viernes, 12 de noviembre de 2010
El hombre y yo -36-
He de morir un día
y un día he de vivir
y cuando mis manos
pierdan la alegría
morirá un poeta.
Y es una casa limpia
lo que ambiciono
para el lejano y cercano
día de mi muerte.
Una casa vacía,
sin puertas,
sin ventanas,
sin nadie
que quiera tomar el sol, el aire.
Mis seres queridos
preparando la fiesta
y a mi lado
dejándome morir,
el rugido inmortal
de los cien mil poetas
que hicieron de mi vida
este cantar.
Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005
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