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miércoles, 8 de enero de 2020

ANIVERSARIO A OLGA, MUJER

26 de diciembre de 1975, Buenos Aires
en todas las horas del día
Yo fui el poeta que desvastó tus territorios
Dueño del pan y de las uvas
llegué para ofrecerte de mi cuerpo
las marcas del amor.
Las manos y los pies heridos por la cruz
mi cuerpo pisoteado por los fieles
su piel arrancada a tirones por los que más me amaron.
Mi sexo mutilado para no ver:
tristes mutilaciones
y estas simples palabras del corazón.
Y todo fue verdad. Amé tu cuerpo y los excrementos de tu cuerpo.
Amé, amé con alegría tu piel y tus delirios.
No tuve paz y sin embargo fui feliz.
Amo esta cárcel y a sus severos carceleros.
Cadenas, amo las cadenas que estrangulan mi ser.
La sed de este desierto me matará, y sin embargo soy feliz.
Pido cadena perpetua para quien mata su ser por el amor. Y digo,
para que todos sepan, que ella ama mi esclavitud.
Ella es una mujer
                         ni venderá mi cuerpo
                         ni me despojará del alma
Ella necesita en su casa un cantor
y la voz del cantor no cesará jamás.
El cantor necesita ser amado, es un pequeño niño con miedo a la oscuridad.
Luz para que el poeta no muera de terror.
                                                               Y ella será,
colgada de un rincón del cuarto, mi lámpara votiva.
Pequeña y a veces mortífera luz.
                                                EL FIN SERÁ EL HORROR. 
Ver y amar desesperadamente la destrucción de nuestros cuerpos.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto Mortal", 1977

domingo, 27 de enero de 2019

ZARPAR II

19 de noviembre de 1976, Madrid.

Amantes de la delicadeza
hundid junto conmigo vuestras garras atlánticas
en el cuerpo de la bella que acaba de morir.

Dejo el mar.
Construyo en la clara meseta
-por encima de todos los niveles-
la casa del poeta.
Pequeña y cálida torre
donde la mierda y los espantos
azules pájaros
                      reclaman
el privilegio sobre el siglo.

Pequeño siglo evanescente, habrá
te lo prometo
en el final de tus finales
un pequeño hombrecito de palabras
una pequeña ley
una pequeña oscuridad total.
El hombre del principio nacerá de la sombras. 

Tengo un defecto, y debe saberse:
                               Con los hombres hago la guerra
                                con las mujeres el amor.

Vivo, como se vivía hace 5000 años.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

sábado, 4 de noviembre de 2017

ZARPAR I

2 de septiembre de 1976, Calafell.
(provincia de Barcelona).

Tengo en mi piel todo el murmullo de mis años.
Primera y última verdad
                                   cálida sorpresa.
Certera combinación donde mi nombre
nombra el fin del otoño, el fin de los ocasos.
altas fragancias vienen desde el mar
Anuncio, porque anuncian, la muerte del pasado.
Todo es un cielo azul, todo es mañana.
I
Sé de la sinrazón de amar los muertos
y del oscuro drama de las flores
en la ciudad oculta por el mar.
Mujeres y delirios
sé del amor.
II
Navegante feroz
entierro mi tesoro en el mar,
voy a la deriva.
Soy
     el puro deseo.
III
Amante del destierro
-ciudadano del espacio abierto en mi mirada-
cuando gobierno el mar, mi Dios,
son las palabras que pronuncio
cuando hago el amor.
IV
Nada me falta
poseo del mundo
                          los días porvenir.
V
El que perfora las opacas montañas
y abre con su cuerpo
un nuevo espacio hacia la luz
el Hombre
que hizo del sol una palabra
                                         y su destino.
VI
Atléticos soldados del pasado
desprecio vuestros muertos.
VII
Dispongo de no se que saber
acerca de la nada.
                          Ella calma mi sed
Ella
es fuego voraz.
Destructora inefable de todos los destinos.
VIII
Cuando miro la tierra
el rugido feroz de la serpiente blanca
que anida en mis entrañas
anuncia de los volcanes furia y deseo
Hirviente lava por doquier.
IX
Tiembla el océano
-muge como una vaca triste-
cuando mi sed por Ella
se detiene en mis ojos.
X
Golpes de viento del destino en el rostro
desvían
en el comienzo del invierno
                                       mi mirada,
Soy
deben saber, entre nosotros,
el que gobierna el tiempo y el espacio.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

