miércoles, 30 de diciembre de 2009
Televisión Grupo Cero. Los poderosos preguntan, martes 29 de diciembre de 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
Poesía y tango. Miguel Oscar Menassa y Cristina Pérsico.
+
Poesía y tango
(1/2)
(2/2)
sábado, 5 de diciembre de 2009
Menassa en Buenos Aires. Viernes, 4 de diciembre de 2009 en la Biblioteca Nacional
jueves, 3 de diciembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
viernes, 30 de octubre de 2009
"La ley de extranjería" de Miguel Oscar Menassa
2001
Ahora a crecer, que quiere decir:
entrenarse con voluntad fecunda
para poder dentro de unos años
saber vivir, amar en otro mundo.
Ahora a crecer,
a desviar nuestros principios,
a encarcelar nuestras pasiones,
hacerlas llevaderas y si un día,
siento una pulsación extraña
que al liberarme me condena,
diré que no, mil veces no.
Ahora a crecer,
a comprender el valor del dinero.
El dinero puede, cuando quiere,
de un solo golpe,
aniquilar toda virtud,
preñar la nada,
embellecer con flores el desierto
y hacer del hombre y de la piedra
dos amantes perfectos.
Ahora a crecer,
a dejarse llevar por el contrato.
Conocer a fondo nuestros sentimientos
para abandonarlos.
No poner nunca de excusa,
en el trabajo, un amor,
porque me quitarán el amor
y no me darán ningún dinero.
Ahora a crecer,
que quiere decir ahora a descansar.
No me fue posible encontrar nada en ningún sitio
ni amores, ni ventajas, ni pan, ni soledad
por eso me condeno a escribir un poema.
Un poema de un hombre
que ya lo tuvo todo
y desea soñar.
Un poema de un hombre
que sueña todo el día
pero no puede amar.
O la historia de un hombre
que trabajando duro 20 años
pudo al fin veranear.
O aquel hombre que amaba
sólo a su madre y que tuvo
un trágico accidente en el mar.
Hombres valientes,
hombres de acero firme,
combatientes,
en las calles de la ciudad,
todos contra todos.
Yo soy un hombre
y escribo con violencia.
A veces termino sabiendo
cosas que nunca viví.
Otras, me doy cuenta, vivo vidas
que nunca imaginé.
Soy elegante y voy vestido de palabras,
al mismo tiempo deseo y me desean
y eso me da coraje para seguir en el poema.
Me hacen sentir que escribo para el mundo.
Digo violeta, pongo violeta aquí
y el horizonte se tiñe de violencia.
Digo violencia, pongo violencia aquí
y un hombre arranca sus genitales
y los ofrece a Dios.
O bien, una mujer le dice al hombre,
¡mátame! por favor,
y él la mata con cierto nerviosismo
y la mujer, complacida,
goza mientras se muere.
Al hombre
lo meten en la cárcel 30 años
y cuando lo liberan
una luz lo enceguece
y muere atropellado y ciego
por un niño andando en bicicleta.
Un hombre, una mujer chocan en la vida
y se llevan por delante como bestias
y se sonríen, cálidamente y se abrazan
antes de caer.
Ese abrazarse, mutuamente, los salva.
Después sus vidas se llenan de papeles,
papeles de nacer, de haber nacido
en un país, un pueblo.
Papeles que confirmen
que padre y madre hicieron el amor.
Papeles que me digan
que soy un hombre aquí.
Aquí, en este papel, se dice claramente
que este hombre que soy
nació de humanos seres
y el papel asegura,
con la fuerza de la palabra escrita,
que en el momento de la foto,
este hombre que soy, estaba vivo.
Vengan a mí, que tengo para daros nada.
Nada de nada tiene el extranjero, nada
y, sin embargo, tiene un verso en los ojos:
Rueda la vida, rueda y, también, se detiene.
Aquí están, mi vida, mis hijos, mi dinero
mi trabajo futuro, todos mis amores.
Al menos dadme un papel que diga:
El extranjero Juan no tiene nada,
todo lo dio por un papel.
No tengo nada, ni dignidad me queda,
al menos un papel que diga que he vivido.
Éste fue Juan, nació de padre y madre
fue, exactamente, un hombre
pero vivía como un perro, sin amor y sin dueño.
Al morir, también, le fracasaron los papeles
y nadie se dio cuenta de su muerte.
”No estaba”, “no venía”, “lo habrían contratado”
pero nadie podía pensar que había muerto.
Papeles, dadme papeles,
soy la mujer del valle donde la radiación
se comía, vorazmente, a los pájaros,
tengo en mi cuerpo marcas de la explosión.
Los salvajes carros de la guerra al alba
atravesaron nuestro cuerpo.
Ni alma nos dejaron.
Fuimos quemadas vivas y, sin embargo,
en mi cuerpo aún brilla,
la caricia del amado al partir.
Tengo los labios rotos por la sal de la vida
y, sin embargo, cuando vuelve,
dulce es el beso del amado
aunque vuelva a partir.
Cristos y deidades al pasar por mi pueblo
no encontraban consuelo al ver lo que pasaba.
Caín, el asesino, estaba vivo
y Abel de sueños era, inalcanzable.
En mi pueblo se violaban las vírgenes
para no contraer enfermedad
y ataban a los niños de la cintura para abajo
para que no pudieran, los pobres, caminar.
Y cuando no había pan o carne o gasolina
se mataba algún pobre, alguna puta.
Y hubo noches, en mi pueblo: la tierra,
que se llamaron las noches de las bombas
donde nos acostábamos uno encima del otro
para que los de abajo no murieran.
Y después hubo horrores que se olvidan,
horrores donde toda la culpa
la tenía Dios.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Al sur de Europa”
jueves, 29 de octubre de 2009
Soy un pájaro que vuela por volar, no padezco de hambre. Rompamos con el misterio cristiano, seamos un grupo
14 de enero de 1978, Madrid
Los días transcurren unos tras otros como siempre.
La vida pasa.
Me cuesta escribir esta carta, que he comenzado a escribirte hace unos días.
En realidad me siento interrumpido
una llamada telefónica
una carta tuya, donde haces las preguntas sobre el nuevo orden,
interrumpieron mi escritura.
Interrupción que quiere decir que nunca más,
podré decirte aquello que comencé a decirte el 7-8 de enero.
Me preguntas acerca de la posición de la Topología y su importancia
en el proyecto Cero, y sabiendo que la respuesta no se trata de lo mismo,
contesto:
a) El prestigio lo tiene quien se lo gana,
lo que no quiere decir que nos interese especialmente el prestigio.
b) El encuentro con la verdad hizo incierto todo discurso.
c) Vivir 200 años es más fácil que ser inmortales. Preferimos vivir 200 años, y todo por elegir lo más fácil.
d) La topología y el sexo tienen algo que ver con nuestro movimiento
y teniendo en cuenta que hoy el sexo no corre más,
pienso que para sobrevivir,
la topología
deberá desprenderse de sus trabas sexuales.
e) Lacan no va más.
f) La topología y la lingüística estructural me parecen los mejores y a la vez,
los únicos instrumentos de la escuela lacaniana de París, o de donde sea,
tener una simple noción de ellas, bastaría.
g) Sabemos que Lacan es un filósofo,
no vemos entonces
por qué combatirlo a él,
precisamente con topología,
un instrumento para filosofar.
Sería conveniente saber que únicamente una ciencia, podrá dar cuenta no sólo de la ideología sino también de la filosofía.
Esa ciencia no existe.
Existen los pormenores de un hallazgo,
los destellos de un grupo de hombres jóvenes,
frente al ser de la creación.
Existen algunas nociones,
quiero decir un campo fértil,
y como todo campo fértil no basta abusar de él para que rinda más.
Darnos nuestro tiempo sería conveniente.
h) No quiero olvidarme que hablábamos de la topología y su importancia,
bien, lo digo,
de capital importancia,
fue para nosotros oscuridad y luz,
emblema por emblema,
arte por arte,
y como todos sabemos,
perdió la lingüística.
Lacan entre tanto da su último seminario “tiempo de concluir”,
después me imagino que sobre la carroña advendrán los buitres.
No quiero ser buitre de ninguna carroña.
Soy un pájaro que vuela por volar,
no padezco de hambre.
