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jueves, 8 de julio de 2021

QUIERO SER UN PÁJARO ENTRE LOS PÁJAROS, LA LIBERTAD del libro "La poesía y yo"


Quiero que recuerdes
también soy una alondra
un pájaro entibiado
por la civilización
un pájaro sensible.
Vuelo
solo entre mis recuerdos.
Un pobre pájaro sin paz
marchita alondra
un pobre pájaro
al borde del silencio
fugaz
al borde de la nada
fugaz
alondra vieja del verano
encanto de los vuelos
fugaz
sencilla alondra
para los océanos
y la noche
y la inquietante
y fugaz
breve locura.
Quiero vivir
como mis antepasados
para nada.
Vivir
sin dejar rastros
por ahora
parar con la matanza.
Sabemos que el hombre
no deja de llorar
por el hombre.
Desde hace unos siglos
todo le sale mal.
Lujuria
rosa de lujuria
conozco tu amanecer
sangrante
conozco el bochorno
de las últimas horas:
De culo al sol
respirando
sofocada contra la tierra
y tus leches
y las humedades de tu sexo
contra la tierra.
En el otoño nacerá la flor
la pobre muerta del otoño
pequeña
pálida sobre la tierra
una mierdita
sin importancia
sin mucho olor
y de futuro incierto.
Un buen alimento
entre los pastos
para los pájaros cantores
y de ahí
su importancia
y su vanagloria
y por eso
la risa que le queda
la brevedad de su mentira.
Quiero mi libertad
famosa rosa del otoño
vuelo hacia los veranos
tengo
un entredicho con el sol
un amor
por los brotes permanentes
por los gajos en carne viva
un amor
por los incendios
por los encuentros de nivel.
Voy
vestido de hojarasca
soy
pura espuma
uno que fracasó
desde el principio.
Alma revuelta
cantor sin tono
hombre sin futuro.
Una desesperada
manera de vivir.
Una experiencia
del equilibrio
de las piruetas
del vacío.
Un manojo
de ilusiones descuartizadas.
Un enfermo del alma
un animal a punto de morir
una fiera tranquilizada
con el opio
un ojo rabioso
cegado por la luz
por los interrogatorios.
Un hombre
maltratado por el amor
engañado crónico
un producto bioquímico
desechable.
Un hombre
un pobre hombre
hecho mierda.

Miguel Oscar Menassa

 

domingo, 16 de diciembre de 2018

AMOR PERDIDO. MI MADRE

II

Una mezcla de servidumbre y libertad,
ambas inconcebibles, me acompañan.
Como un hueco vacío en plena soledad.
Como un silencioso toque de queda a muerte.
Como un viejo silbido proveniente del mar.

Extrañé, dulcemente, tus carnes todo el tiempo.
Soñé, me até a los brazos de la muerte y tu cuerpo,
no dejaba de llamarme la atención con su frialdad,
espesa venganza de las tierras heladas por el odio.

Pensé en la muerte nuestra compañera inalterable,
separé todo lo que se puede separar del cuerpo y,
a pura alma a corazón batiente, aferrado a la vida,
palabra a palabra, fui construyendo este espejismo.

Por fin he comprendido: soy un poeta afortunado.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos"

