Para que todo sea viento,
llama voraz,
ir perdiendo de a poco los recuerdos.
Nacer,
ir naciendo de a poco nuevamente.
Olvidarse todas las fotografías en alguno de los viajes.
Nacer
ir naciendo de a poco nuevamente.
El pasado no existe.
Después del paso de nuestras espaldas,
cae el telón.
Somos
una especie de nudo angustiante en la garganta de la famosa cultura.
Nuestra escritura deberá ser, una escritura crítica,
de todo lo que se produjo dentro de los sistemas imperantes.
No sólo desmontar el mito de la religión,
sino también,
el mito que la revela,
quiero decir,
también pasarán por nuestras miradas,
las ciencias.
No sólo el amor,
sino también,
la poesía tendrá que ser otra.
Nuestra vida cambia aceleradamente.
Todo cambiará.
El estallido será estético,
sin cronos, quiero decir,
sin muerte.
El fenómeno es grupal.
Las ideas que teníamos acerca del hombre no sirven para explicar el fenómeno.
Las circunstancias me han convencido:
El hombre,
está sumergido en una montaña de mierda y todavía,
no conoce el amor.
Sé que soy un hombre,
porque hablo y escribo
y sé además que mi amor,
no vive sumergido en una montaña de mierda.
Y todavía se,
por mi larga estadía entre los hombres,
que lo que puede uno,
se hace posible para todos.
Que no sea posible,
habla de la sumisión del hombre a los sistemas imperantes,
y no como se cree,
de una imposibilidad del hombre.
Lo humano,
más bien es infinito.
Infinitas,
las formas del amor.
.../...
Miguel Oscar Menassa
De "Psicoanálisis del amor", 1994
miércoles, 8 de febrero de 2012
martes, 7 de febrero de 2012
HOY LO CONFESARÉ TODO
Nací en un barrio.
«Crecí en sus veredas
un día alcé vuelo
... soñando triunfar».
Hoy no puedo volver
ni pobre ni vencido.
Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
papeles y poemas
mi suerte está echada.
Jugaba a los juegos más o menos
ganaba con algunos
perdía con algunos.
No trepé nunca a un árbol
me daban vértigo la hamaca
y el tobogán
jugaba bien al monte
y a la troya y a la rayuela
jugaba con las minas.
Ellas me tocaban siempre
y a veces yo las tocaba.
Cada vez que abría los ojos
me daba cuenta que para mí
no había porvenir.
Era demasiado delgado
miraba siempre de frente
y sonreía.
Después vino el billar.
Apoyaba mi mano en el paño
con firmeza
como con las mujeres
sin contemplaciones.
Dejaba que el cigarrillo
me quemara la boca
me hacía el distraído
y miraba a los rivales.
Mi manera de andar era sublime
ganaba casi siempre.
Jugando al billar era irresistible.
Fumaba y soñaba
durante todo el día
con una vieja rica
quería conocer el mar
hubiera dado mi vida
por un día en el mar.
Recuerdo todo a pleno sol
el sol en las orejas
dentro de la camisa
debajo de los brazos
entre las piernas
los pies llenos de sol.
Una mujer me dijo viejito
y me limpió los mocos.
Después no me creyeron
querían ver las pruebas.
Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
una máquina de escribir
la lámpara votiva
papeles y poemas
mi suerte está echada.
El tango lo bailaba más o menos
con algunas mujeres podía
con algunas mujeres no podía.
Pero tenía una mirada
una tristeza en la mirada
y escribía poemas.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
«Crecí en sus veredas
un día alcé vuelo
... soñando triunfar».
Hoy no puedo volver
ni pobre ni vencido.
Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
papeles y poemas
mi suerte está echada.
Jugaba a los juegos más o menos
ganaba con algunos
perdía con algunos.
No trepé nunca a un árbol
me daban vértigo la hamaca
y el tobogán
jugaba bien al monte
y a la troya y a la rayuela
jugaba con las minas.
Ellas me tocaban siempre
y a veces yo las tocaba.
