viernes, 25 de febrero de 2011

LA MUJER Y YO -9-

Un día le confesé que estaba triste
que un dolor proveniente del alma
me dolía, punzante, en el costado.
Ella me miró con incredulidad
no podía entender que a mí, también,
me pasaran esas cosas y además,
el dolor se detuvo para escucharla
cuando con algo de rabia dijo:
Justo ahora se te ocurre enfermarte,
con las cuentas impagas,
la casa hipotecada
y yo querido, aún, insatisfecha.
Yo, tomándome el corazón con ambas manos
para que no saliera corriendo de mi pecho,
le dije suspirando ¿insatisfecha de qué?
y ella, rápidamente dijo: Dinero y sexo,
eso está bien al lado tuyo,
pero yo quiero luchar por mi libertad

quiero forjar un mundo sin sexo y sin dinero
¿entiendes, querido?
sexo y dinero tiene todo el mundo
pero ya nadie tiene libertad,
así que, sin medir las consecuencias,
desde hoy mismo me declaro en libertad.


Aquí, en mi casa,
delante de mis seres queridos
rompo las cadenas que, hasta hoy,
me ataban al mundo
y tomo los caminos del poema.
Yo estaba emocionado pero confuso,
la declaración de su libertad
era algo que yo estaba pensando
pero hablarme de esa manera
justo en el centro del dolor,
no me gustó su modo de liberarse
y al pensar en otras mujeres
no tuve más dolor y me di cuenta
que era capaz de sufrir del corazón,
con la intención de esclavizarla.
Su libertad me había devuelto el corazón.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

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