lunes, 25 de febrero de 2013
FUIMOS PERDIENDO
Fuimos perdiendo en el camino
nuestro deseo de liberarnos.
Entre las cadenas
el goce de la carne era bestial.
El microscopio
contra nosotros mismos
y nos reíamos como locos
y comenzamos a torturarnos
para arrancarnos la verdad.
Ven cuéntame todo y, así,
nos hundíamos en las sombras.
Con vivir un instante alcanzaba
el resto de la vida era contarla.
Y los que no podían
mantener sus ojos cerrados
se arrancaban los ojos
sólo para no ver.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
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jueves, 21 de febrero de 2013
LLEGÓ LA POESÍA Y ME DIJO
Un sí o, bien, un no, me hicieron
abrir nuevos caminos, abandonar caminos.
Hasta que topé, una noche, con la Poesía
me la pasaba volando de un lado para otro
según el capricho de mis tiernas amadas
que del amor, sólo sabían hacer el amor.
La Poesía me dijo con solvencia:
Para vivir, un hombre, no necesita volar
menos aún de un lado para otro tras su amada.
Un hombre debe tener los pies a la altura de los pies.
El alma al alcance de una breve caricia,
el sol sobre la tierra a la hora del sol,
el cuerpo y la palabra cual ríos disponibles
y a la noche algún sueño, una historia de amor.
Un hombre tiene todas sus esperanzas en el hombre.
Un hombre tiene como bandera la libertad.
Le da agua al sediento y lucha por un trozo de pan
y ama, hace como que ama pero no sabe amar.
Un hombre, dijo la Poesía, con severidad,
un hombre sabe que morirá y no le importa.
Sabe que muere cuando escribe y, sin embargo, escribe.
Sabe que cada amor le mata y, sin embargo, se enamora.
Un hombre, le dije, ambiciona volar
y aunque no pueda no le importa.
Ambiciona volar, ama la ilusión de volar.
Sentir en ese instante que algún día...
Un hombre, Poesía, es capaz de matar,
es capaz de comerse el corazón amado,
quitarse de la boca con asco un beso de amor
y amar, de sus cautivos amantes, el dinero.
También una tarde cualquiera un hombre
se deja acariciar por una brisa, un aire,
un sentimiento lo golpea en el pecho
y el pobre hombre cayendo se enamora.
Y hace como si tuviera sangre en las venas
y salta y corre y se acaricia con frenesí
y quiere entregarse, totalmente, por amor
y, ahí, viene la policía y lo encarcelan.
¿Me sigues, Poesía? Del hombre hablamos.
Es capaz de morir por ideales falsos
capaz de hacer la guerra por casi nada
dejar morir su otra mitad, en silencio.
Se mete en el centro del volcán y lo desafía.
Quiere atravesar los océanos con su cuerpo,
tocar la inmensidad, el cielo con sus versos
agujerear el vientre de la montaña, la piedra.
El hombre quiere llegar con sus latidos
al centro desconocido de la tierra,
a la vida íntima de todos sus amantes,
quiere llegar, al corazón de las cosas.
Y se enamora, Poesía,
y se pudre como una flor al sol
cuando alguien se muere o lo abandona.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
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miércoles, 13 de febrero de 2013
lunes, 11 de febrero de 2013
No te vuelvas, mi amor
No te vuelvas, mi amor,
atrás está el destierro.
La frialdad
de un solitario
beso con la muerte.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
atrás está el destierro.
La frialdad
de un solitario
beso con la muerte.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
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sábado, 9 de febrero de 2013
DESPUÉS DEL RECITAL
Ya está, ya recité, ya pasó todo.
Ahora, seguramente, un amigo me abrazará,
con fuerza, con furia, con leve nostalgia,
abrazos que te dicen: todo está bien así.
Alguna mujer, abierta, envilecida por mis versos,
cruzando ese pasillo lateral, antes de irme,
se lanzará a mis brazos, con la mayor firmeza,
como una desorientada bomba contra mis ojos.
Después habrá esas copas de vino apasionado,
y miradas y palabras humedecidas por un llanto,
como una cosa de ternura fraternal para el poeta.
