jueves, 31 de julio de 2014

SOY UN HOMBRE MODERNO



 Soy un hombre moderno.
Atado de pies y manos decido el vuelo.

Al principio me arrastraré
y con el tiempo
podré levantar un poco la cabeza.

Veré el cielo....
El infinito cosmos será
mis pequeñas cadenas y mis babas.

Al principio conseguiré comida
y me la robarán.
Después
aprenderé a cuidar la comida.
Otra cadena más
y así con el tiempo podré
cuidar mi dinero.

Otro eslabón se cierra y otro más
y tendré hijos y serán mis hijos
y tendré que conseguir
comida para ellos
y aprender a cuidarla.

Y mientras cuido la comida
y no dejo
que me arrebaten mi dinero
tendré que tener
educación para mis hijos
para que el infinito cosmos sea
sus pequeñas cadenas y sus babas.

Y también habré de conseguir un amor
como se consiguen puestos de trabajo
y cuidar ese amor con mi propia vida
y no es
un eslabón lo que se cierra sobre mí
sino
los propios tentáculos de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

miércoles, 30 de julio de 2014

Querida: He sabido por tu madre...


He sabido por tu madre, que te gustaría que antes de fin de año rocemos las aristas del espanto.
Quiero decirte que la familia es un hecho concreto tal, que sin familia, es como una ciudad sin agua. Es imposible vivir sin ella, o se la lleva afuera o se la lleva adentro; quiero decir: ahora, para evitar términos tan sugerentes entre nosotros como adentro y afuera, que la familia está presente en nosotros como forma de modelo ideológico social o bien está consolidada como modelo ideológico inconsciente.
Seré, «Te lo prometo» antes del acontecimiento, entre nosotros, del verbo enamorado, el arrebato perfecto de una mirada. Tu madre enamorada, encandilada por tu belleza, enajenada de poder transformarte según su algarabía, en su falta, su hombre, su deseo o, peor todavía, su envidia, su desprecio, su lejanía.
Antes de fin de año, mi pequeña, quiero hacerle saber, que
ya no volveremos a estar los dos a solas. El tiempo, para entonces, habrá
partido nuestra razón de ser. Un pozo de silencio, el tiempo, entre
nosotros, mi deseo, arrancándola brutalmente de mis brazos,
empobrecidos ahora, por su ausencia. Aleja su mirada de mi mirada, empobrecida ahora por su lejanía y estrella tu mirada, querida, contra lo que no habrá en tu aurora, ni aún después de los grandes acontecimientos. Contra lo que no podrá ser tu forma, ni, aún después, de las más bellas poesías.
Mutilado porque mi cuerpo es otro que tu cuerpo, desprestigiado, incluso, para tu mirada detenida por el horror de mi ser, impotente de ser mi cuerpo y mi palabra, mi forma y mi sentido. Tu mirada helada, en un rincón del alma, para siempre.
Por el horror de mi ser, impotente de ser, exactamente, tu imagen deshilachada en el espejo negro de la muerte. En el espejo muerto del negro silencio. En el silencio muerto y negro en el espejo. En el silencioso espejismo negro de la muerte, donde tus caderas comienzan a bailar al ritmo de macumba.
Negra de magia, abierta, silenciosa, al sonido espectral de los tambores, delicada y altiva, como una rosa entreabierta puesta en su lugar. Insolente, enamorada de ti misma y, todavía, antes de desear, te abrazas a la muerte para no morir nunca ¡CONDENADA! Tu silencio es negro. Tu silencio es la señal que te quedó en el cuerpo de aquel abrazo con la muerte, para no morir nunca, para nunca desear, para nunca ser otra que tu voz.
Y no queriendo llegar muy lejos o, por el contrario, quiero decirte, que ponerte a llorar, enfermarte gravemente o enamorarte de algún desconocido, no te servirá de mucho, a menos que puedas entender, que tus resistencias, cuando lo nuestro se trata, simplemente, de una conversación, siempre son exageradas.
Recuerdo que la primera vez que me animé a decirte, rodeado de precauciones, que era bonito conversar contigo, te pusiste a llorar al estilo de las lloronas sicilianas, interrumpiste el encuentro antes de tiempo e intentando pegarme con la cartera en la cabeza (golpe que esquivé con un paso atrás y un directo a la mandíbula) me dijiste con rabia: Usted es un desgraciado.
Al otro día volviste encandilada por la posibilidad de poder sentir y expresar esos sentimientos.
Mientras te desnudabas, pedías perdón por lo del día anterior y tus manos al borde del silencio me dijiste: Usted es un hijo de puta. No sé por qué se lo digo, pero me hace bien que sufra, sépalo. Soy la peor de todas, tengo sarna. Voy por la vida enarbolando mi fracaso, su fracaso, doctor, ¿se da cuenta? Conmigo no puede nadie. Yo soy la flema ardiente del deseo y no sigo adelante porque tengo miedo que usted me aumente los honorarios.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