martes, 25 de agosto de 2015

INTRODUCCIÓN


Quisiera escribir algo sencillo 
algo que me hiciera saber acerca de qué me pasa.
Ayer decidí publicar un libro.
Me hizo mal darme cuenta que sólo tengo escritas algunas páginas, que por otro lado no me parecen demasiado interesantes para ningún editor. Me imagino un libro de tres mil páginas, escrito como las últimas siete páginas de "Querida". Para publicar el libro imaginado no me importaría tener que trabajar toda mi vida. Pero gastar mis pocos dineros, en estas pocas páginas, casi sin interés; no sé.
Sólo en algunas páginas la poesía alcanza su sentido de verdad. El resto, se me ocurre, florecimiento de un posible nuevo estilo. Es decir: 
          demasiada juventud 
          demasiada ocurrencia acerca de todo 
          en definitiva, 
                            poca historia 
                                               demasiada soledad.
Carlos Gardel por Hegel, puede por qué no recordar el tango cambalache y eso es verdad, pero no, ser garantía de las palabras dichas acerca de la sexualidad femenina o el asunto de la esclavitud.
Poco a poco me voy rindiendo a la evidencia 
No deseo hacer lo necesario para ser, 
entonces  no seré. 
                          Prefiero los rincones, 
los cálidos rincones del garche perfecto.
En fin, la vida fácil.
Un cierto respeto por los muertos
sol mucho sol y drogas para el hastío.
La mujer me interesa compleja, 
                                              extraviada en algún destino. 
Que no sepa pensar, hacer el amor o lavar los platos, me da lo mismo. 
Alegre cuando pueda, 
                                 la vida en general no es fácil. 
Deseo en ella 
-y quiero que se entienda- en todas ellas, 
alguna locura por otra mujer. 
Un cierto desenfado en mostrarnos las mutilaciones.
Al hombre lo quiero perfecto, 
                                            hombre y mujer 
                                            amo y esclavo 
                                            mortal e inmortal 
                                            amenazado, 
                                                             siempre amenazado.
Prefiero la belleza aunque reconozco no poseerla. 
La prefiero de gala, tirando a cómoda. 
A plena penumbra, 
que no se sepa quien es el amor, 
                                                que nunca se sepa. 
Preferir,
prefiero vivir en una casa de campo con río y árboles añosos, 
con mil personas a mi alrededor y solo. 
Trabajar lo que se dice trabajar, 
-tiempo por dinero o cualquier otra combinación parecida-
me afecta los nervios. 
Hablar con la gente me gusta, 
hablar con la gente, siempre, en todos los casos, me trae complicaciones.
Primera dificultad, 
siempre hablo tres tonos más arriba de lo que corresponde. 
Segunda dificultad, 
me río muchas veces o no me río ninguna. Me burlo siempre. 
Tercera dificultad, 
tengo silencios prolongados y monólogos extensos. Me callo siempre. 
Cuarta dificultad, 
tengo prejuicios, siempre creo que el que da más soy yo.
Quinta dificultad,
mi discurso es bisexual, sirve a todos. 
Sexta dificultad, 
Estoy dispuesto a demostrar que lo que siento es verdad. 
Y no me importa que me lleve 1 000 años, 
                                                               hay tiempo para todo. 
Complicación primordial, 
a pesar de todo, mis encuentros con las personas son favorables.
Dicen de mí, que soy inteligente o raro. 
Sospechar no sospechan. 
A lo más piensan que soy un poco megalomaníaco (delirios de grandeza) 
Jamás que están en presencia de un genio. Eso, jamás. 
A mí, no me duele. A mí, me da lo mismo 
                                                              Yo espero, 
alguna vez, alguna mujer en el paroxismo del goce, 
me dirá que soy único, 
                                 caballo de la noche, 
                                                              Yeti inmortal. 
Tengo vicios: El amor a escondidas. Insisto: 
                                                                 que nadie sepa. 
Redes, 
          historias, 
                       amo las historias. 
La espléndida zona del misterio, 
                                                toda para el amor. 
Sexo y virtud, las prefiero en secreto. 
Para desnudarme y esas cosas prefiero rituales, 
