Ajeno a las distancias fui recorriendo el mundo,
el mundo de los otros, fuertes ciudades ajenas.
Nunca le preguntaba a nadie dónde estábamos.
Era de todos los países y, a la vez, de ninguno.
Nunca supe el nombre de las fiestas del pueblo
ni los lugares secretos, ni el mercado de flores
y no podía ni queriendo recordar a los muertos,
sus triunfos, sus batallas, sus amores perfectos.
Ajeno a las historias del mundo, de sus guerras
fui creando una historia donde el amor se hacía
en el poema, en la noche desierta, en el trabajo,
en las vueltas empecinadas de la vida, del dolor.
Nunca pude pensar que el mundo fuera nuestro,
que nuestro amor, que la comida fuera nuestra,
éramos pájaros cantores mas el canto era ajeno
volábamos con alas que del tiempo robábamos,
mas el camino hacia el amor no era el nuestro
era el tiempo que nos llevaba hasta la muerte
volábamos sabiendo que eran olvido y nada
los que esperaban en las altas cumbres
al que amaba volar con las alas del tiempo,
eran tinieblas y tinieblas que se encadenaban
pasos inseguros, dudas eternas sobre todo,
al pobre pájaro caído sin hogar y sin patria.
el mundo de los otros, fuertes ciudades ajenas.
Nunca le preguntaba a nadie dónde estábamos.
Era de todos los países y, a la vez, de ninguno.
Nunca supe el nombre de las fiestas del pueblo
ni los lugares secretos, ni el mercado de flores
y no podía ni queriendo recordar a los muertos,
sus triunfos, sus batallas, sus amores perfectos.
Ajeno a las historias del mundo, de sus guerras
fui creando una historia donde el amor se hacía
en el poema, en la noche desierta, en el trabajo,
en las vueltas empecinadas de la vida, del dolor.
Nunca pude pensar que el mundo fuera nuestro,
que nuestro amor, que la comida fuera nuestra,
éramos pájaros cantores mas el canto era ajeno
volábamos con alas que del tiempo robábamos,
mas el camino hacia el amor no era el nuestro
era el tiempo que nos llevaba hasta la muerte
volábamos sabiendo que eran olvido y nada
los que esperaban en las altas cumbres
al que amaba volar con las alas del tiempo,
eran tinieblas y tinieblas que se encadenaban
pasos inseguros, dudas eternas sobre todo,
al pobre pájaro caído sin hogar y sin patria.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"
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