viernes, 25 de julio de 2014

EL PRIMER DIA DE PRIMAVERA EN LA MAÑANA


El primer día de primavera en la mañana
hincábamos nuestras rodillas en la arena ...
y nos despedíamos para siempre
de aquellos
que habían muerto en el invierno.

Faride, la abuela
tomando a los más pequeños de la mano
mostraba el mar y les decía:
el mar está maldito,
mata a nuestros hombres por placer
su perversidad no tiene límites.
El llano nos espera.
Nuestro porvenir
la guerra
contra el llano.
Dominaremos la pradera.
Todo era difícil sin violencia
Faride empecinada
quería que los elegantes hombres del llano
casaran con nuestras mujeres.
Todo era difícil
cuando con lo único que contábamos
era con el amor.
Faride empecinada
montada en un caballo blanco
como la nieve de los Alpes,
abrió sus brazos hacia el cielo
estrelló su mirada contra el enemigo
y ordenó avanzar.
Avancemos
hijas
todo está perdido.

Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

jueves, 24 de julio de 2014

Amor Perdido. Buenos Aires -VII


Tengo destinos y tengo soledades,
el tiempo, las caricias de la noche,
el habla, la sonrisa de los tiempos,
el silencio de la noche, los sueños,
melancólica serenata a los muertos.


A mi padre, enloquecido de amor solitario,
sin nada grande que dejar, a nadie grande,
porque todo lo grande estaba en su niñez.

A las orquestas serenas de la tarde,
ese bandoneón tocado solo por mí,
al mediodía, bajo el sol de Pompeya,
arrabalero compás, tango inolvidable.

Por eso siempre pienso en volver y,
la lejanía, es cada vez, más lejanía.
Nadie vuelve de su propia vuelta,
nadie retorna de su propio retorno,
nadie muere, exactamente, en vano.

Mañana volveré y eso no ocurrió nunca.

Dejamos de llegar y eso fue para siempre.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

lunes, 21 de julio de 2014

CUANDO ERA UN NIÑO


 Cuando era un niño amaba la noche.
Era de noche cuando soñaba cabalgar
en yeguas doradas espléndidas praderas.

Era de noche cuando mi padre y yo
hablábamos del miedo y el respeto
que le teníamos a la muerte.

 Cuando mi padre y yo
nos encontrábamos
la noche no era el silencio.

Él me decía tranquilo
y sin ninguna esperanza
que yo entendiera:
La gente en general
tiene miedo de todo
yo sólo tengo miedo
de la muerte.

Ni el frío ni el hambre
ni ningún sacrificio
me dan miedo.
Ni la maldad ni el odio ni la envidia
sólo su incalculable presencia oscura
me hace temblar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 18 de julio de 2014

AMOR PERDIDO. BUENOS AIRES - VI


Viajar, hablar, deseos fuertes de la infancia,
rubicunda voz, en el propio centro de las células,...
fiera descarrilada, definitivamente, me humanizo.


Cuando desconfío, rastreo mi propio rastro.
Hay un animal en mí, que vuelve siempre.
Una voz que de noche nunca se detiene,
me lleva de la mano contra las montañas,
contra los pequeños, búhos del terror.

Busco una palabra plena para el corazón de la bestia feroz.
Ajada cruz, sobre los hombros del que no se anima a vivir.

Rompo contra mi propio cuerpo el ábaco, dejo de contar.
Me sumerjo en una ansia frenética por vivir, amar, hablar,
seguir, aunque nadie lo quiera, descarrilando mi destino.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

martes, 15 de julio de 2014

La verdad no asecha por ningún lado, será necesario construirla

29 de octubre de 1976, Madrid.