rituales breves que no tengan que ver con la muerte 
y donde cualquier nombre propio sea bienvenido.
Deseo labrarme un futuro, una pequeña finca a orillas del mar. 
Asegurar un color sádico para mi piel, todo el tiempo. 
Ser necesario para alguien o para algo en general, 
eso sí, me gustaría ser.
Si no voy más como escritor, me lo dicen y basta. 
Plantando patatas, también soy feliz. 
                                                      Os lo aseguro, 
seguiría resultando interesante para ustedes. 
Nacerían patatas deformes, inteligentes o raras.
Y sepan que sé,
que no hay buenas medicinas para el alma, 
porque el alma no existe.
                                     Caricia tenue, caricia de verano, 
racimo de uvas maduras sobre tu piel,
uvas negras, redondas, arrancadas, 
más que por su sabor, por su belleza. 
Amo en los estilos clásicos el refinamiento para la estupidez. 
Las condecoraciones, en fin, todo lo inútil. 
Hubo de haber habido entre mis parientes, algún hombre de bien. 
Alguien con una cadena de oro alrededor de los huevos. 
El Conde de la Cadena. El Extrangulado. 
Suprimiendo el sexo todo saldría perfecto y bastante más barato. 
Utilizado para cualquier deseo, el trabajo es mucho mayor. 
Hago el idiota, eso está claro.
                                            Él cree 
                                            Ella cree lo contrario. 
Yo pienso que ella y él hicieron lo único posible: 
Él un sentido a su locura.
Ella un destino a su sexo.
                                     La humanización fue completa. 
Me dejé llevar,
me llevaron por los entretelones del sexo y la locura, 
sus máscaras para la fiesta.
Y fui Dios y Lucifer y el Mago del Sexo
                                                           y todo sin saber. 
Nadie preguntó por mí. Estaba dispuesto a quedarme hasta el fin. 
¿De qué soy responsable? pregunto. 
Acaso de haberlo visto todo. 
                                           Lo vi todo. 
De haberme emocionado en algún momento. 
                                                                  Me emocioné siempre.
¿De qué se me acusa? 
De llevar hasta el paroxismo un saber, 
de que mis hijos vayan a la escuela. 
De haber visto la muerte en su locura 
y la muerte también en su sexo. 
Fui discreto, galante, convencional, 
amé todo lo que me fue indicado amar. 
Tonto y maravilloso, 
                              siempre,    
                                          con la misma pasión.
Me pusieron un precio. 
Un lugar demasiado pequeño para mis explosiones cósmicas.
Usted vale tanto, hágase valer. 
Yo no puedo más, 
ambiciono el sol, 
las tontas conversaciones con mis amigos, por nada.
Mi cuerpo 
               vibra 
frente al más pequeño movimiento de la naturaleza. 
Me parece bien, para mis hermanos, 
cualquier manera de vivir.
Y si bien he perdido mi pasión por los encuentros inútiles, 
no he perdido el registro de lo mortal, 
la inmaculada pasión negra, 
                                        el encuentro de las voluntades. 
Y si bien es cierto que me encuentro andando a la deriva, 
la deriva es una referencia. 
Se la puede signar y calcular, 
se la puede hacer saltar en mil pedazos. 
Se la puede recubrir de pieles y piedras preciosas, 
se la puede amar. 
¡Oh! mis pobres ciegos de amor, 
mis ciegos de la ceguera fatal. 
                                            Ella es la deriva.
Un amor imposible. Una puesta de sol inolvidable.
Que soy un gran escritor, ya lo sé.
El dilema: 
Como hacer para que algún otro se entere de semejante verdad. 
Con los familiares no se puede, me aman. 
Ellos prefieren que a mí, me vaya bien.
Entre los desconocidos, 
a quién puede gustarle esta mezcla de rabia y lucidez. 
Frases donde se entrecruzan los destinos de dos civilizaciones. 
Lugares donde reina la locura o la estupidez. 
                                                                  Todo es posible.
¿Nuevo estilo? o ¿Fragmentación esquizofrénica de la realidad?
Seguiré escribiendo, porque escribir me hace bien. 
Sentir que soy un gran escritor me hace bien. 
Por lo demás,
eso de encontrar un alma gemela o un lector hermano, puedo esperar. 
Por lo de publicar puedo esperar, aunque tal vez debería intentarlo.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal"

