sábado, 21 de abril de 2012
LA MUJER Y YO 25 El cuerpo era una verdad incuestionable pero nadie encontraba la manera de decirlo. Venía, se imponía sobre todo y, al partir, dejaba un temblor en el ambiente que nadie podía reconocer como propio. La tiranía de nuestro cuerpo sobre nuestra vidas, no tenía límites. Cuando estaba presente lo rompía todo con su prepotencia. Ahora a comer, ahora a cagar, ahora a follar, ahora, ya mismo, ahora, comer aunque no haya comida cagar mil veces ese montón de nada y follar en un momento inoportuno y, siempre, con quien no corresponde. Y cuando el cuerpo no está, ahí, el hombre, comprende su esclavitud. Ni siquiera un alma fortalecida por el deseo de amar y la amistad, puede vivir sin cuerpo. Recapitulemos, amada, tú me concedes una gracia y me la chupas, por decirlo de alguna manera, me haces un favor. Con la vida que llevamos en el mundo moderno, yo gozo lo que puedo y te agradezco. Pero esta noche me quedé pensando. ¿Su boca gozará? Fui recorrido por un escalofrío, cuando llegué a decirme tal vez, sólo su boca te ama, tal vez, sólo su boca te desea, por qué no conformarme con su boca, por qué no hacer de esa boca que chupa y que desea todo el tiempo, un monumento histórico y tirar, a los perros hambrientos, con mucho amor, todo el resto. Miguel Oscar Menassa De "La mujer y yo", 2003
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