En tanto voy volando,
miro el mundo y veo,
porque de ver se trata,
que todo el mundo occidental, todo él, y nosotros en él,
está sumergido aún,
en el diluvio universal cristiano,
ya que dos ejemplares de cada animal son suficiente para todo.
Rompamos con el misterio cristiano,
seamos un grupo.
Que todo valga,
tengamos en cuenta que las puntas se rompen antes,
no pongamos más a un hombre en la tonta encrucijada de tener que elegir.
Que todo sea.
La escritura sólo tiene una función,
desrealizar,
y lo que no se puede en un año se podrá en cien.
Del ser por ahora tenemos un bosquejo,
todavía nos faltan los colores.
Ser nos llevará como tú dices 20 maravillosos años,
para nuestra manera de vivir varias vidas.
Espero que seamos humanos,
por ahora un plan para vivir.
Del poder, me gustaría hablar dentro de 15 años.
Las noches transcurren,
como transcurren los días,
y ese transcurrir es maravilloso.
Entre el café y los humos recordamos tu nombre tu figura,
mis familiares murmuran por la casa la importancia de nuestra relación,
dejan caer de vez en cuando,
alguna imaginería del pasado,
siempre una sana emoción para el corazón.
Cuando suceden estas cosas,
estoy absolutamente seguro que entre nosotros no habrá enfermedades del corazón,
y me pregunto qué es lo que sostiene esta grave afrenta,
contra la medicina y su filosofía de sostén:
¿acaso la inmediatez de un gesto amoroso?
¿acaso la relatividad de una ciencia?
o peor aún
¿acaso la inteligencia de unos cuantos hombres?
Yo por mi parte,
soy un grupo,
deseo conversar con todos,
una larga conversación,
un hecho humano notable.
Un punto definitivo en la historia.
Eso sí,
sin apuros,
prefiero que no haya más acciones heroicas.
Los kamikazi
fueron en última instancia,
los primeros síntomas,
de la explosión atómica,
no hagamos tonterías.
Estar solos en el cumplimiento de una función,
tiene por lo tanto,
que resultarnos antiguo.
La soledad siempre es un intento,
para destruir mejor,
sin testigos,
sin voces humanas a nuestro alrededor.
Lujuria del despedazamiento hasta lo último,
y si se tratara de gozar,
del ejercicio ético,
diría que la soledad en cualquiera de sus modalidades,
es mala.
Genera envidia,
ansias de destruir lo que me ilusiona como completo,
y que siempre está fuera de mí,
en los otros.
Vivir así,
os lo aseguro,
es imposible.
Y yo querido,
ya he pagado mi boleto,
podría sacrificar mi nombre,
exijo mi viaje de placer.
Un viaje alrededor del mundo y sus historias,
sin ataduras,
sin preconceptos,
quiero decir,
una nueva visión.
En esa nueva visión tendrá que entrar, como mínimo,
todo aquello,
que sirvió como excusa a nuestra pasión los últimos 10 años.
Desde la poesía,
hasta la ciencia.
Desde la paz,
hasta la guerra,
desde los viejos textos de Freud y Marx,
hasta la fresca juventud,
de nuestros escritos.
Desde la poesía de nuestras mujeres,
hasta el más pequeño acto de nuestra vida cotidiana.
Para empezar diré que la ciencia es,
tan importante como cada uno de nosotros,
(y sé que comenzar de esta manera
puede llegar a ser una ambigüedad de mi retórica)
Que cada uno de nosotros es tan importante como el último dibujo.
Que a su vez es tan importante como las conversaciones
y que todo esto,
es tan importante como pintar,
y todo tan importante como la misma muerte,
y nuestras risas a veces tan importantes como todo.
Las cerámicas tan importantes como Gardel
y tan importante a su vez,
como cada hecho social de nuestros cuerpos contra nuestros cuerpos,
es decir,
toda la filosofía de nuestra vida pequeña,
tiene que quedar incluida en la nueva visión.
Nuestro cantor y sus canciones y complicados pensamientos de Einstein,
serán nuestro regocijo y nuestra calma.
La pintura,
ese pasaje necesario,
para un gran cine, que viva entre nosotros.
En cuanto a la poesía,
ella misma,
ya ha dado,
suficiente cuenta de su poder,
dejémosla nacer en paz.
El psicoanálisis,
y voy a decirlo aunque quede mal,
es para muchos de nosotros parte de nuestra vida,
un descubrimiento de nuestra juventud,
como el amor,
como la poesía,
y después me pregunto ¿qué otra cosa descubrimos de jóvenes?
Y nada más
y toda la pasión quedó ligada a estas palabras.
Después fuimos adultos,
a la pasión le fuimos agregando sabiduría,
la estúpida conciencia de saber
y nos llenamos,
la cabeza y el alma de palabras
y eso,
no estuvo mal,
pero privilegiar una palabra sobre otra es muy difícil, tan difícil
como concentrarse,
en estos tiempos,
en un solo punto.
Tan difícil,
como amar,
en estos tiempos,
a un solo dios.
Si alguien te pregunta como me va,
dile,
que me va bien,
que estoy contento,
que no me atrevo a decirlo en voz alta,
soy feliz.
Un tipo con la sangre siempre revuelta y feliz,
soy quiero decirte,
como una paradoja,
un hecho social evaluable,
el prototipo de una pasión,
del alma,
un emblema para cualquier locura,
una partícula de luz,
cuando miro,
me incluyo en la mirada.
Querido,
desearía no abrumarte,
mejor dicho,
desearía entretenerte con estos raros pensamientos acerca de nosotros,
desearía crearte un ardiente deseo.
Conversar,
conversar,
hasta desarreglarlo todo.
Construir una conversación que sirva a todos por igual
también a nosotros.
Algo así como una verdad de la verdad.
Una conversación al rojo vivo,
entre amigos.
Porque para repartirse el mundo,
se hacen necesarios,
ciertos menesteres:
Evaluar las fuerzas,
o bien,
acariciar el poder,
ser,
el gran solitario,
el único entre todos,
virgen y madre.
Amante de la inteligencia y la musculatura a flor de piel,
un poderoso dios cristiano,
ya que para llegar a él se debe morir,
quiero decir,
un gran solitario,
el gran masturbador.
Un gran maricón,
un indeciso crónico,
un pobre padre alterado por el poder.
En definitiva,
un padre holgazán,
que espera,
la muerte de su hijo en los cielos.
Quiero construir un padre que sepa cuales son nuestros derechos,
ya que la disciplina,
como sabemos,
viene sola.
Quiero construir un hijo que sepa cuales son nuestras obligaciones
ya que el amor,
como sabemos,
viene solo.
Nada de pinceladas grises a nuestro cielo,
quiero,
un febrero histórico,
caliente,
aquí en Europa,
un febrero del sur.
Debemos fabricar un No consistente.
Definitivo.
NO AL SUICIDIO
(todo suicida dentro del Grupo Cero será considerado,
como narciso,
que no pudo abrazarse a sus hermanos y murió.
Queda claro,
que ni antes ni después de muertos,
pertenecen al grupo)
NO A LA CARENCIA
(todo carente,
quiero decir cada uno de nosotros,
deberá poco a poco,
ir perdiendo la pretensión de ser felicitado públicamente,
con diploma de honor,
cada vez que fracasamos en una acción social,
quiero decir en una acción con el otro.
Aceptar ciertas limitaciones,
será una mutilación,
tal vez necesaria,
y de ninguna manera ningún triunfo jubiloso sobre nada.
Carecer no es malo,
pero tampoco bueno.
NO A LAS INSTITUCIONES,
de ningún tipo,
basta de hechos mediocres en nuestra vida.
El escalafón no corre más,
de golpe puede el que ayer no podía.
Dejemos poder a los que pueden,
el resto,
que haga crucigramas,
que manche con su sangre,
y con su carne humana,
el diccionario.
Que vaya tranquilamente reconociendo sus propios deseos,
que se entretenga conversando con dios,
hasta poder.
Un día,
te golpea un viento huracanado en la frente y eres el mejor,
y esto,
convengamos,
le puede ocurrir a cualquiera.
Ser los mejores,
por lo tanto,
no sirve para nada.
Seamos otra cosa.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”
domingo, 25 de octubre de 2009
Posiblemente una poética. 1978
Querido:
Giros de viento, o bien, ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte, desviaron nuestro destino.
Somos, desde hace dos años, extranjeros a todo.
Iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra mirada, aquel calor, ardiente en nuestros ojos, cuando vivíamos en una tierra, cuyos olores en plena primavera, olían, el olor de nuestro cuerpo.
Éramos, antes de la catástrofe, antes del estallido en mil fragmentos, personas normales. Médicos, amantes de la libertad. Escritores, amantes de la libertad.
En fin, en general, éramos sórdidos amantes de la libertad. Señoras y señores, padres e hijos de familia y teníamos un porvenir asegurado.
Un poco de locura, nos decíamos, a nadie le hace mal. Y nos encerrábamos en grandes alcobas solitarias, para decirnos que la locura era contagiosa y nos reíamos y buscábamos el sol, entre las piernas de nuestras mujeres, y éramos felices. Y mientras éramos felices nos dimos cuenta de que buscar el sol, era para encontrarse empecinadamente con la noche.
Amar el sol era también amar la terquedad de su dialéctica. Aparecer y desaparecer. Encuentros luminosos para, después, sumergirse cada vez más profundamente en el vacío de la noche.
Alguna ausencia inesperada, algún cuerpo pudriéndose repentinamente bajo el sol, marcaban el paso de los años.
De decepción en decepción, nos fueron enseñando que nada teníamos. ¿Para qué hablar? entonces nos decían, ¿para qué pedir?
Y nos fueron encerrando en nuestro propio cuerpo, y en nuestro propio cuerpo fueron marcando a fuego sus tablas de la ley y sujetados por la increíble ilusión de no morir, casi nos matan.
Un fuerte y helado silbido nocturno, para siempre. Una incuestionable noche sin fin. Una detención brusca y mortal -insostenible para nuestro cuerpo-, en manos donde habíamos entregado nuestra vida, para no morir.
Ser esclavos, quedaba claro, no era suficiente. Y, entonces, fue el temblor, un temblor cósmico, más allá de nuestra razón, más allá de nuestra locura.
Más allá de todas las palabras pronunciadas y, sin saber qué hacer, temblorosos entre los escombros, nos tocó zarpar.
Y zarpar fue estallar en mil fragmentos de oro líquido por el mundo.
Y zarpar fue no poder volver nunca al mismo sitio, no poder volver nunca al mismo tiempo.
Si algo buscamos, buscamos todo lo que nos falta, no sólo el inconsciente. No sólo los tibios perfumes de nuestra infancia. No sólo el aleteo fugaz de un deseo prohibido. Queremos tener, entre nosotros, toda nuestra vida.
Un cuerpo hecho a los avatares de los destinos, una palabra, más cerca de la sangre que de las palabras.
Entre nosotros, queremos tener -como la flor azteca creciendo en el desierto, como una incierta luz, en plena oscuridad- algunos versos inolvidables.
Sabemos, sin embargo, que vivir siempre es un proyecto delirante.
Todo está bien y todo está mal.
La mujer, el hombre, debate su ser entre las pocas palabras que conoce.
Una especie de pequeña oración en medio del tumulto. Un pequeño dios a punto de morir, contra la inmensidad de las partículas atómicas, creciendo por doquier.
El sangrante búfalo de plata a punto de extinguirse, última manada de luz, al borde del fusilamiento. Al borde propio de pronunciar sus primeras palabras: Estamos. Fuimos lo que muere del hombre. La soledad.
Y un resumen es, también, un pacto con alguien. Una reconciliación de la letra con la política.
Yo es cero, no tiene explicación. No se puede reducir a nada que termine. Tampoco, al universo. Candado de apertura, yo es cero, es puesta en escena de lo que recién comienza.
Estamos en la época del temblor. El que habla tiene una prenda. El que escribe es un solitario.
Estamos en una edad, donde lo verdadero se confunde con la acción, el resto, por ahora, debemos saberlo, psicoterapias para las almas inexpertas, para los que aún, sin quererlo, y como soportando una desgracia, sostienen la ideología dominante.
La Gran Ideología, la que viene impresa en las proteínas de la leche.
Y acción querrá decir, entonces, transformación radiante, verificable en el campo de las relaciones sociales, donde, ya dijimos, se desarrolla la ética de los poderosos.
En cuanto al psicoanálisis, al marxismo, a la poesía, decimos que son, sólo, instrumentos de conocimiento. Entre nosotros, no es preciso que se salve nadie.
Los fusiles, las religiones, la pobreza, son patrimonio de una dialéctica asesina. Donde lo que se legaliza es la esclavitud y la pena de muerte.
Y un amor, codificado en el terreno de la fidelidad y la seguridad, hablan, claramente, de los efectos sobre el hombre de una dialéctica, que no acepta, ni aún en sus transformaciones, la existencia de más de dos términos. Donde uno tiene el don y, el otro, el deseo.
Una teoría construida por indígenas frente al descubrimiento de la posibilidad especular.
Una religión construida sobre el miedo a la muerte da, como resultado, una sociedad esclavista, donde el goce tiene que ver siempre con la muerte, porque el deseo lo tiene el que no sabe, el que no tiene, el que no duda, en fin, el deseo lo tiene un perfecto idiota, condenado a muerte.
Donde el saber tiene que ver con el poder ya que, el que puede, por poder, no desea y sabe.
Como vemos, una teoría del dolor, en todas direcciones.
Nos oponemos a todo. La nada, también queda cuestionada.
De las drogas aceptamos, todavía, algunos de sus usos médicos. En general, las drogas, prometen una resolución por vías más rápidas que las habituales. Y si bien es cierto que lo habitual no tiene porqué ser modelo de vida, también es cierto, que no se conoce ninguna droga que haya solucionado el problema del tiempo.
Decimos que cualquier droga, también el alcohol, cuando trata de ser más que una escaramuza del saber, se esteriliza, se pudre, exactamente igual que la mujer amada muerta entre los brazos.
La necrofilia queda prohibida en todos los casos. Y de la sexualidad actual pensamos, que está organizada sobre los pilares de la oferta y la demanda.
Heterosexualidad y homosexualidad son, claramente, formas de una dialéctica, donde lo femenino y lo masculino (en última instancia dos organizaciones sindicales) rigen el destino de la humanidad.
El amor, como vemos, no existe. Por ahora existen las reivindicaciones. Al hombre, a la mujer, aún no le ocurre nada.
Hoy cumplo 38 años y, al cumplir 38 años, lo único que veo claramente es, cómo la gente se mata por doquier.
Tomar una posición, desde hace unos siglos a esta parte, es decidir a quién se va a matar, o bien, si uno es un simple ciudadano, decidir en manos de quién se va a morir.
Un mundo perverso, insisto, donde todo tiene que ver con la muerte. Por ahora, no quiero tomar ninguna decisión. Matar o morir, dos formas de vida, que tampoco me interesan.
38 años, y pongo nuevamente mi vida en cuestión.
¿Cómo quiero vivir? ¿Qué es vivir?
Y así voy por la vida, sintiendo que no quiero ser un borracho, y no quiero ser un drogadicto, y no quiero ser un científico, y no quiero ser un poeta, y hombre y mujer me parecen demasiado poco para el hombre. Y las familias monogámicas me dan asco y los putos también.
Defender, en general, no defiendo a nadie.
La religión se hunde entre cuantiosas cifras. Las matemáticas desbordan su posibilidad de transformación de lo real, con el paso de los años serán un dogma.
El sol se extingue. La energía atómica escapa a todos los controles. Hiroshima se olvida. Rusia retrocede. Y los famosos tigres de papel están a punto de comerse parte del arroz.
La humanidad toma un rumbo desconcertante, y eso me desborda.
Querer, quisiera llevarme bien con alguien y, sin embargo, escribo que el vaivén de la intersubjetividad es demasiado familiar para el gran mundo.
Eso me parece.
Prefiero confiar en mi fuerza de trabajo y, sin embargo, mi escritura es sanguínea, vital, difícil de vender.
La literatura no me interesa y la vida no sé bien lo que es.
A veces, pienso: la vida todavía no ha comenzado.
Ser una brisa o bien, ser una ráfaga son, por ahora, las tan naturales ambiciones de cualquier pasión.
El hombre se debate, quiere ser y no puede. Puede y, cuando puede, ya no le interesa.
Los ojos, la boca, el ano, un alma abierta, o bien, un corazón cerrado son, todavía, los límites de dicha imposibilidad.
