jueves, 16 de febrero de 2017

LA MUERTE, UNA CONSECUENCIA LÓGICA DE LA PALABRA

La muerte, una consecuencia lógica de la palabra
Hombre,
hombre
hominis putrefactus,
aléjate de mí,
soy tu señora,
la muerte.
Nada de altanerías,
tú,
mi pequeño hombrecito de palabras,
tú,
debes desearme.
Soy un preciado don.
Una especie de deseo común,
UNIVERSAL,
perenne,
una especie de emblema para tu mundo humano.

Úvula hambrienta entre mis capas.
Una caída última.
Deseo,
mi pequeño,
tu deseo:
vendas de opaca seda para tus ojos
y mi amor.
Ceguera y beatitud
para mi niño,
ceguera y soledad.
Soledad
y diamantes
y perlas negras
y un sabor de igualdad definitivo,
humano,
de último momento.
Querida muerte:
a tu pesar,
a mi pesar,
la historia continúa.
Nuevas caras,
nuevas promesas,
nos harán vivir.
Y otra vez el callejón,
será sin salida.
Y una vez más será necesario,
el estallido de una pasión para iluminar la calma;
para iluminar; el sordo murmullo de la muerte:
Ha llegado el tiempo de las luces de neón,
la noche no existe,
te esperaré,
lo hemos decidido,
viviendo.
Y nada,
que serás mi amante,
y me amarás
y harás caer un manto de olvido sobre mis ojos.
No te diré,
ni amor,
ni amada,
ni azucena voraz contra mi pecho.
Te diré,
mierda,
salvaje puta entre los sueños de amor,
me dás,
lo que le das a todo el mundo,
te llamo por tu nombre,
tú eres,
la señora del Otro,
en general,
la muerte.
Te espero, en el final,
como se esperan las catástrofes,
allí,
te espero.
Ni orden, ni desorden para el encuentro,
como en un sueño,
como en una ilusión,
es
simplemente un anhelo lo que deseo.
Una simpleza para el alma,
un regocijo profundo,
instantáneo.
Y por ahora,
no quiero cambiar.
Ambiciono,
todo lo que poseo,
esa nada,
ese ramillete de anhelos desfallecientes.
Soy,
para mí queda claro,
una bestia.

Miguel Oscar Menassa
De "Grupo Cero ese imposible y psicoanálisis del líder", 1979

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