Nada era tan terrible y tan maravilloso.
Morir en tus brazos los días de fiesta.
Entre finos alcoholes y sedas estridentes
todo ardor, se desprendía de tus labios.
Morir en tus brazos los días de fiesta.
Entre finos alcoholes y sedas estridentes
todo ardor, se desprendía de tus labios.
Al crepitar salvaje de fuegos interiores,
pequeñas bestias encadenadas al amor,
tigres de una llanura incuestionable
nos hundíamos, ciegos, en la danza.
pequeñas bestias encadenadas al amor,
tigres de una llanura incuestionable
nos hundíamos, ciegos, en la danza.
No eran movimientos lo que producíamos.
Eran catástrofes, cataclismos inesperados y abiertos,
violentos sacudimientos para iniciar las ceremonias.
Eran catástrofes, cataclismos inesperados y abiertos,
violentos sacudimientos para iniciar las ceremonias.
Fiesta se llamaba a ese ir y venir de la locura,
al desgarrarse alcohólico de las sedas.
Un poema, escrito en libertad, era la fiesta.
al desgarrarse alcohólico de las sedas.
Un poema, escrito en libertad, era la fiesta.
Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987
Apunte para una autopsicografía
ResponderEliminarque no
que no
que mi vida no fue un poema
de lágrimas y rosas
sino prosa sucia
mugre en barro
único olor sin recuerdo
aburrido pan
sexo anestesiado
que mi poesía vale más
que mi chata vida
(un abrazo Menassa, desde Uruguay)
Un abrazo, Santiago. Gracias por tu poema.
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