domingo, 26 de noviembre de 2017

AMOR PERDIDO. LA JUVENTUD - X


Rencores tengo ajenos y los propios
maldecires y llantos conviven en mí.
Sin embargo en noches quiero amarte,
de risa y de sosiegos cantar por ti.

Cantar esas canciones de alma pura,
rondar ese silencio del bello amor .
Hilos de luz enredar en tu cabello,
pieles internas desatar con mi voz.

No me acuses de gozar en mis penas,
que aunque me duela aún el corazón,
saltar quiero, sí, hasta tus brazos.

No hieras con tus lágrimas mis ojos.
Bebe de mí el dolor, como de amores,
crucifica en mis penas, tu ambición.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos"

miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL HOMBRE Y YO


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Mujeres, hombres,
perfiles de panteras,
cocodrilos hambrientos
y volcanes en flor,
la selva ciudadana,
la ciudad selvática,
el viento de la música,
la densidad de la palabra,
se abren en mí,
ponen mi alma a florecer,
al sonido
de los tambores libertarios
del sexo y la locura.
Sexo de la deriva que nada ama.
Locura de la flor que nadie ha conocido.

11
Nada nos será dado de la libertad
sin arrancarla de nues
tros corazones.
Sexo que no consiguió
sino el poema.
Locura que brilló,
sólo un instante.
Fueron palabras
todos mis odios,
todos mis amores,
el sexo y la locura
fueron palabras
hasta la libertad,
sólo palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

martes, 21 de noviembre de 2017

YO PECADOR III


Amaba a las golondrinas
porque aprendí de ellas volver en el verano.
En el verano amaba en las arenas
la huella de tus pies.

Odiar
odiaba solamente el olor de los muertos.
Una tarde mataron a mi primo por la espalda
"Mano de hierro" lo llamaban
Miguel, Miguel, mi bien amado y dulce camarada.
Montabas a caballo como el "Llanero Solitario"
único y elegante
en las terribles guerras del verano
me hablabas de tu cuerpo
de tu cuerpo desnudo entre los perros
los perros le ladran a la ropa, me decías.
Desnudo uno es un perro más.
Dejar la casa del abuelo.
Olvidarme del patio y de la higuera
no recordar jamás el gusto de la menta
fue un golpe bajo de la vida.
Y vinieron después silenciosas mujeres
a violentar en mi recuerdo el nombre tuyo.
Vino después tu muerte traicionera.
Me contaron tu cara extraviada de sorpresa
porque esperar
-menos la muerte-
habíamos esperado juntos cualquier cosa.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

jueves, 16 de noviembre de 2017

COSAS DE LA CIUDAD


Toda la gente
todo su alrededor
sus veinte años
todos la vieron jugar
jugaba a la vida
caminaba en sus sueños a la guerra.

Su madre, amante de los solitarios,
solía cantar con sus vecinos.
Un día, el otoño, se hizo frío de golpe
y ella conoció su llanto
cuando vio sorprendida
que los ríos
secaban de tristeza,
humedeció la voz de su madre,
la partida de octubre,
el canto de sus vecinos,
la fotografía de su padre.
Y así, tan dulce
como una revolución
se acostó sobre la ciudad
y abrió sus piernas
como para que todo el mundo
la amara.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o cómo desesperar a los ejecutivos", 1966

domingo, 12 de noviembre de 2017

NO FUE PARÍS, FUE BUENOS AIRES

 
No fue París, fue Buenos Aires que me vio nacer,
por eso no me asusta el movimiento.
 
Soy del tango la brisa que se mueve al arrastrar los pies.
La cintura de plata que se quiebra al compás.
El hombre que murió a la mañana siguiente para verla bailar.
La percanta aburrida que cabalgando un taco de billar
sueña que puede sola, hacer la vida sola, amar su soledad.
 
Y el borracho sediento que bebe sin parar,
recordando a su madre, esa novia infernal.
Y se emborracha y piensa que todo le da igual
y las manos le tiemblan de tanta impunidad
y desgarra su vientre y quisiera olvidar
y olvida, mas no el nombre de quien lo matará.
 
Soy del tango los perros ecuménicos,
los perros que presencian el crimen pasional
que cual tontos o locos le ladran a la luna
cuando en la acera yace la amada del portal.
 
Una daga de miedo se clavó en su garganta.
Una daga de celos la condenó a morir,
un hombre enamorado de otro hombre,
una daga de horror que sin amarla la mató.
 
Y después soy del tango el amigo del alma,
que no llega a las doce ahí donde le esperas
que te bate la justa cuando la justa duele
que no comparte nunca contigo el ganador.
 
Soy del tango el payaso de la noche de Reyes,
el que mató a su amada por verla sonreír,
con un hombre en los brazos, con las piernas abiertas,
amante enloquecido del puñal, la mató sin razón.
 
