domingo, 28 de febrero de 2010

CANTO QUINTO

La ciudad sigue gris

cuando escribo lentamente mis versos.

La época del sol,

era en antaño,

recuerdo sus fulgores,

ácidos amarillos contra los ojos ciegos.

Ahora en la ciudad,

del gris intenso,

escribir lentamente mis versos,

ya no alcanza.

El escritor,

altera sus sentidos,

el escritor,

sabe que fueron necesarios,

un siglo entero de mujeres,

cinco siglos de dios,

para que el poeta se deje llevar,

para que vuele.


Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

sábado, 27 de febrero de 2010

OTRA


Ámame con la violencia de las amantes griegas
que suelen perfumadas esperar a sus hombres
en pequeñas alcobas de tierra en las colinas
porque tengo en el alma profunda una tristeza.

Ámame con la esperanza de los sacerdotes fenicios
que solían navegar junto a sus fieles
en alocados mares de variados colores
porque tengo en la mirada serena una tristeza.

Ámame con la furia de los famosos tigres de bengala
que suelen silenciosos esperar a sus presas
en sospechosas guaridas en medio de la selva
porque tengo en la boca sedienta una tristeza.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

viernes, 26 de febrero de 2010

LA MUJER Y YO. Miguel Oscar Menassa

2

Yo, antes de conocerlo, me creía viviendo,

hasta llegué a decirle a mi madre que era feliz

y para él, todo lo mío era insuficiente.

Un día me llegó a decir que, si lo amaba,

que si gozaba con sus cosas, debía decírselo.

Una tarde, en el colmo de la crueldad,

me reprochó que nunca, nunca,

le había dedicado ningún poema.

Yo, esa tarde, lloré con desesperación

pero él estaba ensayando la crueldad

y me dijo:

Llorar, siempre has llorado para mí

pero nunca me dedicaste un poema.

Yo, ahí, tenía intención de matarlo

pero no tenía fuerzas para hacerlo

entonces le pedía que me pegara.

Él, esos días, ni me pegaba ni nada,

él esas tardes lo sabía, lo adivinaba,

esas tardes grises la asesina era yo.

Pero él era, verdaderamente, cruel,

su crueldad, amigas, no tenía límites:

Se quedaba, ahí, quieto, como muerto,

días, semanas, meses enteros, siglos y,

después, cuando ya nadie lo esperaba,

ni mis amigas, ni siquiera yo misma,

él, de golpe, nacía nuevamente al amor,

distraído en un beso, iluminado de caricias

y pasaba, entre nosotras, como una ráfaga

de incendio y velocidad y fuertes aullidos

como si amor y sexo estuvieran uniéndose

precisamente, amiga, en nuestros cuerpos.

Y cuando estábamos a punto de conocer,

de lo imposible, un rasgo inexistente,

él se quedaba ahí, quieto, como muerto.

Y yo llamaba a mis amigas para revivirlo

y, ahí, era donde su crueldad era infinita:

me obligaba con razonamientos absurdos

y, totalmente convencida por sus palabras,

terminé haciendo el amor con mis amigas

y ese goce me volvía, perfectamente, loca

y fue, también, por eso que no le vi más.

Comencé a leer sus versos en secreto

para que nadie viera tánto amor,

pero todo el mundo se daba cuenta:

cuando estaba a su lado

mi cuerpo se incendiaba,

cuando se alejaba de mi lado

mi pensamiento para alcanzarlo

se incendiaba y tocaba el dolor,

pero yo leía sus versos en secreto

para engañar al mundo entero

que era su cuerpo lo que amaba,

para que, él, no se enterara nunca de que,

yo, estaba enamorada de sus versos.

miércoles, 24 de febrero de 2010

AÚN, ENCORE, EN CUERPO

Hago desaparecer un día de mi vida, amor ,

mañana, por ejemplo, y sobre ese vacío

que no es sino mi voz, salto elástico,

con la firmeza de un cálculo infinito,

hacia el futuro.


Vuelvo desde la muerte, sobre mí mismo,

honda caverna que hizo posible el salto,

y el ser que nunca fue, desea eso,

vivir la vida sin vivir, amar la muerte.


Detrás de lo detrás, no en el espejo,

no en la torpeza abierta de la línea,

queriendo ser deseo de sus puntos.


No en la verdad y, aún, después del cuerpo,

ahí donde el ser es posible de carencia.

Ella es, burbuja extraña y pájaro,

enamorado de los agujeros de su canto.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 23 de febrero de 2010

ESTACIÓN DE TEDIO

Uno
nunca se siente solo las noches de verano.

