PROPUESTA DIDÁCTICA
1988
Es decir, que estoy a punto de confesar haber cometido, por lo menos en apariencia, un error: haber coordinado una institución como si fuera un grupo, en lugar de dirigirla. Sin embargo, los efectos bajo esa forma de dirección no son desechables. Sino más bien, en su mayoría rectificables y con capacidad de trasformación. Quiero explicarme: un día, para que todo fuera posible, tuve que cambiar de manera de vestir, luego tuve que cambiar de manera de follar, luego tuve que cambiar mis maneras de usar el dinero, pero ahora, para que todo siga siendo posible, tengo que cambiar de manera de ser. Es decir dejar de lado, por ahora, esas tonterías del ser, y ponerme a trabajar como una bestia en el intento de formar a esas treinta bestias que me rodean, por ser director de una escuela de psicoanálisis. Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir en psicoanálisis sólo es posible en el marco de la transferencia analítica.
No es, entonces, sencillamente que me enfrento a 30 alumnos que vienen para conocer mis conocimientos. Esta treinta pasiones están ahí, donde están, por muy otra cosa. Son treinta combatientes que antes de serlo para alguna causa, lo serán en la tarea única a la cual los invito para transmitirles, eliminarme.
Vienen por un saber que desconozco y harán brotar de mí, lo que no poseo. Mi vida, de aceptar el contrato, también dependería de ellos. Tarea ardua la del guía que desconociendo el camino, sólo confía, dejándose llevar por el conjunto de esas pasiones, absolutamente incapaces de distinguir un desierto de un poblado. Sé que todo el trayecto estará plagado de descubrimientos y fiestas. Cada desierto, cualquier desierto, será un descubrimiento, todo poblado, cualquier poblado, será una fiesta. algo se alcanzará y algo se perderá en el próximo paso.
Y el que quiera quedarse con el paso anterior, contenerlo, aunque superado, no solo será hegeliano, sino que terminará sucumbiendo víctima de su propia pereza.
Veinte años posicionando ahí, deseando eso y lo conseguirás, a mí me lo dijeron cuando mostré mis primeros cuadros y ahí, ya estoy en la mitad del recorrido y ahora yo les transmito a ustedes el mismo decir, haciéndolo psicoanalítico.
Después todavía faltará afinar el estilo, preparar, aún, un buen decir para la muerte.
La escritura no es un lujo o algo obligatorio, es condición de posibilidad. Pero no es necesario que escriban todos, ni que se sientan obligados a ello. Alguien escribirá y esa será nuestra escritura. Y escritura no sólo es álgebra sino fundamentalmente poesía.
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