I
Al ir viviendo y sólo por vivir
lo fui creyendo casi todo
y así viví el amor, como si fuera eterno
y así juré, por la amistad, en falso.
Después vinieron las noches de la soledad,
donde amistad y amores caían sin cesar,
hasta llegar al fondo de abismos imposibles,
hasta quedar fundidos en nubes del pasado.
Y nadie nunca más recordaría el tiempo,
donde con mi propia pasión enamorada,
de la muerte rescataba amores y amistades.
Y ahora estoy, a solas, con mis versos
y vivo, intensamente, la lujuria del verbo,
como si conmigo vivieran amores, amistades.
Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995
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Quizás los amores no son nunca perdidos, quizás son siempre ganados. De alguna manera, viajan con nosotros el resto de la travesía que nos queda por vivir.
ResponderEliminarSaludos.
El recuerdo del amor siempre da vueltas en el alma, como un terco fantasma que nos espera al final de la vida para partir con nosotros, hacia el lugar donde todo es incierto.
ResponderEliminarSaludos Miguel
No hay amores perdidos ni olvidados, sólo hay amores.
ResponderEliminarSaludos!
La vida seria un camino hacia la intensa soledad del verbo…
ResponderEliminarO tal vez, como diría R. Char, “la lucidez es la herida mas cercana al sol”.
La profundidad no resta belleza al verso.
Saludos.