Agujeros demasiado pequeños para que el hombre caiga por ellos en el ser.
Agujeros demasiado pequeños para que, por ellos, entre la humanidad en el hombre.
Sangre y vergüenzas, leches marinas, pechos turbulentos para las bocas más sedientas, opulento semen ascendiendo por las nacaradas paredes de tu celda son, todavía, tan sólo onomatopeyas de lo humano.
Un intento, vano como otros, de capturar, con el nombre, lo nombrado.
Mi tiempo no responde a ninguna cronología. Mi tiempo, más que transcurrir, estalla.
Más que transcurrir lentamente, mostrándole al pequeño hombrecito, que la vida pasa, el tiempo es, un invento de la crueldad del hombre, contra sus propios sueños.
Un límite preciso: la noche. Un comienzo seguro: la mañana.
Como si el tiempo fuera una figura que puede dividirse. Una forma posible, y no vendavales y nieves oscuras, hambre y cólera, donde su esencia es siempre lo que fui.
La realidad es sólo lo que digo, y el tiempo, una manera de seguir creyendo que la realidad estaba allí, esperándome -precisamente a mí- desde ayer.
La imaginería del hombre no tiene límites. Su locura es infinita.
Es capaz de creer que los secretos se guardan en el corazón.
Es capaz de creer que la verdad es más de lo que es: Instante, en la producción de cualquier obra, de cualquier amor.
Tiempo de locos, este tiempo, donde ni yo existo.
Álgebra marina, álgebras y vientos del mar, y pequeñas historias. Pequeñas y misteriosas historias, entre las que se oculta la cifra secreta de mi ser.
Mientras escribo, siempre me acosa la misma preocupación: escribir algo que se entienda.
Me miro y se me nota. Soy exactamente una encrucijada. Un tironeamiento visceral, contra otro tironeamiento visceral. En la misma mirada, dos odios, dos amores.
En el mismo fuego, dos llamaradas, dos cenizas.
Cuando la sangre acontecía, era contra la propia sangre. Tan roja una como otra. Turbulentas manos, con un esfuerzo comparable a morir, desarticulan el mecanismo:
El número dos no existe, es siempre, un desdoblamiento de la imagen.
¿Escribir es parte de la farsa o escribir es mi superioridad, mi hombría?
Al borde del descuartizamiento,un hombre debería gritar, pidiendo socorro,un hombre debería gritar, pidiendoun hombre debería gritar,un hombre deberíaun hombre
Y, sin embargo, un hombre también es: una caída estrepitosa, un amante de su propia masacre, un exquisito recuerdo de sus desgarramientos. Una historia que se viene repitiendo desde siglos.
Encuentros desesperados, no tengo más, en general, no tengo encuentros. Todo estalla. Todo es sublime.
El cuerpo y la palabra, así escritos son, debemos saber, bordes de una dialéctica.
Y en esa endemoniada lucha, entre la existencia y la esencia, siempre triunfa: La realidad. La verdad. El síntoma.
Hombres, mujeres, encaprichados, en las famosas y viejas relaciones, entre libres y esclavos. A mí, me gustaría comenzar todo de cero. Frente a ese vacío. Frente a esa imposibilidad. Humos y barbarie. Y una lenta tarde, donde todo transcurra como si fuera poco, como si fuera lejano su transcurrir.
Brisa marina, arcángel de la noche. Toco su boca, perfume y violencia entre las tinieblas.
Desencadeno en mi ser, los ritos del amor. Vendimia seca. Florezco entre tus jugos.
Entretejo mi vida entre tus helechos. Ancla y mar, tus olores, tus peces abiertos y desordenados.
Ojo de bestia. Vaca. Vaca de la soledad.
A veces pienso que lo mejor es, beberse salvajemente los néctares.
A veces pienso que lo mejor es, comerse salvajemente los frutos.
Tengo conmigo, lo sé, frutos y néctares, para comerme y beberme salvajemente. Y, sin embargo, escribir siempre es, una alegría para el corazón.
Emerger de las sombras, emerger de las sombras del mar. Canguro acuático.
Horas de una vida siempre desesperada y viva. Pequeñas palabras, irán haciendo el mundo. Tercos galopes, irán cubriendo las distancias. Entre bellezas marinas rasgo tu piel, escenifico mi vida, en los contornos de tu ritmo, te detecto imprecisa, entre las leves hojas de papel.
Al viento. Al tiempo. A la poesía.
Tenaz entre tus muertos, loca y viva, iridiscente ojo molecular, llama de amor, la poesía, tenaz, álgebra purificadora, ardiente antiséptico contra los pequeños animalitos del bosque.
Nervio nocturno y luz, músculos y masacre, carnes, vendimias de la carne, la poesía, en el futuro, contra lo que pueda oler a podrido.
Al viento. Al tiempo. A la poesía.
Rosas ambarinas y, también, rosas de colores comunes y espinas de rosas sanguíneas y carnosas. Y también espinas salvajes de una perfumada rosa blanca, -como alguna vez ocurrió- antiguas y delicadas, espinas del amor. Corona de espinas enamoradas sobre la cabeza del pequeño niño dicelotodo.
El poeta, fiel y empecinado corruptor del sentido. Soldado de lo inevitable. Sombra expectante sobre todo. El poeta, pequeño niño, no se sostiene sobre sus piernas. No sabe lo que quiere. Es arrastrado por el afán social que pesa sobre él de denunciarlo todo. Y en cada denuncia, en cada encuentro con la verdad, es todos, vale decir, ninguno.
Su ser, escandaloso y solitario a la vez, vaga sin saber. Hilo de agua, tenue y vivaz entre las montañas, horadando las piedras.
El poeta, una vejez y su vértigo. Una juventud y su decadencia. Siempre un punto fijo, una detención sublime, para que el mundo gire por un instante, enloquecido, a su alrededor. El poeta añora la libertad.
Hay días en que quiere morir. El brutal encadenamiento sólo le permite, pequeños y, por qué no decirlo, reglamentados movimientos. Entre la poesía, diosa indiscutible, o bien, serpiente única capaz de ahogar mil páginas en un verso. Metáfora ardiente de todo lo vivido. Y el límite que impone lo social; sumergirse, entre las máquinas y sus desperdicios.
Hombres de plástico. Gobernantes perversos. Niños asesinados a patadas antes de nacer. Pequeños navíos de la alegría, hundidos antes de zarpar. Y sumergirse, en toda la inmundicia que transcurre en las cloacas y, también, en los blancos hospitales, en los dormitorios mejor arreglados, y en el lento transcurrir de las horas.
En la serena tarde donde un crimen se hace pedazos contra el sol. En los baños, en los baños públicos donde el olor es lo que finalmente mata, o bien, en los baños de las iglesias donde la purificación cobra sus víctimas.
Y las inmundicias transcurren sobre todas las cosas humanas.
Y el poeta transcurre sobre todas las inmundicias. Pequeño niño dicelotodo, transcurre entre la mierda sublime de los grandes dioses, o bien, tenues cagaditas de algún ave de paso.
Y lo social, decíamos, y el contenido arrasando con las formas. Y las formas deteniendo en su precisión, en su perfecto mecanismo de relojería, los gritos deformes del hombre.
Meter en una jaula su propio corazón desesperado. Fijar, como se fijan después de muertos, los órganos podridos. Silenciar, para siempre, las inquietantes imprecisiones del amor.
El amor, alegría y blasfemias, pequeños dioses impotentes, luchando vanamente contra demonios, siempre invencibles, cuando se trata del amor.
Fuego y luz.
Apocalípticos demonios de la sangre, donde la palabra pierde su poderío.
Demonios enloquecidos por el hambre, devoran, pequeños dioses preocupados en cuidar las formas.
Y todo es estallido, cuando la magia nos acompaña hasta los confines del miedo.
Bajo el sol, contra el sol, o bien, un sol saliendo de mi pecho, o multicolores soles acuáticos y jóvenes y arrogantes soles, precisamente a causa de esa juventud.
Y un sol, pequeño y fulgurante entre mis labios. Incendio. Luz. Fuego entre los fuegos. Vertiente incontenible de calor.
Cien mil grados, derritiendo a los pequeños dioses de la moral.
En mi cuerpo, fríos metales caen. Heladas nocturnas detienen por un instante, su filo mortal.
El silencio se parte y los espejos, no pueden reflejar tanta luz.