sábado, 10 de marzo de 2018

LA PASIÓN: LA POESÍA


Entre la vida
que no me pertenece el amor
y la vida que soy
la locura.
La poesía
puede llenar
todo ese vacío.
Hablaba
siempre en silencio
sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.
Estábamos así,
sentados uno frente al otro
desde hacía siglos.
Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos
de sus nalgas
abiertas como manantiales
como vertientes cristalinas
de rocío abriéndose
al pequeño sol de la mañana.
Mi voz se perdía
entre la acústica marea.
Sigilosos movimientos de su cuerpo
vulva enamorada, vulva de miel
diamante enfurecido
espesa vulva azucarada
sella en mis labios
el silencio.
Más que escuchar mi voz
Ella seguía
pensando en el futuro.
Cabalgando feroz en su locura
yo soy
ese pequeño sol de la mañana.
Rómpete
como se rompe el cristal
haciendo música
y Ella se rompía
sin escucharme.
Bailábamos.
Éramos como un hombre
y una mujer bailando.
Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor
yo le decía que la amaba.
Después
éramos capaces de detener la música
para mirarnos francamente a los ojos.
En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto
opíparos comensales del amor,
mirarnos
era como morir.
Después, aún, seguíamos
danzando levemente.
Instante de las formas
caídos uno sobre el otro
yo no decía nada.
Ella, era el futuro:
Escribiré en silencio
y la poesía
alforja delirante
silencio perenne
que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.
Hiriente,
jactándose de su momentáneo poder
sobre mis nervios habla para mí.
Yo soy Ella
y Ella es la Poesía
juntas
como si nos hubiesen
arrancado a la tierra
de la misma raíz
ocupamos
un solo espacio en tu corazón.
Somos el mismo tiempo.
Ella y la Poesía aman vestirse
con las mejores sedas.
Joya marina
flor
diadema de locura
brillos serpenteantes
y topacios
embravecidos de tanta luz
para tu cuerpo momificado
siempre igual cada vez
siempre diferente.
Nutren sus cuerpos manjares únicos.
Devorar limpiamente el universo
y hacer el amor las enloquece.
Cuando cierran la boca para morir
en silencio
desean conocer de los sabores
uno diferente.
Siempre ambicionan
estar en otros brazos
y una vez más,
doliente mueca sin sonido
comienza a latir.
Abre sus ojos y pregunta,
¿es el atardecer o la mañana?
Me desplomo a su lado
para no perturbar
el curso de sus sueños.
En silencio dejo de vivir.
Ella sueña
y la noche se puebla de sonidos,
misterios
ardores de su cuerpo y la música.
Sus ronquidos son el bravío mar
y la torpeza de sus dientes
entrechocándose en las sombras
cataratas volcánicas de lejanía y nube.
Ruidos ardientes
anuncian el final de la ternura.
Trenes ensangrentados en la guerra
chirriando a veces porque el dolor
es inalcanzable.
Su piel
brutal enredadera
trepa desordenada,
bramido sideral,
hacia las concavidades
más remotas
hacia los vericuetos.
Amianto vespertino
crece
en el tumulto de los cielos
hacia un destino en llamaradas.
Poesía de fuego
ardiente vulva desgarrada
Ella es la poesía
dragón enamorado
bocanada febril
humo y ceniza.
Mujer de fuego Poesía de fuego
consumen vorazmente
hacia los espacios infinitos
el cuerpo del amor.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

jueves, 8 de junio de 2017

AMOR 2000



Es una voz inconfundible la que me confunde.
Los vientos detenidos clavándose en mi tiempo,
recurren a las más viejas fantasías de olvido
y, en ese punto negro de la memoria, surge el poema.
 
No es una sustancia, un ser, que atraviesan la nada.
Es nada lo que se come la sustancia, atravesando el ser.
Es huecos de huecos, el infinito que me mira,
es línea sobre línea, generando agujeros invisibles.
 
Opongo al misterioso siglo del vacío perfecto,
la carne desmesurada y abierta de tus ojos,
la sangre de tu boca, herida por lo insondable.
 
Opongo a la siniestra ceguera universal,
incandescente luz del choque de los cuerpos,
la magnética luz de tus palabras, amándome.

 Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991 

martes, 10 de enero de 2017

VIDA COTIDIANA



Cuando el coloso aullante de la duda
abandone mi extraño corazón,
seré el amante, que ambicionan tus ojos.
El cruel amante negro,
el que te mata y muere cada vez,
la más remota capa de la tierra
y el silbido ululante del corazón del tiempo.

Soy el futuro, amante, que te espera,
el tiempo envuelto en luces,
la maraña espectral de las horas que pasan, rota,
parcialmente dañada la cara de la muerte,
por el feroz encuentro,
donde mi corazón late al compás,
de los latidos negros del corazón del sol.
Seré, cuando el gigante malherido muera,
misterioso sacerdote en tu vientre abierto
oficiando el milagro de la carne.
Conteniendo la ira del negro vacío
cuyo compás marca nuestro compás-
arrojo en él, pedazos de mi carne transformada
-para que fuera posible la ceremonia-
en palabras.
Engarzo,
dirigido por los dioses inmensos de la duda,
en cada palabra una gota de sangre, leve sudor,
lágrima pequeña y enamorada, gota de semen.
Hago estallar en pleno vientre,
del sol que no nos pertenece -su vacío negro-
esa luz.
Venid, danzad conmigo,
danza de los violines que nunca morirán.
Venid, quemad la noche,
hogueras del amor despedazad el alba.
Luz, palabras como luz.
Luz, amores como luz.
Negrura como luz.
Ceguera como luz.
Luces, como locuras iluminadas.
 
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta"

martes, 12 de mayo de 2015

ARTE POÉTICA


Poesía, lo sé, mientras te escribo,
dejo de vivir.

Entrego, mansamente, mis ilusiones,
mis pobres pecados proletarios,
mis vicios burgueses y, aun,
antes de penetrar tu cuerpo,
-tapiz enamorado-
abandono mi forma de vivir,
miserias,
locuras,
hondas pasiones negras,
mi manera de ser.

Vacío de mis cosas,
abanderado de la nada,
transparente de tanta soledad,
invisible y abierto,
permeable a los misterios de su voz,
intento,
rasgo sonoro sobre la piel del mundo
la piel de la muerte
la piel de todas las cosas.

Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
esquirlas apasionadas,
imborrables astillas de mi nombre.

Miguel Oscar Menassa
De “La patria del poeta"

lunes, 30 de marzo de 2015

BUSCO SIGO BUSCANDO


Busco sigo buscando
entre las esperanzas.
Ato mi razón...
descuelgo de ella
un sinsentido.
Te escribo
dejo pasar
entre las teclas de la máquina
los afectos más reprimidos.

Hoy estoy ágil
como una paloma entre los buitres
como una paloma decapitada por la paz.
Un ajetreo en mis entrañas anuncia
el espacio nocturno para mis ojos.
Fuera de mí volando a ras del cielo
desorbitados a punto de caer.
Bebo inmaculado licor
entre tus piernas de gacela perdida
de gacela abierta a los manantiales
de gacela estropeada por la ciudad.
Busco entre los recuerdos
una esperanza
y no encuentro recuerdos.
Escribir, también, contra mí mismo.
Tanta locura
tanta alegría en medio de tanta locura
más que tocar fondo
me elevo entre los astros
espuma de cielo
me dejo comer por el vacío.
Soy una de las últimas astillas
de la tierra
ya no puedo volver ni detenerme.
Hacerme fuego es mi destino
incendiar, también, el universo.
Fresas y fresnos marinos trópicos del deseo,
aleteo fugaz contra las olas y los vientos.
Me imagino sentado en una silla para siempre
ligando el mundo apasionado entre mis letras.
Páginas como gigantescas olas oceánicas.
Lento devenir entre las letras
como si fuera entre montañas y
valles de sol y ríos desolados
cortando las ciudades del amor.
Tejo una red de versos incalculables,
teja conmigo amablemente en el deseo
y deje que sus ojos se vuelen de sí.
Hágase universal
recorra el espacio celeste
en el poema
cielo y vértigo
para sus ojos desorbitados
y ahora puede decirle a su mujer:
Te escribo
ves
te escribo en las paredes
pongo tu nombre ciego
en las paredes.
Viajo con destreza
por tu piel
toco el Universo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

jueves, 5 de febrero de 2015

BUSCO SIGO BUSCANDO


Busco sigo buscando
entre las esperanzas.
Ato mi razón...
descuelgo de ella
un sinsentido.
Te escribo
dejo pasar
entre las teclas de la máquina
los afectos más reprimidos.

Hoy estoy ágil
como una paloma entre los buitres
como una paloma decapitada por la paz.
Un ajetreo en mis entrañas anuncia
el espacio nocturno para mis ojos.
Fuera de mí volando a ras del cielo
desorbitados a punto de caer.
Bebo inmaculado licor
entre tus piernas de gacela perdida
de gacela abierta a los manantiales
de gacela estropeada por la ciudad.
Busco entre los recuerdos
una esperanza
y no encuentro recuerdos.
Escribir, también, contra mí mismo.
Tanta locura
tanta alegría en medio de tanta locura
más que tocar fondo
me elevo entre los astros
espuma de cielo
me dejo comer por el vacío.
Soy una de las últimas astillas
de la tierra
ya no puedo volver ni detenerme.
Hacerme fuego es mi destino
incendiar, también, el universo.
Fresas y fresnos marinos trópicos del deseo,
aleteo fugaz contra las olas y los vientos.
Me imagino sentado en una silla para siempre
ligando el mundo apasionado entre mis letras.
Páginas como gigantescas olas oceánicas.
Lento devenir entre las letras
como si fuera entre montañas y
valles de sol y ríos desolados
cortando las ciudades del amor.
Tejo una red de versos incalculables,
teja conmigo amablemente en el deseo
y deje que sus ojos se vuelen de sí.
Hágase universal
recorra el espacio celeste
en el poema
cielo y vértigo
para sus ojos desorbitados
y ahora puede decirle a su mujer:
Te escribo
ves
te escribo en las paredes
pongo tu nombre ciego
en las paredes.
Viajo con destreza
por tu piel
toco el Universo.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo"

martes, 5 de agosto de 2014

ABIERTO, YO ESTABA ABIERTO Y TE LO DECÍA



 Abierto, yo estaba abierto y te lo decía.
sin precaución, sin extremos cuidados
te hablaba de mi ser, abierto naturalmente
como se habla del cielo o de la espuma.

Esas tardes de mares, de completos océanos
donde las grandes olas no hacían otra cosa
que estrellarse blandamente, caer sin fuerzas,...
enamoradas, frente al vacío abierto de mi voz.

Un día, caprichosa, te arrojaste en mi interior
y tiraste del fondo de mi piel, empecinada,
para cerrar al mundo, el vértigo, mi belleza.

Te enloqueció mi manera de resistir, riendo,
jugando con las olas, alborozadas por mi amor.
Te dejamos toda la piel para seguir abiertos.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa"