sábado, 20 de diciembre de 2014

Veo abrirse futuro en tus entrañas


Veo abrirse futuro en tus entrañas,
veo inflamarse mi corazón de dicha.
Ataco sin piedad mis versos anteriores
y escupo la cara del oro y la miseria.

Soy el loco Siglo Veinte, estoy espantado de mí.
Hago el amor y contraigo enfermedades incurables.
Trabajo con ahínco y deseos para ser explotado.
Escribo bellos versos para metérmelos en el culo.

Todo está calculado para mí, menos mi ansia.
Todo está computado para mí, menos mi deseo.
Todo está ordenado para mí, menos mi hambre.

Cuando escribo se rompen los relojes
y ese futuro abierto en mis entrañas,
se libera, se hace carne en el mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

jueves, 18 de diciembre de 2014

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE - III-


Cuando vuelvas por el camino de la tierra
no detendrás tu mano ni ninguna palabra
me recordarás simplemente tendido y esperando
que el viento y la lluvia
mojen o enfríen
ay, tu quieto, tu terco corazón.

No volverás florida
ni empecinadamente revueltos los vestidos
ni nada de alegría
en tu cuerpo de haber estado antes en la ciudad
y antes todavía en el campo.
Mi amada, en esta realidad puñados de oro
saltan y golpean para que el río vuelva.
La soledad no vuelve o no es la misma.
El río no vuelve.
El amor puede quedarse dormido entre las sábanas
o las escaleras del puerto
donde los rufianes con sus amigas y los pescadores
lentamente silban su dolor
porque no viene nadie.
Amada, aquí no hay río que humedezca y alegre tu piel.
Aquí la soledad.

Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa"

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE -II-


El musgo crecía en las piedras
de la orilla del río de tu pueblo.
y el deseo en tu corazón.

Tus piernas te acercaban a la seriedad
y en las tardes de silencio y excitación al río.
Las primeras aguas en llegar a las piedras
también llegaban a tus muslos desnudos
humedeciendo y alegrando
tus maneras del ocio y la ternura.
Las pensiones de la ciudad no son el río
Las mujeres se duermen y se levantan solas
y cuentan o cantan su soledad a la noche
y a los carteles luminosos.
Amada, aquí no hay río que humedezca y alegre tu piel
Aquí en la soledad y el tiempo del invierno
el humo y el olor de los hombres
cubre y desgarra las pieles de las niñas.
Y tú mi amada casi nunca demasiado estupenda y ágil
cubierta y desgarrada por mí
en el comienzo de las frutillas y el verano
no puedes entenderlo.
Entonces mi querido me ahoga tu calor
el poderoso cielo de tus caminos interminables
me ahoga el vagabundo
que nos perteneció de rabia y júbilo en la ciudad
el mismo que gime o ruge cuando se queda solo.

Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa"

martes, 16 de diciembre de 2014

TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA O CON LA MUERTE -I-


 El campo siega los corazones jóvenes
 y éstos ya no se parecen a las garzas
 o a los patos volviendo de la laguna
 mojados y despreocupados del frío de la tarde.
 Tú eras libre y pequeña en la provincia
 antes de la ciudad
 solías descorrer las tranqueras
 que detenían las ovejas
 para verlas trotar
 por los callejones de tierra.
 Solías aprovechar tu día
 viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos.
 Las manzanas por detrás de la casa.
 La ciudad es melancólica y familiar
 pero en el campo de mi corazón
 ríes y saltas por entre los tabiques
 hasta reventar de alegría.
 Morir en la sangre de mi corazón.
 He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi juventud
 deteniendo y deteniendo
 el hilo de tu virginidad.
 He corrido como los caballos de tu infancia
 que te excitaban y temías
 para llegar un poco antes
 en el mismo momento al límite de la noche
 por no haber creído
 en el crecimiento de las flores de tu pueblo.
 Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
 para convencerte de la soledad de los hombres.
 Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
 para vencer tus años de padre y madre
 venidos de un país extranjero o de la provincia.
 Hemos estado juntos en la ciudad
 tan cerca de mi oficio como de la maldad
 tan cerca de mi oficio como del amor
 y sin embargo ahora
 adiós querido mío estoy cansada
 te descubro
 me ahogan las habitaciones de tu casa
 debajo de las casas
 y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
 que turba o desborda la soledad.
 Me ahogan tus diálogos con el viento
 y las conversaciones desenfadadas y violentas.

Miguel Oscar Menassa
De "La ciudad se cansa"

lunes, 8 de diciembre de 2014

EL OFICIO DE POETA


Envuelto en las brumas del tedioso vivir,
sólo la poesía me acompaña.

Cuando voy por la vida, Ella,
suele asombrarse de mi soledad.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo se detiene para mí,
el oro brilla para mí
las mujeres más altas bailan para mí,
los pájaros más nocturnos velan mi sueño.
Envuelto en los poderosos ruidos de la máquina
sólo su voz humana me acompaña.
Cuando hacemos el amor, Ella me reprocha,
amarla como si fuera única.
Le digo que no importa,
en su presencia el mundo detenido en mis manos
se abre para mí, lo múltiple se abre para mí,
añejas pasiones y amores venideros,
delirios y mujeres, se abren para mí,
diosas enamoradas y diademas, belleza embrutecida,
el aire se abre para mí, los espacios abiertos
donde nuestro gran sol es una estrella más.
Envuelto en las sutiles marañas del poder,
toda la vida es Ella.
Cuando Ella me encuentra en esa encrucijada,
donde yo mismo soy el amante de la muerte,
Ella baila desnuda para mí
y desnuda, despojada, también, del amor,
dispara sobre mí para que no muera,
un millón de palabras en libertad.
Le digo que no importa,
en su presencia danzarina, la muerte deja de brillar,
tiemblan los cementerios,
se abren los corazones profundos de la tierra,
la vida nace por doquier
y el frenesí es color, vértigo, duda,
danza de la alegría sin escrúpulos,
alegría en plena libertad,
muerte de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad"

jueves, 4 de diciembre de 2014

SOY EL FINO PERFUME DE UNA TIERRA PERFECTAMENTE HELADA

25 de Abril de 1982

Y para no caer en medio de la calle
esta noche
escribiré un poema de piedra.
Esta noche me ofrezco para ti
calcinado en dolor
entrecortado de silencios.
Busco entre las palabras tu cuerpo
y mis versos se llenan de tristeza.
Una silenciosa tristeza moribunda.
Ocre piedra maciza donde grabo
con insospechada precisión
la historia de tus cuerpos:
Endeble mariposa multicolor
y quieta
sin alas
sin ambiciones de volar.
Canto rodado de una playa muerta
playa olvidada del frenesí del mar.
Inquietante deseo
el de tu cuerpo amordazado.
Inquietante amor
el de tu sexo enterrado
bajo la quieta arena de la muerte
donde el viento no volverá a pasar.
También he conocido
tu cuerpo sin par
abierto.
Grandes ocasiones
donde todo se destruye
o todo se olvida.
Tu cuerpo
pétalo frágil en mis labios.
Tu cuerpo
lleno de multitudes y borrascas.
Humana carne
de enloquecerse y de vivir
tu cuerpo
carne bestial de luz
pájaro alborozado de su vuelo.
Tu cuerpo en los abrazos.
Besos donde tu boca
arquitectura de la magia
arranca del silencio
trozos
breves jirones
aullidos de libertad.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"