domingo, 7 de octubre de 2012

RESPONSO


Muescas del saber,
muescas de aquel poblado goce,
me recuerdan, de mi país, la vida entre las malvas.

Una manera de vivir subterranea,
cerca de las flores,
a mil kilómetros del hombre.

La bella libertad flamea sus organzas.
Hoy soy feliz, me dice, ella entre mis brazos.
Llévame por los mares, mi amor, por los océanos.
Abre contra las olas mi vieja herida muerta.
Dame el honor de morir en tus garras,
madre amantísima, libertad, profundidad marítima.
Ojos de cerrazón,
jilguero azul, noctámbulo,
búho famélico y descuartizado entre mis brazos,
te amo.
Te amo hasta las fibras contraídas de mi ser,
tengo por vos, amada muerta,
-pedazo de pan inolvidable-
un voluptuoso amor carnívoro y sangrante.

La bella libertad lava sus ropas. Entreteje algún sueño.
Huyamos amor hacia los rumores del profundo verano,
mar, perfecto y traicionero, altivo mar.

He venido para arrojarla desde los mas altos acantilados,
hacia las profundidades borrascosas de tu propio centro,
para que ella encuentre por fin, entre las piedras,
su ahogo final.
La bella libertad,
más pálida que nunca,
como una mierda espectacular y agónica en la boca del
[hombre,
baila,
desatinada y desnuda, moderna y coloquial,
baila para morir,
una danza fraterna, igual y libertaria.
Hermanados,
todos unidos por tortuosas cadenas,
en el fondo del mar.

Miguel Oscar Menassa
De “El amor existe y la libertad”, 1984

No hay comentarios:

Publicar un comentario