Cuando el sol
ha dejado caliente las chapas
y este humo con olor a puerto
que escapa valiente
de mi boca contra el vidrio
y mi nariz contra el vidrio,
haciendo huecos de calor
en esta mañana de muchachas,
de puertos, de gente pequeña a mi lado.

De calles empedradas
mirándome interminables
que me penetran con el sol del ayuno
y me quieren.

Uno
siempre se siente solo las noches de invierno.

Cuando añora el aliento del amigo
entre el pecho y una canción,

cuando ya no se escuchan
las palabras templadas
de la compañera nocturna

y pierde
con el último movimiento que hace
el único calor recuperable.

Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

lunes, 22 de febrero de 2010

LLEGÓ LA POESÍA Y ME DIJO


Un sí o, bien, un no, me hicieron
abrir nuevos caminos, abandonar caminos.

Hasta que topé, una noche, con la Poesía
me la pasaba volando de un lado para otro
según el capricho de mis tiernas amadas
que del amor, sólo sabían hacer el amor.

La Poesía me dijo con solvencia:
Para vivir, un hombre, no necesita volar
menos aún de un lado para otro tras su amada.
Un hombre debe tener los pies a la altura de los pies.

El alma al alcance de una breve caricia,
el sol sobre la tierra a la hora del sol,
el cuerpo y la palabra cual ríos disponibles
y a la noche algún sueño, una historia de amor.

Un hombre tiene todas sus esperanzas en el hombre.
Un hombre tiene como bandera la libertad.
Le da agua al sediento y lucha por un trozo de pan
y ama, hace como que ama pero no sabe amar.

Un hombre, dijo la Poesía, con severidad,
un hombre sabe que morirá y no le importa.
Sabe que muere cuando escribe y, sin embargo, escribe.
Sabe que cada amor le mata y, sin embargo, se enamora.

Un hombre, le dije, ambiciona volar
y aunque no pueda no le importa.
Ambiciona volar, ama la ilusión de volar.
Sentir en ese instante que algún día...

Un hombre, Poesía, es capaz de matar,
es capaz de comerse el corazón amado,
quitarse de la boca con asco un beso de amor
y amar, de sus cautivos amantes, el dinero.

También una tarde cualquiera un hombre
se deja acariciar por una brisa, un aire,
un sentimiento lo golpea en el pecho
y el pobre hombre cayendo se enamora.

Y hace como si tuviera sangre en las venas
y salta y corre y se acaricia con frenesí
y quiere entregarse, totalmente, por amor
y, ahí, viene la policía y lo encarcelan.

¿Me sigues, Poesía? Del hombre hablamos.
Es capaz de morir por ideales falsos
capaz de hacer la guerra por casi nada
dejar morir su otra mitad, en silencio.

Se mete en el centro del volcán y lo desafía.
Quiere atravesar los océanos con su cuerpo,
tocar la inmensidad, el cielo con sus versos
agujerear el vientre de la montaña, la piedra.

El hombre quiere llegar con sus latidos
al centro desconocido de la tierra,
a la vida íntima de todos sus amantes,
quiere llegar, al corazón de las cosas.

Y se enamora, Poesía,
y se pudre como una flor al sol
cuando alguien se muere o lo abandona.

Miguel Oscar Menassa
Al sur de Europa, 2002

domingo, 21 de febrero de 2010

AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD

I

Al ir viviendo y sólo por vivir
lo fui creyendo casi todo
y así viví el amor, como si fuera eterno
y así juré, por la amistad, en falso.

Después vinieron las noches de la soledad,
donde amistad y amores caían sin cesar,
hasta llegar al fondo de abismos imposibles,
hasta quedar fundidos en nubes del pasado.

Y nadie nunca más recordaría el tiempo,
donde con mi propia pasión enamorada,
de la muerte rescataba amores y amistades.

Y ahora estoy, a solas, con mis versos
y vivo, intensamente, la lujuria del verbo,
como si conmigo vivieran amores, amistades.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

jueves, 18 de febrero de 2010

¿DÓNDE ESTARÁ EL AMOR?

El amor. El Amor.
¿Dónde estará el amor?

Cuántas veces dibujé
la esquina
donde nunca llegaste
y te busqué
por los salones
y fui ladrón
para buscarte entre las sombras
y hubiera sido capaz de matar
si alguien me hubiese dicho
que en ese gesto te encontraba.
Fui solo y fui muchos.

Todos los cuerpos
fueron investigados
palmo a palmo.