Cada vez que abría los ojos
me daba cuenta que para mí
no había porvenir.
Era demasiado delgado
miraba siempre de frente
y sonreía.
Después vino el billar.
Apoyaba mi mano en el paño
con firmeza
como con las mujeres
sin contemplaciones.
Dejaba que el cigarrillo
me quemara la boca
me hacía el distraído
y miraba a los rivales.
Mi manera de andar era sublime
ganaba casi siempre.
Jugando al billar era irresistible.
Fumaba y soñaba
durante todo el día
con una vieja rica
quería conocer el mar
hubiera dado mi vida
por un día en el mar.
Recuerdo todo a pleno sol
el sol en las orejas
dentro de la camisa
debajo de los brazos
entre las piernas
los pies llenos de sol.
Una mujer me dijo viejito
y me limpió los mocos.
Después no me creyeron
querían ver las pruebas.
Tengo sobre mi escritorio
algunas fotografías
una máquina de escribir
la lámpara votiva
papeles y poemas
mi suerte está echada.
El tango lo bailaba más o menos
con algunas mujeres podía
con algunas mujeres no podía.
Pero tenía una mirada
una tristeza en la mirada
y escribía poemas.
Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000
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lunes, 6 de febrero de 2012
RECUERDO LA LIBERTAD
Un mayo frío, sin luz, recuerda mi ciudad.
Extraño todo lo que fui:
Rosas y ventanales sobre el mar,
aquella pasión,
por cuerpos femeninos huyendo de sí.
Retazos de pasión,
antiguos pájaros al viento sobre la arena.
Vaho de luz,
efervescencia marítima,
desenvolviendo la maraña del tiempo.
Horas en que el recuerdo cae
y los ídolos
y algunos sueños infantiles caen
y el universo se desmorona
y las hojas escritas vuelan por mi alma
y caen, antiguas leyendas donde el hombre,
era feliz.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
Extraño todo lo que fui:
Rosas y ventanales sobre el mar,
aquella pasión,
por cuerpos femeninos huyendo de sí.
Retazos de pasión,
antiguos pájaros al viento sobre la arena.
Vaho de luz,
efervescencia marítima,
desenvolviendo la maraña del tiempo.
Horas en que el recuerdo cae
y los ídolos
y algunos sueños infantiles caen
y el universo se desmorona
y las hojas escritas vuelan por mi alma
y caen, antiguas leyendas donde el hombre,
era feliz.
Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984
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domingo, 5 de febrero de 2012
7 de julio de 1977
Ahora estoy en una casa de campo, pero dentro de la ciudad. Estamos tratando de comer un asado. Las ideas que tengo, hasta ahora, son poder delimitar el campo Psicoanálisis/Poesía, dentro de la escritura Cero, desde el momento que aparecen como oposiciones dialécticas, o bien como instrumentos de conocimiento que, sobre la locura, el tercer término en cuestión, dirán la verdad o bien la locura, proponiéndose como materia prima y a la vez instrumento de todo modo de creación, sea poético, sea científico.
Miguel Oscar Menassa
De "Poética del Exilio", 2011
Miguel Oscar Menassa
De "Poética del Exilio", 2011
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Poética del Exilio
viernes, 3 de febrero de 2012
EL QUE PREDICA EN LA MONTAÑA
El que predica en la montaña
será el predicador de la montaña.
El que come su pan
apresuradamente
será el hambriento.
El que canta sin fe
por las mañanas
y nos anuncia el porvenir
será el cantor
dulce cantor de pastorales
donde mueren las flores
y el reino de los cielos
nos espera.
El que encienda
los fuegos fatuos de la carne
para aplacar la incertidumbre
de la bestia
será el censor
será el hombre
más triste de la tierra
el hombre de las dunas
el de la ausencia de colores.
EL QUE NO PUEDA MÁS,
EL QUE NO PUEDA
BAJAR DE LOS CIELOS
O ASCENDER DEL ABISMO,
SERÁ EL POETA.
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 2000
será el predicador de la montaña.
El que come su pan
apresuradamente
será el hambriento.
