lunes, 29 de febrero de 2016

LA VIDA VIVE EN MIS PALABRAS


La vida vive en mis palabras, el goce en mi voz
y vosotros, tendréis que resolver el acertijo.
Soy una herida abierta que sólo se repite sin dolor.
Soy una pulsación, sin ritmo, ni latidos.


Algo del ser que ya no fue sino representado.
Un hilo de luz en la montaña abierta y desolada,
pero sin que hubiera de haber desolación,
ni montaña, ni hilo, ni tan siquiera luz.

No soy el humo que parte de la llama y se disipa,
ni el grito que se arranca de la garganta para ser
ni el perfume que escapa de la piel del deseo.

Soy algo del humo, algo de la llama, que perdura:
lo que el grito no pudo asesinar de la garganta,
olor vacío de perfumes, agujero de piel, poesía.

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

sábado, 20 de febrero de 2016

DE HAMBRE Y DE LIBERTAD YA HEMOS MUERTO


Ya fuimos el águila nocturna,
tocada en pleno vuelo.
Somos ahora una manada de bisontes.
Platas antiguas y soledades caen,
bajo el murmullo de nuestra locura,
corriendo hacia el futuro.
Ídolos de papel caen,
esmaltados ídolos,
macizos ídolos de piedra caen,
monumentos, antiguos ídolos.
Ídolos del semen infinito
y de las vaginas abiertas a los cuatro vientos,
caen ídolos de bronce, marcas históricas,
-aparentemente indelebles- caen,
se sumergen en nuestras palabras cotidianas
abandonan su soledad marmórea,
viven con nosotros.
Fuimos la mejor ilusión,
la suprema ilusión de los contrastes.
Al día oponíamos la noche.
Al sol, la luna.
Al hombre oponíamos la mujer.
Al sexo, la palabra.
Después vino la muerte,
roja, bordeando los colores del muérdago,
alterando los ritmos respiratorios,
el bien, alterando el mal,
rítmicamente alterando, todos los sentidos.
La muerte vino a vivir, tranquilamente, entre nosotros.
Poderoso ídolo entre ídolos, en nuestros brazos
majestuosa reina de la libertad, cae.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad"

martes, 16 de febrero de 2016

CANTO QUINTO


La ciudad sigue gris
cuando escribo lentamente mis versos.
La época del sol,
era en antaño,
recuerdo sus fulgores,
ácidos amarillos contra los ojos ciegos.
Ahora en la ciudad,
del gris intenso,
escribir lentamente mis versos,
ya no alcanza.
El escritor,
altera sus sentidos,
el escritor,
sabe que fueron necesarios,
un siglo entero de mujeres,
cinco siglos de dios,
para que el poeta se deje llevar,
para que vuele.
Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América"