Desierto y sed, y los últimos barrotes de la cárcel -tu propia mirada-, ceden, frente a lo que ya no se puede nombrar: ha pasado el amor.
Yo también soy un hombre. Dejo que el resto lo vaya produciendo, una infinita conversación entre todos.
Blancos y corpulentos caballos, sobre verdes praderas, corriendo alegremente, casi sin darse cuenta, contra el viento.
Nunca un ser humano me hizo verdaderamente mal. Estoy agradecido. Estoy contento.
Soy, un perfecto idiota entre la espesa niebla.
Mis ideas, ya no necesitan, ni siquiera de mí.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”
jueves, 22 de octubre de 2009
LA CARNE NO EXISTE Y SIN EMBARGO YO PREFERIRÍA QUE SE GARCHARA MÁS
27 de noviembre de 1977, Madrid
Querido:
Estoy mal,
y mientras estoy mal,
escucho tangos.
El tango me hace bien,
es una manera de vivir.
Cuando uno es médico,
todo termina,
todo tiene fin.
Los pacientes,
tarde o temprano mueren o se van de alta.
Nadie puede con el producto de su propio trabajo,
el psicoanalista tampoco.
De lo único que nos podemos apropiar en esta sociedad,
es del producto del trabajo de los otros.
La sociedad ofrece para calmar los nervios,
ser burgués.
Decir,
debemos decir basta.
Nadie ha de morir.
Crecer,
esta vez tendrá que crecer todo el mundo.
Yo también.
De lo individual a lo social hay solo un paso,
transformarse de animales en hombres,
hagamos la prueba.
Yo también quiero confesarme:
Tengo visiones.
La carne no existe,
y sin embargo,
yo preferiría que se garchara más.
El ser, es para el significante,
estamos de acuerdo,
pero pretender que los niños hablen antes de cumplir un año,
y que se separen de la famosa madre fálica,
exactamente,
a los seis meses y un día,
me parece,
una exageración del método.
Que el psicoanálisis sea interminable, me parece casi correcto,
lo que no me parece, es que de esto se desprenda,
la inmortalidad de los pacientes.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del líder”
viernes, 16 de octubre de 2009
Miguel Oscar Menassa. Obra Poética Casitotal [1961-2011]
LA CIUDAD SE CANSA, 1.963
NOSOTROS DOS ÉRAMOS TODO EL MAR
En verdad jugábamos
en el mar
en la tierra
algunos días en nosotros
Eran necesidades innegables
las playas
la gente desnudándose detrás de las carpas
anticipándonos una extraña piel
más suave que el delirio de la tierra
o el presentimiento de un país libre.
El baile de arena comenzaba
los hombres corrían alegremente
sobre el mar
dejando las caricias de sus risas
en tu cuerpo
en la extraña sumisión de las olas
frente a tus pies
en el atlántico de tus ojos
que luego compartíamos
entre piedras lisas
cayendo de cualquier manera a la noche
a todos los hombres
que habían jugado por tu vida
con el amor
con la juventud de la tierra
con la severidad del mar.
ALGUNAS DE ELLAS
Ellas de vestirán livianamente para apurar la tarde
se despeinarán
encenderán cigarrillos en nuestra pieza
leerán por primera o segunda vez
nuestro nombre impreso en papel ilustración
Se quedarán esa tarde y la siguiente
hasta que tengamos que salir como las putas
a la calle
a cambiar de pensión y de familia.
TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE
I
El campo siega los corazones jóvenes
y éstos ya no se parecen a las garzas
o a los patos volviendo de la laguna
mojados y despreocupados del frío de la tarde.
Tú eras libre y pequeña en la provincia
antes de la ciudad
solías descorrer las tranqueras
que detenían las ovejas
para verlas trotar
por los callejones de tierra.
Solías aprovechar tu día
viendo el crecimiento vertiginoso de los trigos
Las manzanas por detrás de la casa.
La ciudad es melancólica y familiar
pero en el campo de mi corazón
ríes y saltas por entre los tabiques
hasta reventar de alegría.
Morir en la sangre de mi corazón.
He caminado y violado en los alrededores de tu piel mi
[juventud
deteniendo y deteniendo
el hilo de tu virginidad.
He corrido como los caballos de tu infancia
que te excitaban y temías
para llegar un poco antes
en el mismo momento al límite de la noche
por no haber creído
en el crecimiento de las flores de tu pueblo.
Ahora vuelvo mi rostro y las oraciones de mi niñez hacia ti
para convencerte de la soledad de los hombres
Puedo agitar las banderas de las discordias y la cordialidad
para vencer tus años de padre y madre
venidos de un país extranjero o de la provincia.
Hemos estado juntos en la ciudad
tan cerca de mi oficio como de la maldad
tan cerca de mi oficio como del amor
y sin embargo ahora
adiós querido mío estoy cansada
te descubro
me ahogan la habitaciones de tu casa
debajo de las casas
y tú no eres el misterio ni el alga ni el junco
que turba o desborda la soledad.
Me ahogan tus diálogos con el viento
y las conversaciones desenfadadas y violentas.
TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE
II
El musgo crecía en las piedras
de la orilla del río de tu pueblo
y el deseo en tu corazón.
Tus piernas te acercaban a la seriedad
y en las tardes de silencio y excitación al río.
Las primeras aguas en llegar a las piedras
también llegaban a tus muslos desnudos
humedeciendo y alegrando
tus maneras del ocio y la ternura.
Las pensiones de la ciudad no son el río
Las mujeres se duermen y se levantan solas
y cuentan o cantan su soledad a la noche
y a los carteles luminosos.
Amada, aquí no hay río que alegre y humedezca tu piel
Aquí en la soledad y el tiempo del invierno
el humo y el olor de los hombres
cubre y desgarra las pieles de las niñas.
Y tú mi amada casi nunca demasiado estupenda y ágil
cubierta y desgarrada por mí
en el comienzo de las frutillas y el verano
no puedes entenderlo.
Entonces mi querido me ahoga tu calor
el poderoso cielo de tus caminos interminables
me ahoga el vagabundo
que nos perteneció de rabia y júbilo en la ciudad
el mismo que gime o ruge cuando se queda solo.
TODOS LOS CUENTOS TERMINAN CON LA VIDA
O CON LA MUERTE
III
Cuando vuelvas por el camino de la tierra
no detendrás tu mano ni ninguna palabra
me recordarás simplemente tendido y esperando
que el viento y la lluvia
mojen o enfríen
ay, tu quieto, tu terco corazón.
No volverás florida
ni empecinadamente revueltos los vestidos
ni nada de alegría
en tu cuerpo de haber estado antes en la ciudad
y antes todavía en el campo.
Mi amada, en esta realidad puñados de oro
saltan y golpean para que el río vuelva.
la soledad no vuelve o no es la misma.
El río no vuelve.
El amor puede quedarse dormido entre las sábanas
o las escaleras del puerto
donde los rufianes con sus amigos y los pescadores
lentamente silban su dolor
porque no viene nadie.
Amada, aquí no hay río que humedezca y alegre tu piel
Aquí la soledad.
UNO DE ELLOS
Todos lo habían visto alguna vez
fumar un cigarrillo
cruzar sus piernas
caer sobre alguna mujer
Hacerse el odio y la violencia para sí.
Caminaba siempre
muy cerca de la tierra.
El comienzo de cualquier estación
y las primeras flores de noviembre
eran su regocijo y su calma.
Lo conocí en el viejo terraplén
ojos de soledad
boca de pobre
hablaba de sus sueños.
PENSAMIENTOS DEL POETA
El hombre libre
no muerde no acaricia
la soledad de los bondadosos
Vuelven los buenos tiempos
ciudad de Dios maldita Buenos Aires
Mujer
Hembra sin cuento
regresa también por el verano
día de fin de año
y este pecho agrandado como el amor
te esperan.
No recuerdo tus ojos perdidos
El calor me ahoga en esta amada tierra
No doy no pido ventajas a tu corazón
desataré mis manos
te esperaré
alondra vida
alondra viento de verano
Esta soledad reventará de vieja.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Miguel Oscar Menassa. Obra Poética Casitotal [1961-2011]
JUEGOS PROHIBIDOS
El mundo es un giro de viento;
abre las puertas detenidas;
yo abro las puertas,
yo soy el mundo.
