miércoles, 13 de octubre de 2010

2 de septiembre de 1976, Calafell, pleno mar.



He esperado hasta el día de tu cumpleaños,
para cruzar toda una montaña y llegar al mar.

Estoy en el famoso mediterráneo
los niños jugando en las arenas.
Mojo mi cuerpo en sus orillas,
pongo mi cuerpo sin remordimientos al sol.
Este mar me pertenece desde siempre.

Después de los festejos de mediodía,
borrachos,
amantes de la libertad,
el tiempo y el espacio se hacen relativos,
y nosotros los dueños de esa relatividad.

Espero
deseo con el fervor de los iluminados,
que no haya error.
Sé que ustedes desean.
Estamos vivos.
Y estar vivos no es
como se cree
algo natural.

Soy un poeta,
y un poeta no debería tener otra responsabilidad
que la de su escritura.
Y sin embargo,
pienso desaforadamente en un sin número de personas,
desaforadamente en el bien y en el mal,
desaforadamente en la mortalidad y sus maneras.

Soy único y todos, soy todos y ninguno.

Y sin embargo narciso surge,
imbatible
apuesto
hermoso como nunca.

Insiste
llama a la puerta de mi corazón.

Por última vez mírate en las claras aguas de mis ojos.

Resistir,
sé que la represión me salvará de la muerte.
Y sin embargo
en las profundidades de sus ojos está la paz.
La cálida,
la eterna,
la definitiva paz.
Amén.
NAZCO Y EL ESTALLIDO DE MI SANGRE CIEGA TU SER,

y el límite es la eternidad.

¡Oh! las palabras, ¡oh! las cadenas.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

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