Eras joven
no te bastaba el amor
tus grandes ojos no bastaban.
El río, las escalinatas del río
-un río enamorado o sucio
recordado con amor, odiado
o simplemente recordado-
Una infancia sin fin
algunos nombres
y esa primitiva o heroica
manera de querer.
No bastaban
las mujeres penetrando tu cuerpo penetrado.
Detenido.
Mil caricias detenían tu cuerpo.
Los malos pensamientos no bastaban.
Vos creías que el amor
era empujar y revolver un poco
revolver por lo menos hasta encontrar palabra
una sola palabra.
Una tarde
-el sol estaba en todas partes
tu corazón de sol hasta los ojos
tus ojos, tu joven cuerpo
iluminados alegremente por el sol-
sordo como una tapia
te mataste de bronca.
Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966
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