Todas las máscaras
fueron arrasadas
para buscarte
en el centro de la verdad
y tampoco estabas.

Te busqué entre los pobres
entre las espesas capas del dolor
entre entrañas y sucios alcoholes
en el propio asco de la vida.

Después no te busqué más
encontré otras palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

miércoles, 17 de febrero de 2010

CRECIENDO ME FUI DANDO CUENTA

Creciendo me fui dando cuenta
que vivir no era suficiente.

En principio comencé por cambiar
algunas horas de mi vida
por algunas palabras.
Esas cuestiones del sexo y del oro
de la pequeña y simpática libertad
de la política sombría.

Las palabras se unían unas a otras
como pesadas redes
y en esa soledad fue necesario amar
conocer el amor
amar el amor
ser para el amor
como si el amor fuera uno mismo.

Matarse por amor.

Envolverse en la tristeza
de un crimen por amor.

Soñar y ser soñado
siempre por la misma persona
y tener la valentía por amor
de despeñarse
por el desfiladero de las sombras
cada vez que lo amado deje de soñar.

Y el amor con tanta locura
trae el movimiento de los astros.
Soles quietos
enamorados de bailarinas lunas
lunas ciegas
bailando por la obligación del amor.

Después aún
entregando otras horas de mi vida
ingresé en el cosmos.

Los soles quietos giraban a su vez
alrededor de otras cadenas.
La luz
era sólo el reflejo de su búsqueda.

Miguel Oscar Menassa
La poesía y yo, 1999

martes, 16 de febrero de 2010

CONOCIMIENTO

El hombre solo, solo a la fuerza
porque tiene una gran voluntad
-me las aguanto y listo-
hace llamadas telefónicas
se deja caer voluminoso
seguramente en una cama
un diván
un suelo querido por él
por ellos.

Todos los cuentos son iguales.

La mujer sola se tiende antes de sonreír
examina sus ropas
su cuerpo disponible.
No habla. Aprieta sus piernas con dolor.

Cada cual a lo suyo como pueda
la calle a la calle
el hombre al hombre y basta.

Si te propongo el cielo no me creas.
Dame un beso ahora
luego hablamos.

El hombre solo muere de bronca un día
y nadie sabe.
La mujer sola sonríe desde hace mucho tiempo.
No habla. Aprieta sus piernas con dolor.

Miguel Oscar Menassa
"22 poemas y la máquina electrónica o cómo desesperar a los ejecutivos", 1966

lunes, 15 de febrero de 2010

LA CALESITA

Vinieron hacia mí creyendo que la hora,
en que los lobos callan desesperadamente,
había tocado mi corazón.
Aullar no era necesario todos los días
y sin embargo los que llegaban
hacían preguntas acerca de mi voz.

-Se atragantó con las estrellas
de las serenas noches de noviembre
y su sed calmó las torrenciales lluvias
en aquel silencioso y triste verano
donde las algas marinas y los helechos
crecían desaforadamente azules, dispuestos a matar-.

Bailando, callado, en torno de la hoguera
acercaba a los distraídos turistas
al borde del abismo.

Miguel Oscar Menassa
De Yo pecador, 1975

domingo, 14 de febrero de 2010

ABIERTO, YO ESTABA ABIERTO Y TE LO DECÍA

Abierto, yo estaba abierto y te lo decía.
Sin precaución, sin extremos cuidados
te hablaba de mi ser, abierto naturalmente
como se habla del cielo o de la espuma.


Esas tardes de mares, de completos océanos
donde las grandes olas no hacían otra cosa
que estrellarse blandamente, caer sin fuerzas,
enamoradas, frente al vacío abierto de mi voz.


Un día, caprichosa, te arrojaste en mi interior
y tiraste del fondo de mi piel, empecinada,
para cerrar al mundo, el vértigo, mi belleza.


Te enloqueció mi manera de resistir, riendo,
jugando con las olas, alborozadas por mi amor.
Te dejamos toda la piel para seguir abiertos.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

viernes, 12 de febrero de 2010

PENSAMIENTOS DEL POETA


El hombre libre
no muerde no acaricia
la soledad de los bondadosos

Vuelven los buenos tiempos
ciudad de Dios maldita Buenos Aires
Mujer
Hembra sin cuento
regresa también por el verano
día de fin de año
y este pecho agrandado como el amor
te esperan.

No recuerdo tus ojos perdidos

El calor me ahoga en esta amada tierra

No doy no pido ventajas a tu corazón
desataré mis manos
te esperaré
alondra vida
alondra viento de verano

Esta soledad reventará de vieja.


Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa", 1963

jueves, 11 de febrero de 2010

LEJANÍA

Ahora estoy excitado, loco de contento,

me puse a decir cosas y nació un poema.

Después me sacudí las últimas cenizas de la muerte

y me puse a mirar la lejanía y, algo me estremeció.


No fue una luz de fuego, ni el dolor de la guerra,

ni del futuro las artes y las ciencias luminosas.

No vi cuando miré la lejanía la caída del mundo.

Ni bombas atómicas, ni láser asesino, ni venenos.


No vi al hombre en soledad encerrado en sí mismo.

Ni a la mujer crucificada queriendo ser nuevas religiones.

No vi familias encadenadas o muertas o estados corrompidos.


No vi niños raquíticos ni jóvenes drogados o perdidos.

Ni me vi, a mí mismo, viejo, con barba blanca, escribiendo.

Lo que vi fue, sencillamente, la lejanía y, eso, me estremeció.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

miércoles, 10 de febrero de 2010

HOY, QUERIDA, AMO ESTE DOLOR


Hoy, querida, amo este dolor que me hace sentir vivo,

empecinados dolores, clavándose en mi alma,

en mi corazón, lujurias lacerantes y vivas,

en mi carne, veneno enamorado sobre mi piel.


Es dolor del mundo, me digo cabizbajo,

son las sangrantes tripas de occidente,

son el silencio trepidante del oriente,

son los mundos quebrándose en mis ojos.


Son, me digo, los cadáveres desesperados,

los muertos que, recuerdan haber muerto,

para que en mi cuerpo viva la humanidad.


Las libertades, hembras muertas de amor,

me llaman a los gritos, dolor iluminado

y humano y vivo, amante del vacío, canto.


Miguel Oscar Menassa

De “Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista”, 1987


domingo, 7 de febrero de 2010

De "Psicología animal y arte" de Miguel Oscar Menassa

24 de diciembre

Hoy murieron casi cien personas en esa sorda guerra que no termino de entender.
Murieron sin saber que la guerra también es una ilusión.
¿Compañeros hombres o pequeñas bestias desoladas?
¿quiénes murieron hoy?
¿qué sórdido deseo social produjo la catástrofe?

25 de diciembre, una de la mañana

He brindado a las doce de la noche y me he dado cuenta que faltan algunos. Me siento abandonado por la pasión de los encuentros. Alguno de mis amigos perfumará su noche con mi ausencia.

No entiendo la guerra y sé que la paz es imposible.
Pronto una ilusión
o me voy a

pique.

miércoles, 3 de febrero de 2010

CARTA DEL ADIÓS del libro "Salto Mortal", 1977

Agosto 1976, Buenos Aires.

CARTA DEL ADIÓS

Todo poeta
y así he de llamarme de ahora en más
debe escribir -tarde o temprano-
su carta del adiós.

Pretendo todo lo que sea posible
en el recorrido hacia lo inefable,
lo inefable en sí, no me interesa.

Soy lo que se dice un caminante, un viejo marino.

De los puertos,
sólo tenues fragancias,
sólo el color maduro de las fresas.
Mi vida está en el mar,
en las distancias,
en las lejanas sombras de la noche.

Algas marinas y serenas luces de ultramar, guían mi destino.

Toda voluntad será deliberada o no será.
Y habrá quien busque desesperadamente el manto de oro,
las letras del origen.
Habrá quien mate y quien bendiga el inquietante murmullo del recuerdo.
Adoradores del sol,
atletas del olvido,
burdos encantadores de serpientes
Abomino de todas mis pertenencias.
Dejo la nada.
La violencia de un gesto imperceptible,
donde la locura,
la verdadera locura,
es todavía la una esperanza.

Hago un tajo feroz sobre la tierra.
Divido el mundo en dos.

Miguel Oscar Menassa

lunes, 1 de febrero de 2010

CERTIDUMBRE


Puedo ponerme triste
por aquello que nos diferencia
y aquello que nos une.

Me identifico:
Soy un hombre del sur
Parado
los vientos cálidos pasan por mi cabeza
y los fríos
por mis pies.
Mis genitales miran hacia oriente
donde nació mi padre
donde crecen los linos
donde el amor -me dicen- y los ríos
son parecidos en el color y la frescura.

Conozco de los pasos hacia adelante
y de los pasos hacia atrás
de las peligrosas caídas
y de los saltos hacia el cielo.

Tengo
ciertas costumbres extranjeras
en mi país,

hago el amor y sueño.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975