miércoles, 28 de agosto de 2013

CUMPLIR 61 AÑOS CUANDO ESTALLA LA GUERRA

 
Hoy escuché a mi mundo,
el mundo donde vivo,
clamando por la guerra,
por la guerra total.
 
A matar, a matar,
gritaban los periódicos.
A matar, a matar,
decían por T.V.
 
A vengar nuestros muertos,
vociferaba el pueblo.
A matar, a matar,
enemigos, más allá.
 
Iremos por el aire;
iremos por el mar
y por la tierra iremos
escuchen el compás:
 
Vi morir una madre
de frío en la vereda,
esperando a su hijo
que nunca volverá.
 
Y una mujer moría
clavada en una espada,
que su amante muy joven
no supo manejar.
 
Y vi morir reptiles
atados a sí mismos
y vi morir el canto
en la voz del cantor.
 
Y mi madre moría
quemada por el fuego,
cual bruja o hechicera
del tiempo del terror.
 
La guerra se ha extendido
por mi mundo y el mundo.
 
Al aire libre no vivirá
ningún poema.
 
Al aire libre no habrá
ningún amor.
 
En las trincheras se hablará
de la muerte
y por las noches se soñará
el horror.
 
Al alba, el miedo
vivirá en la palabra.
En los pechos maternos
se escuchará el fragor.
 
En el colegio el niño,
aprenderá a matar.
A cuidarse del compañero niño,
del maestro.
A cuidarse del cielo en su conjunto,
hasta del alma.
 
A cuidarse del viento huracanado
y de la brisa.
Del volcán poderoso que vomita
fuego y basura
y la pequeña colina perfumada
florecida y abierta.
 
En cualquier pequeño lugar
de cualquier Patria,
aunque sea la nuestra,
oscurece, se pliega la montaña,
se hace invisible el agresor.
 
En plena oscuridad
ya no se sabe:
¿quién es el asesino?
¿quién tiene que morir?
 
En semejante oscuridad,
que produce la guerra,
ya no se sabe
dónde está la amada,
ya nadie sabe
dónde anida el traidor.
 
Por eso nos miramos
los unos a los otros,
presintiendo un culpable
en cada humanidad.
Nos persigue el delirio
de una guerra sin fin.
 
El Capitán herido
gritaba a las estrellas:
Habrá guerra, habrá guerra
y todos morirán.
 
Cristianos, musulmanes,
ricos y pobres,
todo el mundo muriendo
por un poco de paz.
 
Todo el mundo muriendo
de una vieja moral:
 
La guerra es necesaria
aunque sea fatal.
 
Nada de nada,
no puedo escribir nada.
Todo el mundo está en guerra
y el poema está quieto,
detenido
como un preso de guerra,
en silencio
como en la esclavitud,
caído de dolor
cual torre muerta.
 
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

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