Dueña de mi locura, mis besos, las últimas vergüenzas
los últimos escalofríos del asco:
mis dientes podridos y, además,
el borde preciso de la noche, el silbido más alto
Mi odio, celeste, abierto contra ella, mi amor,
mi pequeño cuerpo enamorado, mi fiera mansa
mi serás otra cada vez, mi cosa humana.
Mi dueña, amante de mi pequeña beldad,
dueña de mi casa como de mi luz.
Ella es un claro desafío, una valiente manera de vivir
Una cueva de ratas,
una pasión,
vientre animal, carne caliente de deseos.
Una carne abierta, próxima al cielo,
intemporal,
sin ritmo,
sólo ruido y misterio,
silencios de los silencios y miseria.
Un temblor sin fin,
carne sin medida, muda y abierta,
invitación para los ensueños.
Carne que sólo canta con mi voz.
Carne que sólo alcanza sus límites con mi nombre
Carne desmesurada, sanguínea, empolvada de olores
una especie de vida permanente.
UN IMPOSIBLE.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
jueves, 30 de junio de 2011
martes, 28 de junio de 2011
Poesía y Flamenco
http://www.youtube.com/watch?v=2CYEK_cvYWQ
Recita: Miguel Oscar Menassa
Baila: Virginia Valdominos
Guitarra: Kepa Ríos
Recita: Miguel Oscar Menassa
Baila: Virginia Valdominos
Guitarra: Kepa Ríos
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Virginia Valdominos
viernes, 24 de junio de 2011
Sábado, 7 de octubre de 2000
Querida:
Haber inaugurado con las tres cartas anteriores mi espacio en Internet, me ha llenado de un nuevo entusiasmo, sentir que sentado cómodamente en un sillón, especial para estar sentado, pueda poner mi palabra al alcance de infinitas escuchas.
Algo así como un nuevo amor. No me importan mucho los resultados, sino la práctica del nuevo amor.
Poder decir algún día: Una vez, yo tuve un nuevo amor y me dejé llevar por unos pobres besos hasta la muerte, casi hasta la locura.
Y todo fue el color de mis apetencias. Y respiraba para que existiera el aire y abría mis ojos para que el sol no dejara de brillar.
Y tocaba con frenesí la guitarra de mis amores muertos y era un quejido insostenible, mis propios versos se dejaban caer como flores marchitas, abrumados por el peso del amor. Era un borde donde había un dolor a punto de romperse, un dolor perdiéndose, el nacimiento de una nueva vida, un dolor muerto.
Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000
Haber inaugurado con las tres cartas anteriores mi espacio en Internet, me ha llenado de un nuevo entusiasmo, sentir que sentado cómodamente en un sillón, especial para estar sentado, pueda poner mi palabra al alcance de infinitas escuchas.
Algo así como un nuevo amor. No me importan mucho los resultados, sino la práctica del nuevo amor.
Poder decir algún día: Una vez, yo tuve un nuevo amor y me dejé llevar por unos pobres besos hasta la muerte, casi hasta la locura.
Y todo fue el color de mis apetencias. Y respiraba para que existiera el aire y abría mis ojos para que el sol no dejara de brillar.
Y tocaba con frenesí la guitarra de mis amores muertos y era un quejido insostenible, mis propios versos se dejaban caer como flores marchitas, abrumados por el peso del amor. Era un borde donde había un dolor a punto de romperse, un dolor perdiéndose, el nacimiento de una nueva vida, un dolor muerto.
Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000
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jueves, 16 de junio de 2011
Que harán, querida, conmigo
¿Qué harán, querida, conmigo?
Conmigo que no quiero volver
y si quisiera, mi ciudad,
la roca, partiría su corazón.
¿Qué harán conmigo?
Me escribirán postales donjuanescas,
donde el progreso se come los paisajes?
¿Escribirán, acaso, grandes poemas,
para que resuenen en mi locura,
las palabras de la alegría?
¿Serán capaces de leer mis versos?
¿Me olvidarán entre los desaparecidos?
¿Me darán un lugar anónimo entre los muertos?
Soy el muerto que escribe,
el muerto que no vuelve,
el peor de los muertos.
QUERIDA, ¿qué harán conmigo?
Poeta enamorado de la noche universal,
vengo de un sur soñado que ya no existe.
No tengo patria, ni religión, ni dioses,
¿Qué harán con mis tambores de locura?
¿Cómo apagarán el incendio sonoro de mi canto?
¿A quién le pedirán que condene tanta libertad?
Tengo vicios sencillos, quiero quedarme,
en mi casa, en Madrid, en mis amores.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987
Conmigo que no quiero volver
y si quisiera, mi ciudad,
la roca, partiría su corazón.
¿Qué harán conmigo?
Me escribirán postales donjuanescas,
donde el progreso se come los paisajes?
¿Escribirán, acaso, grandes poemas,
para que resuenen en mi locura,
las palabras de la alegría?
¿Serán capaces de leer mis versos?
¿Me olvidarán entre los desaparecidos?
¿Me darán un lugar anónimo entre los muertos?
Soy el muerto que escribe,
el muerto que no vuelve,
el peor de los muertos.
QUERIDA, ¿qué harán conmigo?
Poeta enamorado de la noche universal,
vengo de un sur soñado que ya no existe.
No tengo patria, ni religión, ni dioses,
¿Qué harán con mis tambores de locura?
¿Cómo apagarán el incendio sonoro de mi canto?
¿A quién le pedirán que condene tanta libertad?
Tengo vicios sencillos, quiero quedarme,
en mi casa, en Madrid, en mis amores.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987
miércoles, 15 de junio de 2011
EL PEDAZO DE TIERRA
El pedazo de tierra
en el fondo de la casa
en mi barrio
donde él
trataba de creer
que vivía en el mar.
Viejos ciruelos
brotaban de la tierra.
cual gigantescas olas de sal.
Una mesa recordaba
los antiguos templos de piedra.
Su rostro entre los árboles,
frutos maduros
y capullos de porvenir
desprendía los perfumes
propios de la tarde.
Su voz
mediterránea
era lenta y pesada
entre las inseguras
estrellas marinas
negro coral
universal
palabra de la noche.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
en el fondo de la casa
en mi barrio
donde él
trataba de creer
que vivía en el mar.
Viejos ciruelos
brotaban de la tierra.
cual gigantescas olas de sal.
Una mesa recordaba
los antiguos templos de piedra.
Su rostro entre los árboles,
frutos maduros
y capullos de porvenir
desprendía los perfumes
propios de la tarde.
Su voz
mediterránea
era lenta y pesada
entre las inseguras
estrellas marinas
negro coral
universal
palabra de la noche.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
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lunes, 13 de junio de 2011
El hombre y yo -4-
Niño y anciano
preguntándose, al unísono,
los acordes posibles
del mundo en que vivimos:
Parece que la vida no comenzará nunca.
Parece que la vida ya se terminó.
No se cuál de estos hombres
será mi dueño un día
mas comienzo diciendo una verdad:
la lucha es cruel,
las ambiciones imperfectas.
Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005
preguntándose, al unísono,
los acordes posibles
del mundo en que vivimos:
Parece que la vida no comenzará nunca.
Parece que la vida ya se terminó.
No se cuál de estos hombres
será mi dueño un día
mas comienzo diciendo una verdad:
la lucha es cruel,
las ambiciones imperfectas.
Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005
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miércoles, 8 de junio de 2011
ESTA VEZ TAMBIÉN HICIMOS EL AMOR EN BUENOS AIRES
Esta vez, también hicimos el amor en Buenos Aires.
Con sencillez clásica la besé en la boca con ternura.
Dejé caer mis manos en la calle abierta de sus nalgas
y ella tembló, dispuesta al goce claro, diáfano de amor.
A la calle, a la calle, gritaba ella cuando nos besábamos.
A la calle, a la calle, le respondía yo, tratando de arrancar,
de sus tetas enamoradas, sonidos como de magnolias antiguas,
abriéndose, salvajes, de un día para otro, al universo.
A la calle, a la calle, se dejaba filtrar por la ventana
y eran miles y miles, haciendo con nosotros el amor
y su cara era la rosa de los vientos, el aljibe del tiempo.
Basado en mi costumbre de interrumpir el goce, para multiplicarlo,
detuve todo el cuerpo en mi sonrisa iluminada y en plena calle,
entregados totalmente, sumisos, a la Patria, hicimos el amor.
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991
Con sencillez clásica la besé en la boca con ternura.
Dejé caer mis manos en la calle abierta de sus nalgas
y ella tembló, dispuesta al goce claro, diáfano de amor.
A la calle, a la calle, gritaba ella cuando nos besábamos.
A la calle, a la calle, le respondía yo, tratando de arrancar,
de sus tetas enamoradas, sonidos como de magnolias antiguas,
abriéndose, salvajes, de un día para otro, al universo.
A la calle, a la calle, se dejaba filtrar por la ventana
y eran miles y miles, haciendo con nosotros el amor
y su cara era la rosa de los vientos, el aljibe del tiempo.
Basado en mi costumbre de interrumpir el goce, para multiplicarlo,
detuve todo el cuerpo en mi sonrisa iluminada y en plena calle,
entregados totalmente, sumisos, a la Patria, hicimos el amor.
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991
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lunes, 6 de junio de 2011
No tengo que decir lo que me pasa
No tengo que decir lo que me pasa a nadie.
Tengo que vivir oculto en sombras del olvido.
No hay español que pueda soportar sin irritarse,
que de Argentina, Buenos Aires, venga este portento.