Hablo a las baldosas
con la lentitud ingenua
de la renovación,
yo me renuevo.
Salto las ventanas viejas
de un barrio pobre
y amo a las muchachas
aún despiertas.
Les dejo el corazón
y luego parto.
Conmigo queda el aliento
que más tarde doy
por las calles de aquí,
por donde caminamos todos
todos los días.
Al llegar a las esquinas frías
me detengo,
miro el cielo:
no es imposible.
Y vuelo entonces sobre esta sonrisa atlética
para cubrir
algunas faltas de amor.
PEQUEÑA HISTORIA
Yo soy
el hombre
que conmueve muchachas
en las mañanas empapadas;
el viento conocido
que desata la vida
de las esposas altas,
deshonestas,
de las hijas adúlteras
de casas como el mar;
la lluvia
que late en el vino
de mis hombres extraños de silencio
de caras como manos.
Soy
el que se queda solo
luego
y humanamente pide compartir
una risa
una copa
un hueco de saliva
MI PADRE SE CANSA
Después del esfuerzo
entrego mi último bostezo a la noche
y duermo.
Me permito luego
recorrer con severidad
hasta la hebra rubia
entretenida
en el primer mosquito de la noche
cubro maliciosamente
mi brazo desnudo
con el beso que deja mi madre
–sorprendida por mi presencia–
en un costado de mi cuerpo.
Y despierto
para aplaudir
alguna proeza de mi padre joven
que bebe junto a mí
una copa de vino
y una muchacha desconocida.
BOINA AZUL
Esta mañana, hurgando
por los techos vacíos y mojados
por los pisos y las maderas de los pisos,
temblando una canción,
he visto a una muchacha.
Caminaba gris, en este cielo gris
con una mano débil, tendida
en los bostezos de los hombres,
para tocar el viento que le negaban.
Ese viento fuerte
que se debatía en sus piernas mojadas
por el último rezongo de la lluvia.
Porque había llovido
y las caderas húmedas de las casas
se movían ligeras hacia el hombre
que conmovió en la mañana gris
a la muchacha que caminaba sola
sobre los techos y los pisos mojados.
ELLA Y EL VIENTO
El viento,
ese trotamundos incansable
que nos toca,
ha llegado hasta mí para traerme
el recuerdo de ti,
de tu voz en el viento,
de tu risa en el viento,
de tu ferocidad detrás del viento.
No es el mismo de las noches compartidas
ni el que levanta las polleras tristes de la tarde
para mostrarnos:
un amor de piernas,
un amor de noches,
un amor.
Es el gran luchador
como tú,
fuerte y frío
como tú
que te lleva
como tú solías llevarme
detrás de un beso
de una caricia prometida.
Él te retiene y te suelta
cuando quiere.
Él es el que repudiándose
te maldice y te ama,
como yo.
ELLA Y LA LLUVIA
La lluvia
libre e interminable
se mete por mi boca abierta de soledad
y te llama y te busca
como si estuvieses dentro mío
aquí, dulce
aquí, intacta.
Y tú
y tu nombre
que sólo puedo pronunciar cuando te toco
bostezan y se acuestan
bajo un cielo de agua que no acarician.
Tú, violable sólo
por el filo astuto de dios
y la sonrisa de los hombres rubios
y tu nombre que te llama
que se complica contigo
en el misterioso juego de tu fuga,
dónde, dónde
en qué cuerpo
en qué hombre permanecen.
Pensar que no eres
que no te llamas de ninguna manera.
Cómo decirle a la lluvia entonces
que tú no estás
aquí, dulce
aquí, intacta
que no has llegado nunca.
ELLA Y LA CALLE
Ella tiene tanta calle
en sus manos y en sus piernas
que uno la mira
y no puede más que amarla.
Ella perdió un zapato
un día de lluvia
y mis escrúpulos
comenzaron a recordarla.
Pero nosotros,
que caminamos juntos tantos árboles;
sabemos que el amor
no es:
encender velas en casa de los ciegos
ni creer que ella no está
dentro de ninguna rama verde.
Porque sus zapatos
eran las cinco de la tarde
y yo bebo a esa hora
con desesperación
mi primer trago de olvido.
BAJOS FONDOS
El agua de mi voz,
la misma que corre por los espigones,
espera verte caer en algún círculo del cielo
para golpear feroz tus huellas en el puerto.
Vuelve,
alegre,
por todo aquello que sufrimos.
Mientras yo, acostado en la orilla
cambiaré el rumbo de los hombres
y mojaré caliente, con mi aliento,
el rostro de todos los barcos
de todos los puertos.
POLLERA DE NOCHE
Es la calle angosta
perdiéndose dos cuadras adelante
entre el árbol inexplicablemente verde
y unas casas bajas nunca bien dispuestas.
Y tú por la calle,
caminando hacia el infierno de humo
de este bar
donde yo espero,
rubia desde antes
impúdica desde antes
te ocultas
corres
pero nunca llegas.
Otras mujeres hablan y fuman
mi cansancio
metidas infieles
en sus ropas estrechas de canto.
Nuevas,
infecundas mariposas de septiembre
me esperan
en algún lugar oculto del invierno
y me tocan el alma.
VENTANA COLOREADA
El gesto del niño
que te miraba a través
de la ventana empapada
la esperanza
de que fueses blanca
la ternura piel
que tú guardabas
todo quedó conmigo.
La calle perdida
entre otras calles
tu casa mar
tu padre marino
los hijos de tu padre marino
la pieza número
con su cama alta
y tu piel de afuera.
Así te conocí
después de amarte
por la ventana abierta.
Y aún queda conmigo
cuando me deslizo
dulce
por las sendas de tus hombros
tu voz
dulce
aquí
tan cerca.
ESTACIÓN DE TEDIO
Uno
nunca se siente solo las noches de verano.
Cuando el sol
ha dejado caliente las chapas
y este humo con olor a puerto
que escapa valiente
de mi boca contra el vidrio
y mi nariz contra el vidrio,
haciendo huecos de calor
en esta mañana de muchachas,
de puertos, de gente pequeña a mi lado.
De calles empedradas
mirándome interminables
que me penetran con el sol del ayuno
y me quieren.
Uno
siempre se siente solo las noches de invierno.
Cuando añora el aliento del amigo
entre el pecho y una canción,
cuando ya no se escuchan
las palabras templadas
de la compañera nocturna
y pierde
con el último movimiento que hace
el único calor recuperable.
SIRINGA DE SOLEDAD
He llorado anoche en los brazos de nadie,
pensaba en anguilas submarinas
y esta vieja manera de roerme.
Eran los ojos de mi gran amigo bajo el agua
y la boca de la mujer aquella
que gritaron al niño que tengo
prendido de este lado.
Era la ventana azul de tus labios,
mas, mi amigo
tirándome la piel
me susurraba del amor y de la vida
unas cosas extrañas.
(En los famosos días
de tierra al sol, de espaldas a la gente,
cuando el cielo de las mujeres arda
podría abrazarme al orgullo de mi padre
y dormir junto a mí por una noche).
De la noche pasada y la mañana
sólo recuerdo
aquellos ojos que lloraban solos
y esa boca tendida que trataba
de tomarme la mano y esas cosas que llevo
prendidas de este lado.
Y así,
moriré cualquier mañana
apretado a esta lágrima que guardo,
que no es la última,
ni siquiera la anterior a la última.
ESPIGÓN DE SOLTERO
Bueno,
ahora ya me encuentro
humanamente solo.
No puedo con mis ojos
mirar a las muchachas
porque las miro
y lloro.
Y ustedes,
por qué no se detienen
y me tocan un poco,
por qué dejan mis manos
galopar despiadadas,
por qué no se detienen
y me lamen un poco.
Comprendo,
ustedes han partido
también
humanamente,
pero a mí no me queda
más que dos piernas
(las manos ya perdidas
no piensan
no vuelven)
y esta rabia de todos
de mí
que no me sirve.
BEBIENDO DE ESTE VINO
No vuelvas
deja el celo perdido
y abreva toda tu claridad
contra algún beso
habla con tu voz por las calles
hasta sentir en tus cansados brazos
un calor una brevedad de cielo
entonces
acaricia solemne las astillas
de este material afinado
la soledad
ama las cosas más extrañas
húndete
hasta llegar al fin de mi tristeza
mas
no vuelvas
déjame solo
gozando de estas manos
déjame solo
amándome las piernas
bebiendo de este vino.
