Cuando era un niño amaba la noche.
Era de noche cuando soñaba cabalgar
en yeguas doradas espléndidas praderas.
Era de noche cuando mi padre y yo
hablábamos del miedo y el respeto
que le teníamos a la muerte.
Cuando mi padre y yo
nos encontrábamos
la noche no era el silencio.
Él me decía tranquilo
y sin ninguna esperanza
que yo entendiera:
La gente en general
tiene miedo de todo
yo sólo tengo miedo
de la muerte.
Ni el frío ni el hambre
ni ningún sacrificio
me dan miedo.
Ni la maldad ni el odio ni la envidia
sólo su incalculable presencia oscura
me hace temblar.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
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