domingo, 31 de octubre de 2010

EL ENEMIGO ES PELIGROSO


El enemigo es peligroso
tiene una máquina
de crear ilusiones.

El enemigo es peligroso
tiene una máquina
de reproducir ilusiones.

El enemigo
tiene leyes que reglamentan
la acumulación de ilusiones.

La poesía
úsela.
Buen arma contra el enemigo.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

jueves, 21 de octubre de 2010

LA MUJER Y YO - 7-


Dormíamos tranquilamente cuando ella
se levantó sobresaltada y me dijo:
Hoy quiero tener una aventura
vivir lo no vivido, amar lo inexistente
y ya sé que son las tres de la mañana
pero quiero andar un camino nuevo
donde no quede un sólo rastro de mí
así que, por favor, escúchame.

Y no es que a mí, exactamente,
me guste dormir de noche
pero estaba dormido, soñando
tonos del ocre sobre el negro.
Primero tuve ganas de decirle:
“déjame de joder” o bien, indiferente
“¿te parece poca aventura vivir a mi lado?”
pero le dije, dulcemente, haciendo gala
del uso calculado de mi serena voz
cuando pronuncio las vocales:
Oh Diosa, portadora del dolor, te escucho.
Soy esa oreja invencible, habla,
di al viento lo que será del viento
y nadie escuchará.
Ella, tímidamente, recogió la ofrenda
y preguntó ¿entonces puedo hablar,
decir lo que me pasa por la mente
sin convenciones, sin moral, sin castigos?
Bueno, le dije, límites hay siempre,
a fin de mes me tienes que pagar,
y ella se desmayó por primera vez en su vida
aunque por poco tiempo.
Luego se despertó y preguntaba ansiosa:
¿Qué paso, qué pasó, qué fue lo que pasó?
Nada, le contesté, tuviste un orgasmo magistral,
antes de desmayarte, te retorcías y saltabas.
Pero ¿qué estás diciendo, que yo me retorcía?
No, le dije, estoy diciendo que tuviste un orgasmo
y era hermoso ver cómo se descomponía
tu bello rostro con el goce.
¿Mi bello qué?, ¿pero que estás diciendo?.

Tu bello rostro, amor mío, tu bello rostro,
esa belleza donde renace, cada vez, el goce.
En ese momento ella dijo: te amo,
cuando mi belleza reina en ti, te amo.
Y no era para menos
esas palabras que le había dicho
antes eran todas de la poesía.

Te amo, decía ella, mientras se desnudaba,
hoy haré de ti amado, mujer y bestia
alondra que deja de volar porque llega el mar,
gacela que escapa sin escapar
y se la come el viento.
Leopardo seducido por las luces
del estallido de la pólvora
que lo matará.
Te haré mi amado, te haré...
Algo avergonzado, la interrumpí
y le dije: ¿Para qué tánto?
y ella me respondió con una pregunta:
¿Amas a otra mujer? eso es lo que pasa
y entonces, desesperado al borde del abismo,
decidí darle lo que pedía cuando le dije:
Sí, estoy enamorado de otra mujer
y ella nunca dejaría de sorprenderme:
Me gustaría conocerla, dijo,
y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, al desayuno,
antes de ir a los trabajos,
me besó agradecida y me dijo:
¡Qué aventura que tuvimos anoche!
¡Querido, qué aventura!

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

martes, 19 de octubre de 2010

PALABRAS Y PALABRAS



Hilos. Nudos. Sonrisas.
Pequeña gloria.
Hombre en las tinieblas.

Soy el que ya no sufre.
No pido pan.
Pido extensión marítima.
Tus bellos ojos
extendidos a mis pies
redondos
abismales
mirando cómo brillan
mis labios en lo alto.

Piel de nueces partidas
piel de alcántaras.

Beso tu boca encandilada.
Muerdo tu boca abierta
por el delirio de la sangre
y arranco de la estatua que soy
mi pecho enamorado.

