí la leche de los pordioseros.
Al sol,
me deje estar al sol.
Lo pensé casi todo.
Alegres,
alegres fueron las mariposas que no retornarán.
Amé con furia los brotes de cada una de mis plantas.
Hojas de otoño en el jardín,
no significan nada.
La guerra de verdad
-LA GUERRA-
no la entiendo.
Y vi morir niños antes de nacer,
y vi nacer niños con extrañas mutilaciones,
y vi morir una mujer entre mis brazos.
cuando la violencia de un orgasmo sacudía mis vísceras
y supe,
que el goce era morir.
Y vi, y vi morir,
todos murieron en esa familia y todos,
murieron en la guerra.
Ella, ahora,
se ha quedado dormida en medio del camino.
Sus gestos,
nunca alcanzarán la dimensión de la muerte.
Doy patadas furiosas alrededor de todo su cuerpo,
clavo mis dientes en su espina dorsal,
jadeo, y salpico con mi baba su cabellera azul.
Ataco sin piedad
su rostro con mis manos.
Ella me deja hacer,
sé entonces que estamos a un paso de la muerte.
Yo no saldré de mi cubil aunque venga la guerra.
¿Qué hombre soy?,
decidme, ¿qué hombre soy?,
¿de qué mierda estoy hecho?
!Basta Putas! el hombre hace agua por todos los costados.
Que se terminen de una vez las pruebas.
Abdico. No tengo fe. Ni religión. Ni patria.
Mi más allá son mis amigos, mis mujeres,
con sus sexos maltrechos,
los sexos de la guerra.
¿Mi muerte no es acaso la lista de mis muertos? 

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

sábado, 23 de junio de 2012

LOS VIEJOS GOZADORES



Gobernados por gorilas
que no fueron a la escuela
cantamos para mostrar
que el mundo se va, se va.

Nos llaman Tercera edad
porque han pasado los años,
pero nosotros seguimos
cantando en el carnaval.

Y este año hemos venido
para poder anunciar
que los viejos de setenta
ya tienen su carnaval.

Vamos a mover el culo,
vamos a mover las tetas,
como putas y travestis
que la tele nos presenta.

Hacemos el amor
y bailamos y cantamos
pero no nos olvidamos
que el mundo nos trata mal.

Esta vieja de setenta
que me abraza a cada rato
es la novia de un amigo
pero hoy baila conmigo.

Y mi amigo se entretiene
con el cura Don Camilo,
que baila como los dioses
y no tiene compromisos.

Y este pobre viejito
casi muerto en su familia
ahora baila, canta y ríe
y hasta enamoró a Marina
que tiene sesenta años
y vive en Andalucía.

Después se encuentra con Pepe,
que tiene casi cien años,
y don Pepe le aconseja:
Para llegar a los cien
hay que moverse y moverse
y no perder el vaivén.

Haciendo el amor, cantando
o bien tomarse aquel tren
donde cantando y bailando
te enseñan a morir bien.

Y si tienes
la muerte asegurada,
no tendrás culpa
ni dolor, ni rabia,

serás un ciudadano
de clase alta,
porque tienes en tus manos
la muerte asegurada.

Con la muerte
en el bolsillo
hablarás como un señor
y tendrás suerte
en los dados
y, también, en el amor.

Y si alguien
te cuenta,
hablándote bajito,
que de la muerte
misma
estás enamorado,
tú le dirás que sí,
a todo el mundo le pasa.

Me enamoro de la muerte,
decía el gitano,
así podré tenerla
durante todo el día
fregando los platos.

Pero la muerte
ha de venir,
ha de venir
aunque la algarabía,
aunque el silencio reine
ha de venir, ha de venir.

La muerte ha de venir,
en silencio, sencilla.

La muerte quieta,
la muerte nocturna,
tal cual una mujer
se enamoró de mí.

Y dale que dale
me busca todo el día
y cuando me encuentra
me quiere besar
y yo le digo: Muerte,
no seas asquerosa,
que la muerte no se toca
con aquél que va a morir.

