Nada se sabe de ella hasta el estallido,
la muchedumbre calla su verdad.
Nada se sabe de ella,
porque no es ella una mujer que dice:
venidme a prender,
soy la muchedumbre, tan coloquial y ancha,
brutal y natural amada,
sobre las crujientes olas del hastío.
La muchedumbre cuando nace no deja nada en pie.
Una manada de palabras,
de sangre y de palabras,
de sangre amarillenta y luz
y leche fresca
y podrida leche entre los ríos
y el pus maravilloso estallando en las tripas,
saliendo a borbotones.
AMARILLENTA libertad
vago entre las fronteras de lo que fue dolor
Toda ruina anonadada de mi ser.
Soy,
la voluptuosa agonía de las grandes enfermedades,
agonía donde la sangre -rojo y percal-
entra en los ojos,
donde la sangre -galope y furia-
deja en el pecho,
un ruido interior a ser humano,
incompatible con las cumbres.
Mareas y delirios,
búhos nocturnos y búhos del amor.
Búhos atolondrados por el sol,
sacudidos por la violencia del sol,
búhos descuartizados.
Imperfectos pedazos de sol entre tus carnes,
búho de la libertad,
femenino y feroz,
búho de la muerte.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
martes, 21 de febrero de 2012
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