EL CUARTO DE LAS GOLOSINAS
Qué mujer
cruzaría sus piernas frente a mí
para mirarme
sentirse mía
cansarse en mi cansancio.
Quién concluiría su gesto
para amarme
en este pedacito que soy
de sed y de nostalgias.
Porque todos
nos encontramos algún día
y nos miramos
–en las muchachas quietas
en los caminos cortos–
pero luego
es tan difícil dormirse
–sin el humo del cigarrillo amigo
ardiéndonos los ojos–
que ya se han ido todos
y la apretada hendija de mi alma
cada vez más pequeña
cada vez más cerrada.
Quién podría amarme
en este pedacito que soy.
viernes, 25 de septiembre de 2009
"Una repetición incalculable" de Miguel Oscar Menassa
UNA REPETICIÓN INCALCULABLE
Soy un hombre,
nací hace 50.000 años
y tengo derecho a la palabra.
Un hambre por el amor,
una boca abierta a los cuatro vientos,
por el amor,
un ansia por la música ligera,
clave de mar,
tu cuerpo.
lunes, 21 de septiembre de 2009
La cumparsita por Miguel Oscar Menassa, en la guitarra Guido Briscioli
. La cumparsita por Miguel Oscar Menassa, en la guitarra Guido Briscioli
. "Llanto del fin del mundo" de Alejandra Menassa, por Alejandra y Manuel Menassa
LA CUMPARSITA
Pido permiso señores
que este tango... este tango habla por mi
y mi voz entre sus sones dira
dira por qué canto asi
porque cuando pibe
porque cuando pibe me acunaba en tango la canción materna
pa' llamar el sueño
y escuche el rezongo de los bandoneones
bajo el emparrado de mi patio viejo
porque vi el desfile de las inclemencias
con mis pobres ojos llorosos y abiertos
y en la triste pieza de mis bueos viejos
canto la pobreza su canción de invierno
y yo me hice en tangos
me fui modelando en barro, en miseria
en las amarguras que da la pobreza
en llantos de madre
en la rebeldia del que es fuerte y tiene que cruzar los brazos
cuando el hambre viene
y yo me hice en tangos porque...!porque el tango es macho!
!porque el tango es fuerte!
tiene olor a vida
tiene gusto... a muerte
porque quise mucho, y porque me engañaron
y pase la vida masticando sueños
porque soy un arbol que nunca dio frutos
porque soy un perro que no tiene dueño
porque tengo odios que nunca los digo
porque cuando quiero, porque cuando quiero me desangro en besos
porque quise mucho, y no me han querido
por eso, canto, tan triste...
!por eso!
La noche en blanco. Maratón Las 2001 Noches: Poesía y Psicoanálisis
Segunda parte
Tercera parte
jueves, 17 de septiembre de 2009
miércoles, 16 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
viernes, 11 de septiembre de 2009
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Menassa se repite porque para ser un buen informativo hay que repetirse
Cospedal se tiró un pedo y asfixió a todos sus compañeros.
martes, 8 de septiembre de 2009
Criticar como están criticando de manera tan grosera a los fiscales en general, es atentar contra uno de los fundamentos de la democracia.
Pincha aquí para escuchar el programa de la televisión grupo cero "los poderosos preguntan" del martes 8 de septiembre de 2009
http://lacomunidad.elpais.com/elbrillodelogris/posts
lunes, 7 de septiembre de 2009
sábado, 5 de septiembre de 2009
viernes, 4 de septiembre de 2009
martes, 1 de septiembre de 2009
"La maestría y yo" de Miguel Oscar Menassa
1
No me hagáis correr vuestras carreras
ni me hagáis volar en vuestros vuelos
ni me hagáis hacer vuestros trabajos
ni, tampoco, amar vuestros amores.
Yo hijos míos, con pasión,
os transporte volando,
siempre, a vuestro lado,
desde los confines quietos de la familia
hasta las puertas en libertad del mundo.
Ahora comienza vuestro viaje
y si os dejo partir sin acompañaros
es porque yo tengo mi propio viaje.
Debo poner al camino que construí
con mi propia vida y escribiendo,
mi nombre, mi apellido, mis marcas,
mis señas personales que son la poesía.
2
En el camino encontraréis el oro y la pobreza
los precipicios hondos y las grandes llanuras.
Habrá en vuestros caminos no lo dudéis
emboscadas, traiciones, viles injusticias,
por eso
es conveniente viajar acompañado.
Y cuando consigáis algo de pan, algo de dinero,
intentad repartirlo lo mejor posible entre todos.
Alguien que comió
y tiene dinero para el pan de mañana
en algo se sentirá feliz y su trabajo
no será dirigido por el hambre o el odio
sino por el amor o por la libertad.
martes, 25 de agosto de 2009
5 de octubre de 1976, Madrid
Me gustaría tener una cultura general y amplia.
Estoy casi seguro que lo que me pasa ya paso.
Debería encontrar esa historia, debería saber.
Se anuncia para mí una nueva vida.
Soy un extranjero.
Pensar en el origen de las religiones es un paso a la filosofía,
pero es evidente que en el siglo del psicoanálisis y la bomba
atómica, la religión hace aguas. Explica poco.
Lo hemos dado todo por amor y encima sin saber.
Revisar esa palabra, nos hará bien a todos.
Hasta que de ella no quede más que una breve nostalgia,
un alegre sabor en el pasado.
jueves, 6 de agosto de 2009
La poeta argentina Norma Menassa regresa a Buenos Aires
La Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero
para homenajearla antes de su partida
ha organizado un recital de poesía
en el que participarán los integrantes
de los Talleres de Poesía Grupo Cero.
El próximo viernes, 7 de agosto de 2009, a las 20.30h
Lugar: GRUPO CERO - c/ Duque de Osuna, 4 - 28015 Madrid
(Metro Plaza de España)
- Entrada libre -
sábado, 18 de julio de 2009
Recital de poesía de la poeta argentina Norma Menassa en el Colegio Mayor Argentino "Nuestra Señora de Lujan". Domingo 19 de julio de 2009 a las 19 h
Extraño incidente de desamor, todos queríamos ganar,
un grupo de alienados viviendo un transitorio escepticismo,
un desamor a aquel viajero que nos dejó cuidando sus negocios,
esa usina de estrellas apagadas de las que renaceríamos bebiéndonos su brillo.
Lo cierto es que nadie dio la orden,
solo ese hombre plantado en su lugar y que otra vez pensó por todos.
Sus palabras se repitieron hasta el mar y volvieron a señalar nuestro nacimiento equivocado.
Todo fue prematuro,
no quisimos leernos en los libros que ninguno de nosotros había escrito todavía,
vivíamos en la raíz del árbol,
no habíamos fundado aún la tierra en donde nos proponíamos nacer.
Teníamos cuadernos llenos de caligrafías peligrosas,
había que llenarla de vientos, de hojas, de pies desnudos, de pan, de hormigas,
de árbol, de diamante, de corazón enamorado.
Estábamos tan mal conformados que no pudimos aprender
que las letras vienen sueltas,
como la vida de los hombres.
Que había que esperar el sobresalto,
el sacudón que nos separe de la tierra.
Una soberbia me invadía,
a ras del piso, casi sin existencia,
yo quería dar un espectáculo sublime,
escribir para millones de analfabetos arruinados y mudos,
ellos se excitarán con mis labios moviéndose y será memorable,
solo me queda a mi la poca cosa,
el caer de rodillas frente al orden astral
y mostrar mi orgullo herido por la noble razón:
el poeta habla, el poeta sueña,
pero hundiendo sus manos en la tierra amasa tanto el pan como el poema.
Argentina, 1938
martes, 14 de julio de 2009
"Decadencias imperiales" de Norma Menassa
No era el sol esta mañana iluminando el alto de las casas
con esa luz blanco abismal de día nuevo,
provocador de desafíos.
Era una fiera sin astucias, brutal, mordiéndose los dientes,
falsario mariscal de cínica sonrisa rompiendo y usurpando
la historia del hombre y su esperanza.
