martes, 25 de agosto de 2015

INTRODUCCIÓN


Quisiera escribir algo sencillo 
algo que me hiciera saber acerca de qué me pasa.
Ayer decidí publicar un libro.
Me hizo mal darme cuenta que sólo tengo escritas algunas páginas, que por otro lado no me parecen demasiado interesantes para ningún editor. Me imagino un libro de tres mil páginas, escrito como las últimas siete páginas de "Querida". Para publicar el libro imaginado no me importaría tener que trabajar toda mi vida. Pero gastar mis pocos dineros, en estas pocas páginas, casi sin interés; no sé.
Sólo en algunas páginas la poesía alcanza su sentido de verdad. El resto, se me ocurre, florecimiento de un posible nuevo estilo. Es decir: 
          demasiada juventud 
          demasiada ocurrencia acerca de todo 
          en definitiva, 
                            poca historia 
                                               demasiada soledad.
Carlos Gardel por Hegel, puede por qué no recordar el tango cambalache y eso es verdad, pero no, ser garantía de las palabras dichas acerca de la sexualidad femenina o el asunto de la esclavitud.
Poco a poco me voy rindiendo a la evidencia 
No deseo hacer lo necesario para ser, 
entonces  no seré. 
                          Prefiero los rincones, 
los cálidos rincones del garche perfecto.
En fin, la vida fácil.
Un cierto respeto por los muertos
sol mucho sol y drogas para el hastío.
La mujer me interesa compleja, 
                                              extraviada en algún destino. 
Que no sepa pensar, hacer el amor o lavar los platos, me da lo mismo. 
Alegre cuando pueda, 
                                 la vida en general no es fácil. 
Deseo en ella 
-y quiero que se entienda- en todas ellas, 
alguna locura por otra mujer. 
Un cierto desenfado en mostrarnos las mutilaciones.
Al hombre lo quiero perfecto, 
                                            hombre y mujer 
                                            amo y esclavo 
                                            mortal e inmortal 
                                            amenazado, 
                                                             siempre amenazado.
Prefiero la belleza aunque reconozco no poseerla. 
La prefiero de gala, tirando a cómoda. 
A plena penumbra, 
que no se sepa quien es el amor, 
                                                que nunca se sepa. 
Preferir,
prefiero vivir en una casa de campo con río y árboles añosos, 
con mil personas a mi alrededor y solo. 
Trabajar lo que se dice trabajar, 
-tiempo por dinero o cualquier otra combinación parecida-
me afecta los nervios. 
Hablar con la gente me gusta, 
hablar con la gente, siempre, en todos los casos, me trae complicaciones.
Primera dificultad, 
siempre hablo tres tonos más arriba de lo que corresponde. 
Segunda dificultad, 
me río muchas veces o no me río ninguna. Me burlo siempre. 
Tercera dificultad, 
tengo silencios prolongados y monólogos extensos. Me callo siempre. 
Cuarta dificultad, 
tengo prejuicios, siempre creo que el que da más soy yo.
Quinta dificultad,
mi discurso es bisexual, sirve a todos. 
Sexta dificultad, 
Estoy dispuesto a demostrar que lo que siento es verdad. 
Y no me importa que me lleve 1 000 años, 
                                                               hay tiempo para todo. 
Complicación primordial, 
a pesar de todo, mis encuentros con las personas son favorables.
Dicen de mí, que soy inteligente o raro. 
Sospechar no sospechan. 
A lo más piensan que soy un poco megalomaníaco (delirios de grandeza) 
Jamás que están en presencia de un genio. Eso, jamás. 
A mí, no me duele. A mí, me da lo mismo 
                                                              Yo espero, 
alguna vez, alguna mujer en el paroxismo del goce, 
me dirá que soy único, 
                                 caballo de la noche, 
                                                              Yeti inmortal. 
Tengo vicios: El amor a escondidas. Insisto: 
                                                                 que nadie sepa. 
Redes, 
          historias, 
                       amo las historias. 
La espléndida zona del misterio, 
                                                toda para el amor. 
Sexo y virtud, las prefiero en secreto. 
Para desnudarme y esas cosas prefiero rituales, 
rituales breves que no tengan que ver con la muerte 
y donde cualquier nombre propio sea bienvenido.
Deseo labrarme un futuro, una pequeña finca a orillas del mar. 
Asegurar un color sádico para mi piel, todo el tiempo. 
Ser necesario para alguien o para algo en general, 
eso sí, me gustaría ser.
Si no voy más como escritor, me lo dicen y basta. 
Plantando patatas, también soy feliz. 
                                                      Os lo aseguro, 
seguiría resultando interesante para ustedes. 
Nacerían patatas deformes, inteligentes o raras.
Y sepan que sé,
que no hay buenas medicinas para el alma, 
porque el alma no existe.
                                     Caricia tenue, caricia de verano, 
racimo de uvas maduras sobre tu piel,
uvas negras, redondas, arrancadas, 
más que por su sabor, por su belleza. 
Amo en los estilos clásicos el refinamiento para la estupidez. 
Las condecoraciones, en fin, todo lo inútil. 
Hubo de haber habido entre mis parientes, algún hombre de bien. 
Alguien con una cadena de oro alrededor de los huevos. 
El Conde de la Cadena. El Extrangulado. 
Suprimiendo el sexo todo saldría perfecto y bastante más barato. 
Utilizado para cualquier deseo, el trabajo es mucho mayor. 
Hago el idiota, eso está claro.
                                            Él cree 
                                            Ella cree lo contrario. 
Yo pienso que ella y él hicieron lo único posible: 
Él un sentido a su locura.
Ella un destino a su sexo.
                                     La humanización fue completa. 
Me dejé llevar,
me llevaron por los entretelones del sexo y la locura, 
sus máscaras para la fiesta.
Y fui Dios y Lucifer y el Mago del Sexo
                                                           y todo sin saber. 
Nadie preguntó por mí. Estaba dispuesto a quedarme hasta el fin. 
¿De qué soy responsable? pregunto. 
Acaso de haberlo visto todo. 
                                           Lo vi todo. 
De haberme emocionado en algún momento. 
                                                                  Me emocioné siempre.
¿De qué se me acusa? 
De llevar hasta el paroxismo un saber, 
de que mis hijos vayan a la escuela. 
De haber visto la muerte en su locura 
y la muerte también en su sexo. 
Fui discreto, galante, convencional, 
amé todo lo que me fue indicado amar. 
Tonto y maravilloso, 
                              siempre,    
                                          con la misma pasión.
Me pusieron un precio. 
Un lugar demasiado pequeño para mis explosiones cósmicas.
Usted vale tanto, hágase valer. 
Yo no puedo más, 
ambiciono el sol, 
las tontas conversaciones con mis amigos, por nada.
Mi cuerpo 
               vibra 
frente al más pequeño movimiento de la naturaleza. 
Me parece bien, para mis hermanos, 
cualquier manera de vivir.
Y si bien he perdido mi pasión por los encuentros inútiles, 
no he perdido el registro de lo mortal, 
la inmaculada pasión negra, 
                                        el encuentro de las voluntades. 
Y si bien es cierto que me encuentro andando a la deriva, 
la deriva es una referencia. 
Se la puede signar y calcular, 
se la puede hacer saltar en mil pedazos. 
Se la puede recubrir de pieles y piedras preciosas, 
se la puede amar. 
¡Oh! mis pobres ciegos de amor, 
mis ciegos de la ceguera fatal. 
                                            Ella es la deriva.
Un amor imposible. Una puesta de sol inolvidable.
Que soy un gran escritor, ya lo sé.
El dilema: 
Como hacer para que algún otro se entere de semejante verdad. 
Con los familiares no se puede, me aman. 
Ellos prefieren que a mí, me vaya bien.
Entre los desconocidos, 
a quién puede gustarle esta mezcla de rabia y lucidez. 
Frases donde se entrecruzan los destinos de dos civilizaciones. 
Lugares donde reina la locura o la estupidez. 
                                                                  Todo es posible.
¿Nuevo estilo? o ¿Fragmentación esquizofrénica de la realidad?
Seguiré escribiendo, porque escribir me hace bien. 
Sentir que soy un gran escritor me hace bien. 
Por lo demás,
eso de encontrar un alma gemela o un lector hermano, puedo esperar. 
Por lo de publicar puedo esperar, aunque tal vez debería intentarlo.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

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