La tierra se enfurece o descansa
cuando las manos del campesino
se alejan corriendo velozmente al pueblo
donde mujeres abiertas como el mar
lo esperan.
Madres de amor
hembras de amor
cantan y escupen tus espaldas.
Aquí donde tu piel olorosa se agita
tú sabes del dolor de los surcos
cuando tus manos se agigantan.
El amor se agiganta.
No se te parte el corazón
La sangre no se vierte.
La revolución también espera.
Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966
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