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miércoles, 13 de noviembre de 2013

75,000 EJEMPLARES POR MES NO SON NADA


Lo que necesito es un buen administrador. Alguien que haga las cuentas a mi favor.
Alguien que me pueda decir:
—Mire Don Menassa, 75.000 ejemplares para una revista mensual de poesía de difusión gratuita, son muy pocos ejemplares. Teniendo en cuenta que cualquier periodicucho que produzca 300.000 ejemplares diarios estaría produciendo 9.000.000 de ejemplares al mes; podemos decir una riqueza ostentosa frente a nuestra miserable pobreza. Sólo 75.000 ejemplares por mes. Así no iremos a ninguna parte.
Y yo sé que molestar al personal, cuando el personal ha hecho sus esfuerzos, no es cosa buena.
Sin embargo, precisamente, ahora, donde más de 30 sujetos del inconsciente (por su condición de candidatos al psicoanálisis) han decidido apropiarse con su trabajo (tiempo, dinero) de una de las revistas más importantes de fin de siglo «Las 2001 Noches», precisamente, ahora, es cuando arremeto como los vientos huracanados fuera de estación para decirle a esos valientes:
-No habéis comprado nada, casi nada.
La verdadera libertad para una revista de poesía acontece cuando se publican 500.000 ejemplares por mes y se distribuyen eficazmente.
Es por eso que en el mismo tiempo donde agradezco vuestra llegada al mundo de los vivos, os pido que comprendáis que aún no hemos realizado nada, casi nada.
75.000 ejemplares por mes de Las 2001 Noches, comparado con el poder de la prensa contra la cual tiene que luchar una revista de poesía, es como un pequeño eructo en una noche de tormentas eléctricas.
La verdad, no sé por qué cometo este error, pero tengo muchas ganas de decir:
-La idea de Las 2001 Noches, es una idea vigorosa, por lo tanto para que progrese como tal, idea vigorosa, es necesaria una infraestructura económica poderosa.
Cuando tendría que ser feliz, soy feliz; pero en el mismo momento de ser feliz, me doy cuenta que mi felicidad no es la felicidad del mundo.
Entonces, gozo mi felicidad. Me digo: 75.000 ejemplares por mes, qué barbaridad, qué maravilla. Todo ocurre como soñé toda mi vida y veo a mis amigos contentos, felices, por lo que hemos conseguido y sin dejar de gozar por mi pequeña felicidad me pongo a trabajar en una felicidad más grande, para más gente y me imagino grandes cartelones por televisión que digan: HACIA LOS 500.000 EJEMPLARES DE LIBERTAD y miraré a mis amantes y todos sonreiremos y algún periodista despistado dirá entre amigos: «Ahí va Oscar Menassa, el magnate de la poesía» y hará alardes de haberme conocido cuando leímos a viva voz nuestros poemas en los barrios populares de Madrid y nosotros, pobres criaturas embelesadas por la belleza, por los terremotos y las borrascas y el olor a pan quemado, en las mañanas. Criaturas, absolutamente atadas por el amor a las palabras.
Toda nuestra vida será esa grandeza, volando de un confín a otro confín de la lengua castellana.
Antes de comenzar el próximo siglo, algo habremos hecho con el amor y estará escrito.
Antes de comenzar el próximo siglo, algo habremos hecho con la escritura y estará todo publicado.
Lo único que sé es que el bien que tenia que hacer con el psicoanálisis ya lo he hecho o lo estoy haciendo con los candidatos que, actualmente, están en formación, en la Escuela de Psicoanálisis que dirijo.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Un violín imparable. La música en el fondo de un corazón cayéndose en el lago del amor.
Atolondrado, eso quiero ser, un atolondrado, alguien que algunas cosas se lleva por delante y que otras cosas lo llevan por delante a él.
Un juguete roto, en las manos ansiosas por jugar.
Escaparate vacío, ancho como el mar.
Ya fui el médico que mi padre deseaba para mi, ya fui el poeta que mi madre ambicionaba a su lado.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Humo de viento alcanzando el paroxismo de un amor.
Zarpa dolorida, herida dulce, alegre, caprichosa herida recordándote.
Poeta sin aviso previo. Poeta de golpe.
Poeta que, rabiosamente habla del amor
Poeta buen equilibrista, poeta volador.
Poeta del pueblo para todos los pueblos.
Poeta dulce, agazapado, tigre del alma.
Hambriento por los verbos desorbitados.
Poeta contestador automático. Poeta sin rumbo.
Poeta encantador de serpientes perfumadas.
Abridor de caminos. Poeta del tiempo.
Poeta humanizado, viento de luz,
yo fui toda la grandilocuencia del amor.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