martes, 15 de julio de 2014

La verdad no asecha por ningún lado, será necesario construirla

29 de octubre de 1976, Madrid.

 La verdad no asecha por ningún lado, será necesario construirla.

Vengo de la loca llanura
donde mi alma
tuvo que practicar el vuelo de los pájaros,
para sobrevivir.

Vengo de la tibieza de su aliento en la nieve. ...
Soy,
el último deshielo,
la última primavera sobre el mundo.

Venimos del sur,
somos los mejores,
alondras acostumbradas al hambre y al frío,
a las bajas pasiones,
al tiempo que nos queda por vivir,
tiempo de primavera.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

domingo, 26 de enero de 2014

24 de septiembre de 1976, Madrid


El tiempo pasa para los niños, no se detiene. 
Áspero golpea de soledad en la ciudad tremenda 
los corredores de la infancia
Madre se queja por amor, limpia el verano.
Amadas vuelcan mi contenido en la tierra.
Esta realidad, no tiene parecido.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

lunes, 4 de marzo de 2013

IX

Yo soy,
para que ustedes sepan definitivamente,
uno de los extraños casos del hombre
y la bestia.
Paso mis días girando locamente
entre las pieles femeninas y los olores de mi infancia.
Amo sin fe
las tardes donde el sol apacigua mis transformaciones.
Como un sereno amante
amo de mí,
los miserables territorios donde mi ser se arrastra
como lejana y tímida babosa,
pidiendo un día más,
un hálito de goce o de dolor.

Cuando la bestia se apodera de mí
-sopla mi corazón o muerde ferozmente mis sentidos-
todo es azul y generoso como la leche del verano.

Arduo es el oficio de la convivencia.

Mi pobre hombre ama la muerte y la locura.
Su destino es morir y sin embargo,
tiene en su corazón el recuerdo de las viejas pasiones.

Sigilosa
sumergida entre los desperdicios y la sangre
-con la crueldad que da el silencio-
La bestia ama la soledad.
La bestia no se rinde.
espera las catástrofes.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

miércoles, 3 de octubre de 2012

16 de noviembre de 1976, Madrid


Aquí el otoño sugiere un país en edad crítica.

Un país
donde todo muere y nace a la vez,
donde el pan
importa más
que la belleza.
Un país
donde la belleza de los sexos se fue marchitando,
de tanto olor a pan,
de tanto trigo.

Aquí
una fría mañana,
un pálido sol.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

