miércoles, 30 de noviembre de 2011

SATÁN, QUERIDA, QUISE SER

Todo lo he intentado. Transformarme en satán,
vestirme de cura, enamorado, o de mujer.
Ser Tiresias y Edipo al mismo tiempo.
Redoblar mi ceguera hasta el orgasmo.

Andar a tientas, acercarme sin miedo,
al vacío roto de la nada de ser.
Una vez, quise tener un cuerpo. Hablar,
separar para siempre mis cosas de mis gritos.

A veces intentaba el misterio, la burla.
Quise ser Dios y abatía mi cuerpo
con duros ejercicios porque ambicionaba
participar en las más grandes competencias.

Llegamos a estar todos castrados y,
eso, habrá sido maravilloso.

Después quise ser el invierno,
la estepa desolada que recuerda la selva.
Quise ser el lado negativo de las cosas.
Un menos uno permanente.

Un cero cruzado por la muerte.
Una palabra, quise haber sido,
que despedazara la palabra.

En mis intentos he viajado. De país en país,
de hembra en hembra, de palabra en palabra.

Y así fustigado, violentamente, por deseos,
conocí el amor y tuve más hijos que sentidos,
por insignificante, más palabras que manos.
Y me dejaba inundar por fuertes emociones,
desesperadas, porque quería ser la poesía.

Centrar, hacer un gol de media cancha,
eso era, capturar lo no representable,
una mujer,
más allá de los silencios y el ardor.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

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