Escribir un soneto para un indio es cosa fácil.
Pongo aquí una injusticia, aquí pongo una burla.
Pongo las tumbas violadas de mis antepasados
y para terminar esta cuarteta, una niña vejada.
Un soneto no es cosa complicada para un indio,
puntuando, tengo la humillación de cinco siglos,
en la mitad, precisa, del quehacer estos versos.
Y ahora para hacer el espacio dejo caer el oro.
Y así empieza el final de estos comienzos,
por eso pongo aquí el peso duro de la carne,
nuestros muertos al defender tierra arrebatada.
El cuerpo de la fertilidad de nuestra tierra.
El humus encantado que hace vivir al indio,
esa flor siempre-viva, clavada en las Américas.
Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995
jueves, 12 de enero de 2012
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