jueves, 13 de septiembre de 2012

MÁXIMO ALCANCE


vuelo, ahora, como vuelan las águilas nocturnas
Drogas
drogas misteriosas para mis músculos de acero,
para mis manos aéreas,
para mis dedos contra-atómicos
                                                Drogas
drogas azules para mi porvenir.
Temer
temo la furia de los océanos
los fuegos eternos
la violencia de los vientos del sur
o el choque definitivo contra la madre tierra.
No temo
la voluntad desenfrenada de ningún hombre,
aunque se oponga
                           a mi propia
                                            desenfrenada voluntad.
Quiero ser el payaso
                               el rey
                                       el muerto
                                                    el obús mortal.
La onda magnética de rapé,
                                         el estornudo final,
                                                                   la gripe negra.
La desbastadota, infernal peste negra.
Quiero ser el último suspiro de la moda,
la inconciencia final
                             la vagina fúnebre
                                                     la muerte del idilio.
Como fe de mi lealtad, amo la vida humana,
la inaudita palabra en pleno corazón.
                                                      El forzamiento permanente.
Mi tiempo
más allá de la luz
me transporta al pasado.
Conmigo, en mi red,
estas pocas y pequeñas estrellas marinas,
y la infaltable
                   submarina
                                   acuática bilis,
baba desesperada
-entre la comisura de mis labios-
Palabras, Palabras
                            veneno mortal.

Miguel Oscar Menassa
De “Salto mortal”, 1977

domingo, 19 de agosto de 2012

ENTRE LA MUERTE Y LA LOCURA


De la locura, tendremos que decirlo por fin,
ella es nuestra máscara.
Suprema máscara en las más ambiciosas ceremonias.

Diosa del olvido
dame tus palabras, tu tono mayor
el tono para arrancar una sonrisa del idiota,
el tono de los Andes nevados,
la luz
que enceguezca definitivamente a los ciegos.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

miércoles, 27 de junio de 2012

XI

Poder despreciar el lodo y pasar mi vida hasta lo último,
en algún triste o soberano hospicio con mierda y pis
y olores de cloacas
hasta en los rincones más secretos.
Mi intimidad violada,
mi intimidad hecha pedazos clama venganza.
Lo que vuelve es el olor de la carne.
La carne no vuelve.
¿Siervo de qué tengo qué ser ahora? ¿Siervo de qué?
Esclavo del arte,
linda basura.
La medicina no cura estos males.
Médicos del alma venid,
os mostraré el secreto de la vida.
Soy esclavo de una mujer,
vivo mi vida
al compás de las contracciones de su vagina azul,
que enfurece y se llena de locos arrebatos,
sólo frente a la muerte.
Ella no tiene piedad de mí.
Arranca mis testículos y pisotea uno por unos todos los recuerdos.
Me hace confesar las malas porquerías.
Yo confieso:
Lamí con mi lengua los culos más ajenos,
Escupí con mi saliva los ojos de mi amada,
Bebí la leche de los pordioseros.
Al sol,
me deje estar al sol.
Lo pensé casi todo.
Alegres,
alegres fueron las mariposas que no retornarán.
Amé con furia los brotes de cada una de mis plantas.
Hojas de otoño en el jardín,
no significan nada.
La guerra de verdad
-LA GUERRA-
no la entiendo.
Y vi morir niños antes de nacer,
y vi nacer niños con extrañas mutilaciones,
y vi morir una mujer entre mis brazos.
cuando la violencia de un orgasmo sacudía mis vísceras
y supe,
que el goce era morir.
Y vi, y vi morir,
todos murieron en esa familia y todos,
murieron en la guerra.
Ella, ahora,
se ha quedado dormida en medio del camino.
Sus gestos,
nunca alcanzarán la dimensión de la muerte.
Doy patadas furiosas alrededor de todo su cuerpo,
clavo mis dientes en su espina dorsal,
jadeo, y salpico con mi baba su cabellera azul.
Ataco sin piedad
su rostro con mis manos.
Ella me deja hacer,
sé entonces que estamos a un paso de la muerte.
Yo no saldré de mi cubil aunque venga la guerra.
¿Qué hombre soy?,
decidme, ¿qué hombre soy?,
¿de qué mierda estoy hecho?
!Basta Putas! el hombre hace agua por todos los costados.
Que se terminen de una vez las pruebas.
Abdico. No tengo fe. Ni religión. Ni patria.
Mi más allá son mis amigos, mis mujeres,
con sus sexos maltrechos,
los sexos de la guerra.
¿Mi muerte no es acaso la lista de mis muertos? 

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

martes, 29 de mayo de 2012

15 de octubre de 1975, Buenos Aires

SEGUNDO MANIFIESTO DEL GRUPO CERO
Escribo, escribo todo el día para saciar mi sed. Debo de pertenecer a esa clase de bebedores insaciables. Los de mi estirpe deben ser considerados seguramente como hombres que viven fuera de la ley. No somos lo que se dice apasionados, somos los que calculamos el destino, tenemos planes acerca del mal que nos corroe, queremos que él sea nuestra manera de vivir.
No queremos abolir la justicia, queremos agregarle a la justicia la capacidad de detectar las diferencias.
El hombre siempre es una encrucijada que se resuelve con un asesinato; la justicia debe saberlo.
La precisión de un acto (aunque en sí mismo sea un acto salvaje) debe tener siempre el perdón de la justicia, si es un acto perfecto no volverá a repetirse.
Las imprecisiones habrá que castigarlas severamente; ellas anuncian la repetición inútil y ciega de una realidad infantil sin sentido social.
¿O mi ser no es acaso esa diabólica combinación de nuestros destinos?
Y el que no cree por que no sabe o por que nunca le tocará creer, que haga pruebas, que se desgaste hasta el final, que se vaya, que cierre de un golpe la puerta de nuestra casa, que vuelva malherido, que muera de espanto en un callejón sin salida, que comunique sin ningún cuidado las claves secretas de nuestro poder, que comente entre putas y rancios olores de semen fermentado, nuestros combates como si fueran frescas historias de amor. Nosotros sabemos que volverá. Nadie olvida lo que no se puede olvidar. Somos especialistas en altas cumbres, nuestro oficio es mostrar lo innombrable. En el principio éramos costureras del alma, remendones del piso de la vida, reanimábamos, dábamos calor y esperanzas. A cuanta inmundicia encontrábamos en el camino ofrecíamos nuestra comida y nuestra casa teníamos para cada uno las palabras de sus mediodías y las palabras de su noche. Nuestro oficio, en definitiva, era lavarle los oídos a los sordos. La cantidad exagerada de fieles probaba que nosotros éramos unos imbéciles. La cantidad exagerada de enemigos probaba que las pasiones no sirven para nada.
Pero ya era tarde, la carne habría de estallar cuando ya nadie esperaba su estallido. La sorpresa hizo imposible toda defensa. Y conocimos el chiquero y nos dimos cuenta que entre nosotros vivían los miserables.
Los que se comen siempre el pan que no les corresponde.
Los que nunca están dispuestos a hornear el pan que comemos. Los que se aburren por las cosas chicas y por las cosas grandes, digo: los que se aburren en general son los traidores.
                                                      Nosotros sabíamos desde el principio que la carne hablaría. Y la carne habló. En voz baja; solo unos pocos escuchamos, y dijo de la muerte y habló de que la piel se resquebraja con el tiempo, que nuestro sistema muscular estimulado constantemente ( y no sujeto el estímulo a ninguna LEY) termina por agotarse. Su sentido se pierde en su fatiga.
                            Ella dijo que todo podía ser gozo, pero que la violencia acercaba a la muerte.
                            Cuando dijo de la muerte de nuestros padres, dijo la verdad.
            Amo mi carne por que en ella se encuentran los secretos de los secretos. Porque aprendí a amar mi carne en medio del chiquero, digo que desde hoy el misterio de la cifra exacta de mi ser, sólo será para quien comprenda su verdadera dimensión.
                                                        A los deportistas les aconsejo apartarse de mi camino, soy para ellos una luz mala,
Impiedad para quienes festejan todas las ocurrencias.
Impiedad para los que repiten el gesto amado en lugar de amarlo.
Impiedad para el que siempre diga que no; es un extranjero.
Impiedad, pura impiedad, para quien confunda nuestra carne con los ensangrentados bofes, que resucitarán, se cree, con la fornicación.
Impiedad, perfecta impiedad, para quien huyendo de nosotros tropieza con nosotros.
Y su voz se perdía entre el chapoteo de nuestros excrementos.
Y la carne dijo antes de morir
                                               El goce será el encuentro con lo que no soy ni me pertenece; el goce será: el goce de las diferencias.
Si nada altera mi razón, si todo es igual, si ningún latido es diferente, si mi pulso es perfecto, si mis genitales mueren a causa de la quietud, no caben dudas, estamos en presencia de un idiota. Lo aconsejable, armar las maletas y partir. Siempre es mejor partir en la búsqueda de nuevos dioses, que morir entre las ruinas de los templos de un dios que se desploma. Huir no siempre es la orden, sabemos que en medio de las catástrofes se encuentran las almas más puras, nuestras almas fueron encontradas en medio de las catástrofes.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