Vendrá luego la noche para mostrar mi soledad
Y no habrá verso que comprender me hiciera
¿por qué volé tan alto, enamorado, para caer tan solo?
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991
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miércoles, 6 de febrero de 2013
Querida:
Me tocó la nieve en las espaldas,
una palmada alegre cariñosa,
me sentí acariciado por mi madre,
fui feliz.
La nieve me tocó el corazón.
Anochece y del día,
sólo me queda el recuerdo de la bruma.
Así de frágil fue todo esta mañana:
nieve y carmín.
Deletreamos con cuidado cada uno su nombre:
Yo soy la Blanca Nieve de tus sueños.
La pétrea belleza del cristal,
marina alondra de los valles,
amiga de la tristeza de la muerte.
Yo tuve ganas de decirle:
Soy el poeta, el grande,
el creador de la palabra Mujer
y no le dije nada.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista, 1987
domingo, 3 de febrero de 2013
COMENCÉ A DARME CUENTA
Comencé a darme cuenta de que no era libre.
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.
Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.
Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.
Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.
Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.
Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.
Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.
Nadie podía ver más allá de su amor.
Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.
Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.
Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.
Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.
Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
Nadie toleraba que a los 61 años,
amara el amor en lugar de hacerlo.
Nadie toleraba que a los 61 años,
todavía amara la libertad
que nunca había conseguido.
Ni yo mismo a los 61 años
puedo amar mis deseos sexuales.
Y después, las tardes de domingo,
me dejaba caer como una flor marchita
para que ella me pisoteara y nunca, nadie,
ni siquiera ella misma en su temblor,
podía tolerar mi resurrección.
Y yo me alzaba como los que saben volar
y ya tenía 61 años y siempre me veía caer
pero la vida misma es una sola para todos
por eso hubo días que algo en mí no caía.
Ella, rezando arrodillada
y yo, alzándome en la frase
hasta tocar su alma,
su vientre
su canción.
Ahí estaban las luces y éramos todos ciegos.
Nadie podía ver más allá de su amor.
Nadie podía llorar por desgracias ajenas.
Nadie podía dar comida al hambriento,
nuestra desgracia se lo llevaba todo.
Nunca hubo justicia entre nosotros
y jamás conocimos la libertad,
somos un pueblo muerto,
desde el comienzo nunca hubo pan.
Así eran las frases que ella recitaba
cuando, valientes, hacíamos el amor.
Y nadie toleraba que nuestro amor
fuera ese suave galope cibernético
a los 61 años
casi sin piernas
sin ganas de volar
sin cabellos al aire
sin manos al unísono
grabando en tu cuerpo
las huellas del tiempo.
A los 61 años,
cuando hacíamos el amor
todo era alucinación
verbo y locura.
Y lo peor de todo
era que nadie podía soportar,
ni siquiera ella misma,
que yo la mirara a los ojos
durante las comidas,
en el baño,
un momento antes de parir,
hijo o poema,
y la miraba a los ojos
cuando hacíamos el amor
y eso, en verdad, la enloquecía
y su goce era magistral y nuevo
pero nunca pudo tolerarlo.
Un día me lo dijo claramente:
no soporto que a los 61 años
seas tan feliz.
Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002
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viernes, 1 de febrero de 2013
¿DÓNDE ESTARÁ EL AMOR?
El amor. El Amor.
¿Dónde estará el amor?
Cuántas veces dibujé
la esquina
donde nunca llegaste
y te busqué
por los salones
y fui ladrón
para buscarte entre las sombras
y hubiera sido capaz de matar
si alguien me hubiese dicho
que en ese gesto te encontraba.
Fui solo y fui muchos.
Todos los cuerpos
fueron investigados
palmo a palmo.
Todas las máscaras
fueron arrasadas
para buscarte
en el centro de la verdad
y tampoco estabas.
Te busqué entre los pobres
entre las espesas capas del dolor
entre entrañas y sucios alcoholes
en el propio asco de la vida.
Después no te busqué más
encontré otras palabras.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
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