martes, 16 de febrero de 2010

CONOCIMIENTO

El hombre solo, solo a la fuerza
porque tiene una gran voluntad
-me las aguanto y listo-
hace llamadas telefónicas
se deja caer voluminoso
seguramente en una cama
un diván
un suelo querido por él
por ellos.

Todos los cuentos son iguales.

La mujer sola se tiende antes de sonreír
examina sus ropas
su cuerpo disponible.
No habla. Aprieta sus piernas con dolor.

Cada cual a lo suyo como pueda
la calle a la calle
el hombre al hombre y basta.

Si te propongo el cielo no me creas.
Dame un beso ahora
luego hablamos.

El hombre solo muere de bronca un día
y nadie sabe.
La mujer sola sonríe desde hace mucho tiempo.
No habla. Aprieta sus piernas con dolor.

Miguel Oscar Menassa
"22 poemas y la máquina electrónica o cómo desesperar a los ejecutivos", 1966

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