Tambor de muerte dispersando ecos inmóviles de silencio,
cuando rotarios de la infamia avanzaban
sobre los pueblos yacientes en las calles sin dar creencia
a sueños de derrumbes, mutilación de las culturas,
Bagdad, Beirut, mis padres, mis hermanos convertidos
en polvo de historias sucumbidas,
sin el precio alentador de la venganza.
domingo, 5 de julio de 2009
"Cuando buscábamos en otros hombres y mujeres" de Miguel Oscar Menassa
en otros hombres y mujeres
Cuando buscábamos en otros hombres y mujeres,
señales que nos hablaran de nuestros deseos,
de nuestro, perfecto, batallar entre fantasmas:
Vivencia de grandeza y gloria por besarnos.
Cuando buscábamos en otros horizontes, caminos,
pasos que contuvieran nuestros amados pasos.
Cuando buscábamos, desesperados, en un poema,
algún verso que resonara en nuestros versos.
Era que nada buscábamos cuando buscábamos,
escribía poesía y nos besábamos porque sí,
hacíamos el amor y, tampoco teníamos motivos.
Nos pasábamos uno al otro con lentitud,
la enciclopedia universal de la poesía
y sin leer las páginas, caíamos agotados.
viernes, 3 de julio de 2009
Norma Menassa en el Colegio Mayor Argentino "Nuestra Señora de Lujan" el 19 de julio a las 19 h
De "Pertenezco"
miércoles, 1 de julio de 2009
"Padre" de Norma Menassa
PADRE
Padre...y bajaba por la alfombra roja y arabescos, hasta
tu cuarto en el que respirabas verdes de guerras dolorosas,
tras los postigos siempre entreabiertos a los crepúsculos
que sucedían día tras día.
Padre... silencios, pedidos de silencios que acatábamos
para aprender de una soledad humana que equilibraba las
horas de vigilia, de dolor muscular por trabajos forzados.
Padre... y amabas el dinero que costaba la vida, la rutina
feliz que te inventaste, a esa mujer que siempre estuvo en
fuga para sentir tus brazos estirados llamándola, y que pedía
tu cuerpo alucinando.
Padre...y eras tan grande, que cuando tú reías yo veía el imperio
en donde te crearon y tu lengua materna me llevaba al inicio
de una era, nada menos aquella que pagó por lo nuevo del
cambio, con un asesinato.
Padre... pero tuviste Dios. Una madera de la cruz de Cristo
guardada en relicario colgando de tu cuello, extraña plata
desgastada, extrañas formas, lejana pertenencia. Un día lo
entregaste a tus hijos amados para ceder tu cruz: madera y
clavos.
Padre... y te gustaba el mar... Reías como un niño y me
incitabas, una vez más, una vez mas. Yo ya no me subía a
tus hombros porque había crecido, y antaño el río era más
manso, pero ahora la furia majestuosa separó nuestros
cuerpos con una distancia que vino del océano para que
solamente escuche: una vez mas.
Padre... anochece, tendré que irme, descansa. ¿Te apago la luz?
Y ese casual consentimiento repicó en mis pasos sobre el
mosaico brillante, anochecido, hasta tocó una fibra dentro
mío, mezcla de autoridad y despedida, y nos perdimos
caminando.
NORMA MENASSA
Argentina, 1938
lunes, 29 de junio de 2009
¡Cuidado que viene mi hermana mayor!
Tiempos extraños, lejanos de perfumes y cabellos al viento.
La edad pasó en horas congeladas y tardes de tedio,
corriendo por las avenidas al ulular de las sirenas
que enfriaban las hojas de los árboles,
antaño reverdecidas de sol y sacrilegios
cometidos en crueldades sin nombres,
sólo lápidas de mármol convertidas
en blancas banderas de rendición.
¿Qué demonios arrojaban azufre sobre los adoquines,
apisonados rectángulos prisión de hierro y piedra
que partía los solitarios cuerpos de los jóvenes,
enrojecidos, tristes de sangre de crepúsculos y muerte anticipada,
que congelaba el alma?
En los exilios pienso… y quedo detenida en el espacio,
y desciendo en silencio los escalones del despojo,
y mi carne no responde ya al estremecimiento
y abandonada yerra por laberintos ciegos
lejos de cualquier sueño.
Cómplices del silencio, del crimen, de la hoguera,
nos quedamos mirando los frentes de las casas
sin ángeles pintados, sin olor a glicinas,
con gorriones de luto y un otoño empalideciendo
la vida de los que no partimos, sin saber por qué causa
la escarcha y el glaciar mantienen la distancia.
Después la noria continuó girando,
pero no pudo con los lechos urgentes robados a la luna
que sabes a agonías,
con las sonrisas detenidas en bordes de locura,
y pieles desmayadas en frentes apretadas por latidos estériles
con vapores de espanto.
No pudo con lo inútil de un llanto,
un llanto de fantasmas que atravesaba sombras
en regiones de mausoleos de ónix,
donde esta vez el ave se quedó de tutela durmiendo de costado.
NORMA MENASSA
Buenos Aires, 1938
domingo, 28 de junio de 2009
En respuesta a la crítica que Carlos Boyero le hace a Francis Ford Coppola
EL CARNAVAL DEL CINE
I
Cantando en el carnaval
hoy les quiero demostrar
que los críticos de cine
hacen el amor muy mal.
Eyaculan precozmente,
cuando del cine se trata,
porque no quieren gozar
sólo quieren criticar.
Se apresuran a opinar
y, desde su alma, brotan
infantiles fantasías
que tienen con su mamá.
Como no pagan entrada,
al cine van a dormir
y no miran la película
que les toca criticar.
Para hacer las críticas
se reúnen en el bar
y, como no vieron la peli,
se ponen a cotillear.
Ese director la tiene muy grande
y todas las mujeres le aman de más,
hagamos papilla con el director
que, aunque él sea un artista, el crítico soy yo.
Así que a volar del mundo del cine,
director eunuco, tirano y voraz
rodeado de putas y de actores débiles,
no vaya a ser cosa que pueda triunfar.
Y si por las dudas llegara a pasar,
quiero pedir disculpas al dire y demás,
trabajo para comer y no soy un creador
y tampoco un industrial, sólo crítico soy y no doy para más.
II
Me llaman el director
y he venido a preguntar
a los críticos del cine
por qué me tratan tan mal.
Mi madre me había dicho:
“ten cuidado, hijo querido,
con los críticos de cine
que no saben comer roscas
y fracasan al triunfar.”
Y cuando yo con asombro:
“pero madre, qué me dices”,
me dio un beso cariñoso
y me dijo: “ya verás...”
Estudié la medicina
con notas sobresalientes
y de joven hice versos
con el amor y la muerte.
Después conocí la guerra
y me alisté con los pobres
no tenían qué comer
pero hacían el amor
y pasaban de los críticos.
Del alma nadie se ocupa,
me dijo un viejo sabiondo,
si le gusta trabajar
hágase del alma experto,
que los pobres tienen alma
y nadie podrá pensar
ni críticos, ni periodistas
que usted se ocupe de eso.
Así que tendrá su tiempo
hasta que ellos se den cuenta.
Haga cine, mucho cine,
sólo para despistar
y no se crea un carajo
lo que pase en ese mundo
porque el cine es manejado
por los patrones del mundo.
Haga cosas insolentes,
inmorales, si se quiere,
y verá cómo los críticos
son tontos y dependientes.
Y no deje de hacer cine
aunque vengan degollando
que los críticos insultan
sólo aquello que algo vale.
Y algo tiene que cuidarse,
que los críticos son títeres
de gente muy poderosa
que, para tener razón,
pueden tirarte una bomba.
El Director
viernes, 26 de junio de 2009
"Toro sentado el visionario (VIII)" de Miguel Oscar Menassa
Después de la masacre se dieron cuenta,
que nuestras mujeres,
también tenían,
el don del amor,
la gracia de saberse inmortales.
Y si digo que ultrajaron sus cuerpos,
o las sometieron a las más duras pruebas,
lo digo por decir,
porque nuestras bellas amantes,
vivas durante cinco siglos, lo soportaron todo
y tuvieron entre tanto,
hasta el último hijo necesario
y transportaron,
entre las mutilaciones de sus cuerpos,
ocultas,
nuestras pocas palabras.
Nunca fueron tristes,
en hijos y palabras fue todo porvenir.
Crecieron como crecen,
famosas sudestadas,
volcánicos murmullos.
Crecieron,
sin saber,
amantes,
del armonioso jugo de los vegetales,
y de sus propios excrementos,
fueron millones.