Yo fui su amante cruel. El tipo de dinero que mantenía su locura.
Su dama de compañía a la hora del té,
la tierna amiga de las largas conversaciones
y fui su macho,
tantas veces fui su macho,
todo cuerpo, baba sin fin, bujía esperpéntica
y la amaba y hacíamos el amor como los animales.
Después, también, están esos días como muertos, como sin nada.
Esos días donde a uno le dan ganas de comenzar todo de nuevo.
La poesía de nuevo, el amor de nuevo, la vida misma comenzar de nuevo. Aunque no se pueda o no se deba, cambiar todo de lugar, de tiempo.
Yo también fui un amante infernal y cuando ella reía yo me la comía a besos y cuando ella lloraba yo me la comía a besos y nos poníamos a jugar y yo la chupaba con frenesí y ella gritaba: Diablo, diablo; somos esta locura extraterrestre, este amor sin fin y yo la chupaba y, después, me la comía y hablábamos de mi potencia viril mientras la chupaba y me la comía y ella se ponía triste, muy triste, cuando yo dejaba de escribir.
Amor amante amor, también conozco a quien por hacer el amor contrajo enfermedad y, también, conozco a los amantes crueles que dale que dale todo el día haciendo el amor y no enferman nunca.
Alto albaricoque inalcanzable por la lujuria del recuerdo, estoy como la vida misma está, desordenado.
Tengo que sostener dos grandes amores: Madrid, Buenos Aires, y el alma se me encoge en lugar de expandirse.
Loas, entonces, para el hombre que se levanta en mi y grita, otra vez, empecinado, LIBERTAD.
Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.

España se equivoca siempre en política internacional.
Cuando el asunto de la pesca nos cagaron, con el asunto del aceite nos están cagando, cuanto todo el mundo estaba bueno con Cuba, hasta el Sumo Pontífice, Aznar se peleaba con Castro y, encima, perdía y ahora para seguir mostrando que en política internacional no entendemos un carajo le dimos el premio Cervantes a Cabrera Infante y, después, y también, es política internacional, las primarias del PSOE, están amañadas. Los jefes de Partido quieren a Almunia, pero las bases pueden rebelarse.
En definitiva, de política internacional, los españoles entendemos poco.

Ahora me gustaría dedicarme a otra cosa.
Vender frutas o flores o nostalgias,
ser del tiempo la bruma, del verano la noche.
Yo también tengo cosas para contar y fui el que soporté toda la pregunta. ¿Dónde vivir, fuera de los brazos de mi madre? ¿dónde poder dibujar una boca fuera de sus labios?
Entrecortado espíritu del aire. Estoy aquí, poniendo en mis alforjas, leve esperanza.
Noctámbulo ruiseñor perdido. Estoy aquí, bordando en mis alforjas, los vientos huracanados del poema.

Soy el cantor le dije sonriente,
no tengo nada que perder, sólo mi canto.
Así que usted y yo, podemos besarnos,
pisar fuerte la tierra, volar más alto.

Ya sé que no es decente, amar la vida tanto,
que no es honesto, sincero, quererla para mí.
Que el infinito fuego debe ser apagado.
Que el inquietante deseo, debe morir.

Sin embargo, usted y yo podríamos
hundimos levemente en el abismo
llenar todo el abismo con mi canto.

Aunque en verdad nadie lo quiera
vivir, vivir, podríamos mil años.
Yo sería el cantor y usted mi canto."

Miguel Oscar Menassa

De "Cartas a mi mujer", publicado en Las 2001 Noches nº 17

lunes, 7 de enero de 2013

   "Estamos condenados, te lo dije, estamos condenados a demostrar la importancia del trabajo. Para que haya amor entre nosotros tendremos que hacerlo.
   Y esa es nuestra condena y nuestra dicha. Existir, apenas, cuando el amor brilla para nosotros. El resto, todo el resto, es producir el surgimiento de un poema."

Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000

viernes, 24 de junio de 2011

Sábado, 7 de octubre de 2000

Querida:

Haber inaugurado con las tres cartas anteriores mi espacio en Internet, me ha llenado de un nuevo entusiasmo, sentir que sentado cómodamente en un sillón, especial para estar sentado, pueda poner mi palabra al alcance de infinitas escuchas.
Algo así como un nuevo amor. No me importan mucho los resultados, sino la práctica del nuevo amor.
Poder decir algún día: Una vez, yo tuve un nuevo amor y me dejé llevar por unos pobres besos hasta la muerte, casi hasta la locura.
Y todo fue el color de mis apetencias. Y respiraba para que existiera el aire y abría mis ojos para que el sol no dejara de brillar.
Y tocaba con frenesí la guitarra de mis amores muertos y era un quejido insostenible, mis propios versos se dejaban caer como flores marchitas, abrumados por el peso del amor. Era un borde donde había un dolor a punto de romperse, un dolor perdiéndose, el nacimiento de una nueva vida, un dolor muerto.

Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000

martes, 28 de septiembre de 2010

Benalmádena-Costa, Sábado 4 de octubre de 1997

Estoy a un metro del mar, sentado en una reposera del hotel, en la playa privada. Esta mañana, precisamente, es tan privada que soy el único hombre semidesnudo frente al mar, a un metro de distancia.
Me meto hasta las rodillas en el mar y ahí me mojo con alegría la cara, los brazos, meto mi cabeza en el agua como un animalito, hasta que una pequeña ola me recuerda los grandes momentos marítimos a tu lado, tal cual dos compañeros y me enternece escribirte una carta casi metido en el mar donde tú no estás.
Hoy quiero liberarte de la responsabilidad por mi trabajo.
No fue que trabajé como una bestia para que vos pudieras vivir como una reina. Fue que trabajé como una bestia para poder soportar que fueras una reina y vivieras conmigo.
Algunos, algunas podrán decir: una pequeña reina de su propio corazón, una reina sin reino dirán otros pero frente a la poesía siempre te comportaste como una verdadera reina del mar.
Fuiste capaz de acallar el sonido de las olas para que yo escribiera ese silencio.
Después, también, tantas veces fuimos esos dos estúpidos haciendo compras en el supermercado creyendo que el problema de la humanidad era el precio de las alcachofas o el precio al consumidor del tomate de las granjas de cercanías o los putos o los negros o la crueldad con la que nos había tratado la vida haciendo de nosotros dos exiliados, dos extranjeros a todo, también a nosotros.
Sin embargo, hundimos con pasión arrebatada nuestras manos en las entrañas de la vida y algún jirón le hemos arrancado, algo de vida hubo para nosotros.
También hubo muerte y humillación, dolor y enfermedad y tuvimos que comprobar el horror de la traición por un pedazo de pan y algunos de nosotros se tuvieron que vender totalmente por un pedazo de amor pero la vida se quedó con nosotros y nos obligó a vivir despiadadamente ocurriera lo que ocurriera.
Nosotros dos estábamos condenados a seguir vivos, con los ojos abiertos, sin darle nunca las espaldas al horror.
No sólo asesinaron brutalmente a uno de nuestros hijos, a Pablito, en medio de la calle, casi delante de nuestros propios ojos, sino que todos los días, por la televisión, miles de jóvenes como Pablo morían delante de todo el mundo sin que nadie hiciera nada.
Todos exclamábamos, ¡Qué horror! ¡Qué horror! pero nadie podía hacer nada. La policía estaba comprometida en ciertos tráficos ilegales u otras yerbas. Los estados eran gobernados con el dinero del contrabando de drogas y de armas, hasta nucleares y todos nos mirábamos unos a otros y exclamábamos, ¡Qué horror! ¡Qué horror!
Y cuando no los mataban a los 20 años, los empezaban a violar a los 5, a los 7, a los 9 años. Y hay un montón de diversiones organizadas por compañías, se podría decir de turismo, donde niños y niñas de esa edad y sus mutilaciones, maltratos y vejaciones, son en algunos casos la diversión de jueces, magistrados, uno que otro presidente de algo, locutores de radio y maestros, ¿te das cuenta lo que nos hicieron ver? Los maestros de la escuela, vejaban y maltrataban a los niños, en lugar de educarlos. ¡Qué hijos de puta! Y nosotros no podíamos morir, tampoco podíamos cerrar los ojos.

Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000