sábado, 10 de marzo de 2012

Querida:

En los desparejos festines enamorados de tu cuerpo en mi cuerpo, voy encontrando en las argucias de la razón toda tu belleza. Voy abriendo en los espejismos de tus voces, mis amores más ocultos.

Encandilado por las argucias de la noche tejo sobre tus ojos este delirio, abierto a la mansedumbre de las palabras más cotidianas.

¡Así se debe ir por la vida. Cantando y bailando!

Despejemos, querida, los laberintos del odio y aparecerá
frente a nosotros una montaña inmensa de calor, de oro.

Soy satán abierto a los blancos perfumes de la tarde.
Un diablo que canta todo el día canciones del amor.
Un diablo mar, sortilegio de una noche primaveral. Una especie de noche de fuego para los muertos.

No ves, querida, que hoy canto desesperadamente, como si fuera a morir. Canto pequeño, ardiente, enamorado y loco, empedernido canto de los adioses.

Soy el fulgurante secreto de la nada.

Fibra animal lejana, ajada melodía.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

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