 La verdad no asecha por ningún lado, será necesario construirla.

Vengo de la loca llanura
donde mi alma
tuvo que practicar el vuelo de los pájaros,
para sobrevivir.

Vengo de la tibieza de su aliento en la nieve. ...
Soy,
el último deshielo,
la última primavera sobre el mundo.

Venimos del sur,
somos los mejores,
alondras acostumbradas al hambre y al frío,
a las bajas pasiones,
al tiempo que nos queda por vivir,
tiempo de primavera.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

sábado, 12 de julio de 2014

Querida: El impacto...


El impacto que te produjeron mis primeras cartas, me hizo dudar acerca de seguir escribiendo de nuestra apasionante aventura, por temor a dañar tu sensibilidad, tu orgullo.
Tu silencio es aún más hondo, tu disociación más extrema.
Tratando de ayudarte te diré, que las últimas veces hablamos del dinero, de la relación entre el dinero y tu cuerpo, y eso, siempre te perturba de alguna manera espectacular.
Tú hubieses preferido que fuese todo por amor.
Si hubiese sido todo por amor, mi pequeña, ahora no habría ninguna necesidad de separarnos. Pero quiero recordarle, querida, que usted llegó hasta mí para volar y no para morir, como a veces parece que usted quisiera, pequeña, y muerta de miedo entre mis piernas.
«No me deje, doctor, espere un tiempo más, todavía no pude
ni escribirle un poema a mi madre. Yo vine a usted, es cierto, porque quería ser como las grandes escritoras que no temen, a nada. Esas escritoras que no mueren en la guerra, esas escritoras que no sucumben frente a ningún amor, esas que se ponen a llorar, sólo, en presencia de un poema bien escrito. No me deje, doctor, justo ahora, que había comprendido que usted no era el bramido del viento, llamándome a la muerte, ni la superficie helada de los vientos donde, al anochecer, plasmaba mi locura.»
No dije que se fuera, sólo que el tiempo se abre camino entre nosotros.
«Sí, el tiempo, doctor, claro... nuestro adiós, la propia muerte de nuestras cosas, doctor, nosotros y el tiempo.»

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1991

miércoles, 9 de julio de 2014

VEO ABRIRSE FUTURO EN TUS ENTRAÑAS


Veo abrirse futuro en tus entrañas,
 veo inflamarse mi corazón de dicha.
 Ataco sin piedad mis versos anteriores
 y escupo la cara del oro y la miseria.

Soy el loco Siglo Veinte, estoy espantado de mí.
 Hago el amor y contraigo enfermedades incurables.
 Trabajo con ahínco y deseos para ser explotado.
 Escribo bellos versos para metérmelos en el culo.

Todo está calculado para mí, menos mi ansia.
 Todo está computado para mí, menos mi deseo.
 Todo está ordenado para mí, menos mi hambre.

Cuando escribo se rompen los relojes
 y ese futuro abierto en mis entrañas,
 se libera, se hace carne en el mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 1 de julio de 2014

Querida: Lo comprendo...

 
Lo comprendo, pequeña, en medio de tanta luz, nadie será capaz de mendigar para velas.
Una vuelta a las más recónditas galerías del recuerdo
  Todo lo que no pudo ser debido a las grandes cataratas del olvido. Aquellas olas, esas vertientes que de iluminarse hubieran sido todo el universo.

Cielos envueltos en dioses alterados por el amor, perfectos cielos cósmicos adulterados por el bien.
Bestias inmaculadas, alaridos del perdido tiempo del amor.
Empecinados, tercos galopes enardecidos de calor y miedo.
Volteretas inquietas, aves de rapiña violadas por la fe.
Viajes perfilándose hacia el futuro, pequeños náufragos.
Ennegrecido pasaje voluptuoso tu cuerpo enceguecido.
Tu cuerpo, esa tierra abierta, sin más, al universo.
Tu planicie de paz en medio, exacto, de tus pechos.
Y el ajetreo violento de tu vientre, abandonándose.
Y soy por último, querida, para despedirme hasta la próxima, un blanco corcel enamorado, de la llanura que recorre con su canto. Un águila que se enamora del viento que, su ferocidad, parte en dos cuando vuela.
      
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1991