Miguel Oscar Menassa
De "Carnaval de la tercera edad", 2011

martes, 19 de junio de 2012

Amor perdido. Buenos Aires

II
Estoy perdido entre nubes de olvidos, tangos,
una multitud abriendo a puñetazos, un futuro.
Hombres desesperados de amor, mujeres al viento,
hombres, mujeres, flameando banderas de impiedad.

La voz del pueblo levantándose sobre todo delirio.
La voz del pueblo gritándose a sí misma, ser voz.
Un pueblo entero quebrado por un grito: no va más,
ya nunca más volveremos a implorar de rodillas.

Y haremos una canción con nuestro cuerpo,
para que la canción dure una eternidad
y en la canción, flotando, nuestro cuerpo.

Y pondremos en la canción, fuerte, todo el recuerdo,
la memoria infinita, de juventud, de nuestros pasos,
para que la canción llegue, en el aire, hasta nosotros.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1991

lunes, 18 de junio de 2012

EL AMOR DEL CUERPO

 
Alteración permanente,
carnívora investigación,
buscando su carne en mi escritura, 
buscando en mi escritura su pasión.
Para la sombra del siglo,
para el escollo más alto,
me reservo,
una delicada, pequeña misión.
 
Miguel Oscar Menassa
de "El amor existe y la libertad", 1984

martes, 12 de junio de 2012

Cumplir 64 años

Hoy, a la mañana
en el desayuno,
he visto pasar
muy cerca de aquí
sesenta y cuatro perros,
como hambrientos,
tal vez, abandonados,
cayendo en un abismo.
Sesenta y cuatro años,
perros, sombras,
años, luz y caballos.

Miguel Oscar Menassa
De "La maestría y yo", 2007

viernes, 8 de junio de 2012

DEMONIO DE LA RISA

No tengo pájaro para nombrarte
diosa del mal
amante de los ángeles.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978

viernes, 1 de junio de 2012

EL GENOMA HUMANO

 Hoy te escribo un poema y te lo digo,
a mí, los cojones, no me los tocarán. 
Ni el amor, ni la brisa,
ni las ciencias, ni el arte,
ni el humano genoma que todo lo sabrá.

A mí, los cojones, no me los tocarán. 
Ni el amor con su furia que te toca y te mata. 
Ni la brisa o el aire de la rancia ciudad. 
Ni las ciencias ligeras, exactas y arrogantes. 
Ni las artes profundas de alguna humanidad. 
Y el genoma sapiente, del hombre nos dirá: 
De los seis mil millones que habitamos la tierra 
humanos, debería saberse, todos por igual, 
tres mil millones ya están muriéndose 
por la "maldita" falta de pan.
Mas al pedir explicaciones 
porque yo creo que sobra el pan, 
el mundo entero de poderosos, 
me respondieron con amabilidad; 
que algunos mueren de sarampión, 
la droga mata dijo el ministro 
y otros se mueren por diversión. 
Los que no comen no es para tanto
un error muy pequeño en la distribución.

Y en cuanto al resto, los tres mil millones,
viviendo y muriendo siempre la mitad,
el genoma supersapiente, del hombre nos dirá:

Ese medio cerebro que no podéis usar,
es la mitad del hombre que se muere por pan. 
Esa doble vida: la realidad, los sueños, 
es del hambre de la tierra sólo la mitad.

Si sólo muriera la mitad, dice el poeta,
el hombre llegaría a cierta claridad,
mas lo que pasa, genoma amado,
es que la culpa nos matará.

El hombre actual
el que se muere de su mitad 
odia a los seres queridos 
y ama la paz.
Maltrata hasta la muerte o el dolor 
sea mujer, amante o concubina, 
educa tan mal lo que produce 
que envenena a los jóvenes 
para que nadie le robe 
su puesto de trabajo, 
su único trabajo: 
seguir matando a su mitad.

El genoma infinitamente sapiente,
al llegar a este punto, del hombre nos dirá. 
El hombre vive enfermo y no se curará 
para poder curarlo no alcanza la mitad.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002