No tengo sed .
Sólo pieles y versos
por el camino de los hombres.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

lunes, 18 de octubre de 2010

Recuerdo lucha feroz, deseos


Querida:

Recuerdo lucha feroz, deseos,
entre mi piel y tu conciencia.

Siempre triunfaba el tiempo.

Tu aliento enfurecido,
era el rocío de la tarde.

Escupías sobre mí.
palabras como ángeles,
besos,
granadas de locura.

Con serena voz te recitaba,
los versos donde un hombre,
era una seca lágrima perdida.

Tu fuego era el fuego.
-maderos de 1a cruz-
ardía todo el tiempo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

viernes, 15 de octubre de 2010

MIGUEL MÍ MISMO


Cuando pueda elegir
elegiré ser Dios de la montaña
vivir en medio del Olimpo entre las azucenas
y los viejos olores del laurel
bebiendo
bebidas cálidas y alcohólicas
y danzando alegremente con Zeus
mi patrón.

Y si no me dejaran
elegiría con mi mujer un valle que conozco
un valle azul en Catamarca
donde pensamos e hicimos el amor
y hablamos largamente de la guerra.

Y si no me dejaran
elegiría una tarde de mar junto a mi hijo
el que tiene en los ojos el color del almendro
o estar sentado debajo de los cedros
con mi padre en el Líbano oliendo los azahares.

No elegiría nunca morir a medianoche
junto a mi madre bañados por la luna.
Elegiría no morir.
Como aquellos famosos dioses de la montaña
tomar mi vino en altas copas de cristal
con Zeus
mi patrón
y saltar locamente
de un lado a otro lado del Olimpo
hablando de mi cuerpo.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

miércoles, 13 de octubre de 2010

2 de septiembre de 1976, Calafell, pleno mar.



He esperado hasta el día de tu cumpleaños,
para cruzar toda una montaña y llegar al mar.

Estoy en el famoso mediterráneo
los niños jugando en las arenas.
Mojo mi cuerpo en sus orillas,
pongo mi cuerpo sin remordimientos al sol.
Este mar me pertenece desde siempre.

Después de los festejos de mediodía,
borrachos,
amantes de la libertad,
el tiempo y el espacio se hacen relativos,
y nosotros los dueños de esa relatividad.

Espero
deseo con el fervor de los iluminados,
que no haya error.
Sé que ustedes desean.
Estamos vivos.
Y estar vivos no es
como se cree
algo natural.

Soy un poeta,
y un poeta no debería tener otra responsabilidad
que la de su escritura.
Y sin embargo,
pienso desaforadamente en un sin número de personas,
desaforadamente en el bien y en el mal,
desaforadamente en la mortalidad y sus maneras.

Soy único y todos, soy todos y ninguno.

Y sin embargo narciso surge,
imbatible
apuesto
hermoso como nunca.

Insiste
llama a la puerta de mi corazón.

Por última vez mírate en las claras aguas de mis ojos.

Resistir,
sé que la represión me salvará de la muerte.
Y sin embargo
en las profundidades de sus ojos está la paz.
La cálida,
la eterna,
la definitiva paz.
Amén.
NAZCO Y EL ESTALLIDO DE MI SANGRE CIEGA TU SER,

y el límite es la eternidad.

¡Oh! las palabras, ¡oh! las cadenas.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

lunes, 11 de octubre de 2010

SIRINGA DE SOLEDAD


He llorado anoche en los brazos de nadie,
pensaba en anguilas submarinas
y esta vieja manera de roerme.
Eran los ojos de mi gran amigo bajo el agua
y la boca de la mujer aquella
que gritaron al niño que tengo
prendido de este lado.

Era la ventana azul de tus labios,
mas, mi amigo
tirándome la piel
me susurraba del amor y de la vida
unas cosas extrañas.

(En los famosos días
de tierra al sol, de espaldas a la gente,
cuando el cielo de las mujeres arda
podría abrazarme al orgullo de mi padre
y dormir junto a mí por una noche).

De la noche pasada y la mañana
sólo recuerdo
aquellos ojos que lloraban solos
y esa boca tendida que trataba
de tomarme la mano y esas cosas que llevo
prendidas de este lado.

