Algo de miedo tengo o mucho,
vivo como asustado,
como si no hubiese pagado los impuestos,
como si hubiese mirado lo que no debía
o me hubiese apropiado de mi trabajo.
Qué mal que la he pasado, pero qué mal,
agachándome todo el día para evitar
el balazo que sería certero en medio de los ojos
de no haber vivido estos últimos años agachándome.
Era la parte de las cloacas que sobresalía,
con la cabeza a ras del suelo conocí el amor,
con la cabeza torcidita para ver llegar al agresor,
descubrí sus piernas de brillantes desnudos.
Quise besar sus nalgas de nácar o delirio
y mis labios besaban con fervor la vereda.
La bella mujer se burlaba de mis cosas,
hacía como que bailaba sobre mi cabeza
y me tiraba un beso con la mano al partir,
indiferente,
como si yo pudiera alcanzar algún beso.
Después al trote movía sus caderas con intención,
diciéndome, tal vez, que si la amaba, la siguiera.
Le pregunté al primer transeúnte
si me ayudaba a levantarme
y el pobre, con ternura, me preguntó. ¿Por qué?
¿acaso te preocupa algún sueño de amor?
Es un amor sin límites, le dije al caminante,
un amor que alejándose me quiere en libertad.
Libre de pies, de manos, de palabras,
todo para el amor.
Miguel Oscar Menassa
De Al sur de Europa, 2002
viernes, 9 de diciembre de 2011
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