domingo, 31 de julio de 2011

LA PRIMERA INQUIETUD

En las mañanas de febrero
mes de las uvas casi todos los años
mes de las lluvias en algunos años como éste.
Cansados, percudidos por este calor insoportable
que no aguanto más, querida mía.
Alegre o desconsolado, sólo en la ciudad miserable y querida,
esperando la muchacha prohibida para el juego que haremos.
Sorprendidos
enteramente sorprendidos de nuestra indolencia
de nuestra falta de crueldad para el amor
para la firme juventud de ahora.


Febrero llueve la ciudad
maldita enamorada
dulce ciudad de Buenos Aires
donde en las mañanas uno puede
hacerse a la tarea de los nombres definitivamente aprendidos
a la tarea, de no te vayas querida
ven, juguemos juntos a la mujer y al hombre.
Desesperados. Atormentados. Enamorados. Libres.
En esta tierra ahora,
donde la lluvia hace verdes tus olores, el corazón
el exacto momento de las maravillosas palabras.

Comenzar.
Arreglar los miedos a la medida del amor.
Las lluvias a la medida del amor.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

martes, 19 de julio de 2011

La mujer y yo - 22 -

Soy un cobarde, me digo al levantarme,
cuando me pongo a escribir no puedo,
luego escribo pero ya no soy yo.

Como me pasa a mí con el cuerpo,
cuando me acaricias no siento nada
luego mi cuerpo se pone loco de pasión
pero ya no es mi cuerpo.

Podríamos decir, le digo entonces,
que poema y amor es otro
el que por mí lo hace.
Sentirás el amor en tu cuerpo
y pondrás tu nombre al final del poema
pero vaya a saber qué fantasma o sombra
hizo ese amor, escribió ese poema.

Una vez, recuerdo, un gran marino
se posó en mi mano derecha
y escribí versos donde el mar me amaba.
Y con la mujer del aliento perdido
fui todo el tiempo viento desesperado
y nunca llegamos al amor o a la letra
pero rompimos la montaña, hicimos la noche.

Recuerdo, recuerdo, dijo ella,
cuando fuimos esas águilas fusiladas
y tu escribías de nuestra patria
y del dolor
y de la sangre caída inútilmente.

Sí, mi querida, mi pequeña,
es cuando el amor me atropella
que puedo amarte, dejarme poseer
y ahora, como un indio resignado,
dejo caer la pluma y sueño
que soy libre y feliz.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

viernes, 8 de julio de 2011

Despierto, querida, ciego

Estoy despierto, estoy despierto,
pero hay horrores que me ciegan.
Sangres, violencias, odios meditados.
Ver como huele todo el mundo a podrido.

Ojos destrozados por la llovizna atómica.
Tus besos doloridos, tus hijos extraviados.
Estoy despierto, estoy despierto,
pero hay horrores que me ciegan.

Ambición desmedida, la codicia, la mugre.
La explotación, la esclavitud, la mierda.
Tu sexo dolorido, tu asco, tu vergüenza.

Tu vientre partido por la duda.
Estoy despierto, estoy despierto,
pero hay horrores que me ciegan.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

jueves, 7 de julio de 2011

SINIESTRO FUE EL AMOR QUE ME TUVISTE

Siniestro fue el amor que me tuviste.

Querida, lo recuerdo,
eras como un tambor enloquecido
golpeando sin piedad, llamando a la muerte.

Mi amor fue todo lo que pude con mi canto.

Hoy ensayo para ti, acústica serpiente enamorada,
una voz gutural, ardiente, una voz poco común:

le di, le di con un martillo
le di, con intención de darle.

Apreté su cabeza, su corazón,
sus ilusiones entre palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

domingo, 3 de julio de 2011

LA CALESITA JUEGO PARA NIÑOS

Recorrer las calles de mi barrio
sueltas las amarras de mi niñez
no es mi oficio.

Camino con los hombres hasta cansarlos
de tanto hablar de la ciudad
que cada día descubro
en mi amada tímida y de la provincia
en mis amigos
que se toman sus vinos y sus mujeres.
En la capacidad de la tierra.

Salto, desato el corazón
y empecinadamente invento
gestos y palabras para el amor
como los pescadores del pueblo de mi padre
redes y barcas para la pesca.

Padre ya no tiene su juventud en casa.
Su pueblo y las mujeres de su pueblo
se han perdido en Buenos Aires.

Esta ciudad que conozco no es un juego para niños.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966