viernes, 31 de julio de 2015

LA VIDA VIVE EN MIS PALABRAS


La vida vive en mis palabras, el goce en mi voz
y vosotros, tendréis que resolver el acertijo.
Soy una herida abierta que sólo se repite sin dolor.
  Soy una pulsación, sin ritmo, ni latidos.

Algo del ser que ya no fue sino representado.

  Un hilo de luz en la montaña abierta y desolada,
pero sin que hubiera de haber desolación,
ni montaña, ni hilo, ni tan siquiera luz.

No soy el humo que parte de la llama y se disipa,
ni el grito que se arranca de la garganta para ser
ni el perfume que escapa de la piel del deseo.

Soy algo del humo, algo de la llama, que perdura:
lo que el grito no pudo asesinar de la garganta,
olor vacío de perfumes, agujero de piel, poesía.

Miguel Oscar Menassa
De "·La patria del poeta"

martes, 28 de julio de 2015

Veo abrirse futuro en tus entrañas


Veo abrirse futuro en tus entrañas,
veo inflamarse mi corazón de dicha.
  Ataco sin piedad mis versos anteriores
y escupo la cara del oro y la miseria.


Soy el loco Siglo Veinte, estoy espantado de mí.
Hago el amor y contraigo enfermedades incurables.
Trabajo con ahínco y deseos para ser explotado.
Escribo bellos versos para metérmelos en el culo.

Todo está calculado para mí, menos mi ansia.
Todo está computado para mí, menos mi deseo.
Todo está ordenado para mí, menos mi hambre.

Cuando escribo se rompen los relojes
y ese futuro abierto en mis entrañas,
se libera, se hace carne en el mundo.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

sábado, 25 de julio de 2015

LA POESÍA HA ROTO LA PALABRA


La poesía ha roto la palabra,
ha extendido la frase al infinito,
ha bordado, sin hilo y sin aguja,...
el corazón de la quebrada voz.

Hubo un sentido
que se abrió en mil pedazos,
hubo un amor tan grande
que nadie pudo amar
y hubo, mi amor, mi amada,
grandes amantes crueles
que hacían el amor
con las palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"

jueves, 23 de julio de 2015

LA MUJER Y YO - 29 -


Existen pasiones que no alcanzo a comprender,
hoy, un Dios, se beneficia con nuestro canto.
Y ella, con ternura y con rabia, quiso preguntar:
Y, si hasta Dios se beneficia con nuestro canto,
¿por qué no nos quieren pagar por nuestro canto?
Sus ojos eran lejanos en la pregunta,
fue entonces cuando le dije:
Estamos aquí para morir
Pero, el que muera hoy,
mañana no cenará con nosotros.
Eres tan diferente al resto del mundo
que muchas veces no lo puedo creer
y te trato como a todo el mundo, mal,
me alejo de ti cuando te necesito,
me obligo a romper y abandonar
lo que goza en mí y viene del mundo.
Soy, ¿cómo decirte? una piojosa
y no tanto por los piojos que no tengo
sino por celosa y envidiosa, mi amor,
no puedo soportar el goce ansiado
si proviene de ti, la caricia o el triunfo,
por eso es que prefiero pensar de ti
que eres vulgar, estúpido y hasta feo.
Que aprendiste a escribir a mi lado,
cuando nos conocimos no sabías
tratar a las mujeres ni al poema
y después la conclusión es sabia,
me lo digo para tranquilizarme:
Y, todavía, lleno de ilusiones,
pretende que goce con sus cosas.
No está mal, le dije con confianza,
al menos has aprendido a hablar,
ahora los dos juntos, tal vez, podamos aprender
que siempre habremos de alcanzar alguna altura
y, después, siempre y cada vez, habremos de caer.
Y no podrá ser de otra manera, subir y después, caer,
lo mejor es, entonces, aprender a caer como un atleta
para quedar saludables y en condiciones de empezar
a subir, nuevamente, amando y volando, a las alturas.
Ella fue contundente cuando dijo:
Y ahora ¿qué quieres?
que tome un profesor de vuelo
o que te chupe, sin más...
Sus puntos suspensivos puestos ahí
me indicaban hablar o permitir que,
a causa de mi silencio incomprensible,
una vez más, me llamara marica.
Espero, le dije, tembloroso,
estar torciéndome lo suficiente
para que nadie, exactamente,
me pueda seguir.
Cuando me doy cuenta
que puedo escribir
de todo lo que me proponga,
no me propongo nada.
Hay días que pienso que no merezco, del mundo,
sino aquello que el mundo me concede.
Lo que el mundo no me da y es necesario,
lo consigo yo mismo, trabajando.
Y lo que el mundo no me da y es superior
o superfluo o de lujo, lo consigo virtual,
escribiendo, haciendo el amor, soñando,
cambiando mi pequeña y pobre familia
por la ambición de producir dinero,
jugando con las palabras a los versos,
jugando con los colores a estar vivos,
jugando con nuestros cuerpos al amor.
Ella hace, con cierta inteligencia,
frases enteras donde mi sexo no existe,
no tanto por envidia o dolor sino,
sencillamente, para acortar distancias.
Ella, en definitiva, destruye todo
lo que se interpone entre ella y yo,
aunque sea propiamente mi sexo.
Entonces es cuando me pregunta:
Y después, ¿qué harás?
Escribo todo el tiempo,
desesperadamente,
día y noche
hago mío el color,
desesperadamente,
y amo como se debe
y como no se debe y,
a veces, hago el amor
con quien no corresponde,
pero debes saberlo:
Siempre, desesperadamente.
Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo"