Y también soy del tango el obrero que roba,
pensando en sus hijos, un cacho de pan.
Soy del tango la noche encerrada entre rejas,
que el farol de la esquina ya no quiere alumbrar.

 Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

domingo, 5 de noviembre de 2017

CONSEJO I


No te detengas
lo que nada lo puede
lo podrá tu amor
lo que no puede tu amor
lo podrá tu deseo.
Y si tu amor y tu deseo no pueden
el estallido debe haberse producido
seguramente en tu corazón, en tu cabeza.
Repliégate.
Húndete en el mar.

Miguel Oscar Menassa

sábado, 4 de noviembre de 2017

ZARPAR I

2 de septiembre de 1976, Calafell.
(provincia de Barcelona).

Tengo en mi piel todo el murmullo de mis años.
Primera y última verdad
                                   cálida sorpresa.
Certera combinación donde mi nombre
nombra el fin del otoño, el fin de los ocasos.
altas fragancias vienen desde el mar
Anuncio, porque anuncian, la muerte del pasado.
Todo es un cielo azul, todo es mañana.
I
Sé de la sinrazón de amar los muertos
y del oscuro drama de las flores
en la ciudad oculta por el mar.
Mujeres y delirios
sé del amor.
II
Navegante feroz
entierro mi tesoro en el mar,
voy a la deriva.
Soy
     el puro deseo.
III
Amante del destierro
-ciudadano del espacio abierto en mi mirada-
cuando gobierno el mar, mi Dios,
son las palabras que pronuncio
cuando hago el amor.
IV
Nada me falta
poseo del mundo
                          los días porvenir.
V
El que perfora las opacas montañas
y abre con su cuerpo
un nuevo espacio hacia la luz
el Hombre
que hizo del sol una palabra
                                         y su destino.
VI
Atléticos soldados del pasado
desprecio vuestros muertos.
VII
Dispongo de no se que saber
acerca de la nada.
                          Ella calma mi sed
Ella
es fuego voraz.
Destructora inefable de todos los destinos.
VIII
Cuando miro la tierra
el rugido feroz de la serpiente blanca
que anida en mis entrañas
anuncia de los volcanes furia y deseo
Hirviente lava por doquier.
IX
Tiembla el océano
-muge como una vaca triste-
cuando mi sed por Ella
se detiene en mis ojos.
X
Golpes de viento del destino en el rostro
desvían
en el comienzo del invierno
                                       mi mirada,
Soy
deben saber, entre nosotros,
el que gobierna el tiempo y el espacio.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

jueves, 2 de noviembre de 2017

AHORA HARÁN CONMIGO EL MONUMENTO AL PENE


Querida
Te lo dije en silencio,
no sueltes las amarras,
la libertad no existe.
Existe el desatino, las sombras,
la tonta esclavitud, del hombre,
por sus ocupaciones, por sus sexos.
Una colección de ultramodernos,
pequeños animalitos y grandes maricas.
Soy, te lo dije en silencio,
el último padre de occidente,
el último amante,
el fin del amor.
Entre la muerte y el deseo hablo la vida.
Te nombro amada, te nombro
y no me alcanza con nombrarte.
Recuerdo, cálidamente,
tu sangre sobre mi piel,
aquel delirio celular,
tu cuerpo en mi cuerpo.
Hablamos y dijimos: es imposible ser.
Recuerdo, sin embargo, bien amada,
argucias históricas, inesperadas,
contra la propia vida de los hombres.
Tu carne, amada, esplendorosa carne,
racimos de humanidad por todas partes.
Llagas, heridas por doquier. Sangres,
entre nosotros, recordando la muerte.
Ahora, me lo digo, no va más.
Soy un artista.
Una catástrofe del alma.
Una fe destrozada por la historia,
del hombre una fatal encrucijada.
Estar al lado mío, para mí, sería suficiente.
Un hombre que a nadie pertenezca,
con sus propios sentidos, amores,
una cadena de palabras, vida, deseo,
goce inagotable.
El pene, te lo dije, era una imperfección.
Deseo del hombre que deseaste,
que te quedes conmigo, detenida,
quieta en el alma, conversando.
Quisiera confesarte que soy un solitario.
Desde el principio de los siglos,
entre fieras, vivo carnes y hartazgos.
Soy el poeta,
en mi cuerpo profundo y milenario,
al borde de los abismos de la locura,
escribo, lentamente, mis versos y miro,
tu desenfrenada carrera hacia la muerte.
Haciendo el amor el tiempo siempre sobra,
somos millones y millones, miles de siglos,
compartiendo mi pan y mis venenos y, aún,
mis tontas preocupaciones por el hombre.
Esta vez se trata de gozar, vivir.
Basta de experimentos, basta de ser,
deseo que desees,
no te necesito,
hagamos el amor. 


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987