Voy por la calle tratando de no hablar, no decir,
palabras que contengan algo de lluvia, algo de cielo,
palabras que puedan hacer dudar al transeúnte, ciego,
de mi precaria identidad, conseguida a los gritos.
Cuando beso a una mujer de España, en plena boca, con amor,
le digo que se calle, que no hable, que se olvide del beso,
que nadie sepa del calor intenso que traigo en mis entrañas.
Que a nadie le diga de mi amor, de mis maneras del amor,
que por favor se olvide, que en silencio deje volar el beso,
que ningún español llegue a saberlo nunca, que se mate.
Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987
Tengo que vivir oculto en sombras del olvido.
No hay español que pueda soportar sin irritarse,
que de Argentina, Buenos Aires, venga este portento.
Voy por la calle tratando de no hablar, no decir,
palabras que contengan algo de lluvia, algo de cielo,
palabras que puedan hacer dudar al transeúnte, ciego,
de mi precaria identidad, conseguida a los gritos.
Cuando beso a una mujer de España, en plena boca, con amor,
le digo que se calle, que no hable, que se olvide del beso,
que nadie sepa del calor intenso que traigo en mis entrañas.
Que a nadie le diga de mi amor, de mis maneras del amor,
que por favor se olvide, que en silencio deje volar el beso,
que ningún español llegue a saberlo nunca, que se mate.
Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987
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domingo, 5 de junio de 2011
EL HOMBRE VUELVE SIEMPRE SIEMPRE VUELVE EL AMOR
Volver para atrapar en el abismo tu risa del amor.
Risa furtiva,
encuentros a flor de piel fuera del tiempo.
Inconcebibles figuras,
floresta brutal donde se oculta el pálido estallido.
Un bien, un mal, una tenue esperanza
y, al final, los besos a tierra.
Toda la alegría de morir por vos
intensa, ciega,
color de claveles en plena primavera.
Un color natural,
tu boca,
tus dientes,
tu blancura infernal,
virgen del ocio, virgen de los flujos.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
Risa furtiva,
encuentros a flor de piel fuera del tiempo.
Inconcebibles figuras,
floresta brutal donde se oculta el pálido estallido.
Un bien, un mal, una tenue esperanza
y, al final, los besos a tierra.
Toda la alegría de morir por vos
intensa, ciega,
color de claveles en plena primavera.
Un color natural,
tu boca,
tus dientes,
tu blancura infernal,
virgen del ocio, virgen de los flujos.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
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jueves, 2 de junio de 2011
HAY DÍAS COMO HOY
Hay días como hoy que no pasan nunca.
Son días como una espesa niebla
en la garganta, al borde del abismo.
Esos días de Freud frente a la angustia
de no poder saber, exactamente
hasta más adelante.
Esos días inolvidables de César Vallejo
enfrentando a la muerte con el crujir del pan.
Esos días de la triste cerveza
donde algún poeta pobre, mediocre o muy sentimental,
se dio cuenta que en el siglo que viene
nadie lo leería.
Esos días donde se rompe el alma
para que las palabras alcancen el poema y, también,
esos días donde el poema nos abandona,
definitivamente,
para inventar el alma.
Hay días como hoy que no pasan nunca.
Son días como en la guerra
cuando la mujer del enemigo me enamora.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
Son días como una espesa niebla
en la garganta, al borde del abismo.
Esos días de Freud frente a la angustia
de no poder saber, exactamente
hasta más adelante.
Esos días inolvidables de César Vallejo
enfrentando a la muerte con el crujir del pan.
Esos días de la triste cerveza
donde algún poeta pobre, mediocre o muy sentimental,
se dio cuenta que en el siglo que viene
nadie lo leería.
Esos días donde se rompe el alma
para que las palabras alcancen el poema y, también,
esos días donde el poema nos abandona,
definitivamente,
para inventar el alma.
Hay días como hoy que no pasan nunca.
Son días como en la guerra
cuando la mujer del enemigo me enamora.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
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miércoles, 1 de junio de 2011
Amor perdido. Mi hijo Pablo - I
A veces te molestaba mi vejez,
mis pasos cansados, tangos tristes,
mi manera de contemplar la vida.
Corrías apresuradamente de un lado para otro,
pensando sólo en transformarte, en crecer,
aceleradamente, para ser viejo como yo.
En ese viaje de crecer para alcanzarme,
en una noche aciaga topaste con la muerte,
envejeciste de golpe, más que yo, me pasaste.
Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995
mis pasos cansados, tangos tristes,
mi manera de contemplar la vida.
Corrías apresuradamente de un lado para otro,
pensando sólo en transformarte, en crecer,
aceleradamente, para ser viejo como yo.
En ese viaje de crecer para alcanzarme,
en una noche aciaga topaste con la muerte,
envejeciste de golpe, más que yo, me pasaste.
Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995
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