miércoles, 22 de julio de 2015

CRECIENDO ME FUI DANDO CUENTA


Creciendo me fui dando cuenta
que vivir no era suficiente.
En principio comencé por cambiar
algunas horas de mi vida
por algunas palabras.
Esas cuestiones del sexo y del oro
de la pequeña y simpática libertad
de la política sombría.
Las palabras se unían unas a otras
como pesadas redes
y en esa soledad fue necesario amar
conocer el amor
amar el amor
ser para el amor
como si el amor fuera uno mismo.
Matarse por amor.
Envolverse en la tristeza
de un crimen por amor.
Soñar y ser soñado
siempre por la misma persona
y tener la valentía por amor
de despeñarse
por el desfiladero de las sombras
cada vez que lo amado deje de soñar.
Y el amor con tanta locura
trae el movimiento de los astros.
Soles quietos
enamorados de bailarinas lunas
lunas ciegas
bailando por la obligación del amor.
Después aún
entregando otras horas de mi vida
ingresé en el cosmos.
Los soles quietos giraban a su vez
alrededor de otras cadenas.
La luz
era sólo el reflejo de su búsqueda.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

lunes, 20 de julio de 2015

12 de septiembre de 1976, Madrid.


Se abren y se cierran
las puertas que ocultan los más bellos tesoros.
Se abren y se cierran en vaivén.

  Y sin embargo sé
que ni muerte, ni locura
atraparán mis manos en ese sortilegio.

El poeta escribe, el poeta se desvive por escribir.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

28 ANIVERSARIO


Estuve por las noches de este mes de febrero
doblado por la angustia, congelado de miedo.
Nada pensaba, sólo sentía sórdidos rumores,
voces del tiempo, fragmentándose en la huída.

Leo mis versos con pasión, rompo mis versos.

  Hago con mis versos un trapecio celeste y, ahora,
balanceos audaces de mi voz, violines del tiempo,
hacen de la carne y el cielo el mismo canto.

Al mismo tiempo que me muero, me digo,
No son tantos, veintiocho años, no son tantos,
hubo amores y guerras, más lejanas y ardientes.

Y eso que digo por decir, no me consuela, porque
hay un hombre en mí pidiendo más estrofas a mi canto.
Por eso estoy aquí, nadie lo dude, han pasado los años.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

martes, 14 de julio de 2015

Hubo una época, un tiempo de mi vida


Hubo una época, un tiempo de mi vida,
 donde todo era posible para mis ambiciones.
 Una edad hubo. Hubo una edad de oro macizo,
 donde amor y dinero eran el mismo Dios.

Yo solía tenderme sobre orcasitas diáfanas
 y me encontraba con vagabundos, gentes de mal vivir
 y yo tenía la hermosura que dan el ocio y la alegría
 y algunos curiosos me besaban los labios y bebíamos.

Una época, una edad, aún, hoy, todo lo recuerdo.
 Una mujer prendida de mis labios y otra mujer,
 dejándose deslizar por mis hombros sangrientos.

Una mujer y otra mujer y, aún, noche desesperada,
 otra mujer blandiendo como estandarte, mi sexo,
 iluminada sonrisa, ardiente tempestad sedienta.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

miércoles, 8 de julio de 2015

DESPUÉS DE LOS CINCUENTA


Después de los cincuenta espero dedicarme a vivir.
 Y aunque la mano venga que nadie sabe de eso,
 igual lo intentaré, pensando que versos he podido,
 y el poema deja el camino libre para la vida.

Y cuando los grandes candidatos de las artes y las letras
 y cuando los políticos del alma se bajen los pantalones,
 por un instante de vida vivida, de poesía inmortal.
 Contestaré y no contestaré, tranquila, apasionadamente.

De atreverme a vivir después de los cincuenta años,
 y de la herida por la cual sangra todo lenguaje
 me siento estrictamente responsable, me duele a mí.

Y si vivo y si quiero vivir como una alondra en libertad
 quiero decir, quiero abrir una puerta a los misterios:
 Antes de vivir un instante, escribí todos los instantes.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

lunes, 6 de julio de 2015

Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive


Empecinado poeta de todo lo que nace y sobrevive,
quiero cantar estos amores que surgen de mi pecho.
Sortilegios, amores como furias desatadas del alma,
tenues, suaves amores anunciando devastador futuro.


Poner en movimiento la antigua fiereza de la tierra,
imprimir movimientos a una vida que jamás ocurrió.
Romper con mi compás el vientre de la montaña negra,
hacer que el universo todo se mueva entre mis manos.

Palabras con luz propia, eso quiero cantar.
Palabras como manos en el rostro del alba.
Palabras como piedras caídas para siempre.

Empecinado poeta de todo lo que muere,
el universo, manos, furia de la tierra;
no doy, no entrego nada, canto para mí.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista"

miércoles, 1 de julio de 2015

SOY UN SER AISLADO, SUSPENDIDO


Soy un ser aislado, suspendido entre signos de puntuación.
Un sereno juglar de la belleza oculta, de los bienes perdidos.
Alma me dicen y mi congoja estalla hasta los límites del mar.
  Amor me dicen y se desgarra mi tierra en terremotos, caídas.


Soy un ser enamorado del pedazo de pan que me llevo a la boca.
Un solitario ser, amante del crujido del pan entre mis dientes.
Paz me dijeron y estalló frente a mí, la guerra, la vergüenza.
Paz, gritaban, mientras le cortaban las manos al cantor, al viento.

Soy mi Tristán, la Isolda, el ser vivo del otro, vieja soledad.
Esa vieja costumbre de saber recorrerme sin violencia, sin Dios.
Un punto en el centro del corazón, una coma colgando de los labios.

¡Libertad! me gritaron, ¡trabajo, me gritaron, y libertad!
y fue divertido ver cómo se ataban hasta inmovilizarse.
Nadie podía detenerme, lo borré todo, lo rompí.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"