martes, 20 de marzo de 2012

2 de septiembre de 1976, Calafell, pleno mar.

He esperado hasta el día de tu cumpleaños,
para cruzar toda una montaña y llegar al mar.

Estoy en el famoso mediterráneo
los niños jugando en las arenas.
Mojo mi cuerpo en sus orillas,
pongo mi cuerpo sin remordimientos al sol.
Este mar me pertenece desde siempre.

Después de los festejos de mediodía,
borrachos,
amantes de la libertad,
el tiempo y el espacio se hacen relativos,
y nosotros los dueños de esa relatividad.

Espero
deseo con el fervor de los iluminados,
que no haya error.
Sé que ustedes desean.
Estamos vivos.
Y estar vivos no es
como se cree
algo natural.

Soy un poeta,
y un poeta no debería tener otra responsabilidad
que la de su escritura.
Y sin embargo,
pienso desaforadamente en un sin número de personas,
desaforadamente en el bien y en el mal,
desaforadamente en la mortalidad y sus maneras.

Soy único y todos, soy todos y ninguno.

Y sin embargo narciso surge,
imbatible
apuesto
hermoso como nunca.

Insiste
llama a la puerta de mi corazón.

Por última vez mírate en las claras aguas de mis ojos.

Resistir,
sé que la represión me salvará de la muerte.
Y sin embargo
en las profundidades de sus ojos está la paz.
La cálida,
la eterna,
la definitiva paz.
Amén.
NAZCO Y EL ESTALLIDO DE MI SANGRE CIEGA TU SER,

y el límite es la eternidad.

¡oh! las palabras, ¡oh! las cadenas.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

martes, 6 de marzo de 2012

EL REY

Fui lo reconozco,
el rey de la locura,
el que mejor podía vivir entre fantasmas,
... el que vivía solo.

Fui el tiempo de la voz,
la flor de los acíbares.
Ronca, desesperada, sorda voz,
inolvidable mutación primera.

Fui
un grito en medio de todos los silencios.
El estallido del payaso
cayendo entre las fieras.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

jueves, 16 de febrero de 2012

20 de septiembre de 1976

Cumplir 36 años me ha hecho bien.
Extrañe todo el día de ayer a mis hijos mayores.


Madrid,
empecinada
terca como una doncella
se resiste.

Patea con furia mí pecho mal herido.
Por ahora, no cejaré.
Si puedo lo imposible, Ella se entregará.

Seré su dueño
me dirá su verdad,
y en ese abrazo, por fin,
diré sus palabras.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto Mortal", 1977

miércoles, 1 de febrero de 2012

NADA ME ESPERA

Nada me espera en esta solemne tarde de fin de verano.
Nadie acoge en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, nuestra sangre fortaleciendo pequeñas palabras
producidas por el azar de las combinaciones.
Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta.
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.
Reconozco vivir en un mundo donde habrá mierda para todos.
Reconozco no saber claramente quienes son mis hermanos.
La nada atraviesa mi corazón.
Reconozco que mi paz es efímera, soy violentado permanentemente por un vicio imperdonable: quiero ser escritor. Una combinación de habladurías y desencantos, pero por favor no me maten, tratemos de averiguar si sirvo para algo.

Lo escribiré todo porque lo vi todo.