El que canta sin fe
por las mañanas
y nos anuncia el porvenir
será el cantor
dulce cantor de pastorales
donde mueren las flores
y el reino de los cielos
nos espera.
El que encienda
los fuegos fatuos de la carne
para aplacar la incertidumbre
de la bestia
será el censor
será el hombre
más triste de la tierra
el hombre de las dunas
el de la ausencia de colores.
EL QUE NO PUEDA MÁS,
EL QUE NO PUEDA
BAJAR DE LOS CIELOS
O ASCENDER DEL ABISMO,
SERÁ EL POETA.
Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 2000
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jueves, 2 de febrero de 2012
LA FIEBRE EL ORO
Transfórmenos de vanguardia en elite, revolucione su vida.
No soporte más,
el peso,
de nuestras palabras.
HABLE.
Lo fin de siglo,
para mi nada,
es poco.
Soy,
un valiente,
es decir,
un decepcionado crónico.
Un muerto de hambre.
Ayer resucité,
porque igual,
da lo mismo,
abrir la boca que cerrarla.
Soy,
por lo tanto,
el resucitado,
el robusto que careció de pan.
Un descuartizado por el hambre,
el pequeño,
trozo de carne y su palabra,
el hedor.
No me busquéis
fuera de vosotros,
soy invisible,
una especie de mierda intestinal atascada,
un pedo memorable a boca de jarro,
quiero decir,
los rotundos tambores de la taquicardia fatal. Una puntada inesperada,
en pleno corazón.
Devenir,
devengo de un país,
donde morir,
no era suficiente.
Soy,
el profundo,
el que creyó en la libertad,
el ambicioso,
el atacado ferozmente por la fiebre,
el que costaba más.
Tengo,
para mis modales,
en la conquista del universo,
La Estupidez iluminada:
abrir la boca,
y cerrar la boca,
sesenta veces por minuto,
y cada vez,
emitir un sonido,
y cada vez,
producir,
el silencio perfecto,
la desviación,
el nuevo sentido.
Un poco más allá de la verdad,
el poder,
no existe.
Sería conveniente,
entonces,
racionar el odio,
prevenir, las enfermedades al corazón.
Odiar,
odiar,
odio el pan,
por una especie,
de rabia a lo biológico
y a sus drogados eternos,
-enfermos sin saber-
los comedores de pan.
Estaba dispuesto,
lo recuerdo,
a dar mi vida entera.
Vivía,
os lo aseguro,
entre caníbales.
Era su rey,
el más grande devorador de pan,
y me llamaban,
mandíbula batiente.
Obreros del cansancio,
basta de pan,
vayamos tras el oro.
Opongamos,
a la moral de sus fábricas,
de sus colegios nacionales,
nuestra propia moral:
No creemos en el hambre,
somos sobrevivientes,
y oponemos
a los vapores de su alcohol mohoso,
el humo,
envenenado,
de mis versos.
Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978
No soporte más,
el peso,
de nuestras palabras.
HABLE.
Lo fin de siglo,
para mi nada,
es poco.
Soy,
un valiente,
es decir,
un decepcionado crónico.
Un muerto de hambre.
Ayer resucité,
porque igual,
da lo mismo,
abrir la boca que cerrarla.
Soy,
por lo tanto,
el resucitado,
el robusto que careció de pan.
Un descuartizado por el hambre,
el pequeño,
trozo de carne y su palabra,
el hedor.
No me busquéis
fuera de vosotros,
soy invisible,
una especie de mierda intestinal atascada,
un pedo memorable a boca de jarro,
quiero decir,
los rotundos tambores de la taquicardia fatal. Una puntada inesperada,
en pleno corazón.
Devenir,
devengo de un país,
donde morir,
no era suficiente.
Soy,
el profundo,
el que creyó en la libertad,
el ambicioso,
el atacado ferozmente por la fiebre,
el que costaba más.
