jueves, 23 de diciembre de 2010

EXILIO

Fui lo que quise ser,
loco de mí, ciego,
hambriento por mis cosas.

Era un hombre pequeño,
altivo sí, pero pequeño:
envuelto en mis pies,
mi piel,
era el sortilegio del camino.

Dragón marino,
línea de perfección divina,
donde el fuego y el agua,
piensan vertiginosamente,
un encuentro imposible.

Catapultado
junto al billón de hambrientos,
echados de la tierra,
niño prodigio,
embalsamado entre palabras,
como pesadas paredes de cemento,
amurallando mi pequeño corazón
contra la vida
y no pude morir.

Vivía agradecido:
fui capaz,
estreché las manos del viento,
cada mujer era mi amor,
todo el mundo, mi mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

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