Y así,
moriré cualquier mañana
apretado a esta lágrima que guardo,
que no es la última,
ni siquiera la anterior a la última.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

domingo, 10 de octubre de 2010

Querida:


He viajado. He viajado,
hombre de piel como palabras,
he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.

Tristeza agrandada por sus contradicciones,
soy el dolor del siglo que no duele.
Más que la atroz materia que destruye,
un simple giro del lenguaje.

A la palabra amor ,
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre,
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi patria
y me dejé llevar por la marea.

Llené el mar de palabras antiguas
y hundí el mar.

De la mujer hice una frase.

Detuve su infatigable locura,
toda locura entre mis letras.

Al tembloroso, avergonzado sexo,
le agregamos torrentes, cataratas.

Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego,
donde el dragón es ella y la palabra.

Te escribo ¿ves? te escribo,
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos,
yegua loca pariendo la mañana,
abandonen tu cuerpo.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista, 1987

jueves, 7 de octubre de 2010

HE BUSCADO


He buscado, tercamente, un paso hacia delante
y nada pude hallar.
He tratado, hábilmente, de caer desde las alturas
y nada conseguía.
He viajado, locamente, por calles imposibles,
sin encontrar el cielo.
He dejado, pausadamente,
todo lo bien amado
y todo lo bien amado
está en mí.

Siempre en el mismo sitio,
lejano y apacible,
mirando las estrellas,
siempre contra mí mismo,
paralizado de terror,
sin hallar el deseo.
Sin nadie que pueda arrancar de mis ojos, sin luz,
vendas oscuras.
Siempre oculto en mi propio corazón,
sin apenas salidas, sin amor.

Dejo mis huellas sobre mis propios pasos
y me declaro en libertad.
Ya no quiero caer,
ni busco cielos imposibles,
ni arrebatadas luces,
ni pasos adelante que,
sencillamente,
alivien mi dolor o mi tristeza.

En plena libertad, alejado de todas aquellas,
humanas veleidades,
Dejando,
como si fueran síntomas eternos,
que mis grandes amores,
duerman conmigo esta siesta del alma,
vivan, conmigo, este dolor.


Miguel Oscar Menassa
De "Llantos del exilio", 2003

martes, 5 de octubre de 2010

ALGUIEN SE ESTÁ PUDRIENDO


Alguien se está pudriendo, amor, entre nosotros.
Ella echó una bocanada de humo a la deriva y me dijo:
Un calor terrible desprende de mí, vahos del tiempo.
Un calor del infierno muerto en mi bajo vientre.

Son el olor de nuestros cuerpos contaminados por la niebla.
Ella volvió a fumar como si fuera a contestarme y se calló.
Su cuerpo se enroscó como si fuera el humo de sus labios.
El incendio estaba por comenzar, su boca ardía como el sol.

Nuestro cuerpo pudriéndose por el calor y la comida.
Apagó su cigarrillo en mis labios y me besó largamente.
Me susurró al oído palabras de viento, hojas secas, caídas.

Es el olor de nuestros cuerpos muertos en descomposición.
Se apretaba contra mí como si fuéramos a caer juntos al vacío,
pero no caíamos, el fuego había devorado todos nuestros sueños.


Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987

domingo, 3 de octubre de 2010

LA VEJEZ A MÍ...

La vejez a mí, también, quiso tragarme.

Hubo un instante en mi vida que mis arrugas
y mis dolores tenían más fuerza que mi pensamiento.
En ese instante fue donde envejecí.

Cuando me di cuenta que el poder sobre mí no era yo
sino las palabras no envejecí más.


Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

sábado, 2 de octubre de 2010

POEMA CERO


Perseguido por todos los universos
más que satanás, distinto de dios
enfriaré con mi maldad
los fuegos sagrados del infierno
y encenderé pasiones
allí
donde la luz del bien refleje en mi mirada.

Diferente entre ángeles, superior entre demonios

no tendré paz.


Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978