Tengo,
para mis modales,
en la conquista del universo,
La Estupidez iluminada:
abrir la boca,
y cerrar la boca,
sesenta veces por minuto,
y cada vez,
emitir un sonido,
y cada vez,
producir,
el silencio perfecto,
la desviación,
el nuevo sentido.
Un poco más allá de la verdad,
el poder,
no existe.
Sería conveniente,
entonces,
racionar el odio,
prevenir, las enfermedades al corazón.
Odiar,
odiar,
odio el pan,
por una especie,
de rabia a lo biológico
y a sus drogados eternos,
-enfermos sin saber-
los comedores de pan.
Estaba dispuesto,
lo recuerdo,
a dar mi vida entera.
Vivía,
os lo aseguro,
entre caníbales.
Era su rey,
el más grande devorador de pan,
y me llamaban,
mandíbula batiente.
Obreros del cansancio,
basta de pan,
vayamos tras el oro.
Opongamos,
a la moral de sus fábricas,
de sus colegios nacionales,
nuestra propia moral:
No creemos en el hambre,
somos sobrevivientes,
y oponemos
a los vapores de su alcohol mohoso,
el humo,
envenenado,
de mis versos.
Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978
miércoles, 1 de febrero de 2012
NADA ME ESPERA
Nada me espera en esta solemne tarde de fin de verano.
Nadie acoge en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, nuestra sangre fortaleciendo pequeñas palabras
producidas por el azar de las combinaciones.
Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta.
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.
Reconozco vivir en un mundo donde habrá mierda para todos.
Reconozco no saber claramente quienes son mis hermanos.
La nada atraviesa mi corazón.
Reconozco que mi paz es efímera, soy violentado permanentemente por un vicio imperdonable: quiero ser escritor. Una combinación de habladurías y desencantos, pero por favor no me maten, tratemos de averiguar si sirvo para algo.
Lo escribiré todo porque lo vi todo.
Reconozco que tengo una esperanza de perdón.
Piedad para quien indefenso frente a la catástrofe, sólo atinó a no cerrar los ojos.
Reconozco que tengo una esperanza de gloria. Gloria para quien obnubilado por los olores del hongo atómico, sobrevivió a la matanza.
Reconozco haber sumergido mi alma en ciertas drogas del olvido.
Reconozco no haber sido alterado jamás. Mi represión es sublime.
Soy un profesional del alma. Intacto y frío paseo mi mirada por el horror.
Soy el desperdicio de una sociedad en crecimiento.
Sabio de la nada.
Reconozco no saber nada acerca de lo que escribo.
La violencia a la cual soy sometido debe ser investigada.
Debe investigarse de que maldita perversión del Hombre me quieren hacer responsable.
Miguel oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977
Nadie acoge en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, nuestra sangre fortaleciendo pequeñas palabras
producidas por el azar de las combinaciones.
Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta.
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.
Reconozco vivir en un mundo donde habrá mierda para todos.
Reconozco no saber claramente quienes son mis hermanos.
La nada atraviesa mi corazón.
Reconozco que mi paz es efímera, soy violentado permanentemente por un vicio imperdonable: quiero ser escritor. Una combinación de habladurías y desencantos, pero por favor no me maten, tratemos de averiguar si sirvo para algo.
Lo escribiré todo porque lo vi todo.
Reconozco que tengo una esperanza de perdón.
Piedad para quien indefenso frente a la catástrofe, sólo atinó a no cerrar los ojos.
Reconozco que tengo una esperanza de gloria. Gloria para quien obnubilado por los olores del hongo atómico, sobrevivió a la matanza.
Reconozco haber sumergido mi alma en ciertas drogas del olvido.
Reconozco no haber sido alterado jamás. Mi represión es sublime.
Soy un profesional del alma. Intacto y frío paseo mi mirada por el horror.
Soy el desperdicio de una sociedad en crecimiento.
Sabio de la nada.
Reconozco no saber nada acerca de lo que escribo.
La violencia a la cual soy sometido debe ser investigada.
Debe investigarse de que maldita perversión del Hombre me quieren hacer responsable.
Miguel oscar Menassa
De "Salto mortal", 1977
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