Reconozco que tengo una esperanza de perdón.
Piedad para quien indefenso frente a la catástrofe, sólo atinó a no cerrar los ojos.
Reconozco que tengo una esperanza de gloria. Gloria para quien obnubilado por los olores del hongo atómico, sobrevivió a la matanza.
Reconozco haber sumergido mi alma en ciertas drogas del olvido.
Reconozco no haber sido alterado jamás. Mi represión es sublime.
Soy un profesional del alma. Intacto y frío paseo mi mirada por el horror.
Soy el desperdicio de una sociedad en crecimiento.
Sabio de la nada.
Reconozco no saber nada acerca de lo que escribo.
La violencia a la cual soy sometido debe ser investigada.
Debe investigarse de que maldita perversión del Hombre me quieren hacer responsable.

Miguel oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

miércoles, 18 de enero de 2012

12 de septiembre de 1976, Madrid

Se abren y se cierran
las puertas que ocultan los más bellos tesoros.
Se abren y se cierran en vaivén.
Y sin embargo sé
que ni muerte, ni locura
atraparán mis manos en ese sortilegio.

El poeta escribe, el poeta se desvive por escribir.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

lunes, 9 de enero de 2012

25 de diciembre de 1975, Buenos Aires

Hablan por mí
y dicen
que todo fue mejor.
Yo te extraño
como se extrañan los hijos que crecen,
las partes de nuestro cuerpo muertas para siempre.

Hablan por mí
y dicen
que todo fue mejor.
Que tu muerte fue el tiempo preciso de nuestra resurrección.
Yo te extraño
recuerdo haber viajado contigo al fondo del alma,
recuerdo,
vos eras un amigo.
El sonido del mar modificaba nuestros sueños.
Tu muerte fue mejor
me dicen
te amabas demasiado.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

jueves, 5 de enero de 2012

X

Otros lo han hecho y para ellos, también fue lo mismo.
En esta encrucijada el suicidio,
es un acto demasiado simple para mis delirios de grandeza.
La vida por la vida,
una ideología demasiado fresca para mi edad.
Para colmo los ideales de que disponemos son mediocres,
la contracultura tiene,
sus periodos de decadencia.

El amor,
los hijos,
y esas otras cosas que hicieron mis padres,
las hice yo también,
al pie de la letra.
El drama es que yo,
amo la bestia que hay en mí,
le rindo pleitesías,
le ofrezco sacrificios :
jóvenes y estúpidas vírgenes,
para que la bestia
despoje de su sentido también a la carne.

Vamos hacia los territorios donde mueren los guías

cada uno se guiará por su propia ceguera.

Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977

jueves, 22 de diciembre de 2011

26 de diciembre de 1975, Buenos Aires en todas las horas del día

ANIVERSARIO
A OLGA, MUJER

Yo fui el poeta que desvastó tus territorios
Dueño del pan y de las uvas
llegué para ofrecerte de mi cuerpo
las marcas del amor.

Las manos y los pies heridos por la cruz
mi cuerpo pisoteado por los fieles
su piel arrancada a tirones por los que más me amaron.
Mi sexo mutilado para no ver:
tristes mutilaciones
y estas simples palabras del corazón.

Y todo fue verdad. Amé tu cuerpo y los excrementos de tu cuerpo.
Amé, amé con alegría tu piel y tus delirios.
No tuve paz y sin embargo fui feliz.
Amo esta cárcel y a sus severos carceleros.
Cadenas, amo las cadenas que estrangulan mi ser.

La sed de este desierto me matará, y sin embargo soy feliz.

Pido cadena perpetua para quien mata su ser por el amor. Y digo,
para que todos sepan, que ella ama mi esclavitud.
Ella es una mujer
ni venderá mi cuerpo
ni me despojará del alma
Ella necesita en su casa un cantor
y la voz del cantor no cesará jamás.

El cantor necesita ser amado, es un pequeño niño con miedo a la oscuridad.
Luz para que el poeta no muera de terror.
Y ella será,
colgada de un rincón del cuarto, mi lámpara votiva.

Pequeña y a veces mortífera luz.
EL FIN SERÁ EL HORROR.

Ver y amar desesperadamente la destrucción de nuestros cuerpos.


Miguel Oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977